¿Deberíamos ser optimistas con respecto al desempleo?

Por Doug French. (Publicado el 10 de mayo de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4355.

 

El informe de empleo de abril fue descrito como “optimista” con una ganancia de empleos positiva en 290.000, la mejor en cuatro años. “Muestra claramente que esta recuperación económica ya no puede considerarse como una crisis sin empleo”, dijo Bart van Ark, economista jefe de la empresa de investigación The Conference Board. “Las empresas aparentemente están descubriendo que no pueden exprimir más rendimientos sin añadir trabajadores”.

Incluso el aumento en tipo de desempleo del titular al 9,9% porque han reentrado más trabajadores en el mercado de mano de obra se presentó como positivo. “Cuando pensamos acerca del esfuerzo que requiere hacer que 800.000 personas baqueteadas se levanten del sofá y volver a la calle a buscar trabajo, es algo significativo”, dijo Lakshman Achuthan, director gerente del Economic Cycle Research Institute.

Lo que los titulares y los comentaristas no mencionan es que aún hay 15,3 millones de personas tumbadas en el sofá viendo a Oprah y Ellen todos los días y se ha llegado a un record del 46% de esta gente que ha estado sin trabajo durante seis meses o más. La medición U-6 del desempleo, que incluye trabajadores desempleados durante menos de un año y que son calificados por ello como “desanimados a corto plazo”, aumentó al 17,1%. Y añadiendo de nuevo a los trabajadores “desanimados a largo plazo”, nos da un nivel de desempleo del 22%.

Además, como apunta John Williams de Shadowstats.com, el dudoso ajuste de nacimientos-muertes (una “premisa injustificable de que los trabajos creados por nuevas compañías en esta crisis han más que compensado los perdidos por empresas que han cerrado”), “sobrevive y sigue siendo un gran factor distorsionante en la información mensual de nóminas, añadiendo probablemente un exceso de 230.000 empleos fantasma por mes actualmente. Que ahora podrían ser aproximadamente 300.000, dados los datos inusuales de abril”. Y además están esos 66.000 trabajos del censo, que se añaden a esas alegres fichas.

Williams informa que el informe del próximo mes reflejará el pico de contratación del censo. Pero este bache temporal será de poca duración. “Basándose en los patrones de empleo para el censo de 2000”, escribe Williams, “casi todas esas ganancias desaparecerán de los datos al final de septiembre, cuando las nóminas de junio reflejen la primera contracción indiscutible en sentido opuesto al de la contratación actual”.

Desde el pico de diciembre de 2007 hasta enero de este año, se perdieron 8,3 millones de puestos de trabajo cuando el auge inmobiliario se convirtió en crisis. Como escribió David Wessell con énfasis en el Wall Street Journal la pasada semana: “uno de cada cinco hombres de entre 25 y 54 años no está trabajando”.

Lo que dice claramente Wessell es que muchos de los trabajos realizados durante el auge (como construcción, manufacturas y trabajo de oficina en finanzas) cuando el nivel de desempleó llegó al mínimo de 4,4% ya no van a volver a ser necesarios a corto plazo.

Ni siquiera una graduación en derecho ha resultado ser una apuesta ganadora. Nathan Koppel escribe en el WSJ acerca de graduados en derecho como Fabian Ronisky, que volverá a vivir con sus padres y a vender música y películas en línea después de acumular 150.000$ en préstamos a estudiantes para obtener una graduación en derecho en la Universidad de Northwestern.

La gente sin formación lo tiene duro para encontrar empleo. Pero la cuestión es si lo buscan con ahínco. De acuerdo con Wessell, “De media, según las encuestas, el desempleado de EEUU gasta 40 minutos al día buscando trabajo y 3 horas y 20 minutos al día viendo televisión”. Muchos de estos desempleados no deben darse cuenta de que nunca volverán a trabajar y, de acuerdo con Wessell, si lo hacen será como porteros en Walmart o guardas de seguridad en el centro comercial local.

Por supuesto, perdido en esta discusión esta el aumento de la administración Bush del salario mínimo federal en tres etapas. En el verano de 2007, el salario mínimo aumento en 70 centavos a 5,85$ por hora. El verano siguiente, se aumento automáticamente a 6,55$ y el pasado julio se fijó en 7,25$ por hora. Así que el precio de la mano de obra no especializada ha aumentado más de un 40%, mientras la economía ha caído en barrena. Es extraordinario que la tasa de desempleo no sea más alta de lo que es.

