Racionalidad y economía de mercado

Por Doug French. (Publicado el 18 de mayo de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4426.

[The Mind of The Market: Compassionate Apes, Competitive Humans, and Other Tales From Evolutionary Economics • Michael Shermer • Macmillan, 2007 • 308 páginas]

 

La gente parece hacer las cosas más locas cuando se trata de dinero. Ya sea por seguir burbujas en la bolsa o pagar buen dinero por una casa claramente sobrevalorada, la idea de personas actuando como homo economicus parece inverosímil. Sólo en la torre de marfil de la teoría de las expectativas racionales encontramos humanos perfectamente racionales haciendo juicios empleando toda la información disponible para satisfacer sus fines subjetivos.

En Epistemological Problems of Economics, Ludwig von Mises explica que el homo economicus sería el perfecto hombre de negocios, que lleva a una empresa al máximo beneficio.

Por medio de diligencia y atención al negocio se esfuerza por eliminar todas las fuentes de error, de forma que los resultados de su acción no están prejuzgadas por la ignorancia, la negligencia, los errores y cosas similares.

¿Suena esto a su vecino sabelotodo o a su cuñado engreído? Ni hablar. Michael Shermer explica en The Mind of The Market: Compassionate Apes, Competitive Humans, and Other Tales From Evolutionary Economics que el comportamiento que hoy es irracional puede haber sido perfectamente racional hace cien años y que se necesita el trabajo de psicólogos evolucionistas para explicar la toma de decisiones humanas. El ser racional que practica la teoría de las expectativas racionales sólo hace reír a los economistas del comportamiento. Y la construcción neoclásica de los precios de equilibrio requiere suposiciones que sólo pueden creer profesores ocupados que no salen mucho, como la competencia perfecta, la información perfecta y la racionalidad perfecta.

Mises escribió:

No se les oculta ni a los economistas clásicos que el individuo economizador como parte de un intercambio no siempre permanece ni puede permanecer fiel a los principios del hombre de negocios, pues no es omnisciente, puede errar y, bajo ciertas condiciones, incluso prefiere su comodidad a hacer un negocio rentable.

Pero por muy caótica que sea la toma de decisiones humanas, el orden espontáneo lleva a una economía extraordinariamente productiva y Shermer defiende que “igual que los organismos vivos están diseñados de abajo arriba por la selección natural, también la economía se diseña de abajo arriba por la ‘mano invisible’”.

Shermer cita una serie de experimentos que muestran la toma real de decisiones humanas. Si ha leído algo de psicología evolutiva, los experimentos le resultarán familiares. Por ejemplo, decisión a decisión, la mayoría de los humanos en lugar de ser racionales sienten aversión al riesgo. La mayoría de la gente sólo elegirá una oportunidad del 50% cuando la ganancia exceda en el doble a la pérdida potencial. Los humanos están “el doble de motivados para evitar el dolor de la pérdida de lo que estamos para buscar el placer de la ganancia”. El pensamiento de grupo es muy poderoso, mostrando los estudios de Solomon Asch que la gente decidirá erróneamente en un 70% de los casos si están influidos por una muchedumbre. Los estudios de resonancias magnéticas del cerebro confirman una correlación entre toma de decisiones y recompensas. Su probaron la confianza y las interacciones sociales utilizando el dilema del prisionero, mientras que se liberaban neuronas de dopamina cuando las recompensas eran superiores a las esperadas.

La dopamina desempeña un papel importante para los inversores que toman cantidades crecientes de riesgo para lograr el golpe de ganancias realizada mediante especulación. Las drogas y el sexo también alimentan las neuronas de dopamina e igualmente “las ideas adictivas, más habitualmente las malas ideas adictivas, como las propagadas por sectas que llevan a suicidios en masa (en el caso de Jonestown y la Heaven’s Gate) o las propagadas por religiones que llevan a terroristas suicidas a realizar asesinatos en masa (en el caso de los militantes extremistas islamistas)”, explica Shermer.

¿Así que la mayoría de los humanos actúan de una forma que podemos calificar de irracional, al menos un tiempo porque no podemos evitarlo, porque nuestros cerebros están así cableados? Quizá no haya distinción entre racional o no. Mises escribió que sólo hay comportamiento o acción humana con un fin. “La praxeología no emplea en término racional”, escribía Mises en Money, Method, and the Market Process, explicando que lo “opuesto a la acción no es el comportamiento irracional, sino una respuesta reactiva a estímulos por parte de los órganos corporales y de los instintos, que no pueden ser controlados por la volición”.

