El desmoronamiento post-financiero del negocio de los cruceros

Por Doug French. (Publicado el 7 de junio de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4476.

 

¿Cuál es el símbolo definitivo de exceso que indica el pico en un mercado? El punto en que la ostentación se generaliza. Cuando, como escribe Christopher Wood acerca del periodo de auge de Japón en The Bubble Economy, se manifiesta “una autoconfianza colectiva que demasiado a menudo bordea la arrogancia”.

Cuando los edificios llegan demasiado alto y los barcos se hacen demasiado grandes, el auge ha empezado a desmoronarse.

El optimismo ya se ha convertido en amargura en la más nueva avanzada capitalista en Oriente Medio cuando se completó la torre Burj Dubai de 162 pisos el 4 de enero de este año, convirtiéndose en el edificio más alto del mundo, y esto tras el hecho de que los problemas de la deuda de Dubai acababan de salir a la luz el anterior fin de semana del Día de Acción de Gracias. Un ejemplo más de lo explicado por el clarividente artículo de 2005 de Mark Thornton “Skyscrapers and Business Cycles” [“Rascacielos y ciclos de negocio”].

Como apunta Thronton, el poder predictivo del índice de los rascacielos empezó con el pánico de 1907, que presagiaron la construcción del Edificio Singer y el Edificio Metropolitan Life. Por contra, la industria moderna de los cruceros no nació hasta la década de 1960 y sólo cautivó al público estadounidense cuando empezó a ver las aventuras semanales de Gopher, Doc y el Capitán Stubing en la serie de televisión Vacaciones en el mar, producida de 1977 a 1986.

Los primeros años, los clientes eran principalmente “los recién casados y los casi muertos”. Pero en la década de 1980, la industria zarpó realmente con una serie de barcos gigantes capaces de transportar a más de 2.000 personas con el mensaje de “lujo para las masas”. Y las masas estaban listas para la ostentación: después de todo, acababa de nacer la industria de las tarjetas de crédito. “Si en las primeras décadas del siglo era imposible para un trabajador o trabajadora obtener un préstamo de un prestamista legal, en la de 1980 difícilmente podía rechazar uno”, escribe James Grant. “Los descendientes de la clientela de los usureros se convirtieron en los valiosos ‘miembros’ de las tarjetas de crédito de los grandes bancos. En la década de 1980 proliferaron los préstamos con garantía hipotecaria y la bancarrota personal perdió su estigma”.

Desde entonces ha sido gastar, gastar y gastar. Y a medida que aumentaban las líneas de crédito, lo mismo hacía el tamaño de los buques. En 2003,¡ fue botado el Mariner of the Seas por la Royal Caribbean Internacional como uno de los mayores cruceros en el mar con 138.000 toneladas, una capacidad de poco más de 3.100 pasajeros y cerca de 1.200 tripulantes.

Desde 1980 hasta el final de 2008, el crecimiento medio anualizado de la industria norteamericana de cruceros fue del 7,4%, de acuerdo con la Cruise Lines International Association (CLIA). La CLIA estimó que hubo 13,2 millones de pasajeros en 2008, ascendiendo de los 12,5 millones del año anterior. En 2000, el volumen de pasajero de las líneas miembros fue de 7,2 millones, así que el volumen anual de pasajeros aumentó cerca de un 80% de 2000 a 2008.

A pesar de la recesión, durante el segundo trimestre de 2009, las noches de pasajeros aumentaron un 1,5% respecto del ritmo de 2008, de acuerdo con el Departamento de Administración del Transporte Marítimo de Estados Unidos. Pero para llenar los barcos, las tarifas medias bajaron un 10,7%.

Desde entonces se ha aumentado la capacidad. Buques como el Mariner ya no son grandes. El mayor crucero del mundo zarpó el año pasado al tiempo que se completaban los retoques finales en la torre Burj Dubai. El Oasis of the Seas es la comidilla de la industria. Con más de 225.000 toneladas y capaz de acomodar casi 6.300 pasajeros, atendidos por 2.165 tripulantes, el Oasis tiene el tamaño de cinco Titanics. El Oasis se encargó en febrero de 2006 con la economía de EEUU a toda máquina y la tasa de ahorro personal en Estados Unidos en un 1% negativo.

