Un análisis más detallado de la manipulación de la divisa china

Por Jonathan M. Finegold Catalán. (Publicado el 23 de abril de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4256.

 

Hay un gran desacuerdo acerca de cómo debería abordar Estados Unidos la persistente devaluación china del yuan. Lo que es peor, sigue habiendo una gran confusión sobre los efectos reales de un yuan infravalorado en los mercados de capitales, los “déficits comerciales” y la economía en general. La teoría más comúnmente aceptada reza algo así: la devaluación de la divisa ayuda a china a potenciar sus exportaciones y daña a Estados Unidos aumentando el “déficit comercial”. De hecho, el Presidente Barack Obama sugirió recientemente que Estados Unidos necesitaba “asegurarse de que nuestros productos no se encarecen artificialmente y los suyos de no deprecian artificialmente: eso nos pone en una enorme desventaja competitiva”.

Dado el casi consenso (al menos en la academia de la corriente principal) acerca de las dañinas consecuencias de un yuan infravalorado, la mayoría del desacuerdo reside en decidir de qué forma debería responder Estados Unidos. El premio Nobel y profesor de Princeton Paul Krugman sugiere imponer aranceles a los productos chinos como forma de contrarrestar los esfuerzos de éstos por hacer que sean más baratos en dólares. George Mankew tiene distintos argumentos, citando justamente que el proteccionismo no es una forma de estimular el comercio.

Aunque la idea de enzarzarse en guerras comerciales (en medio de un depresión gomal) con los chinos es inquietante, lo peor de esto es que los economistas importantes han fracasado en analizar su premisa errónea. Los académicos de la corriente principal han caído en una vieja falacia mercantilista: la teoría de que la inflación ayuda a la economía aumentando las exportaciones. Como afirma Paul Krugman:

Como he escrito en muchas veces en distintos contextos desde que empezó la crisis, estar en una trampa de liquidez invierte muchas de las reglas normales de la política económica (…). El mercantilismo funciona: los países que subvencionan las exportaciones y restringen la importaciones realmente ganan a costa de de sus contrapartes. (El énfasis es mío).

La premisa de Krugman es incorrecta. Al empresario individual chino, el yuan infravalorado le he llevado al desastre. El banco central chino no está subvencionando al exportador chino, sino al importador estadounidense. Además, la actual inflación sólo dañara tanto al consumidor como al ahorrador chino, pues los precios suben y los ahorros son confiscados al depreciarse su valor. Es un hecho económico independientemente de si la economía crece o colapsa. La advertencia de la trampa de liquidez es la forma de atacar los ahorros de Krugman. Los ahorros no sólo son necesarios para la recuperación y el crecimiento, sino que, paradójicamente, sólo debido al llamado “déficit comercial” los chinos han sido capaces de financiar buena parte del gasto público estadounidense, la panacea keynesiana para las recesiones.

Aunque sea preocupante que algunos de los economistas más respetados de la corriente principal hayan errado al evaluar correctamente la situación del yuan, es directamente espantoso que este error haya llevado a la aplicación de más malas economías. Actualmente, los gobiernos del mundo están intentando aplicar aranceles y cuotas a otros intentando ganar por la mano en el mercado global. Pero, como reza el dicho, “el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones”. Estas políticas económicas keynesianas (no, mercantilistas) sólo nos llevarán al desastre global y la mayor parte del daño no se producirá en los mercados extranjeros, sino en los mercados que los políticos proclaman proteger.

China y el yuan infravalorado

Es frecuente que al analizar el comercio internacional a la vista de pájaro de la macroeconomía, se pierda la perspectiva de cómo funciona realmente el comercio. La verdad es que el comercio entre China y Estados Unidos no funciona de forma diferente al comercio entre un sastre y un panadero vecino de éste. Es mucho más fácil evaluar objetivamente la situación del comercio actual entre China y Estados Unidos mirándola desde la perspectiva de los individuos que realizan los intercambios. En otras palabras, el comercio entre dos países no es más que intercambios entre individuos del País A e individuos del País B. Considerar el dinero sólo hace al concepto ligeramente más complejo.

Los productos chinos se valoran normalmente en yuanes. Al fabricante chino sólo le interesa vender sus productos para tener ingresos para poder comprar bienes de consumo o de capital. Puesto que el fabricante vive en China, la única moneda generalmente disponible para él es el yuan. Por otro lado, un estadounidense normalmente posee dólares, pues es la unidad monetaria más ampliamente aceptada en el área concreta donde comercia. Así que para el estadounidense resulta imprescindible comprar yuanes a alguien interesado en tener dólares, de forma que el estadounidense pueda volverse y usar los yuanes para comprar los productos del fabricante chino original. El precio del yuan en dólares, o viceversa, se conoce como tipo de cambio. El tipo de cambio dólar-yuan se decide en general por la oferta y demanda de cada unidad.