En opinión de Mises, la economía no se ocupa de homo economicus en absoluto, sino del homo agens: el hombre “como es realmente, a menudo débil, estúpido, desconsiderado y mal instruido” o, en otras palabras, el comportamiento humano descrito en el libro de Shermer.

En el nuevo libro Rothbard vs. the Philosophers: Unpublished Writings on Hayek, Mises, Strauss, and Polanyi, Rothbard hace que su mentor Mises se ocupe de esta opinión, escribiendo sobre la opinión de Mises de que el uso de curanderos que empleaban la magia para curar enfermedades o hacer llover en la Edad media no era irracional, porque era una acción con un fin. Rothbard cree que podemos mirar atrás y llamarlo irracional porque la magia no puede lograr los fines que se suponía que lograba. “El uso de la magia es, por tanto, irracional, ya sea en el pasado, el presente o el futuro”, escribe Rothbard.

Es cierto, pero lo que decía Mises era que esa gente estaba actuando de acuerdo con la mejor información que tenían entonces (con un poder cerebral considerablemente menor que Rothbard para trabajar).

Shermer junta al personaje de Gordon Gecko en Wall Street y su discurso de “la avaricia es buena” con la agresiva cultura corporativa de Enron frente a la cultura del Google de Sergey Brin y Larry Page de “No seas malo” para hacer su alegato de que la avaricia no puede sostener la vida en la tierra y “si el capitalismo fuera el ganador que se lleva todo, habría colapsado hace siglos”, La manzanas buenas se convierten en malas en entornos corporativos secretos, corruptos y agresivos, de acuerdo con Shermer, y esto acaba llevando a la desintegración de esos negocios.

Por el contrario los chicos de Google creen en la completa transparencia. La compañía dispone de cocineros haciendo la comida para que los empleados de Google no tengan que dejar su trabajo. El entorno de trabajo tiene juegos y otras diversiones. Los empleados pueden incluso cortarse el pelo o un masaje en el Googleplex y el viaje a casa a la Bay Area en el autobús de Google se hace productivo con un acceso inalámbrico a Internet. Brin y Page creen que su reputación es su activo más importante y que “la confianza es base sobre la que reside nuestro éxito y prosperidad y debe ganarse cada día, de todas las maneras y por parte de todos”.

Un mercado libre no regulado llevaría a más empresarios a operar como Google. Son las licencias y regulaciones gubernamentales las que llevan a la relación incestuosa de las grandes empresas y el gran gobierno, un capitalismo de compinches ejemplificado por Enron y Wall Street.

Shermer tiene mucha fe en la democracia y escribe que la ciencia debería usarse para ofrecer estructuras para políticas gubernamentales, pero que esas leyes deberían ser las mínimas. Sin embargo, Shermer escribe desde una posición libertaria a lo largo del libro, mencionando específicamente a la escuela austriaca y citando a menudo a Ludwig von Mises, así como a Hayek y Bastiat. Y aunque no cree que el capitalismo necesite “apologistas y propagandistas, necesita una base científica apoyada en la psicología y la evolución”.

La ciencia ha probado que los seres humanos son capaces de hacer el bien y el mal. Así, como dice la cita de Mises que incluye Shermer, “La gente debe luchar por algo que quieran lograr, no simplemente rechazar un mal, por malo que sea éste. Shermer califica a The Mind of the Market como “un ejercicio de concienciación por la libertad”.

Eminentes economistas de la corriente principal como Eugene Fama dejan de explicar burbujas y caídas bursátiles con salidas desdeñosas como “No sé lo que significa una burbuja crediticia. Ni siquiera sé lo que significa una burbuja. Estos términos se han hecho populares. No creo que tengan ningún significado”. Pero la obra de Shermer demuestra que la ciencia está del lado de Mises, que escribió que incluso una “persona con problemas mentales que siga teniendo algún rastro de razón y no haya sido reducido literalmente al nivel mental de un animal, sigue siendo un ser que actúa”. Y esos seres con problemas que actúan están invirtiendo en el mercado todos los días.

 

 

Douglas French es presidente del Mises Institute y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada- Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Mises Academy y ofrece un curso para el verano de 2010.

Published Wed, May 19 2010 1:03 AM by euribe