El caso del MTBE

Por Brian Doherty. (Publicado el 21 de marzo de 2000)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/401.

[De la edición de diciembre de 199 de The Free Market.]

Noticia: “La administración Clinton ha decidido dejar de producir el polémico aditivo de combustible MTBE, alegando riesgos para al salud pública y el medio ambiente”.

De nuevo, el gobierno federal está enredando para hacer buenos sus propios errores pasados. Y las industrias privadas están afrontando costes masivos y potencialmente demandas masivas por su intento de cumplir con los caprichos cambiantes de los reguladores federales. La polémica sobre el Metil tert-butil éter (MTBE) demuestra de nuevo que la postura de mano dura del gobierno ante problemas medioambientales no garantiza soluciones, sino una continuo lío para el que el gobierno vuelve a postularse como solución, un claro ejemplo de la teoría de la intervención de Ludwig von Mises.

El MTBE es lo que se conoce como un oxifuel. Ahora se está encontrando en las instalaciones de agua potable de California a Maine y lugares intermedios. Pero no es el resultado de algún plan siniestro de la industria química para contaminar nuestros preciados fluidos corporales. El MTBE fue una creación de las órdenes del gobierno: un intento de cumplir de la forma más sensata y económica los requisitos legales para áreas definidas federalmente como de baja calidad de aire para usar fueles oxigenados. Estos combustibles añaden al aire al quemarse menos contaminantes de cierto tipo.

Por supuesto, también añaden otros contaminantes. Tratar de lograr ciertos bienes medioambientales requiere equilibrar deseos en conflicto, algo que los reguladores públicos no son capaces de recordarnos. Así que ahora, años después de que las órdenes federales crearan un mercado para el MTBE, un consejo asesor de la EPA ha recomendado que la sustancia no se use más.

Este mismo año, California anunció una prohibición del MTBE, originalmente prevista para 2002, pero ahora con un plazo más largo, no determinado. Hay temores políticos en un estado con malos recuerdos de una gasolina a 1,90$ por galón a causa de una falta de flexibilidad en la oferta debido a regulaciones sobre el aire, sobre el aumento en los precios del carburante que causaría la prohibición.

Al anunciar los resultados de su consejo asesor, la EPA no destacó su propia culpabilidad en la presencia del MTBE en el agua: ser un burócrata significa no tener que decir nunca lo siento. Y como la EPA nunca ha sostenido oficialmente que el MTBE sea un carcinógeno (los temores a que cause cáncer se basaban en estudios en animales en que la sustancia se inhalaba en grandes cantidades o se inyectaba directamente en el estómago, sin relevancia clara de riesgo humano a través de la ingesta de agua en cantidades minúsculas) no está claro exactamente qué riesgo sanitario es, excepto que la cosa es relativamente nueva y huele muy mal.

Incluso después de anunciar que el MTBE podría ser peligroso y con un torrente de propuestas en el Congreso cuyo resultado final será casi con seguridad el fin del uso de la sustancia, los federales siguen teniendo el cuajo de rechazar permitir a New Hampshire a eliminar los requisitos de calidad del aire  que les obligan a usar gasolina con MTBE. La idea de que los estados se ocupan de su propia calidad del aire usando su propio juicio en anatema para al EPA. Desgraciadamente, con o sin MTBE, las órdenes  federales sobre calidad del aire permanecen. Así que si California y otros estados no pueden usar el MTBE, un subproducto de la industria petrolera, tendrán que acudir a su principal oxifuel competidor, el etanol. El etanol, un subproducto del maíz que necesitaría transportarse del Medio Oeste a usuarios en todo el territorio, se ve favorecido políticamente, especialmente por la influencia que tiene el estado de Iowa en las elecciones presidenciales.

