¿Tan mala es la estructura fiscal de Alabama?

Por Christopher Westley. (Publicado el 1 de julio de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4387.

                 

Ayudar a los pobres es una de las cosas más importantes que hace la sociedad. Pero no hacemos ningún favor a los pobres cuando promovemos políticas públicas que perpetúan la pobreza.

Esto es de especial aplicación al sistema fiscal.

En este sentido, el estado de Alabama es criticado a menudo. En las noticias del último otoño se decía que Alabama estaba el 50º de 50 estados en términos de tasas fiscales estatales.[1] Traía las respuestas habituales. The Birmingham News lamentaba la relación positiva entre ingresos fiscales y calidad de los servicios públicos. Otros renovaban sus críticas por la forma en que Alabama trataba a los pobres.

Esto último se basa en el hecho de que la carga fiscal en Alabama es mayor para individuos que pagan menores tipos fiscales marginales (el tipo fiscal marginal es el tipo pagado por el último dólar ganado. En los sistemas fiscales progresivos, los que ganan menos pagan tipos marginales menores, mientras que los que ganan más pagan tipos marginales mayores. En los sistemas regresivos, los que ganan menos pagan tipos marginales mayores). El Institute on Taxation and Economic Policy descubrió recientemente que en Alabama, los componentes del quintil de más bajos salarios pagaban el 11,2% de sus ingresos en impuestos estatales y locales, mientras que los que estaban en el quintil máximo pagaban un 5%.

Mucha de esta disparidad puede explicarse por los impuestos a la propiedad en el estado, así como en los impuestos a las ventas que afectan negativamente a los sueldos más bajos (en proporción al ingreso) respecto de los sueldos más altos. Es más, una familia de cuatro miembros empieza a pagar impuestos a la renta después de ganar 12.600$, una cantidad que es menor que tres cuartos del límite federal de la pobreza.[2] El umbral de ganancias de Alabama es el segundo más bajo de la nación, tras el de Montana de 12.200$.

En este artículo me gustaría defender los tipos fiscales de Alabama en su aplicación a los pobres, con una advertencia importante. Como libertario, creo que cualquier recorte de impuestos, en cualquier momento (ya sea para ricos, clases medias o pobres) será preferible al status quo.

Sin embargo, un recorte real de impuestos es más que mera contabilidad: requiere que haya menos partidas públicas para bienes y servicios. Los servicios públicos a menudo desplazan a la provisión privada de dichos bienes y servicios, que es superior en términos de eficiencia económica y moralidad.

Por tanto, mi defensa de los tipos fiscales no debería interpretarse como una defensa del sistema fiscal en general. Más bien, el presente artículo es una defensa de un régimen fiscal que considero menos malo que muchas de sus alternativas.

Para defender este sistema, me gustaría tomar parte de un artículo del Mises Daily de Clifford Thies, economista de la Universidad de Shenandoah, que estudiaba los tipos fiscales marginales implícitos y luego cuestionaba cómo afectan éstos a los incentivos.[3] El análisis de Thies se hace a nivel federal. Yo argumentaré que el sistema fiscal de Alabama desbarata los incentivos negativos que producen los impuestos federales.

Al vivir en Virginia, Thies imagina una hipotética familia virginiana de tres miembros, de un adulto y dos niños menores y presenta el siguiente gráfico:

Figure 1

El eje vertical mide la renta neta (renta menos impuestos más subsidios), mientras que el horizontal mide el ingreso de la mano de obra. Como puede verse, esta familia puede recibir más de 30.000$ al año en ingresos antes incluso de entrar en el mercado de trabajo.

Una vez que este hipotético cabeza de familia entre en el mercado de trabajo, él o ella entra en lo que Thies llama la Zona muerta, un área en la que hay muy poco beneficio real en trabajar hasta que se gane bastante por encima de 40.000$ al año. La zigzagueante línea en la Zona muerta refleja el hecho de que el bienestar u otras transferencias de riqueza basadas en la renta a menudo desaparecen una vez que lo trabajadores entran en el mercado de trabajo. Por desgracia, dada la renta mediana en Alabama, un considerable número de trabajadores operan en esta Zona muerta.[4]

Los datos de Thies se basan en el sistema federal de impuestos y beneficios, y basándonos sólo en ese sistema, aquéllos sugieren que el trabajo ofrece poco o ningún beneficio a familias de tres miembros que ganen 40.000$ al año o menos.

Para que quede claro, Thies construye un tipo fiscal marginal implícito, que se basa en la suposición de que la pérdida de las transferencias de riqueza basadas en la renta es un impuesto implícito sobre los trabajadores de bajos ingresos. Este tipo se compara en el siguiente gráfico con los ingresos obtenidos. No hace falta decir que los resultados no cuadran con las intuiciones de la persona típica que defiende las transferencias de riqueza de los ricos y las clases medias hacia los pobres.

Figure 2

Como no hay impuesto federal sobre las rentas más bajas, la línea no empieza en el eje vertical, aunque la disponibilidad de subsidios para esos asalariados refleja un tipo impositivo nominal que es negativo. Una vez que se empieza a trabajar, el tipo fiscal cae bruscamente (ver la diferencia entre A y B) debido al crédito fiscal de la renta obtenida. Sin embargo, el área de los puntos B a D, muestra el efecto de la Zona muerta, en la que cualquier ganancia en el trabajo se contrapone con pérdidas en beneficios. El aumento de D a E refleja los esfuerzos de la clase política por maximizar los ingresos, cuya mayoría se obtiene de trabajadores que se encuentran en esos niveles de renta. Las clases medias y medias-altas están donde está el dinero.

