Las nuevas regulaciones destruirán el mercado de los seguros

Por Eric M. Staib. (Publicado el 17 de diciembre de 2009)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/3914.

 

Se ha demostrado que la llamada “opción pública” para un seguro de salud con bajas primas es una forma segura para eliminar significativamente, y quizá incluso por completo, la provisión privada de seguros de salud. Gracias al coraje en la postura del Senador Joseph Liberman, parece que la opción pública no formará parte de ninguna ley que apruebe el Senado. Por desgracia, la HR 3962 incluye regulaciones que destruirán la capacidad de empresas privadas para ofrecer seguros competitivos, con o sin opción pública.

Para entender la devastación que generará esta ley, primero debemos entender cómo funcionan los seguros de sanidad en un mercado libre para transferir el riesgo financiero individual a grandes “fondos de riesgo” con menos variaciones a lo largo del tiempo. Los consumidores enemigos del riesgo pagan “primas” a las aseguradoras cada mes para eliminar ese riesgo y a su vez las aseguradoras asignan a sus clientes a distintos grupos de acuerdo con su riesgo de grandes indemnizaciones.

Un sector ya regulado

A las empresas aseguradoras ya se les ha limitado estrictamente su capacidad de asignar a los individuos a distintos grupos de riesgo y cobrarles primas diferentes. Al forzar a grupos de alto y bajo riesgo a estar en el mismo fondo, las regulaciones existentes aumentan las primas a los consumidores de bajo riesgo y disminuyen las de los consumidores de alto riesgo. No es más que una subvención coactiva a los menos sanos y hace que los consumidores de bajo riesgo renuncien a contratar seguros de salud. Por eso la mayoría de los no asegurados no son pobres y agonizantes, sino que de hecho son jóvenes sanos que no tienen casi ningún riesgo de costes de salud prematuros.

Para afrontar su imposibilidad de partir en niveles de riesgo, las empresas aseguradoras en busca de beneficios deben recortar costes excluyendo del seguro a los pacientes de máximo riesgo. En un mercado libre, a estos individuos se les ofrecerían seguros con una prima mayor de acuerdo con su alto riesgo de grandes indemnizaciones. En términos humanos, esto lleva a la exclusión de gente con antecedentes y con indemnizaciones grandes en anteriores planes de seguro. De nuevo vemos cómo la política económica de izquierdas daña a la misma clase de la sociedad a la que sus partidarios quieren proteger.

El Obamacare es un programa de bienestar

Siendo conscientes de la exclusión de estos desafortunados ciudadanos, en la página 95 de la propuesta los demócratas de la Cámara han propuesto ilegalizar completamente la exclusión de cualquier cliente por las siguientes razones:

“estado de salud, condición médica, historial de indemnizaciones, servicios de salud recibidos, historial médico, información genética, evidencias para aseguramiento, discapacidad u orígenes de lesiones (incluyendo condiciones que aparezcan de actos de violencia doméstica) o cualquier factor similar”.

Por tanto será ilegal rechazar asegurar a cualquier cliente por cualquier razón, incluyendo la evidencia para aseguramiento. Además de ser incapaces de excluir futuros ingresos, se prohíbe a las aseguradoras en la página 29 que se rescinda a clientes sus pólizas por cualquier razón que no sea una “una clara y convincente evidencia de fraude”.

El efecto en la estructura de los seguros es obvio: esta nueva ley convertirá el seguro de sanidad en un programa de derechos forzosos legales y el nuevo derecho será utilizado por quienes son demasiado caros para ser asegurados baja las restricciones actuales de partición en grupos de riesgo. De nuevo es importante recordar que estos pacientes tendrían la opción de contratar un seguro en el mercado libre, pero sus planes tendrían primas que reflejen realmente su riesgo personal de salud.

Mientras que la separación de grupos de riesgo está considerablemente limitada por regulaciones nacionales y estatales, la pequeña separación que se permite seguiría siendo capaz de mitigar los altos costes de obligar a las aseguradoras a cubrir literalmente a todo cliente que quiera contratar un seguro. Mientras que los individuos de alto riesgo no pagarían tanto en primas como en un mercado libre, las compañías de seguros seguirían siendo capaces de imponer primas ligeramente más bajas para atraer a clientes de bajo riesgo.

Sin embargo esta desigualdad en las primas ofende a los políticos empeñados en la igualdad. Por tanto en la misma página siguiente de la propuesta, los demócratas proponen prohibir cualquier variación en las primas, excepto de acuerdo con el área geográfica, grupo de edad y en si el plan en cuestión cubre a un individuo o a una familia.

Estas disposiciones serían catastróficas para el mercado de los seguros. La propuesta sólo permite variación de primas por edad con un ratio de dos a uno entre las mayores y las menores. En términos reales, los pacientes mayores, que cuestan varias veces más asegurar, sólo pueden tener que pagar el doble que los veinteañeros, que a menudo pasan años sin reclamar nada. No hace falta decir que es un subsidio para los mayores.

La propuesta deja la determinación de la diferencia máxima  entre planes individuales y familiares a discreción del comisionado de “alternativas sanitarias”, que probablemente se verá bombardeado con visitas y cartas de organizaciones de presión orientadas a la familia buscando una sanidad subvencionada y pagada por solteros y personas sin hijos. Esta búsqueda de rentas acabará inevitablemente en subvenciones otorgadas de acuerdo con objetivos políticos, dependiendo de si el fin es atraer a más jóvenes, votantes solteros o padres.

