¿Puede sobrevivir el capitalismo?

Por Matt McCaffrey. (Publicado el 4 de noviembre de 2009)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/3833.

[Can Capitalism Survive? Creative Destruction and the Global Economy · Por Joseph Schumpeter · Nueva York, Harper Perennial Modern Classics, 2009 · 208 páginas]

 

Los capítulos más famosos de Capitalismo, Socialismo y Democracia, de Joseph Schumpeter se han vuelto a publicar bajo el título: Can Capitalism Survive? Creative Destruction and the Global Economy [¿Puede sobrevivir el capitalismo? La destrucción creativa y la economía global].[1] La reedición de estos capítulos principales como un texto independiente en un tiempo de crisis económica es como mínimo oportuno.

Los acontecimientos de los meses recientes hacen merecer una renovada atención acerca de las ideas de Schumpeter sobre la sociedad capitalista, las fuerzas que la mantienen y quienes se oponen a ella. La necesidad de una reflexión calmada sobre la naturaleza del capitalismo no ha sido nunca tan evidente como ahora mismo. Después de todo, el propio Schumpeter apunta correctamente que “prácticamente cualquier sinsentido que se haya dicho sobre el capitalismo ha sido defendido por algún spuesto economista”.

Podría parecer (aparte de varias señales obvias, como el distintivo estilo victoriano de los escritos de Schumpeter) como si el libro se hubiera escrito bastante más recientemente que cuando realmente se escribió. Los acontecimientos que describe Schumpeter nos son familiares. Eso mismo debería alertarnos, considerando que esas ideas se elaboraron durante el auge del New Deal, cuando la crisis financiera y la intervención gubernamental llegaron a niveles sin precedentes en buena parte de la historia.

Las palabras con las que empieza Schumpeter son apocalípticas: “¿Puede sobrevivir el capitalismo? No. No creo que pueda”.Aún así, como añade rápidamente Schumpeter, no es esta pregunta lo que nos interesa, sino “los hechos y argumentos” que nos llevan a la respuesta. Es la teoría los que nos importa. La famosa idea de Schumpeter de que

“El mismo éxito [del capitalismo] socava las instituciones sociales que lo protegen e “inevitablemente” crea condiciones en las que no será capaz de sobrevivir y que apuntan directamente al socialismo como su heredero” (p. 2).

Es esta idea la que distingue la teoría de Schumpeter de la evolución capitalista de otras y es la responsable de la popularidad de la que ha gozado Capitalismo, Socialismo y Democracia desde su primera edición.

¿Pero cómo se produce el proceso de decadencia del capitalismo? Schumpeter argumenta que a medida que evoluciona el capitalismo, la misma lógica de su aplicación causa que desaparezcan sus apoyos económicos y sociales, abriendo el camino para que emerja el socialismo. No nos importa ahora la estricta precisión de esta teoría. Sin embargo, queremos resumir varios de los principales argumentos de Schumpeter y examinar algunas de las ideas más importantes que expone para describir la forma en que funciona el capitalismo.

Aunque Schumpeter no fue el primero en predecir la desaparición del capitalismo, fue el primero en afirmar que el éxito del capitalismo sería la causa de su decadencia y caída. La clave de esta tesis es la famosa idea de Schumpeter de la “destrucción creativa”, de la que depende el futuro del capitalismo:

“Por tanto, el capitalismo es por naturaleza una forma o método de cambio económico y no solo nuca está estacionario, sino que nunca puede estarlo. (…) El impulso fundamental que establece y mantiene la maquinaria capitalista en marcha procede de los nuevos bienes de consumo, los nuevos métodos de producción y transporte, los nuevos mercados, las nuevas formas de organización industrial que crea la empresa capitalista, (…) incesantemente revoluciona la estructura económica desde dentro, destruyendo incesantemente la vieja, creando incesantemente una nueva. Este proceso de Destrucción Creativa es el hecho esencial del capitalismo” (pp. 42-43).

De acuerdo con Schumpeter, el capitalismo revoluciona y “racionaliza” todo lo que se pone en su camino, especialmente las instituciones sociales obsoletas, que se eliminan de la escena económica por el “vendaval perenne de la destrucción creativa”. Los emprendedores (los hombres geniales que ven más allá de la rutina y promueven nuevos métodos de producción) conducen este cambio.

La supervivencia del capitalismo depende de la iniciativa de emprendedores, que llevan el proceso productivo por caminos nuevos y revolucionarios. Schumpeter argumenta que el progreso tecnológico también acabará ahogando la función empresarial y el proceso de cambio incesante se detendrá estruendosamente, dictando el fin del capitalismo (pp. 133-140). Sin embargo, dejaremos este argumento, que presenta tantas dificultades que nos llevaría fuera del ámbito de nuestra explicación.

Ahora nos ocupamos de la explicación de Schumpeter de las bases sociales del capitalismo. El intercambio voluntario y la propiedad privada son características definitorias de una sociedad capitalista y éstas deben eliminarse si se hace dominante cualquier otra forma de organización económica. Schumpeter argumenta que esto ocurre a través del desarrollo económico continuo.

Mientras los emprendedores innovan, obtienen beneficios económicos. Así la producción se expande y aparecen nuevas formas de organización económica, como la empresa moderna, que crece para captar oportunidades económicas. A medida que aumenta el tamaño de las empresas, también lo hace su burocracia. Las funciones de propiedad y control se separan gradualmente. Al final, los propietarios encuentran que se ha dañado no conexión y conocimiento del proceso económico. Pierden la capacidad de ver la necesidad de instituciones sociales, como la propiedad privada y el contrato voluntario, instituciones sin las cuales no habría progreso económico. Aislados de la realidad económica, su simpatía por el sistema capitalista empieza a desvanecerse y con ella el apoyo social a las instituciones que son la base del capitalismo. Esto deja al sistema capitalista expuesto a ataques de partidos hostiles (pp.149-154).

