Por Christopher Westley. (Publicado el 26 de octubre de
2009)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra
aquí: http://mises.org/story/3774.
¿Se está acabando la Gran Recesión? Esta ha sido la frase
dominante al menos desde junio, cuando mi periódico local, el Anniston Star
publicó una noticia en primera página de Kevin may, de la editora McClatchy con
el título: “Economistas: La recesión cerca de acabar pues el desempleo baja”.
Sin embargo, es triste decir que si esas noticias son la
base para el optimismo, sea en junio u hoy, entonces estamos en problemas.
Antes de explicar por qué, revisemos el artículo de may. Las
cifras del empleo resultaron ser mucho menos malas de lo previsto. La pérdida
de empleos para ese mes resultó ser de sólo 247.000, lo que alrededor de un 25%
menos que la cifra anticipada por las previsiones.
Eso, junto a revisiones optimistas del mercado laboral para
mayo y junio, llevó a algunos economistas a decir que puede que por fin los
días felices, aunque lentamente estén volviendo. En esta línea, el banco de
inversiones británico Barclays Capital Research concluía en un informe: “Es
posible que junio sea el último mes de la recesión en EEUU”.
Sin embargo, mirando atrás este ha sido un caso de celebrar
cambios a corto plazo y los datos sin verificar si los fundamentales han
cambiado. Estos economistas, reaccionando a una cifra mensual de desempleo del
9,4% estaban hablando demasiado pronto. Un informe mensual de desempleo no es
demasiada justificación para esas declaraciones. Hay muchos factores
subterráneos que deberían hacernos pensar.
Primero, las cifras de desempleo se divulgaron en el primer
mes en que el los beneficios por desempleo vencen para una parte significativa
de los desempleados. Muchos de estos desempleados simplemente dejaron de buscar
empleo, lo que les borra (en términos estadísticos) de la fuerza laboral. Estos
“trabajadores descorazonados” se consideraban mano de obra hasta los primeros
1980 y si se contabilizaran hoy la tasa de desempleo estaría muy por encima del
rango de los dos dígitos, como estaba entonces.
Pero había otros factores que causaron que las cifres de
julio reflejaran lo que la revista Forbes llamaba el “mundo de la fantasía de
los estadísticos”. El economista David Rosenberg informaba que el sector del
automóvil aumentó en 28.000 empleos en julio, rompiendo una tendencia secular
constante de pérdidas de empleo. Junto con las contrataciones de julio para el
censo federal, el resultado, como lo mostraba Rosenberg, “añadía (…) 100.000
nóminas no recurrentes” a las cifras oficiales de empleo.
Admito que estos dos factores tienen efectos positivos a
corto plazo en el mercado laboral, pero que tomados juntos no sugieren que la
economía haya doblado una esquina en modo alguno.
Siempre es bueno recordar que una recuperación saludable
este años y aún más una economía sana en
el futuro no puede medirse simplemente basándose en las cifras de empleo,
porque no todos los empleos producen riqueza. En realidad hay buenos y malos
trabajos. Los trabajos buenos generan riqueza y suman a la capacidad productiva
de la economía, mientras que lo malos no.
Durante años, la Unión Soviética informaba con orgullo tasas
cero de desempleo. Perdida en esta cifra estaban quienes estaban empleados para
hacer el equivalente a cavar hoyos, seguidos por otros pagados para hacer el
equivalente a rellenarlos.
Ludwig von Mises analizó este fenómeno en su clásico El
Socialismo: “La política intervencionista ofrece a miles y miles de
personas trabajos seguros, plácidos y no demasiado exigentes a expensas del
resto de la sociedad”. Murray Rothbard extendió más tarde esta línea de
pensamiento separando a los pagadores netos de impuestos y consumidores netos
de impuestos.
La cuestión es hasta qué punto están alterando ahora las
cifras de empleo estos trabajos malos que no crean riqueza.
El admirable Michael Mandel, de BusinessWeek recientemente
se trabajó las cifras de crecimiento del empleo durante los últimos 10 años
y los resultados vamos a decir que no pintan bien.
La llama una “década perdida para el empleo” en los Estados
Unidos. Yo la califico de desastre. Consideremos su gráfico mostrando el cambio
porcentual en el crecimiento en el tiempo del empleo en el sector privado.
El crecimiento del
empleo de diez años se desvanece
(Cambio en trabajos
en el sector privado respecto de la década anterior)
Encontramos un patrón tradicional de crecimiento en el
empleo en el sector privado que, aunque volátil (siguiendo el ciclo económico),
permanece en la banda del 20-30% durante el periodo de 30 años que empieza en
1971. Sin embargo, a este periodo le sigue un tremendo declinar el los 2000,
que se aproxima al crecimiento cero hacia mayo de 2009. ¿Qué está pasando?
Mandel no lo dice, aunque apunta que la historia real algo
peor de lo que los datos sugieren. Durante los 2000, hubo un crecimiento
significativo en los trabajos en el sector público, doblando a los del sector
privado creados durante este periodo de tiempo, principalmente en sector de la
sanidad y la educación, lo que significa que esos trabajos (técnicamente
privados) no habrían existido son gasto gubernamental.
La situación es como mínimo problemática. Desde mayo de 1999
a mayo de 2009, el empleo en el sector privado sólo ha aumentado un 1,1%, la
peor tasa de crecimiento del empleo desde los 1930. Esto refleja problemas
estructurales dentro del mercado de trabajo de EEUU que han aumentado en
severidad durante esta década.
Pensemos en la última corrección económica en los Estados
Unidos. La economía estaba en recesión en el momento del 11-S, una tragedia que
frustró lo que parecía un rebote normal del empleo en el sector privado que
había empezado unos meses atrás. En el gráfico anterior, ver el salto que se
establece bien en mayo de 2001).
Pero la tragedia del 11-S debe incluir su uso como
justificación para el mayor aumento del gasto gubernamental desde la Gran
Depresión. El aumento masivo tanto el estado de bienestar como en el de guerra
que siguió al 11-S y la requisa de capital que conllevó, impidió la inevitable
corrección del mercado durante varios años. Y como eso permitió supurar a las
malas inversiones, hizo que la corrección actual mucho peor.
Hoy, la principal respuesta a los efectos dañinos de pasadas
intervenciones parece ser crear otras aún mayores. Esto debe acabar si se
quiere que se recupere el sector privado. Si no… bueno, no miremos una a una
las cifras mensuales de empleo como fuentes de optimismo.
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Christopher Westley es profesor adjunto en el Instituto
Mises. Enseña en la Escuela de Comercio y Administración de Empresas de la
Universidad Estatal de Jacksonville.