Sir Thomas Smith: Mercantilista por una moneda fuerte

Por Murray N. Rothbard. (Publicado el 2 de septiembre de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4676.

[Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith]

El honor (si puede decirse así) de ser el primer mercantilista inglés debería haber sido, durante cuatro siglos, para Sir Thomas Smith el Viejo (1513-1577). En su lugar, su notable obra, A Discourse on the Commonwealth of this Realm of England, escrita en 1549 y publicada anónimamente en 1581 fue identificada inicialmente y hasta su reimpresión de 1893 incorrectamente atribuida a otro funcionario de los Tudor, John Hales (m. 1571).

Thomas Smith nació en una familia pobre de pastores en el condado de Essex. Pobre pero brillante, Smith consiguió entrar en Cambridge, donde sus dotes eruditas tuvieron un rápido reconocimiento. Allí ascendió hasta convertirse en profesor regio de derecho civil y luego en vicecanciller de la universidad. Smith era un orador notable y un brillante erudito que escribió libros sobre pronunciación griega y deletreo en inglés y estaba profundamente interesado en matemáticas, química, lingüística e historia.

Smith inició su carrera como político y burócrata convirtiéndose en secretario bajo la protección de Lord Somerset, de 1547 a 1549. Aunque anglicano, Smith era un moderado al que le preocupaban poco los asuntos religiosos, así que pudo servir como consejero privado de la católica Reina María por recomendación de su antiguo colega de Cambridge, el obispo católico Stephen Gardiner. Bajo la Reina Isabel su influencia se prolongó a través de la poderosa posición en la corte de su antiguo alumno en Cambridge, Sir William Cecil, luego Lord Burghley. Sin embargo, Smith estuvo a menudo fuera del poder, un destino al que ayudaba su personalidad arrogante, grosera y terca

Tomas Smith fue un duro crítico del envilecimiento y por tanto se convirtió en un sonoro oponente de la política de su mentor Lord Smoerset de un repetido envilecimiento con el fin de aumentar los ingresos de la corte. Mandado al exilo de la corte en 1549, Smith meditó y luego hizo algo característico en él: puso en orden y escribió sus pensamientos en forma de tratado. Su penetrante y vivaz trabajo fue escrito en forma de diálogo entre varios personajes, siendo el Doctor el portavoz de las ideas del autor. Más tarde Smith iba a repetir la fórmula del diálogo en su libro Dialogue on the Queen's Marriage (1561). La primera obra no estaba pensada para su publicación, advirtiendo en ella Smith que “es peligroso entrometerse en los asuntos del rey”, lo que era realmente cierto.

La idea central básica del Discourse on the Commonwealth era un ataque al envilecimiento y sus consecuencias en precios altos, inflación y tensión social. El envilecimiento, y no la decisión arbitraria de granjeros y mercaderes, es responsable de que haya precios más altos. Los principales perdedores de esta política son las personas con ingresos fijos. El Discourse fue publicado después de la muerte de Sir Thomas por su sobrino William e incluía pasajes posteriores interpolados por Thomas durante la década de 1570, atribuyendo la inflación isabelina de finales del siglo XVI a otro factor: el influjo de los metales preciosos recién extraídos en el hemisferio occidental. No se sabe si Smith conocía el análisis similar de Navarrus de 1556 o el de Bodin de la inflación francesa 12 años más tarde o si esto fue un descubrimiento independiente de Smith cuando la inflación de precios se extendió de España al norte de Europa.

En 1562, Smith volvió sobre el tema del envilecimiento en una larga obra, todavía inédita, The Wages of a Roman Footsoldier, or A Treatise on the Money of the Romans. Este tratado sobre moneda y acuñación romana se escribió en respuesta a una pregunta que le hizo su amigo y colega Cecil, en ese momento secretario principal de la Reina Isabel. De nuevo Smith repite su ataque al envilecimiento como evidencia de “la decadencia del estado” y como una causa de los “precios excesivos”.

Tanto en el Discourse como en el Treatise, Smith adopta la cómoda aunque falaz posición de que el propio rey es el mayor perdedor por los precios altos causados por el envilecimiento. Como el envilecimiento aumenta inmediatamente el ingreso del rey y antes de que los precios hayan tenido una oportunidad de subir, el rey, por el contrario, es el primer beneficiario del envilecimiento y otras medidas de inflación monetaria.

El Discourse de Smith es chocantemente moderno al basar abiertamente su análisis social en la acción del individuo dirigida por sus propios intereses. El interés propio, declaraba Smith, es “un factor natural de la vida humana a canalizar por una política constructiva en lugar de frustrarlo con legislación represiva”. No es que Smith abandone el naciente mercantilismo por algún tipo de punto de vista liberal o de laissez faire. El interés propio no debe dejarse solo dentro del marco de los derechos de propiedad. Tiene que ser canalizado y dirigido por el gobierno hacia un “objetivo común” fijado por el estado. Pero al menos Smith es suficientemente inteligente como para apuntar que es mejor para los hombres ser “provocados por el lucro” hacia objetivos apropiados que hacer que los gobiernos “obtengan de ellos esta recompensa”. En resumen, los gobierno debería actuar en tándem con el poderoso incentivo que ofrece el interés propio individual.

