El mercantilismo como aspecto económico del absolutismo

Por Murray N. Rothbard. (Publicado el 6 de myo de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4300.

[Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith]

                                 

Al principio del siglo XVII el absolutismo real había emergido victorioso en toda Europa. Pero un rey (o, en el caso de las ciudades-estado italianas, un príncipe o gobernante menor) no podía gobernar totalmente por sí mismo. Debía gobernar mediante una burocracia jerarquizada. Así que le gobierno absolutista se creó mediante una serie de alianzas entre el rey, sus nobles (que eran principalmente grandes señores feudales o postfeudales) y varios segmentos de mercaderes y comerciantes a gran escala. “Mercantilismo” es el nombre dado por los historiadores fines del siglo XIX al sistema político-económico del estado absoluto desde aproximadamente el siglo XVI al siglo XVIII.

 El mercantilismo ha sido llamado por distintos historiadores u observadores un “sistema de construcción de poder o de estado” (Eli Heckscher), un sistema de privilegio sistemático del estado, particularmente al restringir importaciones y subvencionar exportaciones (Adam Smith) o un defectuoso grupo de teorías económicas, incluyendo el proteccionismo y la supuesta necesidad de acumular metales preciosos en un país. De hecho, el mercantilismo era todas estas cosas, era un sistema integral de construcción de un estado, un privilegio estatal y lo que podría llamarse un “capitalismo de monopolio estatal”.

Como aspecto económico del absolutismo de estado, el mercantilismo era necesariamente un sistema de construcción de estado, de gran gobierno, de altos gastos reales, de altos impuestos de inflación y déficit financiero 8especialmente después de finales del siglo XVII), de guerra, de imperialismo y de agrandamiento del estado-nación. En resumen, un sistema político-económico muy parecido al del día de hoy, con la trivial excepción de que ahora el centro de la economía es la industria a gran escala en lugar del comercio mercantil. Pero el absolutismo del estado significa que el estado debe comprar y mantener aliados entre los grupos poderosos de la economía y asimismo ofrece una cabina de mando para cabildear por privilegios especiales para esos grupos.

Jacob Viner lo explica muy bien:

No todas las leyes y proclamas fueron, como algunos modernos admiradores de las virtudes del mercantilismo no quieren hacer creer, el resultado de un noble celo por tener una nación fuerte y gloriosa, dirigido contra el egoísmo del mercader en busca de beneficio, sino que fueron el producto de intereses en conflicto de distintos grados de respetabilidad. Cada grupo, económico, social o religioso presionaba continuamente para conseguir una legislación de conformidad con sus especiales intereses. Las necesidades fiscales de la corona siempre fueron una influencia importante y generalmente determinante en el curso de la legislación mercantil. Las consideraciones diplomáticas también desempeñaron su papel en influenciar a la legislación, igual que el deseo de la corona de conceder privilegios especiales, con amor, a sus favoritos, o de venderlos, o de ser sobornados para darlos a los mejores postores.[1]

En el área del absolutismo de estado, los otorgamientos de privilegios especiales incluyeron la creación por concesión o venta de “monopolios” privilegiados, es decir, el derecho exclusivo otorgado por la corona para producir o vender un producto concreto o comerciar en cierta zona. Estas “patentes de monopolio” eran o bien vendidas o concedidas a aliados de la corona o a esos grupos de mercaderes que ayudarían al rey en la recaudación de impuestos. Las concesiones eran o bien para comerciar en cierta región, como las distintas compañías de las Indias Orientales, que adquirieron el monopolio en cada país a comerciar con el Lejano Oriente, o bien eran internas, como la concesión de un monopolio a una persona para la fabricación de naipes en Inglaterra. El resultado fue privilegiar a una serie de empresarios a costa de sus potenciales competidores y de la masa de consumidores ingleses. O el estado cartelizaría la producción artesana y la industria y cimentaría alianzas para obligar a todos los productores a unirse y obedecer las órdenes de los gremios urbanos privilegiados.

Debería advertirse que los aspectos más relevantes de la política mercantilista (los impuestos a la importación o su prohibición y la subvención a la exportación) eran parte integrante de este sistema de privilegio de monopolio del estado. Las importaciones estaban sujetas a prohibiciones o a aranceles proteccionistas con el fin de conferir privilegios a los comerciantes o artesanos locales, las exportaciones se subvencionaban por motivos similares.

Lo importante al examinar a los pensadores mercantilistas no debería ser las falacias de sus supuestas “teorías” económicas. La teoría era lo último que consideraban sus mentes. Eran, como les calificó Schumpeter, “administradores consultores y panfletistas”, a quien habría que añadir los cabilderos. Sus “teorías” eran cualquier argumento propagandístico, por muy defectuoso o contradictorio que fuera, que pudiera hacerles ganar un pedazo de botín al aparato del estado.

Como escribió Viner,

La literatura mercantilista (…) consistía principalmente en escritos por y para los “mercaderes” o empresarios, que tenían la capacidad usual de identificarse con el bienestar nacional. (…) La gran mayoría de la literatura mercantilista consistía en tratados que eran parcial o totalmente, franca o disimuladamente, solicitudes especiales para intereses económicos especiales. Libertad para ellos, restricciones para los demás, ésa era la esencia del programa legislativo usual de los tratados mercantilistas de los autores mercaderes.[2]

 

 

Murray N. Rothbard (1926-1995) fue decano de la Escuela Austriaca. Fue economista, historiador de la economía y filósofo político libertario.

Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith.



[1] Jacob Viner, Studies in the Theory of International Trade (Nueva York: Harper & Bros, 1937), pp. 58–59.

[2] Ibid., p. 59.

Published Fri, May 7 2010 12:35 AM by euribe