Hay una razón por la que el mercado elige confiar en el MTBE en contra de las órdenes gubernamentales, más allá de los costes de transporte. El etanol también se evapora más rápido, añadiendo más vapores químicos al aire. No puede transportarse bien por tuberías, requiriendo caras flotas de camiones estancos para transportarlo. Tiene que mezclarse con gasolina en estaciones especiales. La gasolina nos costará a todos mucho más tras un cambio al etanol.

También hay gastos adelantados del cambio potencialmente enormes: la Comisión de la Energía de California concluye que los costes de capital para el cambio serán de 1.100 millones de dólares, sólo para las refinerías de California. Una consultora de Texas predijo costes nacionales de refino de 5.700 millones de dólares para cambiarse al etanol. También predicen la muerte de las pequeñas refinerías, la pérdida de enormes inversiones en MTBE (hechas por mandato gubernamental), precios más altos de la gasolina (las estimaciones van de 4 a 10 centavos más por galón) y peor calidad del aire por si fuera poco.

¿Pero qué pasa con los beneficios ecológicos de la prohibición del MTBE? Es tan obvio que haría falta ser una agencia pública para no darse cuenta de ellos. El MTBE no aparece solo en nuestra agua. Si el MTBE está en nuestra agua, ya sea filtrándose de tanques subterráneos o  de derrames, la gasolina está también en el agua. A pesar de los intentos de probar un fino posible enlace entre el MTBE y el cáncer ya sabemos que tener gasolina en tu agua potable es algo malo: no necesitamos ninguna comisión federal de expertos que nos lo diga. Por suerte, nadie soñaría con  prohibir la gasolina porque pueda contaminar accidentalmente los suministros de agua. (Al menos aún no).

La gasolina es tan vital para nuestra civilización en nuestro actual nivel tecnológico que cualquier problema que cree tiene que arreglarse, no resolverse a través de una prohibición general. Prohibir el MTBE no hará en nada más seguro tener gasolina en nuestra agua. Indudablemente, todos los afectados tratarán de hacer todo lo posible por evitar que haya gasolina en nuestra agua, y los responsables de cualquier contaminación de este tipo deberían limpiarla en un sistema adecuado de responsabilidades. (Esto no debería incluir tener que pagar millones en reclamaciones legales basadas en especulaciones y temores acerca de cánceres y enfermedades fantasmas, excitación de temores y en dar credibilidad a la decisión de la EPA). La prohibición del MTBE puede hacer aparecer al Gobernador Davis de California a la EPA como alerta y preocupados, pero no hace nada por hacer más seguro beber agua, resulte o no que el MTBE sea un riesgo serio para la salud humana.

La polémica del MTBE es un vívido ejemplo de dos problemas superpuestos de las regulaciones medioambientales del gobierno. Para empezar, el MTBE está en nuestra gasolina por las órdenes del gobierno de combustible oxigenado. Estas órdenes imponen costes universales (la gasolina oxigenada cuesta más y tiende a ser peor para los motores de los coches que la gasolina normal) para resolver lo que es realmente un problema particular.

El exceso de acción es la razón principal por la que tenemos MTBE. Y está en desaparición por otro problema de la política medioambiental del gobierno: una respuesta exagerada y excesiva a un riesgo posiblemente inexistente, apuntando a lo nuevo por ser nuevo. La gasolina casi nos parece ahora “natural”, estamos acostumbrados a ella; el MTBE es un “aditivo químico”, y por tanto fácil de demonizar.

Tanto la razón por la que tenemos MTBE como la razón por la que queremos librarnos de él nos muestran los riesgos muy reales de las políticas del gobierno que tratan de hacer demasiado con órdenes de mano dura y prohibiciones en lugar de dejar a las partes afectadas utilizar los mercados y a la ley de responsabilidad encontrar soluciones eficientes.

 

 

Brian Doherty es editor jefe de la revista Reason. También es autor de This is Burning Man (BenBella), Radicals for Capitalism (PublicAffairs) y Gun Control on Trial (Cato Institute).

Published Sat, Oct 16 2010 7:03 PM by euribe