Al convertir cada transacción en un subsidio se induce a la clase subvencionada a realizarla y se induce a la clase subvencionante a intentar evitarlo. En este caso, esto significa que incluso más jóvenes y gente sana (y muy probablemente, personas sin hijos) abandonarán sus cada vez más caros planes de seguro e intentarán atender sus riesgos de salud por sí mismos. Este terrible resultado de fijar precios coactivamente disminuye el beneficio del subsidio para los consumidores de alto riesgo y la capacidad de las aseguradoras de controlar y reducir los pagos medios.

Los demócratas conocen este efecto de su política y han legislado de acuerdo con ello. Las páginas 296-300 enmiendan la ley fiscal federal para crear un nuevo impuesto a todos los ciudadanos que no contraten un seguro sanitario. Privar a estos individuos de la capacidad de no incluirse en los nuevos fondos indiferenciados de seguros es una afrenta atroz a la elección individual  y requiere la amenaza de prisión. El nuevo impuesto ayudará a conseguir el objetivo estadístico de la cobertura universal, pero también lo hará a un coste increíble en los ingresos y la libertad de los relativamente jóvenes y sanos, la mayoría de los cuales, paradójicamente, votaron por Obama y los candidatos demócratas al Congreso.

Costos en aumento

No sólo los individuos de alto riesgo que ahora se ven excluidos del mercado por la regulación tendrán el derecho legal a contratar el modelo mínimo de cobertura indicado en la ley, sino que tanto estos consumidores excluidos como los que ahora están en grupos de alto riesgo tendrán incentivos financieros para contratar mayores niveles de seguro. A la vista de los nuevos precios subvencionados, los individuos de alto riesgo contratarán planes con menos deducciones. Pagar por un porcentaje más alto del precio de más reclamaciones aumentará masivamente el coste de asegurar al nuevo grupo general de clientes.

Por tanto, uno de los pocos caminos que quedan a las aseguradoras para recortar sus costes es limitar la cantidad que los individuos pueden recibir en indemnizaciones. De hecho las compañías de seguros ya emplean límites a las reclamaciones en vida para atender a las leyes de partición de riesgos y ofrecer paquetes a bajo precio a consumidores de bajo riesgo. Como cabía prever. La página 50 de la propuesta prohíbe a las aseguradoras imponer límite alguno a los beneficios en vida.

Prohibir los límites en vida garantiza que todos los consumidores tendrán el incentivo para solicitar más tratamientos, porque la ley les asegura que no se les trasladará a un grupo de primas mayores hasta que entren en un grupo de edad diferente o se muden a otra área. Para los mayores ya subsidiados, esto crea incentivos para realizar más tratamientos de prolongación de la vida en sus últimos años. Esos tratamientos son varias veces más caros que la atención general de otros pacientes mayores.

Los lectores más perspicaces objetarán correctamente que mientras la propuesta de sanidad demócrata aumentará drásticamente los costes para cualquier proveedor de seguros, la misma propuesta también requiere que todos los individuos contraten el paquete mínimo del seguro o se incluyan en la opción pública. Precisamente porque en la actual explicación estamos ignorando los efectos de la opción pública, es posible argumentar que si no hubiera opción pública esta ley sería realmente una bendición para las aseguradoras privadas, a las que se les garantizaría que virtualmente todos los estadounidenses contratarán sus planes. Por tanto, para sobrevivir a esta ley, las compañías de seguros simplemente aumentarían las primas de los paquetes que debe contratar cada individuo.

Esto sería cierto, si no hubiera más regulaciones prohibiendo en la práctica el aumento en las primas. La página 31 de la propuesta obligaría a las empresas de seguros a “presentar una justificación” de cualquier aumento previsto en el futuro en primas a cualquier grupo ante el secretario de Servicios Humanos y de Salud (HHS, por sus siglas en inglés), así como a las autoridades del estado.

Así que el secretario del HHS y los “zares sanitarios” del estado revisarían anualmente y aprobarían o denegarían cualquier aumento en las primas. En varias secciones de la propuesta, el comisionado de alternativas sanitarias tiene el poder de determinar la contabilidad de costes y otros métodos de clasificación que decidirán si está justificado un aumento de precios a los ojos del secretario del HHS.

Los funcionarios que operan bajo el mandato del Congreso para lograr la cobertura universal difícilmente querrán aprobar aumentos en precios, incluso aunque eso signifique una lenta bancarrota para las aseguradoras privadas. Incluso si pueden “competir” y se ven estranguladas por una opción pública que han financiado ya los consumidores con sus impuestos, las aseguradoras se verán completamente arruinadas por las restricciones a su capacidad de controlar y separar gastos y de aumentar precios para ajustar sus siempre crecientes gastos.

Conclusión

Aunque una opción pública sin duda adelantaría la muerte del mercado de seguros privados en Estados Unidos, no es un medio necesario para ese fin. Al destruir la estructura económica de los seguros, la HR 3962 convertiría un sector ya sobrerregulado en un programa de bienestar pseudoprivado. Incluso sin una opción pública, las aseguradoras no podrían controlar costes o ajustar precios. El resultado inevitable será la completa disolución del mercado privado de los seguros de sanidad.

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Eric Staib es especialista en economía en la Universidad de Oklahoma.

Published Thu, Dec 17 2009 6:48 PM by euribe