Los libros de La casa de la pradera: Una crónica de una pionera

Por Robert M. Thornton. (Publicado el 23 de noviembre de 2009)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/3875.

[The Freeman. 1972]

                         

Estos libros se publicaron por primera vez hace casi cuarenta años cuando Laura Ingalls Wilder estaba en sus sesenta. La décimo octava edición en tela se publicó en 1970 y ahora tenemos la primera edición en rústica. Laura (no consigo llamarla Sra. Wilder) escribió el primer libro de la serie sin plan de continuarla, pero la respuesta entusiasta de los jóvenes lectores le impulsó a seguir hasta que las historias llegaron al mimento de su matrimonio con Almanzo Wilder, el 23 de agosto de 1885, ¡ocho volúmenes de una mujer que cuando era niña le dijo a su papá que nunca podría escribir un libro!

Laura nació en 1867 y vivió noventa años, la mayor parte de ellos con su marido en su granja cerca de Mansfield, Missouri. Su hija, Rose Wilder Lane, que murió en 1968, es bien conocida entre los liberales como autora de The Discovery of Freedom [El descubrimiento de la libertad], un libro que inspiró The Mainspring of Human Progress [El motivo principal del progreso humano], de Henry Grady Weaver. Rose mostró su recia estirpe de pionera cuando con 78 años fue enviada a Vietnam como corresponsal.

¿Qué hace tan buenos y entretenidos estos libros de “La casa de la pradera”? Primero, sacan al lector de su propio mundo y le llevan a distintos lugares y tiempos pasados, a la vida de los pioneros de las praderas en los años 1870 y 1880. Lo que emociona aquí es leer acerca del lechero o el tendero del barrio. Segundo, hacen que el lector reflexivo agradecido por los beneficios de que disfrutamos hoy en Estados Unidos. Laura escribe sobre las diversiones de su niñez en la pradera y los buenos ratos con su familia, pero no idealiza sus experiencias. La vida era entonces dura en un territorio agreste.

Había estómagos vacíos cuando las cosechas se destruían por fuego, sequías, plagas de langosta o tormentas. La enfermedad podía significar la muerte porque doctores y medicinas eran escasos en la frontera. Todos, excepto los muy viejos y muy jóvenes tenían que trabajar. Los placeres eran sencillos, no había radios ni automóviles o televisores. Había poco dinero, así que los regalos de Navidad para los niños podían ser un penique y una barra de caramelo. Había momentos felices y terribles, cada uno era parte de la vida.

Tercero, y más importante, estos libros pueden ayudarnos a recuperar el espíritu de los peregrinos, los patriotas y pioneros que fundaron esta nación y la hicieron grande. Parte de ese espíritu es el gusto por la independencia y un sentido de la responsabilidad individual.

La familia de Laura no espera que nadie cuide de ellos. Se preocupan de sí mismos y saben que tener libertad significa la libertad de fracasar o de tener éxito. Otra parte de este gran espíritu es no quejarse de su fortuna o de no obtener la “parte justa” de los bienes del mundo. Otro es el sentido de comunidad donde se consigue mucho voluntariamente, todos tratando de ayudar siempre que tengan tiempo, talento y dinero.

En respuesta a preguntas sobre ella y sus libros, Laura escribió:

“Los libros de La casa de la pradera son historias de hace mucho tiempo. Nuestro actual modo de vivir y nuestras escuelas son muy diferentes: muchas cosas han hecho que la vida y el aprendizaje sean más fáciles. Pero las cosas reales no han cambiado. Sigue siendo mejor ser honrado y sincero, aprovechar al máximo lo que tenemos, ser felices con placeres sencillos y ser alegres y tener coraje cuando las cosas van mal. Las grandes mejoras en la vida se han producido porque cada estadounidense ha sido siempre libre de buscar su felicidad y mientras los estadounidenses sean libres continuarán haciendo nuestro país aún más maravilloso”.

No es fácil para los niños de hoy en día aprender estas verdades, pero mientras se lean estos libros las lecciones no se perderán.

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Robert Thornton fue un empresario de Kentucky y crítico de libros para The Freeman durante muchos años.

Esta crítica apareció originalmente en The Freeman, 1972, Vol. 22, pp. 62-63.

Published Mon, Nov 23 2009 3:10 PM by euribe