Por Doug French. (Publicado el 3 de noviembre de 2009)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra
aquí: http://mises.org/daily/3830.
Los estadísticos del Departamento de Comercio han
determinado que la economía de EEUU se ha dado la vuelta gracias a los
incentivos gubernamentales empujando a los consumidores a gastar dinero en
coches y viviendas. Superficialmente, el Nuevo New Deal funciona como planificó
Washington, con un incremento del 3,5% del PIB y aumentando las compras de
casas un 3,4% en el tercer trimestre, los mayores en dos años, según Bloomberg.
El economista principal del Vicepresidente Joe Biden, Pared Bernstein,
predicaba a una audiencia de la CNBC que la Ley de recuperación del gobierno
federal había creado o salvado millones de puestos de trabajo reaccionando
hasta el momento ante “le fallo del mercado” y que se crearán o salvarán 3,5
millones de puestos de trabajo el año que viene con un coste de sólo
92.000$ cada uno.
Pero, como apunta John Williams en shadowstats.com, el 92% del crecimiento del
último trimestre viene de capítulos no recurrentes como el aumento de ventas
del programa “Dinero por Chatarra”, casas compradas por primeros compradores
aprovechando las ventajas de los créditos fiscales de 8.000$ y la acumulación
de existencias. “Como el consumo personal y el alojamiento disminuyan de nuevo,
por falta de estímulos y tal y como han operado los excesos de inventario, una
buena apuesta es un renovado declinar en el PIB del cuarto cuatrimestre”,
escribe Williams.
Así que la administración Obama no descansará hasta que la
tasa de desempleo no se aleje de ese tenazmente alto 9,8%. Y las noticias en
ese frente no son buenas, con el índice de ayuda solicitada en los periódicos
del Conference Board llegando a nuevo mínimo en 58 años y 5,8 millones de
estadounidenses que continúan cobrando el paro. Es sólo cuestión de tiempo
antes de que se pida de nuevo una Works Progress Administration (WPA) o
cualquier otro programa parecido a los de la era de la Depresión con la idea de
que el Tío Sam ponga de nuevo a trabajar a la gente.
La mala inversión del gobierno en monumentos, producto de
que los políticos se entrometan en el mercado en lugar de dejar que la economía
se cure, está presente en todo el mundo. Al sur de Las Vegas está la Presa
Hoover, un proyecto por la Ley del Proyecto del Cañón de Boulder de 1928.
Normalmente a las presas no se les pone el nombre del presidente vigente, pero
Herbert Hoover estaba haciendo campaña para su reelección y quería el crédito
de crear los empleos.
La enorme estructura costó 49 millones de dólares (o 736
millones en dólares ajustados a la inflación) y mide más de 221 metros de
altura y de 365 metros de longitud: llevó cuatro años y más de 3 millones de
metros cúbicos de cemento construirla y se demoró dos años por encima de lo
planeado. Para construir la presa, trabajaron alrededor de 16.000 personas,
muriendo más de 100 en el proceso. “Me produce un extraordinario placer ver que
el gran sueño que tenía desde hace tiempo tomando forma en una verdadera
realidad de piedra y cemento”, escribió Hoover en sus memorias. “Ahora hace
diez años que me convertí en presidente de la Comisión del Río Colorado (…). La
presa en el mayor trabajo de ingeniería de este tipo nunca intentado por la
mano del hombre”.
Pero los romanos no necesitaron ningún cemento para
completar el Acueducto de Segovia, en España, apilando los enormes bloques de
granito como si fueran ladrillos en una estructura que llega a una altura de
más de 28 metros. Aunque no se sabe con seguridad, se estima que el acueducto
se construyó en algún momento del reinado del Emperador Vespasiano o Nerva para
transportar agua del manantial de la Fuenfría, a 17 kilómetros de la ciudad. El
acueducto tiene 167 arcos y alcanza su mayor altura en la Plaza del Azoguejo.
Aunque esta impresionante construcción romana sólo sirve
para atraer turistas a la ciudad de 55.000 habitantes hoy día, no hace mucho
que seguía transportando agua. Pero, como nos dijo nuestro guía, Jerry, la
población de Segovia no aprobó esos gastos cuando se construyó. “Los romanos
construyeron el acueducto principalmente como una muestra de poder”, explicó
Jerry, algo que no era una sorpresa para un grupo de partidarios de Mises que
visitaban Segovia después de atender una conferencia en Salamanca.
En su libro, The New Deal in Old Rome,
H.J. Haskell escribe que se inspire para estudiar la intervención del gobierno
en el mundo antiguo después de viajar por Europa con su mujer. Haskell escribió
que la “mano de Roma está en todas partes”. El pueblote Segovia seguía
recibiendo su suministro de agua a través del acueducto cuando el Sr. Y la Sra.
Haskell pasaron por la histórica ciudad a finales de los 1930.
E igualmente que los trabajadores de la WPA construyeron el
Cow Palace en San Francisco, el Aeropuerto La Guardia en Nueva York y el River
Walk de San Antonio, los romanos construyeron acueductos en pequeños pueblos,
lugares industriales y grandes ciudades desde Francia a Estambul. Pero los
acuerductos fueron sólo una pequeña parte de los programas del New Deal al
estilo romano.
El interesante libro de Haskell es una guía de viajes vista
bajo los ojos de un observador curioso que se preguntaba cómo se extendieron
los tentáculos de Roma a través de toda Europa y qué programas económicos eran
necesarios para mantener tranquilos a quienes vivían en los territorios
conquistados. El libro es una excelente introducción a la historia de Roma y,
para quienes planeen un viaje por Europa, ofrece un escenario que no
encontrarán en las guías Fodor’s.
Para quienes piensan que FDR inventó la idea de los
programas de granjas federales en los 1930, Haskell apunta que Domiciano creó
una Administración de Ajuste Agrícola y una Administración del Crédito Agrícola
en el año 91.
Y el desmoronamiento del dólar de la Reserva Federal tiene
un precedente siglos antes con la devaluación del denario, que cayó en valor
más de un 95% desde el gobierno de Augusto a principios del siglo I al final
del siglo III bajo Diocleciano.
The New Deal in Old Rome lo tiene todo: de las expansiones y consecuentes
depresiones a los grandes negocios en la política. La munificencia política de
Roma cobra vida en la prosa de Haskell. Escrito en los 1930, el autor busca
“llamar la atención sobre ciertas señales de alarma del pasado”. Pero sus
advertencias cayeron en el saco roto, igual que ahora. “El gasto en obras
públicas improductivas para la burocracia y el
ejército llevaron a una fiscalidad excesiva, inflación y ruina para la
esencial clase media y sus dirigentes”, escribía Haskell, destruyendo a los
hombres que el historiador francés Léon Homo califico como “el báculo general
de la civilización”.
Lo que dice Washington es que las cosas van mejor. Los
ciudadanos de Segovia solían oír lo mismo de Roma.
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Douglas
French es presidente del Mises Institute y autor de Early
Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply. Es doctor en economía de
la Universidad de Nevada- Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el
Profesor Hans-Hermann Hoppe en su comité de tesis.