El Banco Popular de China aumenta la oferta de yuanes como forma de devaluarlos, permitiendo al estadounidense comprar más yuanes con los mismos dólares. Esto hace más baratos los productos chinos, atrayendo así a compradores extranjeros. Aquí es donde muchos economistas, incluyendo a Paul Krugman, se confunden. Krugman escribe:

Cuanto más depreciado esté el tipo de cambio chino (cuanto más alto esté el precio del dólar en yuanes), más dólares ganará China con sus exportaciones y menos dólares gastará en importaciones.

Bueno, no exactamente. Al hacer más baratos los productos chinos mediante la inflación, el Banco Popular de China esta en realidad subvencionando al importador estadounidense. Véalo así. El fabricante chino produce el Aparato X, que antes de la inflación se vendía a ocho yuanes. Supongamos que en ese momento el tipo de cambio natural, de mercado, dólar-yuan es de uno a cuatro, lo que significa que el Aparato X cuesta realmente dos dólares (un dólar por cuatro yuanes y el aparato cuesta ocho yuanes).

Sin embargo, aparece el banco central de China e infla el yuan, haciendo que el tipo de cambio pase a ser uno a ocho (un dólar por ocho yuanes). Ahora el Aparato X cuesta al consumidor estadounidense sólo un dólar. El ganador es claramente el estadounidense, que compró el producto a la mitad del precio original, El perdedor es el fabricante chino, a pesar de tener ahora ocho yuanes: cada yuan vale ahora realmente la mitad que antes de la inflación. En efecto, la inflación le quita al fabricante chino la mitad del valor del bien vendido. Aunque este ejemplo no muestre cambios en el tipo de cambio del mundo real, se entiende el ejemplo. A largo plazo, queda claro lo dañina que es para la economía china la devaluación de la divisa.

El error de Krugman en su cita es producto de un análisis descuidado. Al mirar la imagen macroeconómica, o el volumen total de exportaciones obtenidas mediante inflación, Krugman no se da cuenta de que los chinos están vendiendo sus productos con pérdidas. Están ganando menos dólares por la misma cantidad de productos vendidos y sin duda esto no es bueno para los negocios.

Trágicamente, no sólo se daña el empresario chino, sino también al consumidor chino. Aunque la inflación no se produce simultáneamente y en todo el mercado, después de un tiempo se produce un aumento en el precio de los bienes de consumo. De hecho, a medida que el nuevo dinero correo por las manos de los ciudadanos medios chinos a través de los salarios, el precio de los productos demandados va subiendo. Por tanto, el consumidor chino se va haciendo más pobre. Lo que es peor, los ahorros son confiscados pues el valor de los ahorros acumulados se deprecia ante el aumento de los precios. El gobierno chino no sólo patrocina el robo a los fabricantes chinos sino también a sus consumidores y ahorradores.

¡Esa maldita trampa de liquidez!

De acuerdo con un keynesiano (bueno, al menos con Paul Krugman) la economía básica se da la vuelta durante las recesiones. Krugman escribe:

Al crear un déficit de cuenta de capital artificial, China está, por necesidad matemática, creando un superávit por cuenta corriente artificial. Y al hacerlo, está exportando ahorro al resto del mundo.

No hay nada erróneo en la primera frase, pero la segunda debería aclararse. Lo que Krugman quiere decir con “superávit por cuenta corriente” es que China tiene un “superávit” de dólares. No se deduce necesariamente que el individuo chino medio los ahorre. El dólar, como se ha explicado antes, no es particularmente útil para el ciudadano chino. El China lo bienes se compran y venden en yuanes. Así que un dólar sólo es útil para comprar productos estadounidenses o comprar bonos corporativos y otros tipos de títulos privados. En todos los casos, los dólares retornan a Estados Unidos.

Sin embargo, en un mundo keynesiano hay otra razón por la que los chinos querrían comprar dólares. Como escribe Krugman,

En tiempos normales, podríamos argumentar que esta política ofrece beneficios al resto del mundo al reducir los costes de pedir prestado (aunque dado lo que hacemos con estas entradas de capital, tal vez no). Pero éstos no son tiempos normales. Estamos viviendo actualmente en un mundo en el que tanto los bancos centrales como los gobiernos son incapaces o no están dispuestos a seguir políticas suficientemente expansivas para eliminar el desempleo masivo, así que hay una paradoja de un mundo ahorrador en el que quien intenta ahorrar más reduce la demanda, reduce el empleo y (como la inversión responde al exceso de capacidad) acaba realmente reduciendo la inversión.

