Por Robert P. Murphy. (Publicado el 21 de octubre de 2009)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra
aquí: http://mises.org/story/3777.
En mi último artículo
en estas páginas, hacía una crítica de un artículo del New York Times que
alababa las violaciones de la propiedad de la administración Lincoln que
buscaban objetivos militares. Hoy quiero fijarme en un columnista
habitual del Wall Street Journal, que alaba los planes de la
administración Obama de violar los derechos de propiedad buscando socializar la
asistencia médica. La dicotomía convencional entre periódicos “progresistas” y
“conservadores” es espuria: todas las grandes empresas de comunicación apoyan
el estado del bienestar y de la guerra.
¿Quién es el depredador, el gobierno o las grandes empresas?
El columnista del Wall Street Journal Thomas Frank
empieza su artículo bajo la suposición de todo el mundo en Capitol Hill siguió
su consejo de leer el libro de James K. Galbraith, The Predator State [El
estado depredador], que se refiere a la captura de las agencias
gubernamentales por intereses especiales empresariales. Frank expresa después
su pesar porque muchos políticos republicanos aparentemente han entendido mal
su consejo:
“Durante un debate la pasada
semana sobre dos propuestas demócratas para una ley de atención médica
presentando una ‘opción pública’ (una alternativa gestionada por el gobierno al
seguro de salud privado) [el Senador republicano por Iowa Charles Grassley]
anunció que se oponía a la idea porque, como dijo ‘El gobierno no es competencia
leal. (…) Es un depredador’.
La palabra ‘depredador’ parece
haberse convertido en algo así como un modo de hablar republicano. El colega de
Dakota del Sur del Sr. Grassley, John Thune fue a decir en julio que, cuñado en
gobierno entra en los negocios ‘se convierte no en un competidor, sino en un
depredador’
¿ Se han convertido estos dos
hombres augustos de la derecha en fans de Galbraith, uno de nuestros
principales economistas progresistas?
Si es así, deberían releer por
segunda vez The Predator State. Aunque no han dejado escapar el pegadizo título
del Sr. Galbraith, no han comprendido su mensaje”.
Mmm, es interesante. Incluso los activistas progresistas más
radicales huelen
una rata en las nuevas leyes de “reforma” del sistema de salud y acusan a
Obama de ser un “mentiroso encantador” por venderse a las “grandes
farmacéuticas” y otros villanos.
Lo que tenemos en Washington es lo peor de ambos mundos: el
gobierno está aumentando mucho su papel en el sistema sanitario y está al mismo
tiempo redistribuyendo miles de millones del estadounidense medio a los
bolsillos de las empresas relacionadas políticamente.
(Lo mismo está pasando con la legislación canje, como expliqué
recientemente en Fox Business).
Es verdad que los congresistas republicanos (con una notable
excepción) no son realmente defensores de un mercado verdaderamente libre.
Normalmente se oponen sólo a ciertos tipos de prestaciones corporativas,
mientras generosamente apoyan las de otro tipo (como en los contratos
militares). Aún así, los senadores Grassley y Thune tienen toda la razón cuando
dicen que una “opción gubernamental” en seguros de salud no sería verdadera
competencia, sino un acto depredador en el mercado. Por desgracia, Thomas Frank
no tiene idea ni siquiera básica de economía y acaba escribiendo frases que harían
enrojecer al USA Today, no digamos al Wall Street Journal:
“El Sr. Grassley parece creer que
lo que hace al gobierno depredador es su idea de lo público. Si el gobierno
fuera a ofrecer seguros de salud para todos sin los muchos dispositivos del
sector para excluir a los individuos de riesgo, parecen temerse algunos, podría
ser capaz de ofrecer un precio muy ajustado para que el sector que busca
beneficios pueda igualarlo.
Es una curiosa reversión de un
movimiento que normalmente celebra la slección darviniana y la destrucción de
los débiles por los fuertes. Sólo pensemos en las caricaturas conservadoras que
se debn invertir para que funcione este argumento: ¿Todos esos burócratas
suavemente progresistas? Caníbales feroces. ¿El estado del bienestar? La ley de
la jungla”.
No, Sr. Frank, lo que hace depredador al gobierno es que
roba sus recursos a contribuyentes que no lo desean. Por el contrario, las compañías
de seguros (al menos hasta que acabe el mandato de Obama) no pueden forzar
a la gente a que les paguen las facturas. Una empresa pública puede poner a
cualquier análoga privada fuera del negocio si los políticos están dispuestos a
aportarle el suficiente dinero.