Pero al mismo tiempo la Reserva Federal estaba regando a la economía sobrecalentada con un tipo para fondos federales que llegaría al 5,25% ese verano después de estar en el 1% en 2003 y 2004. La deuda familiar total llegaría a los 13,7 billones de dólares el siguiente año, al tiempo que la burbuja de los precios de la vivienda llegaba al máximo.

Al mismo tiempo que encargaba el Oasis, Royal Caribbean hizo que STX Europe empezara a construir el Allure of the Seas, barco hermano del Oasis. Construir el Allure cuesta poco menos de 1.200 millones de dólares e hizo su viaje de botadura casi a la vez que el Oasis.

El Oasis y el Allure están subiendo el listón respecto del entretenimiento en el crucero. Hairspray hizo su debut oceánico a bordo del Oasis y el Allure va a presentar la reposición de Chicago: The Musical, galardonada con un Tony, en el Tetaro Ámbar de 1.380 asientos del barco.

Estos dos gigantes navegan desde el Sur de Florida, contribuyendo significativamente a lo que Cruise Industry News califica como el primer gran aumento de capacidad en años. Como apunta el Departamento de Administración del Transporte Marítimo de Estados Unidos, “La capacidad se basa en dos pasajeros por camarote. Un  camarote con dos pasajeros se considera ocupado al 100%. Como muchos camarotes pueden acomodar tres o cuatro personas, los niveles de ocupación generalmente están por encima del 100%”. Y el Oasis y el Allure están reservados hasta los topes hasta el año que viene.

Si las líneas de cruceros tienen éxito, su carga de pasajeros estará completa todo el viaje. Una vez a bordo, los viajeros instintivamente se dirigen al buffet. Pero por el camino se encuentran miembros de la tripulación ofreciendo alcohol para “¡hacer que empiece bien el viaje/fiesta!” Por supuesto, el personal no está ofreciendo a los recién embarcados un trago o dos de Lagavulin de 16 años en un vaso sólo con hielo. No, te alargan un vaso hurricane alto que contiene algún preparado con fruta adornado con una guinda y una pequeña sombrilla.

Para hacer dinero, los cruceros deben salir llenos del puerto, porque, como informa CNBC, un cuarto de los ingresos de los pasajeros se gasta después de estar a bordo. Alcohol, bótox, joyas, tratamientos de spa, acupuntura, juego y arte de alto precio están en venta a todas horas. Sin mencionar las excursiones a la costa para comprar, submarinismo, bailar salsa o hacer tirolinas en cañones o rapelar en cascadas  en Sierra Madre. “Las excursiones a la costa son nuestra primera fuente de ingresos”, dice Paul Goodwin, director senior de ingresos a bordo y excursiones de Holland America. Y para los puertos, como dijo a la CNBC Julio Galindo, ministro de turismo de la Bahía de Honduras, “Cada vez que entra un buque, es como Navidad”.

La comida (con algunas excepciones), el entretenimiento, el sol y el gran servicio van incluidos en el precio del camarote. Todo lo demás, incluyendo los refrescos, está en venta. Al contrario que en Vacaciones en el mar, no encontraremos muchos estadounidenses trabajando en los cruceros. Los buques están registrados en lugares como Nassau, Panamá o Liberia, así que la regulaciones de empleo de EEUU no se interponen en el servicio a los clientes. Así que podríamos ver a nuestro camarero recogiendo mesas en la cena y durante el buffet del desayuno. La mayoría de la tripulación trabaja sin parar de 6 a 12 meses, 12 horas o más al día, con un día libre a la semana como mucho. La mayoría está manteniendo familias en lugares como India, Turquía y Jamaica.