Dejando aparte la poca credibilidad de la “paradoja del ahorro” keynesiana, Krugman argumenta que los menores costes de pedir prestado no se justifican cuando los inversores estadounidenses no están pidiendo prestado. Por el contrario, Krugman cree que los chinos deberían consumir más.

Pero los dólares que se entregan a lo chinos por sus productos no están simplemente apilados en el centro de Pekín o escondidos bajo las alfombras chinas. Los chinos no están comprando productos estadounidenses, pues la deuda pública de Estados Unidos ha demostrado ser una compra mucho más lucrativa. Los dólares no gastados en bienes estadounidenses se están usando para comprar la creciente deuda de Washington: 889.000 millones de dólares. ¡Los dólares “acumulados” por los chinos mediante su superávit comercial los está gastando el gobierno de EEUU! Si hay alguien que merezca reproches por derrochar dólares es el gobierno estadounidense.

Economía mercantilista

La planificación centralizada es una herramienta necesaria del estado. Ya sea en su papel de proteger los derechos de propiedad o de supervisar la economía, el estado debe coordinar el flujo de recursos con el fin de desempeñarlo. La historia ha demostrado que cuando el estado ha crecido hasta el punto de poder intervenir a su voluntad, éste empieza a suponer que tiene la responsabilidad de hacerlo. Los funcionarios se sienten obligados a intervenir en nombre del “pueblo” como método de garantizar el bienestar de la ciudadanía. Así nace la economía del mercantilismo, también conocida como economía keynesiana.

Pero esa economía no se construye desde el punto de vista de individuo, sino del estado: los políticos no aprecian cómo afectan sus decisiones al estadounidense medio (o peor, los políticos atienden a los grupos de interés concretos a costa del bienestar general). ¿Cómo si no puede alguien pensar que un arancel, que hace a los productos extranjeros más caros, beneficia al ciudadano medio?

De hecho, los argumentos mercantilistas para la devaluación de la divisa parecen todos girar en torno al concepto de reducir o aumentar el déficit comercial nacional o aumentar el producto interior bruto nacional. Pero contemplar la economía desde este ángulo lleva a serios defectos teóricos. Como habría dicho Bastiat, es mirar lo que se ve, pero no a lo que no se ve.

El mercado no está gobernado por leyes superiores. Los mercados están compuestos por individuos que interactúan, cada uno con sus propias leyes, tendencia y valoraciones subjetivas. Por tanto, la intervención gubernamental sólo puede distorsionar la forma en que los individuos interactúan entre sí. Bajo todas las circunstancias, el intervencionismo hace más mal que bien. Necesariamente, en cada acto de intervención un gobierno debe beneficiar a un grupo a costa de otro, pues sólo mediante el intercambio voluntario pueden sentirse satisfechas todas las partes.

Esto sigue siendo cierto en el caso del mercantilismo chino. La inflación de China ha estado beneficiando a los estadounidenses a costa de su propia gente. Igualmente, un mercantilismo de respuesta por parte de estados Unidos haría lo mismo. Sólo un individuo puede juzgar verdaderamente, mediante el pensamiento racional, si realiza o no un intercambio. Cuando el estado interviene en nombre del individuo, el leviatán tiene tendencia a olvidar a dicho individuo y en su lugar centrarse en el bienestar de la burocracia. Esto no sólo lleva directamente al empobrecimiento, sino asimismo a la guerra.

Estamos en un estado de cosas que asusta, donde el gobierno siente la necesidad de realizar actos de agresión mediante el uso de aranceles y cuotas como medio de “defensa económica”. Como demuestra incluso nuestra actual experiencia con China, las guerras comerciales tienden a la escalada. Es aún más desgraciado que una gran proporción de los académicos de una nación (supuestamente de gran erudición) estén de acuerdo con políticas económicas que sólo llevan a la destrucción de la riqueza y el desastre político. Basta con decir que si el actual nivel de intervención continúa acelerándose el futuro pinta sin duda oscuro.

 

 

Jonathan Finegold Catalán es licenciado en economía y ciencias políticas en la Universidad Estatal de San Diego. Escribe en el blog economicthought.net.

Published Mon, Apr 26 2010 12:25 PM by euribe

Comments

# re: Un análisis más detallado de la manipulación de la divisa china

Saturday, February 19, 2011 3:36 PM by Gabriel Pereira das Neves

Osea q la devaluacion, hace q se exporte mas ya que los productos cuestan menos dolares, pero esto en realidad no seria solo por un tiempo ya que la inflación restablece los precios??