A Thies le preocupan los incentivos que aparecen en un sistema fiscal como ése. ¿Para qué trabajar si, al hacerlo, no estamos mejor en términos netos hasta que empecemos a ganar más de 40.000$? Que la gente lo hace refleja, pienso yo, las presiones sociales que se ejercen sobre los no trabajadores, así como la aplicación laxa de beneficios por parte de las agencias sociales distribuyendo lo que, para los receptores, es dinero gratis.

Aún así, con el tiempo, la distorsión de los incentivos tiene el efecto de debilitar la ética laboral y los valores necesarios para que los pobres sean autosuficientes. A largo plazo, esto genera (1) que los pobres sigan siendo pobres y (2) que el número absoluto de pobres aumente.[5]

Thies concluye que un sistema impositivo que trate a los pobres de esta forma es malvado y estúpido y es difícil estar en desacuerdo. Pero recordemos que su análisis se aplica a incentivos creados a nivel federal, que los estados individuales pueden corregir fijando impuestos que reduzcan los beneficios de no trabajar. Al aplicar tipos fiscales a trabajadores de bajos ingresos, los estados reducen las recompensas por permanecer pobres, Esto tiene el efecto de rebajar los inconvenientes de mantenerse en la Zona muerta.

El problema que afrontan Alabama y todos los estados a este respecto es la capacidad del sistema fiscal federal (y sus perversos incentivos) de aplastar los sistemas estatales y cualquier incentivo que hubieran creado. Los estados con sistemas fiscales regresivos, más por accidente que por diseño, sirven para corregir los efectos fiscales federales que remuneran la pobreza. A largo plazo, el efecto debería reducir los beneficios de ser pobre.

Bien puede ser el caso de Alabama. Un estudio reciente del Center for Law and Social Policy (CLASP) descubrió que, cuando se tienen en cuenta los costes de la vivienda, el índice de pobreza de Alabama es mucho menor que el oficial, que (increíblemente) ignora la vivienda. CLASP coloca a Alabama en el 31 entre todos los estados en términos de tasa de pobreza (la lista va de menor a mayor), lo que resulta bueno en comparación con otros estados del sur, como Mississippi (48), Louisiana (44), Kentucky (41), Georgia (37) y Tennessee (35).[6]

Es verdad que muchos otros factores aparte de la estructura fiscal explican la pobreza. Sin embargo, a medida que aumenta el coste de la vida, es mejor ser pobre en muchos otros estados que en Alabama, y en esos estados uno esperaría que aumentaran con el tiempo las tasas de pobreza. El aumento sería el resultado de trabajadores desempleados o de bajos salarios emigrando a los estados que son supuestamente más “amables con los pobres” y de que los trabajadores de esos estados deciden que los retornos del trabajo productivo no son mejores, marginalmente, que sus alternativas.

Entretanto, los estados que no recompensan ser pobre ven como sus niveles de pobreza disminuyen. Los sistemas fiscales desempeñan un papel en este fenómeno. Los que ofrecen incentivos a los pobres para que se ayuden a sí mismos habrían de preferirse, especialmente porque el sistema federal por sí mismo corrige esos incentivos. En último término los pobres tendrán que cuidar de sí mismos. Los sistemas fiscales a nivel federal o estatal que les dificultan hacerlo deberían desmantelarse.

NOTA: Para más información, recomiendo Marvin Olasky, The Tragedy of American Compassion (Wheaton, IL: Crossway Books, 2008 [1992]) y Charles Murray, Losing Ground (Nueva York: Basic Books Anniversary Edition, 1994).

Quiero dar las gracias a Gene Padgham por sus útiles comentarios.

 

 

Christpher Westley es investigador adjunto en el Instituto Mises. Enseña en la Escuela de Comercio y Administración de Empresas en la Universidad Estatal de Jacksonville.



[1] White, David. “Alabama Boasts Lowest Taxes in Nation”, The Birmingham News, 1 de noviembre de 2009.

[2] Para más datos y comentarios en esta línea, ver Jason A. Levitis y Andrew C. Nicholas, “The Impact of State Income Taxes on Low-Income Families in 2007”, Washington, DC: Center on Budget and Policy Priorities, 29 de octubre de 2008.

[3] Clifford Thies, “The Dead Zone: The Implicit Marginal Tax Rate”, Mises Daily, 9 de noviembre de 2009.

[4] El censo de EEUU cifra la mediana de la renta en Alabama en 42.666$ en 2008. Ver Les Christie, “Where to Find the Fattest Paychecks”, CNNmoney.com.

[5] Puede encontrarse parcialmente alguna evidencia de estos resultados en las conclusiones de estudios recientes. Ver el estudio de Robertson Williams para el  Urban Institute y la Brookings Institution, “Who Pays No Income Tax?”; el reportaje de Stephen Ohlemacher para AP “Nearly Half of US Households Escape Fed Income Tax” y el “Gráfico del día” de Vincent Fernando y Kamelia Angelova que muestra que el 40% de los estadounidenses pagó en 2006 el 87% de todos los impuestos federales.

[6] Dorothy Smith, “Measure by Measure: The Current Poverty Measure v. the National Academy of Sciences Measure”. Washington, DC: Center for Law and Social Policy, noviembre de 2008.

Published Fri, Jul 2 2010 5:06 PM by euribe