Schumpeter también argumenta al contrario que otras formas sociales, el enfoque del capitalismo en la innovación y el cambio hace difícil, si no imposible, que muchos individuos reconozcan lo importante que es este sistema para asegurar su nivel de vida:

“Hay diariamente problemas y expectativas de problemas de los que todos deben ocuparse en cualquier sistema social: las fricciones y desilusiones, los acontecimientos dolorosos, molestos y frustrantes grandes y pequeños. Supongo que cada uno de nosotros tiene más o menos la costumbre de atribuirlos totalmente a esa parte de la realidad que está fuera de nuestra piel y es necesaria una asociación emocional con el orden social (es decir, lo que el propio capitalismo es constitucionalmente incapaz de producir) para superar el impulso hostil por el que reaccionamos ante ellos.(…) La mejora secular que se da por sentada, unida con la inseguridad individual que está muy resentida es, por supuesto, la mejor receta para acrecentar la inquietud social” (pp. 159-160).

Por tanto, el capitalismo, al ofrecer un nivel de vida antes desconocido (inobtenible a través de otras formas de organización) en realidad socava sus propios apoyos, principalmente por realizar sus tareas demasiado bien, por lo que el origen de la prosperidad se pasa por alto por parte de sus mayores beneficiarios.

Esto nos lleva a otra de las contribuciones innovadoras de Schumpeter para entender el capitalismo: su trabajo sobre la “sociología del intelectual”. Como dijimos antes, erosionar las protecciones sociales del capitalismo y sentir agravio contra el propio sistema ofrecen una base para un ataque al sistema capitalista. Todo lo que queda es  que “haya grupos cuyo interés es preparar y organizar el resentimiento, criarlo, darle voz y liderarlo” (p. 160). La clase intelectual ofrece esta fuerza motriz.

Los intelectuales ven el proceso económico desde fuera: por definición, normalmente no tienen una experiencia directa en asuntos económicos. Sin embargo ejercen un poder decisivo en influenciar a la opinión pública y su orientación es fuertemente anticapitalista. Representan una amenaza muy real para el sistema capitalista. Es principalmente sobre los intelectuales sobre los que Schumpeter hace su famosa observación:

“El capitalismo se juzga ante jueces que tienen la sentencia de muerte en sus bolsillos. Van a aprobarla, independientemente de la defensa que puedan escuchar: la única defensa victoriosa que puede posiblemente producirse es un cambio en la acusación” (p. 158).

El capitalismo ofrece los medios que necesitan los intelectuales para atacar: innovaciones que hacen la divulgación de opiniones tanto posible como extremadamente barata, educación para la suficiente cantidad de población que permite una audiencia lo suficientemente grande para influenciar cambios sociales duraderos y, quizás lo más importante, el capitalismo anima el principio de la libertad de expresión, que es necesario para la crítica pública de las instituciones sociales (pp. 155-179).

Las opiniones de Schumpeter sobre las características sociológicas y psicológicas de la clase intelectual son impresionantes:

“El hombre que haya ido a una universidad fácilmente se convierte en psíquicamente incontratable en trabajos manuales sin que necesariamente adquiera contratabilidad en, por ejemplo, trabajos profesionales. (…) Todos los que están desempleados o empleados insatisfactoriamente o desempleados insatisfactoriamente derivan en vocaciones en las que los estándares están menos definidos o en los que cuentan aptitudes y conocimientos de distinto orden. Buscan el apoyo de los intelectuales (…) cuyo número se incrementa de forma desproporcionada. Entran en un estado mental de descontento. El descontento alimenta el resentimiento. I a menudo se racionaliza como (…) crítica social (…) Yes la desaprobación moral del orden capitalista” (pp. 173-175).

Así que la oposición intelectual se construye y arma con herramientas suministradas por el mismo sistema al que se oponen. Sin culpa suya, el sistema capitalista se ve atacado por los mismo cuyas ocupaciones son posibles por el esfuerzo de empresarios y capitalistas que llevan a la economía a un incesante proceso de innovación y mejora.

No todas las ideas de Schumpeter sobre el capitalismo son completamente satisfactorias. Por ejemplo, podría argumentarse que los logros del capitalismo por sí solos no pueden ser culpables de la decadencia total de la sociedad capitalista. En particular, hay mucho espacio para discutir el papel de las instituciones no capitalistas al erosionar los soportes sociales del capitalismo. De hecho, el que alguno de de esos problemas pueda aparecer sin la mano coactiva de la intervención económica es una cuestión digna de debate.

Sin embargo, si queremos salvar el sistema capitalista (o quizá reinstaurarlo) debemos reexaminar en primer lugar qué hizo que este sistema tuviera tanto éxito, así xomo qué fuerzas constituyen las mayores amenazas a su existencia. Al intentar responder a estas preguntar, Can Capitalism Survive? debería resultar un recurso muy valioso.

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Matt McCaffrey es graduado es economía en la Universidad de Auburn y antiguo miembro de verano del Ludwig von Mises Institute.



[1] Es apropiado que se hayan eliminado el primero y los últimos capítulos del libro original (sobre marxismo, democracia y la historia de los partidos socialistas), considerando que esos capítulos son de poco interés en la actualidad, salvo para los especialistas. Sin duda incluyen mucho menos sobre la visión radical del proceso capitalista de Schumpeter.

Published Wed, Nov 4 2009 7:34 PM by euribe