Por Brad Skiles. (Publicado el 24 de agosto de 2010)
Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4625.
En marzo de 1865, menos de 30 días después de su nombramiento como secretario del tesoro, Hugh McCulloch desató una tormenta política. Dijo que era el deber de California adecuar su política a la Ley federal de Curso Legal de 1862.
La Ley de Curso Legal permitió al Tesoro de EEUU imprimir papel moneda garantizado sólo por la buena fe del gobierno de EEUU. La primera impresión de esta moneda fiduciaria, a principios de 1862, emitió 25,5 millones de billetes. Éstos fueron conocidos como “greenbacks” debido a la tinta verde empleada en el reverso del billete. De 36 estados, 35 reconocieron al greenback como dinero, igual que el oro y la plata, sólo California actúo de forma distinta.
En primavera de 1863, California dictó una ley que permitía que cualquier contrato mercantil identificara el tipo de moneda o divisa empleada para cumplir el contrato. Si el contrato obligaba al pago en oro, por ejemplo, sólo un pago en oro satisfaría el contrato. En los otros estados, los greenbacks podían sustituir los pagos en oro o plata.
Cuando McCulloch fue nombrado secretario del tesoro, sólo 37 meses después de la Ley de Curso Legal, los greenbacks valían menos de la mitad de su valor original. La vacilación de California por usar estos billetes a la vista como un intercambio equivalente al oro resultaba ser sensata.
No era que California no reconociera a los greenbacks como dinero. La ley de California simplemente permitía a los contratos designar el tipo de dinero a usar. Pro ejemplo, si un contrato de 1864 obligaba al pago de 1.000$ en oro en 1865, un pago en greenbacks no tendría el mismo valor que un pago en oro. (La parte que entregara el papel moneda pagaría la deuda con un enorme descuento). Así que el Tribunal Supremo de California sostenía que un contrato que indicara “1.000$ en oro” requeriría la entrega de oro. El contrato podría fácilmente haber tenido escrito “1.000$ en greenbacks” y así requerir greenbacks. Pocos contratos se escribían en California con pagos en moneda fiduciaria.
McCulloch estaba en una posición difícil. Como banquero en Indiana en 1857 su banco “usaba monedas en todas sus emisiones” en un momento en que “los bancos en todo el país suspendían pagos”. Antes de su nombramiento como secretario del tesoro, el London Mail News informaba de que McCulloch “se declaraba en contra del papel moneda no convertible”. En una carta del 4 de abril de 1865, McCulloch escribía: “Para mí un ‘punto esencial’ es la vuelta a los pagos en metálico (oro o plata), porque creo que la base metálica es la única segura y sana para los negocios y porque soy claramente de la opinión de que se promoverían los intereses de los capitalistas y los trabajadores con un retorno a ésta”.
Entonces, ¿por qué declaró McCulloch que California tenía el deber de adecuar su política a la Ley federal de Curso Legal? Primero y principal, McCulloch era un unionista. En su carta abierta acerca de la ley de California escribió: “Las leyes de curso legal son medidas de guerra y California no puede situarse, como aparentemente ha hecho, en la oposición a estas medidas de guerra, sin atacar indirectamente el crédito nacional y ejercer su influencia en forma no pequeña al lado de quienes, con las manos manchadas de sangre, están intentando desmembrar la Unión”.
McCulloch tenía asimismo una postura económica:
Se ha considerado al papel moneda como una necesidad en todos los países comerciales y especialmente en Estados Unidos y lo que es verdad en otros lugares debe ser verdad en California. (…) California necesita un sistema crediticio bien regulado, necesita una circulación de papel que acelere las empresas y dé ímpetu a los negocios (…) necesita ser curada de la manía de una moneda metálica exclusiva, en una palabra, necesita, además de reconocer lso billetes de Estados Unidos como moneda, un sistema bancario sólido, como el que ofrece la ley de moneda nacional.
Ninguno de estos argumentos se consideró convincente. El Saturday Evening Post escribía:
Es natural que el pueblo de California prefiera la moneda más noble, cuando es tan especialmente suya, y hay que felicitarse, nos parece, de que haya un rincón de la Unión, en el que el oro y la plata, ahora completos extraños y absolutas curiosidades para los pueblos de todos los demás estados, sigan siendo usados como medida de valor en las transacciones comunes entre los hombres. Si el pueblo de California puede mantener a flote esa moneda (…) si pueden usarla tan cómodamente como el papel, no hay razón para que no deban hacerlo. El comercio regulará esto.
Un artículo de World, fechado el 10 de abril de 1865, apuntaba que el gobierno federal ordenaba el pago específico en oro y plata en las compras de algodón del gobierno, en los pagos de intereses sobre cierta porción de la deuda pública y en impuestos a la importación. El artículo declara: “Si el gobierno restringe a la comunidad con una mano, en considerar al oro como moneda para ciertos fines, indudablemente tendría que, con la otra, no calificar como intentos desleales por parte del estado proteger las transacciones realizadas en plata y oro”.
El Saturday Evening Post tenía esto que decir respecto del argumento económico de McCulloch:
¿Por qué no debería ser California, pregunta el Sr. McCulloch, un estado comercial y manufacturero? Parece presuponer que esto pasa porque el estado tiene una moneda metálica. La verdadera razón es que la gente realiza otros trabajos que le producen mayores ingresos. Están cavando en minas de oro, buscando pepitas del precioso metal en las arenas (…) plantando naranjos y limoneros, cubriendo las colinas de vides. (…) No es papel moneda lo que quieren, sino gente. (…) Cuando California esté llena de habitantes y las minas de oro empiecen generar ingresos pequeños y todos los campos estén roturados, puede que aparezca el fabricante. Hasta entonces fabricaremos para California a este lado de las Montañas Rocosas.
McCulloch parece haber sido un hombre humilde. En su álbum de recortes financieros personal, recortó y pegó artículos de periódicos, dando la misma importancia a los artículos de sus críticos que a los suyos. Quizá esas críticas tuvieron alguna influencia en el secretario del tesoro.
Durante su primer mandato como secretario, McCulloch supervisó la consolidación de la mayoría de la deuda pública como bonos en oro a largo plazo. Se realizaron reformas monetarias, introduciendo el curso legal con intereses y reduciendo la circulación de greenbacks. Casi medio millón de greenbacks fueron liquidados al final de su mandato. En definitiva, McCulloch tuvo un papel decisivo en la transición del dinero fiduciario al patrón oro, que culminó con la Ley del Patrón Oro de 1900.
Entretanto, California continuó usando su ley de contratos especificados durante el resto del siglo XIX.
Pero en algún momento del siglo XX, parece que, como les dijo McCulloch que debían hacer, se curaron “de la manía de una moneda metálica exclusiva”.
Y hoy en día, California es el mayor estado deudor.
Brad Skiles vive en Warsaw, IN y fue estudiante reciente en la clase de Hunt Tooley del Instituto Mises Great Hyperinflations in World History.