Bajo el gobierno de los cardenales, 1624-1661

Por Murray N. Rothbard. (Publicado el 1 de julio de 2001)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4520.

[Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith]

                 

La décadas que van de 1620 a 1650 son de un gobierno en Francia de dos cardenales muy seculares. El primero fue el severo, implacable, astuto y carismático Armand Jean du Plessis, Cardenal de Richelieu (1585–1642). Descendiente de una vieja familia de la baja nobleza del Pitou, el padre de Richelieu, François, había sido favorito de Enrique III y Enrique IV. En consecuencia, el joven Armand fue nombrado obispo de Luçon por Enrique IV en 1606. Ocho años más tarde, Richelieu atrajo la atención de la Reina Madre, María de Médicis y se convirtió en su asesor principal en el exilio. Fue nombrado cardenal en 1622 y se convirtió en primer ministro en 1624, para permanecer en el cargo hasta su muerte, 20 años después.

El principal interés de Richelieu fue su participación en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que devastó Alemania por décadas. Esta guerra simbolizó un cambio fundamental en las guerras europeas, de los conflictos estrictamente religiosos del siglo anterior a las ambiciones políticas de los estados-nación del siglo XVII. Así, Richelieu, el, al menos nominalmente, católico (aunque politique) cardenal de un país católico, se encontró encabezando una gran coalición europea protestante contra los católicos Habsburgo de Austria y España.

Las opiniones teóricas del cardenal se expusieron en dos libros escritos cerca del final de su vida, sus Memorias del reinado de Luis XIII y su Testamento político. Aunque su principal interés práctico no fueron los asuntos domésticos o económicos, había ayudado a consolidar el absolutismo en el estado francés. En sus obras, repetía las habituales posturas mercantilistas absolutistas de la Francia de su época. Francia debía ser autosuficiente en todas las cosas, debía construirse una marina de guerra y mercante, otorgarse monopolios, poner a trabajar a los ociosos o encerrarlos en instituciones y prohibirse el consumo de lujos.

Una interesante nueva variante fue la cándida actitud de Richelieu hacia la masa de los franceses como simples animales empujados u obligados en formas que fueran óptimas para el estado francés. Así, los impuestos no deberían ser tan altos como para desanimar el comercio y la industria, pero tampoco tan bajos como para dejar que la gente viviera demasiado bien. Pues si el pueblo estuviera demasiado cómodo y tranquilo, sería imposible “contenerles dentro del gobierno de sus tareas”. Richelieu añadía el revelador comentario de que “Es necesario compararles [al pueblo] con las mulas, que, acostumbradas a sus cargas, se estropean antes por un largo descanso que por el trabajo”.

Está claro que al promover los intereses del estado-nación y de su monarca, Richelieu no olvidaba sus propias preocupaciones. Recibía un modesto ingreso anual de 25.000 libras hasta su ingreso en el puesto de primer ministro. Al acabar su carrera en la administración, el cardenal Richelieu estaba ganando unos 3 millones de libras al año. Aparentemente, el cardenal no tenía ningún problema en atender al enriquecimiento de su soberano y de sí mismo al mismo tiempo.

El sucesor de Richelieu fue un carácter fascinante, un siciliano cuyo padre era un alto oficial allegado a la poderosa familia Colonna. Jules Mazarin [Mazarino] (1602-1661) fue educado en Roma por los jesuitas y luego se convirtió en funcionario de la Iglesia en la Universidad de Alcalá, en España. A su vuelta a Roma para obtener su doctorado en derecho, Mazarino era capitán de infantería y luego un notable diplomático papal. Fue hecho canónigo eclesiástico sin haber sido nunca sacerdote. Sirviendo como nuncio papal en Francia, se ganó el favor del gran Richelieu, que le ofreció un alto puesto oficial si se nacionalizaba francés.

No hay muchos hombres que emigren, se conviertan en ciudadanos de otra tierra (como hizo Mazarino en 1639) y luego se conviertan en primeros ministros de ese país sólo tres años después. Sin embargo, Mazarino lo logró, convirtiéndose en cardenal (seguía sin ser sacerdote) en 1641 y sucediendo a Richelieu cuando éste murió el año siguiente. Mazarino fue lo suficientemente astuto como para ganarse el favor de la reina, por lo que, cuando Luis XIII murió al siguiente año y la reina fue nombrada regente, pudo continuar en su poderoso puesto. Excepto por un hiato de un año o dos, Mazarino continuó como primer ministro hasta su muerte en 1661.

Mazarino tenía mucho menos interés en los asuntos económicos que su antecesor y no era un teórico, dedicándose principalmente a la diplomacia y la guerra. Sin embargo, no necesitaba muchos conocimientos teóricos para amasar una fortuna en la alta administración que incluso daría vergüenza a su predecesor. Al final de su gobierno, había acumulado una inmensa fortuna personal de aproximadamente 50 millones de libras.

Una obra notable escrita en los tiempos de Mazarino fue realizada por un monje carmelita, Jean Éon, cuyo nombre religioso era Mathias de Saint-Jean (c. 1600–81). Éon había nacido en Saint-Malo, en Bretaña, y fue amigo y consejero del gobernador de Bretaña, un pariente de Richelieu, Marshal de la Meilleraye. Éon acabó siendo provincial de los carmelitas en Touraine y rechazó la propuesta de ser fiscal general de esa provincia.

Durante la vida de Éon en Bretaña, los mercaderes bretones se interesaron por fundar una compañía comercial privilegiada y en 1641 un grupos de mercaderes, consultando a de la Meilleraye, prepararon planes para una gran compañía, centrada en Nantes, que se llamaría la Société de la Bourse Commune de Nantes. La compañía fue aprobada por el consejo de estado en 1646, pero provocó un panfleto anónimo de oposición. Éon fue contratado por la ciudad de Nantes y animado por de la Meilleraye a escribir un libro en defensa de la compañía. El resultado fue el largo El comercio honorable o consideraciones políticas (Le Commerce honorable ou considerations politiques) (Nantes, 1647). El libro estaba dedicado al amigo y patrón de Éon, de la Meilleraye, al que alababa como heredero del manto de liderazgo económico de la nación de Richelieu.

El libro de Éon era un compendio de doctrinas mercantilistas conocidas y no hace falta examinarlo aquí con detalle. Casi rivalizaba con Montchrétien en su odio a los extranjeros y su deseo de impedir sus actividades y ventas en Francia. Dos de sus contribuciones personales y originales fueron su panegírico al mar, la navegación y la vida marinera y su elogio de la ciudad de Nantes, su gloria y su idoneidad única para acoger una compañía privilegiada.

 

 

Murray N. Rothbard (1926-1995) fue decano de la Escuela Austriaca. Fue economista, historiador de la economía y filósofo político libertario.

Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith.

Published Thu, Jul 1 2010 5:54 PM by euribe