Reembolso incondicional para el oro

Por Ludwig von Mises. (Publicado el 12 de febrero de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4079.

[Extraído del capítulo 17 de La acción humana]

 

El uso de terminología bélica es inapropiado para ocuparse de asuntos monetarios, igual que en el tratamiento de todos los demás problemas catalácticos. No existe una “guerra” entre los bancos centrales. No hay fuerzas siniestras “atacando” la posición de un banco y amenazando la estabilidad de los tipos de cambio de divisas. No se necesita ningún “defensor” para “proteger” el sistema monetario de una nación. Más aún, no es cierto que lo que impide al banco central de una nación o a sus bancos privados rebajar el tipo de interés del mercado doméstico sean consideraciones sobre la preservación del patrón oro y de la estabilidad de la divisa y de frustrar las maquinaciones de una combinación internacional de prestamistas capitalistas. El tipo de interés del mercado no puede rebajarse mediante una expansión del crédito excepto por un periodo corto de tiempo y aún así produce todos los efectos que describe la teoría del ciclo económico.

Cuando el Banco de Inglaterra reembolsaba un billete bancario emitido de acuerdo con los términos del contrato, no ofrecía altruistamente un servicio vital al pueblo británico. Simplemente hacía lo que hace cualquier ama de casa cuando paga la cuenta del tendero. La idea de que tiene algún mérito especial el que un banco central cumpla con sus responsabilidades voluntariamente asumidas sólo puede deberse a que los gobiernos han otorgado una y otra vez el privilegio de denegar a sus clientes los pagos a los que tiene derecho legal. De hecho, los bancos centrales se han convertido cada vez más en oficinas subordinadas a las tesorerías, meras herramientas para producir expansión de crédito e inflación. No supone prácticamente ninguna diferencia si son propiedad del gobierno o no y si los gestionan directamente funcionarios de la administración o no. En realidad, los bancos que otorgan crédito circulante hoy son en todos los países sólo filiales de las tesorerías.

No hay más que un medio de mantener una moneda local y nacional permanentemente a la par con el oro y las divisas: el reembolso incondicional. El banco central tiene que comprar al tipo de paridad toda cantidad de oro y divisas ofrecidos contra billetes bancarios domésticos, monedas o dinero en depósito. Ésa era la política de los bancos centrales bajo el patrón oro. Ésa era asimismo la política de aquellos gobiernos y bancos centrales que habían adoptado el sistema de moneda comúnmente conocido por el nombre de patrón de intercambio-oro. La única diferencia entre el patrón  oro “ortodoxo” o clásico tal y como existía en Gran Bretaña desde el principio de la década de los 20 del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial y en otros países por un lado y el patrón de intercambio-oro por otro, se refería al uso de monedas de oro en el mercado doméstico. Bajo el patrón oro clásico una parte de las existencias de caja de los ciudadanos consistían enteramente en sustitutivos del dinero.

Vincular un cierto tipo de divisa es equivalente a rembolsar a este tipo.

También una cuenta de equivalencia en divisas puede servir en sus operaciones siempre que se atenga a los mismos métodos.

Las razones por las que los gobiernos europeos en los últimos años han preferido las cuentas de equivalencia en divisas para la operación de los bancos centrales son obvias. La legislación de los bancos centrales fue un logro de gobiernos liberales o de gobiernos que no se atrevieron a desafiar abiertamente, al menos en el manejo de las políticas financieras, a la opinión pública de los países liberales. Así que las operaciones de los bancos centrales se ajustaron a la libertad económica. Por esa razón se les consideraba insatisfactorios en esta época de ascenso del totalitarismo. Las principales características de la operativa de una cuenta de equivalencia en divisas en relación con la política del banco central son

  1. Las autoridades mantienen en secreto las transacciones de la cuenta. Las leyes han obligado a los bancos centrales a hacer pública su situación real cada poco tiempo, por la general cada semana. Pero la situación de las cuentas de equivalencia en divisas sólo la conocen los iniciados. El funcionariado divulga un informe público sólo después de un lapso de tiempo cuando ya las cifras son sólo de interés para los historiadores y no sirven para nada a los hombres de negocios.
  2. Este secreto hace posible discriminar a gente que no goce del favor de las autoridades. En muchos países de la Europa continental generaban una escandalosa corrupción. Otros gobiernos utilizaban el poder para discriminar en detrimento de los empresarios pertenecientes a minorías ligüísticas o religiosas o que apoyaban a los partidos de la oposición.
  3. La paridad ya no se fija por una ley adecuadamente promulgada por el parlamento y por tanto conocida por todos los ciudadanos. La determinación depende de la arbitrariedad de los burócratas. Cada cierto tiempo los periódicos informan “La divisa de Ruritania es débil”. Una descripción más correcta sería “Las autoridades de Ruritania han decidido aumentar el precio de las divisas”.

Una cuenta de equivalencia en divisas no es una varita mágica que arregle los males de la inflación. No puede aplicar otras medidas que las disponibles en los bancos centrales “ortodoxos”. Y, como los bancos centrales, debe fracasar en sus esfuerzos por mantener a la par los tipos de cambio si hay inflación doméstica y expansión del crédito.

Se ha afirmado que los métodos “ortodoxos” de luchar contra un fuga al exterior aumentando el tipo de descuento ya no funcionan porque las naciones ya no están dispuestas a cumplir “las reglas del juego”. Bueno, el patrón oro no es un juego, sino una institución social. Su funcionamiento no depende de la disposición de la gente a seguir ciertas reglas arbitrarias. Está controlado por la operativa de la inexorable ley económica.

Los críticos apoyan su objeción citando el hecho de que en el periodo de entreguerras un aumento en el tipo de descuento no logró detener la fuga al exterior, es decir, la salida de metales preciosos y la transferencia de depósitos a países extranjeros. Pero este fenómeno lo causaron las políticas de los gobiernos contra el oro y  a favor de la inflación. Si una persona prevé que perderá un 40% de su balance por una devaluación inminente, intentará transferir sus depósitos a otro país y no cambiará de idea si el tipo bancario en el país que planea la devaluación aumenta un 1% o un 2%. Un aumento así en el tipo de descuento no es obviamente una compensación para una pérdida  diez, veinte o incluso cuarenta veces mayor. Por supuesto, el patrón oro no puede funcionar si los gobiernos se afanan en sabotear su operativa.

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Ludwig von Mises es reconocido como el líder de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, prodigioso autor de teorías económicas y un escritor prolífico. Los escritos y lecciones de Mises abarcan teoría económica, historia, epistemología, gobierno y filosofía política. Sus contribuciones a la teoría económica incluyen importantes aclaraciones a la teoría cuantitativa del dinero, la teoría del ciclo económico, la integración de la teoría monetaria con la teoría económica general y la demostración de que el socialismo debe fracasar porque no puede resolver el problema del cálculo económico. Mises fue el primer estudioso en reconocer que la economía es parte de una ciencia superior sobre la acción humana, ciencia a la que llamó “praxeología”.

Este artículo está extraído del capítulo 17 de La acción humana.

Published Sat, Feb 13 2010 1:41 PM by euribe