Por Sarel Oberholster. (Publicado el 26 de noviembre de
2009)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí
http://mises.org/daily/3862.
La política de tipos de interés cero de la Fed se vende al
público como un benigno rescate económico de interés público. La cruda realidad
es que esta política es un impuesto oculto implantado por la Fed. Toma ingresos
de ahorradores y se lo da como subsidio a los prestatarios. Asimismo facilita y
financia las políticas de déficit fiscal del gobierno central. Un impuesto tan
bien disimulado es una bicoca para los gobiernos. El impuesto más cruel de
todos es este impuesto del 100% sobre los intereses, disimulado y razonado como
una “buena” política.
La política de tipo de interés cero merece un análisis más
detallado. ¿Estaría dispuesto un ahorrador a acordar un entorno económico de
tipos de interés cero? Sin duda no. ¿Preferiría un deudor un tipo de interés
cero? Seguro que sí. El ahorrador y el deudor negociarían, condiciones normales
de participación económica voluntaria, un “precio” por usar el dinero ahorrado.
El precio por el uso de los fondos es el interés.
El banco central entra en la negociación entre el ahorrador
y el prestatario y falsificando dinero destruye la base de negociación del
ahorrador. Falsificar dinero mediante políticas de provisión de liquidez
ilimitada es un “control de precios” sobre los tipos de interés, instituido
para forzar a la baja los tipos y acabar bajándolos sin control hacia el cero.
El ingreso de intereses del ahorrador se acaba gravando hasta la extinción en
los tipos de interés cero.
Una teoría económica básica dice que el control de precios
en realidad reduce la disponibilidad del sujeto del control. Por tanto no
debería ser un sorpresa que los créditos disponibles disminuyan a pesar de la
provisión sin restricciones de liquidez en tipos de interés cero. Los bancos no
tienen una implicación directa de coste cuando tienen fondos al cero (salvo el
coste de oportunidad). Por tanto no hay una penalización de coste directa por
no hacer nada.
No explotar una oportunidad de prestar en un entorno de alto
riesgo de impago, donde el margen entre un tipo de interés cero de los fondos y
el tipo de préstamo es insuficiente para proteger a los banqueros ante el
riesgo de impago, es una elección perfectamente razonable para los banqueros.
Aunque la consecuencia pretendida es aumentar la disponibilidad de crédito, en
último término la intervención de “tipo cero” realmente reduce la
disponibilidad de crédito. Uno se pregunta lo importante que sería esta
consecuencia no deseada en ausencia de Dinero por Chatarra, la ampliada
política de subvenciones para compra de casas y el apoyo constante de la Fed,
el Tesoro y la Agencia Federal de Financiación de Viviendas a Freddie Mac y
Fanny Mae. Lo descubriremos cuando los déficits fiscales no puedan seguir
financiando esos excesos.
Los ahorros se trasladarán a activos a plazo buscando unos
magros ingresos de intereses, pero esos ingresos tienen más que ver con una
prima de plazo que con el interés, el coste de uso de los fondos. La política
fijada es empezar la curva de rendimiento en cero y usar toda la influencia y
herramientas de la Fed para forzar hacia abajo la pendiente de dicha curva. Nadie
tiene ninguna posición moral para defender una política que quita el interés a
los ahorradores. Sin embargo, la redistribución indiscriminada de este impuesto
a los intereses es excepcionalmente injusta.
Los requisitos normales para un impuesto son que debe ser
justo y debe distribuirse equitativamente. El argumento del “bien público” es
que el impuesto puede gravar desproporcionadamente, normalmente en relación con
alguna medida de riqueza. En palabras sencilla, los ricos deben pagar más y los
pobres menos.
El impuesto de tipo de interés cero tristemente fracasa
cuando se compara con este marco. No hay discriminación al gravar los intereses
de los ahorradores. Todos los ahorradores se ven gravados por el tipo de
interés cero. Algunos ahorradores, normalmente los más ricos y más sofisticados
en su ahorro pueden realizar maniobras contra impuestos y son capaces de evitar
o escapar hasta cierto punto el impuesto de los tipos de interés cero. La
mayoría de los ahorradores no pueden y financian la redistribución y subsidios
a los prestatarios.
Se aplican principios indiscriminados al asignar el subsidio
del interés. Su distribución no se controla justa y equitativamente en interés
de la sociedad. Los receptores son prestatarios al azar, seleccionados sin
referencia a la riqueza, ingresos u otros patrones de elección que se
aplicarían normalmente. ¿Es apropiado preguntar bajo qué parámetros decide la
sociedad que un propietario de vivienda que compró un propiedad por encima de
sus medios debe ser subvencionado por un pensionista que ha ahorrado para
sobrevivir a la sequía de ingresos en su vejez? ¿Por qué un banco debe tener
acceso a fondos a un coste cero o cercano a cero para afrontar todas esas
pérdidas mientras que un ahorrador ordinario no puede permitirse pagar la
educación de su hijo?
El impuesto del tipo de interés cero quita el ingreso de
intereses a los ahorradores y se lo da al gobierno y lo justifica moralmente
por estimular la economía mediante la financiación del déficit. La
justificación es que no tiene sentido acumular enormes déficits si esto implica
pagar un alto tipo de interés. Quitar el interés y dárselo indiscriminadamente
a prestatarios muy presionados, muchos de los cuales utilizaron los préstamos
para especular con la inflación de activos. Quitar el interés y dárselo a los
bancos para que “reparen” sus balances y “soporten” las malas deudas. Quitar el
interés y dárselo a promotores que han sobreinvertido en propiedades, capacidad
o comercio. Quitar al ahorrador el interés para financiar el soporte de
pérdidas acrecentadas y no liquidadas.
¡Qué totalmente parcial! Robar a los ahorradores para darlo
a los deudores. Ni siquiera el dictado socialista de que todos deberían
contribuir de acurdo con su capacidad y recibir de acuerdo con su necesidad
puede incluir la injusticia de un impuesto por una política de tipo de interés
cero. Sin duda nadie puede tener una necesidad cero y una obligación del 100%
de contribuir. Tampoco nadie puede reclamar una contribución del 100% de los
ahorradores con una contribución cero por parte de los prestatarios (excluyendo
el margen bancario).
No es justo ni moral que los bancos centrales en su búsqueda
de la autopreservación quiten a los ahorradores sus ingresos. La frase “los
tipos de interés permanecerán en cero durante mucho tiempo” significa
simplemente la imposición de dureza sobre los ahorradores durante mucho tiempo.
Poner el peso de la carga de los impuestos a los intereses en una pequeña y
responsable parte de la sociedad es un comportamiento de autoayuda de los
bancos centrales que tienen el aliento, apoyo y consentimiento del gobierno
central.
Robar al ahorrador es inmoral. La redistribución
indiscriminada de derechos de ingreso del responsable y cauteloso a
prestatarios sobrecargados, especuladores, gobierno y bancos en busca de riesgo
no sirve a los intereses a corto ni a largo plazo de la sociedad económica. Entender
que esto significa cambiar un impuesto indiscriminadamente cruel en una acción
benigna y protectora de los bancos centrales es sin duda una tontería.
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Sarel Oberholster es sudafricano y vive en Johannesburgo,
provincia de Gauteng. Es economista de formación, especialista en ingeniería
financiera por su trabajo y un espíritu inquisitivo por naturaleza. Ha
trabajado en banca durante más de 30 años. Su búsqueda para entender los
fenómenos económicos complejos es su motivación para escribir y comparte sus
observaciones en su blog.