Totalitarismo y la política del sexo

Por Floy Lilley. (Publicado el 26 de abril de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4289.

[Crítica de Nosotros, de Evgeni Zamiatin]

                         

El tiempo es un muy lejano futuro, el año 2600. El Estado Único ha obtenido el control total sobre las vidas de millones durante al menos mil años. Cada persona alfanumérica (ya ninguna persona tiene nombre) vive sólo para realizar perfecta y obedientemente las funciones maquinales asignadas en exacta sincronización con los demás. Esta existencia provee el máximo servicio, la mayor felicidad, es definitiva en producción y cooperación. O eso siguen asegurando los funcionarios de la propaganda a todos. Habiendo conquistado el mundo, el Estado Único trata de conquistar el sistema solar.

Un obediente ingeniero matemático, construyendo la nave espacial para esa misión, descubre involuntariamente que no puede experimentar la inquietante emoción llamada “amor” sin prácticamente ahogarse en las peligrosas y traicioneras aguas del individualismo. Por una innata devoción al Benefactor, D-503, nuestro héroe y narrador, escribe un diario de confesiones para bien de todos y de la educación futura de otras poblaciones en el espacio. Confiesa su total confusión.

¿Puede persistir sin ningún fallo el perfecto Estado Único si él, ingeniero jefe de su gigantesca nave especial de cristal, tiene un tórrido idilio con una mujer del lado equivocado del camino? ¿El lado equivocado del Muro? ¿El lado equivocado del dogma? ¿Cuánto tiempo puede el héroe, D-503, estar sin dormir, faltar al trabajo, romper todas las reglas, engañar a los represores, traicionar al cifrador del billete rosa que quiere tener a su hijo, tener conocimiento carnal con la cabecilla rebelde e incluso usar la nave espacial para sí mismo?

Nosotros, esta distopía futurista satírica y herética acaba por resolver si D-503 alguna vez volverá a encontrar la penúltima felicidad en la concha del Estado Único incluso cuando su amante afronta la ejecución o si el cruel régimen está tan roto que no puede volver a recomponerse.

Nosotros es un clásico universal. La promesa de esperanza y cambio electrifica a los jóvenes estudiantes activistas. La rebelión bolchevique de Rusia en 1917 sin duda lo hizo. Es decir, lo hizo hasta que se transformó en una irreconocible pesadilla de control estatal, censura y crueldad.

Compartiendo la esperanza y luego el horror de Petrogrado en al década de 1920, Evgeni Zamiatin y Ayn Rand (Alissa Zinovievna Rosenbaum) fueron contemporáneos. Rand ingresó en la Universidad de Petrogrado (Leningrado) donde se graduó en historia y se especializó en filosofía. Zamiatin, con una predilección por entrar en prisiones, estaba haciendo tiempo. Estudiante activista, Zamiatin estaba convencido de que la “verdadera literatura deben crearla los locos, eremitas, soñadores, rebeldes y escépticos”, así que usó creativamente sus encarcelamientos. En 1921 escribió el libro que inspiraría a Rand para escribir Himno, a Orwell para escribir 1984 y a Huxley para escribir Un mundo feliz.

Y menudo libro era. Menudo libro es.

Nosotros es Zamiatin satirizando tanto al capitalismo como al comunismo. Percibía que estos sistemas sociales iban a convertir a los humanos en máquinas sin alma. Para Zamiatin, el capitalismo creaba autómatas a través del Movimiento de la Eficacia de la Era del Progreso, liderado intelectualmente por F.W. Taylor, el padre de la gestión científica. El comunismo moldeaba al nuevo hombre soviético como “vivientes muertos” crueles y sin pensamientos.

En la futura sociedad de Nosotros, toda la población sólo se siente cómoda en sus grilletes. Incluso antes de que se eliminara su imaginación, esos millones estaban contentos de mascar al unísono unas meticulosas 50 veces siguiendo un metrónomo cada cubo de comida petroquímica. No existe ninguna libertad. No existe ningún deseo de libertad… hasta que el matemático D-503 se encuentra con I-330. las chispas que surgen en un Sexto Día regulado, cuando pueden bajarse las persianas, encienden a D-503. D nunca está muy seguro de qué es, pero no será de nuevo el mismo.

Zamiatin podría haber sido el escritor real. Escribe en frases cortas y en código matemático críptico. Zamiatin era un ingeniero, Randall [la traductora de la versión en inglés] es física. Su fresca traducción de 2006 hace buen uso de su comprensión de subtexto codificado. Randall afirma que si el autor escribiera hoy Nosotros, habría hecho que el narrador D-503 “escribiera la historia en forma de blog. Es un lenguaje muy moderno”.

Bruce Sterling afirma en su prólogo a la edición en inglés que “Nosotros es uno de los primeros intentos de escribir sobre el futuro mediante la conciencia de alguien nacido allí y viviendo allí”. También es posiblemente una de las primeras distopías escritas. Sterling, él mismo un escritor de ciencia ficción, estaba claramente impresionado por que Zamiatin hubiera creado en 1921 productos de la ciencia ficción como

ciudades herméticamente cerradas, comida sintética, trajes unisex, masas de robots como de Metropolis marchando a través de ciclópeos bloques de apartamentos, viajes rugientes y zumbadores en naves espaciales gigantes y control de las mentes mediante cirugía cerebral.

Sterling advierte que el autor, que había sido un ardiente partidario de los bolcheviques, fue aplastado por Stalin: Zamiatin murió pobre y sin reconocimiento en 1937. El libro de Zamiatin fue el primero prohibido por la recientemente creada oficina de censura. Nosotros no se publicó nunca en Rusia hasta la caída del Muro, en 1988. La historia del “cruel descenso de la rebelión bolchevique a un congelado dogma y un estado totalitario” sólo circuló en su país como un ajado manuscrito que pasaba de mano en mano. La primera publicación en inglés en 1924 fue la versión que abrió el camino a la imaginación de Rand, Orwell y Huxley.

A Zamiatin probablemente le habría gustado saber que sus codificaciones, su sobrecargada brevedad y sus silogismos se hayan combinado para hacer de Nosotros “la segunda novela rusa más analizada en el siglo XX por los estudiosos occidentales”. Pero habuela estado realmente encantado de saber que su propia adopción de la revolución y la acción humana sobre la entropía es asombrosamente importante hoy en día.

 

 

Floy Lilley es investigadora adjunta en el Instituto Mises. Fue antes miembro de la Cátedra de Libre Empresa de la Universidad de Texas en Austin y abogada en Texas y Florida.

Published Mon, Apr 26 2010 4:43 PM by euribe