El nuevo impulso a una moneda global

Por Llewellyn H. Rockwell Jr. (Publicado el 6 de agosto de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4620.

 

Sin duda usted no creerá que las élites gobernantes dejarán pasar esta crisis económica sin impulsar algún plan lamentable de control. Bueno, aquí está el asuntillo, una reedición de la idea de hace 60 años de un papel moneda global para arreglar lo que nos aflige.

El estudio del FMI que pide esto es de Reza Moghadam, del Departamento de Strategia, Política y Revisión “en colaboración con los Departamentos de Finanzas, Legal, Mercados Monetarios y de Capitales, Investigación y Estadística”. En otras palabras, este informe no debería ignorarse.

Es un plan a largo plazo, pero el plan tiene el inconfundible sello de Keynes:

Se diseñaría una moneda global, el bancor, emitida por un banco central global como almacén estable de valor que no vaya ligado a las condiciones de ninguna economía en particular (…). El banco central global podría servir como prestamista de último recurso, ofreciendo la necesaria liquidez sistémica en caso de trastornos adversos y más automáticamente que ahora.

El término bancor viene directamente de Keynes. Éste propuso esta idea después de la Segunda Guerra Mundial, pero fue rechazada principalmente por motivos nacionalistas. En su lugar obtuvimos un sistema monetario basado en el dólar, que a su vez se ligaba al oro. En otras palabras, obtuvimos un falso patrón oro que estaba condenado a colapsar cuando los desequilibrios de las reservas de oro resultaran insostenibles, como ocurrió a finales de la década de 1960. Lo que lo reemplazó es nuestro sistema de papel moneda global de tipos de cambio flotantes.

Pero las élites nunca sucumben, nunca se rinden. La propuesta de una moneda global y un banco central global de nuevo está en el aire. ¿Qué problema va a resolver? ¿Qué va tan desesperadamente mal en el mundo que el FMI  sopesa la idea de una moneda mundial? En una palabra, el problema es el atesoramiento. Al FMI le preocupa realmente que “en años recientes, la acumulación internacional de reservas se haya acelerado rápidamente, llegando al 13% del PIB global en 2009, multiplicándose por tres en los últimos diez años”.

Ya ven, la política monetaria no se suponía que funcionaría de esta forma. En su mundo ideal, el banco central entrega reservas y estas reservas se prestan, llevando a un auge en el consumo y la inversión y por tanto a la felicidad global eterna (no importa que la hiperinflación se la lleve por delante). Pero hay un problema. El sistema actual está basado en las naciones y por tanto las condiciones económicas de un país resultan tener una influencia en los mercados del préstamo. Sin prestamistas y prestatarios, el dinero se atasca en el sistema.

Es una historia corta de los dos últimos años. Ahora, si la Fed se hubiera salido con la suya, estaríamos inundados de dinero. En su lugar, las reservas están atascadas en el sistema bancario. Es como si toda la población de Estados Unidos hubiera sido abducida por la moraleja: no seas acreedor ni prestamista.

¿Y por qué? Bueno, hay dos razones. Los acreedores están ahora algo nerviosos acerca del largo plazo. Miran diariamente las cuentas, consumidos con un extraño sentido de la realidad de haber echado la casa por la ventana durante los momentos de auge. Entretanto, los banqueros ahora tiene un poco de aversión al riesgo, más felices manteniendo las reservas en la caja de lanzándolas al viento del destino. Tienen a los controladores bancarios echándoles el aliento en la nuca y prestar no renta mucho, no con los tipos de interés rebajados hasta el nivel cero.

Bajo estas condiciones, sí, el atesoramiento parece una buena idea. Lo que es más, deberíamos estar realmente muy agradecidos por esta retirada. La idea de volver a otra burbuja parece bastante miope.

El FMI tiene un problema con esta práctica, aunque no se ocupe de él. El problema es que mantener grandes reservas es poner un freno al consumo y la inversión, prolongando la recesión. La solución simple que viene a la mente de los cabezas de huevo del FMI es encontrar algún sistema, cualquier sistema, que impulse al dinero de las cajas a las manos de la gente que gasta.

La lógica para la moneda global y el banco central global es que las reservas siempre podrían encontrar un mercado en un sistema globalizado y por tanto no estarían tan ligadas a las exigencias de una banca y un sistema monetario basados en las naciones.

Un escrito académico puede derrochar elocuencia en cientos de páginas acerca de las ventajas de un sistema global. Llevaría a mayor estabilidad, eficiencia y menor politización del dinero y el crédito. Y verdaderamente, hay en ello algo de razón: un patrón oro real siempre tiende hacia un sistema de moneda global. Las diferentes divisas nacionales son meramente nombres distintos para la misma cosa.

Pero hay una diferencia clave. Bajo un patrón oro, el metal físico es el límite y el mercado es el amo. Bajo un sistema de papel global, el papel no ofrece ningún límite y los políticos son los amos. Así que no tiene sentido hablar acerca de las glorias de la globalización en el contexto actual. Un papel moneda global aumentaría el riesgo moral y llevaría a un régimen inflacionista global como nunca hemos visto. No habría escapatoria del control político en esa situación.

Toda propuesta de una solución drástica como ésta aparece siempre con una advertencia acerca de alguna consecuencia igualmente drástica de no adoptar la propuesta. En este caso, el FMI realmente plantea cuestiones acerca de la propia supervivencia del dólar. “Ha habido un largo debate especulando sobre si el dólar podría colapsar”, dice el estudio. Plantea la preocupación de si se materializa un corrida sobre el dólar, los bancos podrían atentar adelantarse unos a otros para acabar con él permanentemente.

Pero, apunta el escrito, mucha gente se pregunta si “existen buenas alternativas al dólar”. Y por esta razón, podría ser una buena idea preparar una alternativa así mejor pronto que tarde.

Probablemente haya más verdad en esa afirmación de la que la mayoría de la gente querría otorgarle. Pero la alternativa correcta no es aún así otro experimento más global de inflación en papel moneda. Dios nos libre.

Si queremos una alternativa al dólar, hay una que aparece ante nuestros ojos si dejamos que se produzca. Los traders privados de divisas en todo el mundo podrían, por sí mismos crear una nueva moneda basada en el oro y comerciada por medios digitales. En muchas ocasiones en los últimos 20 años ha estado a punto de ocurrir. Pero ¿saben qué? El gobierno intervino y les detuvo. Las élites gobernantes han decidido que no habrá reforma monetaria salvo que provenga de las torres de marfil de las élites monetarias.

 

 

Llewellyn H. Rockwell, Jr es Presidente de la Junta Directiva del Ludwig von Mises Institute en Auburn, Alabama, editor de LewRockwell.com, y autor de The Left, the Right, and the State.

Published Sun, Aug 8 2010 7:19 PM by euribe