Y en algunos estados el mínimo es aún mayor. Michigan, que en marzo tenía la tasa de desempleo más alta de la nación, un 14,1% tenía un salario mínimo de 7,40$ por hora. La baqueteada Nevada, con un 13,4% de paro, verá su salario mínimo aumentado a un 8,5% por hora el 1 de julio para empresarios que no ofrezcan seguro médico. El salario mínimo en California es de 8,00$, mientras su tasa de desempleo es del 12,6%. El estado de Washington tiene el mayor salario mínimo a 8,55$ la hora, con un 9,5% de sus trabajadores en el paro.

Siendo mala la fijación de precios del gobierno de los trabajadores no especializados al dejarlos fuera del mercado, para los jóvenes que tratan de encontrar un primer empleo es catastrófica. El New York Post informaba el pasado septiembre que “el número de jóvenes estadounidenses sin trabajo ha explotado hasta el 53,4%, el máximo desde la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo con el Departamento de Trabajo”. La preocupación es que esta falta de empleo crearía una generación perdida porque “Los estudios sugieren que un periodo extendido de paro juvenil puede disminuir significativamente los ingresos de toda la vida mientras la gente se queda atascada en trabajos por debajo de sus capacidades o sean considerados por los empleados como bienes dañados”, escribe Peter Coy, del BusinessWeek.

Con trabajadores no especializados y jóvenes fuera del mercado por los precios, las altas tasas de desempleo se harán comunes en Estados Unidos, igual que lo son en Europa. En cuyo caso, “esta era de alto desempleo probablemente cambie significativamente el curso vital y carácter de una generación de jóvenes adultos, y posiblemente también la de los niños que les sigan”, escribía Don Peck en Atlantic.

Dejaría una impresión indeleble en muchos trabajadores industriales blancos, y en la cultura blanca. Podría cambiar la naturaleza del matrimonio moderno y asimismo dañar al matrimonio como institución en muchas comunidades. Puede que ya esté hundiendo a muchas ciudades del interior en una especie de desesperación y disfunción no vista en décadas. En último término, el probable que afecta a nuestra política, cultura y el carácter de nuestra sociedad durante años.

Art Carden explica de qué se lamentan Coy y Peck en su artículo “The Hidden Costs of a Minimum Wage”. Carden explica que los salarios mínimos hacen que los empresarios sustituyan la mano de obra no especializada por la especializada. Así se reduce la formación en el trabajo, lo que “a largo plazo (…) debe reducir el número de oportunidades para aquellos trabajadores que adquieran habilidades de trabajo valiosas. Lejos de aumentar las oportunidades para los trabajadores pobres, un salario mínimo en realidad reduce su movilidad”.

Asimismo, los trabajadores, al recibir un aumento del gobierno, y no necesariamente por sus méritos laborales, se ven enfrentados a los empresarios. “Estimular la visión de que el empleo es un trato injusto ha creado una acritud innecesaria”, escribe Carden. “Marginalmente, esto intimida a la gente y desanima a algunos a ser empresarios”.

Levantarse e ir a trabajar se convierte en una costumbre, una buena costumbre. En realidad para la mayoría constituye una obsesión. Además de las habilidades particulares aprendidas en el trabajo, los jóvenes asumen responsabilidades,  aprenden a tratar con los demás, a cómo dirigir y a cómo manejar a gente difícil. Pero lo más importante, el sentimiento de cumplimiento y la satisfacción de un trabajo bien hecho, nunca lo sentirán los que no hayan sido la mano de obra privada. Presentarse a trabajos para hacer trabajar a la gente como contar personas para el gobierno nunca ofrecerá eso.

Murray Rothbard describió las leyes de salario mínimo en Poder y mercado como desempleo obligatorio. Durante el auge hubo grandes presiones a Washington para que aumentara el salario mínimo después de que el gobierno federal lo hubiera dejado a solas durante una década. Por supuesto, quienes lo reclamaron afirmaron que aumentaría el nivel de vida de los trabajadores marginales. Como explica Rothbard, “el efecto real es precisamente el contrario: es hacerles incontratables a los niveles salariales legales. Cuanto más alto sea el nivel del salario mínimo en relación con los niveles del libre mercado, mayor será el desempleo resultante”.

En una depresión, debe permitirse a todos los precios ajustarse a la baja. Los salarios no son diferentes. Ante todo, el suelo salarial artificial del gobierno debe eliminarse. El futuro de una generación depende de ello.

 

 

Douglas French es presidente del Mises Institute y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada- Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Mises Academy y ofrece un curso para el verano de 2010.

Published Tue, May 11 2010 3:06 PM by euribe
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