Por Llewellyn H. Rockwell, Jr. (Publicado el 17 de noviembre
de 2009)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí
http://mises.org/daily/3869.
El mundo ve a los Estados Unidos como un país irresponsable
y bebedor donde se regulan pocas cosas. El mundo debería despertar a la
realidad de que los Estados Unidos están gobernados por una burocracia
totalitaria que pretende dirigir todos los aspectos de nuestra vida, lo que
significa, por supuesto, gestionar la economía con intervenciones masivas
reguladoras, de las que la siguiente no es sino un diminuto ejemplo.
La Food and Drug Administration (FDA, Administración de
Alimentos y Medicamentos) ha decidido que a los estadounidenses son demasiado
aficionados a la peligrosa mezcla de alcohol y cafeína. La prueba es la
popularidad de todo tipo de nuevas bebidas que aparecen en el mercado. Un
ejemplo es Tilt, una bebida energética que se vende como una bebida de malta
premium. Hay muchos otros productos similares, todos lo cuales derivan del
hábito popular de los consumidores de mezclar licor con bebidas energéticas,
como Red Bull.
No es nada nuevo. Pensemos en el café irlandés, que es café
con licor. O en Kahlúa, que es un licor de café usado en todo tipo de bebidas.
También hay una nueva moda para el café Martini.
¿Qué está haciendo la FDA? Presionando a los fabricantes de
bebidas para eliminar el guaraná (un baya que es una fuente de cafeína) de
éstas. Anheuser-Busch ya ha aceptado. Otras han alterado asimismo sus recetas.
Pero si hay que podemos aprender de la historia de los mercados de consumo es
que cuando la gente quiere algo, alguien se lo va a ofrecer, gracias a Dios.
Como consecuencia de la aceptación de las grandes compañías,
las compañías que no aceptan, como Joose,
obtuvieron una cuota del mercado. Esto molestó a los grandes. A mi no me
sorprende encontrar su escritura en las cartas amenazantes enviadas por la FDA
a unas 30 compañías que fabrican esos productos, con un 9,9% de alcohol con una
buena dosis de cafeína.
Las cartas reclaman que estos fabricantes aporten, en un
plazo de 30 días, pruebas de que sus bebidas son inocuas y no producen riesgos
para la salud o la seguridad. La demanda es ridícula. Por supuesto que hay
riesgos. Los riesgos son parte de la vida. Parte de la diversión de estas
bebidas es que son un poco más arriesgadas que, por ejemplo, una lata de V-8.
El acoso viene tras una campaña de los fiscales generales de
los estados reclamando que se haga algo para evitar que la “juventud” consuma
esos productos. ¡Ah, sí! Es siempre la juventud. No sorprende que la juventud
prefiera estos brebajes simplemente porque sus sistemas están mejor diseñados
para tolerar la combinación de cafeína y alcohol y tienen menos
responsabilidades en la vida que hagan que madurar sea una prioridad.
En lo que se refiere a la pregunta de la FDA, creo que la
puedo responder. El alcohol te hace que está un poco alegre. La cafeína hace
que te despiertes. Así que puedes estar a la vez contento y con marcha. Es como
la misma definición de la juventud. Pero el gobierno tiene un problema con esto
¿y por qué? Tiene que ver con la seguridad, eso dicen.
¿Podemos creérnoslo? El gobierno es la institución que
construye y gestiona las carreteras en las que decenas de miles de personas
mueren cada año. El gobierno es la institución que empieza guerras que han
matado a decenas de millones de personas. No sólo mandan a gente a morir en el
extranjero, sino que reclutan activamente a jóvenes para este “trabajo”,
sobornándoles con educación gratuita que pueden disfrutar si sobreviven y no
tienen daños mentales al final de su servidumbre bajo contrato. El gobierno es
la institución preparada para golpearte y electrocutarte y ponerte en una caja sucia si no cumples con
sus demandas arbitrarias.
¿Podemos creernos realmente que a los burócratas de la FDA
les preocupa nuestra salud y bienestar? ¿Qué esos saqueadores perennes de los
contribuyentes se inquietan por nuestra ingesta de cafeína y licor y buscan
hacer lo mejor para nosotros, como padres dominantes o pastores de la
congregación local? Lo dudo seriamente.
Lo que les motiva es el ansia de poder. ¿Qué otra cosa puede
ser? Sólo miren la guerra del gobierno contra el tabaco. El consumo de tabaco
en realidad ha aumentado en Estados Unidos de 2007 a 2008. Es un periodo en que
la guerra contra el tabaco ha sido más intensa que nunca, con campañas de
relaciones públicas, restricciones a la publicidad e impuestos abusivos que
hacen que cada paquete sea una inversión importante.
Lo que hacen realmente estas campañas contra el pecado es
dirigir la atención hacia esas bebidas. Por ejemplo, hay muchos lectores de
este artículo que nunca habían oído antes de Tilt y Joose o pensado en la
asombrosa combinación de alcohol y cafeína. Estas campañas son publicidad
gratuita para estas bebidas y al añadirlas un tufillo de peligro atraen
realmente a la gente joven.
¿Cómo puede el gobierno ser tan estúpido? Es una pregunta
que puede remontarse a la antigüedad y estará con nosotros hasta el fin de los
tiempos. O al menos hasta que la humanidad deje de tolerar esta cosa llamada
estado que supone el derecho de obligarnos a hacer lo que quiere que hagamos en
lugar de lo que nosotros queremos.
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Llewellyn H. Rockwell, Jr es Presidente de la Junta
Directiva del Ludwig von Mises Institute en Auburn, Alabama, editor de LewRockwell.com, y autor
de The
Left, the Right, and the State.