Smith aprecia que los incentivos económicos siempre operan en el mercado para mover recursos económicos de usos menos rentables a otros más rentables. Y los gobiernos deberían trabajar con esos incentivos en lugar de contra ellos.

Sin embargo, Smith era sin duda un mercantilista, como se ve en su deseo de promover la manufactura de tejidos de lana en Inglaterra y su deseo de prohibir la exportación de lana en bruto para su manufactura en el extranjero.

John Hale procedía de una eminente familia de Kent y era amigo de Smith y fiel funcionario de los Tudor. Aún así, su filosofía económica y social era muy diferente. Por ejemplo, en 1549, el año en que se escribió el Discourse de Smith (y que incluía un ataque a los nuevos impuestos a la fabricación de telas), Hales era la persona responsable de instituir el impuesto. Hales tampoco aprobaba dos temas favoritos del Discourse: el amor por el derecho civil y la admiración por la cría lanar. Además, Hales, lejos de ser indiferente a la religión, era diácono y un ferviente organizador de lecturas bíblicas.

Más importante en el contraste entre el Hales y el autor del Discourse, Hales atribuía los altos precios, no al envilecimiento, sino a tres factores distintos del lado de la oferta: escasez de ganado y aves, especulación e impuestos excesivamente altos. En realidad, ninguno de estos factores puede producir ningún aumento general de precios.

Finalmente, Hales adoptó la anticuada posición moral de atribuir todos los males, incluyendo los precios altos, a la avaricia omnipresente del hombre. (El por qué la avaricia habría crecido rápidamente en años recientes para producir precios altos era, por supuesto, un problema del que no llegó a ocuparse). La avaricia y el deseo de ganancias eran los grandes males sociales. La única cura para todo esto, opinaba Hales, era eliminar el narcisismo en el hombre: “Eliminar el narcisismo que hay en muchos hombres, desechar el desordenado deseo de riquezas con el que se abruma a muchos, expulsar y sofocar la sed insaciable de impía avaricia que les enferma” y reemplazar este narcisismo “enfermo” por un altruismo doble hacia la Iglesia y el estado “que nos haga saber y recordar que todos (…) no somos sino miembros de un cuerpo místico de nuestro Salvador Jesucristo y del cuerpo del reino”.

De nuevo en su Defense, escrita el mismo año que el Discourse, John Hales niega expresamente que el narcisismo puede en ningún sentido ser la base del bien público:

No puede ser lícito para todos utilizar su propiedad a voluntad, sino que cada uno debe usar lo que tiene para el mayor beneficio del país. Debe haber algo organizado para sofocar la sed insaciable de avaricia de los hombres, la codicia debe ser arrancada de raíz, pues es la destrucción de todas las cosas buenas.

Sir Thomas Smith fue el responsable, el lugar de su socio Sir Thomas Gresham (ca. 1519-1579) de la primera expresión de la “ley de Gresham” en Inglaterra. Hasta hace poco, se había pensado que el conocido y anónimo Memorandum for the Understanding of the Exchange había sido enviado por Gresham a la Reina Isabel al principio de su reinado, en 1559. Sin embargo, ha resultado que el Memorandum fue escrito por Smith antes, durante el reinado de la Reína María, en 1554. El Memorandum no es indudablemente un tratado de libre comerciendo, al defender distintos controles del estado sobre el mercado exterior. Sin embargo no sólo denuncia el envilecimiento y pide una moneda de alto valor, sino que asimismo enuncia la “ley de Gresham” de que la causa de la escasez de moneda de oro en Inglaterra era la devaluación legal del oro.

Gresham, agente fiscal de la Corona en Amberes, se adhirió a la “ley de Gresham”, que fue expuesta por la comisión real en 1560 en la que tenía una gran influencia. Gresham era asimismo un estatista integral y archiseco del privilegio monopolístico de los Tudor. Miembro de una compañía monopolista de exportación de tejidos de lana, los Merchant Adventurers, Gresham fue el principal impulsor del reforzamiento de los monopolios en Inglaterra durante las décadas de 1550 y 1560, prohibiendo a los comerciantes hanseáticos exportar paño inglés, aumentando los aranceles a los tejidos extranjeros y, finalmente, haciendo que los Adventurers fueran mucho más oligárquicos y estuvierna más severamente controlados desde arriba.

Muy influido por el Memorandum y reflejando su posición de la ley de Gresham, estuvo el más joven Sir Richard Martin (1534-1617), orfebre, director y jefe de la Ceca durante todo el reinado de Isabel. Formado como orfebre desde su juventud, Martín sirvió también como director principal de la Honorable Compañía de Orfebres y regidor de Londres durante muchos años y fue dos veces Alcalde de Londres. En la comisión real de 1576 sobre moneda e intercambios, cuyos miembros fueron designados por Sir Thomas Smith, entonces secretario principal de la reina, fueron incluidos Gresham y Martin, así como Cecil. La comisión no incluyó al propio Smith, que estaba enfermo. Su apoyo a la ley de Gresham tuvo su eco una generación después en la comisión de 1600, en la que Martin preparó y redactó los memorandos principales.

 

 

Murray N. Rothbard (1926-1995) fue decano de la Escuela Austriaca. Fue economista, historiador de la economía y filósofo político libertario.

Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith.

 

Published Fri, Sep 3 2010 4:20 PM by euribe