No estoy prediciendo necesariamente que esto vaya a ocurrir
(después de todo, grandísimas empresas están escribiendo la legislación entre
bastidores) pero el temor verdadero es que el gobierno ponga su pie en la
puerta con una “opción pública”. Precisamente porque los burócratas que
ejecuten el plan no necesitan obtener beneficios, serían capaces de
“permitirse” asegurar a todos, independientemente de las condiciones
preexistentes, a un precio que no cubra los ingresos esperados. Cuando haya
déficit, simplemente pedirán a los políticos otra inyección de unos pocos miles
de millones de dólares.
La competencia privada no tendría ese recurso al dinero
gratis del contribuyente, por supuesto. Normalmente responderían simplemente
asegurando sólo a gente con un historial sin enfermedades, con el fin de
mantener las primas bajas y competir con el precio que el gobierno cobra a sus
clientes. Pero desgraciadamente, la legislación haría esa exclusión ilegal: las
compañías de seguros no podrían aceptar sólo gente sana como clientes.
Así que el temor es que el gobierno podría “inocentemente”
ofrecer un simple plan en competencia y luego (¡vaya!) todas las aseguradoras
privadas dejar el negocio. Me parece que necesitamos cobertura gubernamental
universal después de todo.
Piénselo de esta forma: en principio, GM (ahora propiedad
del gobierno) podría vender coches nuevos a 2.500 dólares cada uno con la
inyección de dinero de los contribuyentes. Eso naturalmente destruiría el
mercado del automóvil para los fabricantes privados. El mismo principio aplica
al seguro de salud.
El sistema actual es terrible
Siempre que escribo una columna como éste, siento que me
pueden acusar de que “simplemente no lo entiendo”. Déjenme dejarlo claro: el
sistema actual de seguros de salud es terrible.
Mi hijo tiene una pequeña enfermedad que no requiere
tratamiento de ningún tipo y aún así, no importa cuál sea la prima que me
ofrezco a pagar (incluso con una cláusula que diga que la póliza no cubriría
nada relacionado con la enfermedad), mi agente de seguros dijo que nadie nos
daría cobertura. He acabado por formalizar mi negocio de consultoría con el fin
de contratar una póliza familiar (con una alta desgravación) a través de esa
vía.
Así que créanme, entiendo por qué la gente piensa “¡El
gobierno tiene que hacer algo!” Esa gente tiene razón, el gobierno sí
tiene que hacer algo. En concreto, tiene que dejar de lado la sanidad.
Cómo aprieta el gobierno al seguro de sanidad
No es accidental que el seguridad de sanidad tienda a estar
ligado al empleo. Durante los controles de precios y salarios de la Segunda
Guerra Mundial y la era Nixon, la compañías competían por los empleados no
ofreciendo salarios más altos (era ilegal) sino ofreciendo extras como el
seguro de salud.
Actualmente una de las principales razones por las que las
compañías ofrecen seguro como parte de los paquetes de compensación es que es
deducible fiscalmente. En otras palabras, si una empresa paga 10.000$ al año
para asegurarle a usted y a su familia, pueden incluirla como gasto de negocio
y no habrá de pagar impuesto por él. Pero si la empresa aumenta su salario en
10.000$ y le dice que contrate su propio seguro, tendría que cotizar por ese
dinero.
Otra distorsión importante es que hay barreras para la
competencia interestatal entre aseguradoras de salud. So todo lo que la
administración Obama pretende es promover opciones a los consumidores, parece
una manera inmediata de lograrlo.
Pero como muestra este
divertido video, Wolf Blitzer no consigue que David Axelrod entienda esto.
Conclusión
No soy doctor en medicina, ni siquiera hago ese papel es
televisión. Sin embargo, soy un economista. No entiendo cómo alguien
puede pensar que una mayor intervención del gobierno reducirá los costes y la
corrupción en el mercado del seguro de salud. Esa creencia se desvanece a la
vista de la economía básica y de toda la historia humana.
Galbraith tenía razón: hay realmente un “estado depredador”,
basta con preguntarles a los
aldeanos de Pakistán. Y mientras exista un estado poderoso capaz de
transferir billones de dólares a sus amigos, los accionistas de las grandes
compañías competirán por su parte en el botín. La solución no es dar lecciones
a los políticos, como hace el Sr. Frank al final de su artículo. El estado
depredador no puede amansarse. Sólo cuando el público retire su consentimiento
acabarán las depredaciones.
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Robert
Murphy, investigador adjunto del Mises Institute y miembro de la facultad de la
Universidad Mises, gestiona el blog Free Advice y es autor de The
Politically Incorrect Guide to Capitalism, Study
Guide to Man, Economy, and State with Power and Market, Human Action
Study Guide y The
Politically Incorrect Guide to the Great Depression and the New Deal.