A pesar de las largas horas, estos empleados son asombrosamente amables y serviciales, hablando muchos un perfecto inglés, a pesar de no ser su lengua materna. Son rápidos para recordar nombres y lo que les gusta a sus clientes. En la última cena de un crucero hay abrazos, apretones de manos y muchos adioses llenos de lágrimas entre camareros y pasajeros.

Durante la cena en mi reciente crucero a bordo del Mariner of the Sea, las más de 200 personas de servicio eran de 37 países. Realizaron una entusiasta interpretación de “O Sole Mio” aunque no hubiera italianos sirviendo las mesas. Se sirvieron 10.000 comidas diarias en el Mariner mientras navegábamos por la Riviera Mexicana, deteniéndonos en Cabo, Mazatlán y Puerto Vallarta.

Hay urbanizaciones de alto nivel con vistas el Pacífico en venta en las tres ciudades portuarias, pero se dice que el negocio va lento. Aunque los precios han bajado un 30-35% para unidades en Puerto Vallarta el año pasado, un agente inmobiliario local se lamenta: “Desde mi punto de vista, los compradores siguen siendo pocos y muy espaciados”. Se dice que México es un refugio para los expatriados estadounidenses y nuestro exuberante y dinámico guía en Mazatlán, Alejandro, nos dijo que ahí residían 10.000 expatriados. Esta claro que el turismo es el motor de estas economías, pero, por desgracia, hay “una demanda decreciente en la Riviera Mexicana, atribuible a la cobertura de las guerras de traficantes por parte de los medios de comunicación”, informa la CIN. No vimos ninguna evidencia de las guerras de traficantes, pero se decía que el Mariner e trasladaría pronto de Los Ángeles a Houston, dejando de viajar de la Riviera. Las Navidades se producirán menos a menudo en los puertos occidentales de México.

A pesar de vientos contrarios, como una economía débil, la propuesta de un Área de Control de Emisiones (ECA, por sus siglas en inglés) para Noteamérica, la prohibición de combustible pesado en la Antártida y el impuesto por cabeza de 50$ en Alaska, la industria del crucero resulta prometedora. Los cruceros son sólo un 5% del mercado de las vacaciones, afirman y sólo un 17% de los estadounidenses se han lanzado.

Sin embargo, la industria del crucero esta ligada a la salud financiera del consumidor estadounidense. De acuerdo con GlobalSecurity.com, el 80% de los cruceros provienen de Norteamérica. El sector adora a los estadounidenses. Un camarero jefe en un crucero me dijo el año pasado que le gustaría que todos los pasajeros fueran estadounidenses “porque gastan dinero”. Recordaba cariñosamente el tiempo de auge de gasto desatado de los estadounidenses y quería que volviera, desplazando a los roñicas europeos que dominaban ese viaje post desmoronamiento financiero en concreto.

Pero ahora los estadounidenses (y sus acreedores) están pagando el precio de haberse dado la gran vida. Las bancarrotas de consumidores de EEUU totalizaron más de 136.000 en mayo, un 9% más que en mayo de 2009. Cerca de 390.000 personas se declararon en bancarrota en el primer trimestre, así que las bancarrotas personales pueden alcanzar los 1,6 millones en 2010. La tasa oficial de empleo sigue rondando el 10%, pero, lo que es peor, el desempleo crónico es el mayor existente desde 1948, cuando el Departamento de Trabajo empezó a encargarse.

Nuestro camarero era un hombre encantador con una familia en la India a la que no había visto desde hace meses pero a la que trataba de llamar al menos una vez a la semana. Le preguntamos si iba a intentar trabajar en uno de los nuevos grandes buques, el Oasis o el Allure. “Ni siquiera pueden llenar esta barco”, dijo apuntando a los asientos libres en su zona, “¿por qué querría trabajar en un buque que, después de que pase la novedad, tendrá aún más asientos vacíos en la cena?”.

Los buques serán más grandes, pero los estadounidenses se están empobreciendo.

 

 

Douglas French es presidente del Mises Institute y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada- Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Mises Academy y ofrece un curso para el verano de 2010.

Published Tue, Jun 8 2010 7:09 PM by euribe
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