John Locke frente a mercantilistas e inflacionistas

Por Murray N. Rothbard. (Publicado el 4 de noviembre de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4702.

[Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith]

 

Desde las primeras décadas del siglo XVII, los mercantilistas ingleses estaban amargados por la superior prosperidad y crecimiento económico del que disfrutaban los holandeses. Observando que el tipo de interés era más bajo en Holanda que en Inglaterra, determinaron que la causa de la superior prosperidad holandesa era el bajo tipo de interés de Holanda y que por tanto era tarea del gobierno inglés forzar a la baja el tipo máximo de interés hasta que éste fuera inferior al holandés.

El primer tratado mercantilista pidiendo la rebaja del tipo de interés fue el del caballero rural inglés Sir Thomas Culpeper, en su breve Tract Against the High Rate of Usury (1621). Culpeper declaraba que la prosperidad holandesa se debía a su bajo tipo de interés, que el alto tipo de interés inglés dificultaba el comercio y que por tanto el gobierno debería forzar a la baja los tipos máximos de interés para superar a los holandeses. El panfleto de Culpeper desempeñó un papel en la rebaja del Parlamento del tipo de usura máximo del 10% al 8%. El tratado de Culpeper fue reimpreso varias veces y el Parlamento a su vez empujó a la baja en años posteriores al 8% y luego al 6%.

Sin embargo cada vez aumentaba más la resistencia, especialmente al forzar repetidamente a la baja el gobierno el tipo máximo. Finalmente, en 1668, los mercantilistas intentaron conseguir su conquista más importante: rebajar el tipo de interés máximo del 6% al 4%, lo que supuestamente pondría los tipos de interés por debajo de los holandeses. Como propaganda de acompañamiento para esta propuesta, el hijo de Culpeper, Sir Thomas Culpeper, reimprimió en 1668 el tratado de su padre, junto con uno propio, cuyo título los dice todo: A Discourse showing the many Advantages which will accrue to this Kingdom by the Abatement of Usury together with the Absolute Necessity of Reducing Interest of Money to the lowest Rate it bears in other Countreys. [Discurso que demuestra las muchas ventajas que producirá a este reino a la reducción de la usura, junto con la absoluta necesidad de reducir el interés del dinero al tipo mínimo que haya en otros países].

El panfleto de Culpeper padre se publicó junto con la influyente contribución del ya eminente comerciante y hombres de negocios Josiah Child, en su primer panfleto, Brief Observations concerning trade, and interest of money. Child era un importante miembro del consejo de comercio del rey, establecido en 1688 para aconsejarle en asuntos económicos. Child consideraba el rebajar el tipo de interés máximo al 4% prácticamente como la panacea para todos los males económicos. Un tipo de interés menor reavivaría el comercio y aumentaría el precio de los terrenos; incluso curaría la ebriedad.

Cuando el comité de la Cámara de los Lores realizó reuniones sobre la propuesta de rebaja del interés durante 1668-69, decidió tomar testimonio a los miembros de consejo de comercio del rey, de los que Josiah Child era la figura principal. Pero otra importante figura era un miembro muy diferente del consejo de comercio y también miembro del comité de los Lores, el gran Lord Ashley, el nuevo y poderoso patrón de John Locke. Como liberal clásico, Ashley se oponía a la propuesta y a instancias suyas Locke escribió su primera obra sobre asuntos económicos, el influyente aunque aún no publicado manuscrito “Some of the Consequences that are like to follow upon Lessening of Interest to Four Percent” (1668). Locke dejaba claro en esta obra temprana su profundo conocimiento y completo compromiso con una economía de libre mercado, así como su posterior estructura de la teoría de los derechos de propiedad.

Locke demostraba inmediatamente su habilidad para polemizar: el ensayo era básicamente una crítica de la influyente obra de Child. Primero, Locke disecciona la retórica holística: por supuesto, apunta. El mercader que toma prestado estará encantado de pagar sólo un 4% de interés, pero esta ganancia del acreedor no es una ganancia para el bien nacional o general, pues el prestamista pierde la misma cantidad. No sólo una rebaja forzada del interés sería como mucho redistributiva, sino que, añadía Locke, la medida restringiría la oferta de ahorros y crédito, dejando por tanto en peor estado a la economía. Sería mejor, concluía, si el tipo legal de interés se estableciera el “tipo natural”, es decir, el tipo del libre mercado, “que la presente escasez [de fondos] hace natural”. En resumen, el mejor tipo de interés es el del libre mercado o tipo “natural” de interés, establecido por las obras del hombre libre bajo la ley natural, es decir, el tipo determinado por la oferta y demanda de préstamos de dinero en un momento dado.

Fueran o no Locke o Ashley decisivos, la Cámara de los Lores finalmente acabó con la propuesta del 4% en 1669. Tres años después, Ashley se convirtió en canciller del Tesoro como Conde de Shaftesbury y al año siguiente Locke se convirtió en secretario del consejo de comercio y plantaciones, que reemplazaba a antiguo consejo de comercio. Sin embargo, a finales de 1674, Shaftesbury fue despedido, el consejo de comercio y plantaciones disuelto y Locke siguió a su mentor a la oposición política, las intrigas revolucionarias y el exilio en Holanda.

John Locke volvió finalmente a Londres con la expulsión de los Estuardo y la Revolución de 1688, retornando en triunfo en el mismo barco que la Reina María. Locke volvió a Inglaterra para encontrar a la vieja Compañía de las Indias Orientales recurriendo a sus viejos trucos. Inglaterra sufría tiempos financieros difíciles, habiendo arruinado Carlos II el crédito público con su suspensión de pagos y la gente de las Indias Orientales había presentado de nuevo una propuesta en 1690 para la rebaja obligatoria del interés al 4%. Al mismo tiempo, Sir Josiah Child había vuelto a divulgar su panfleto en un Discurso acerca del comercio (1690), un libro anónimo reimpreso tres años después como A New Discourse of Trade, con el nombre de Child blasonando la portada. Fue el New Discourse que iba a causar una excesiva impresión en los pensadores del siglo XVIII. Además de los renovados argumentos por un tipo de interés rebajado, el Discurso y el New Discourse añadían más alabanzas para las Indias Orientales en el comercio y los monopolios.

En respuesta, el nuevo mentor político de John Locke, ahora que había muerto Shaftesbury, Sir John Somers, miembro del Parlamento, aparentemente pidió a Locke que ampliara su escrito de 1668 para refutar a Child y a otros defensores de la propuesta del 4%. Locke respondió al año siguiente con su libro ampliado, Some Considerations of the Consequences of the Lowering of Interest and Raising the Value of Money (1692) que devolvía al debate público los argumentos previamente inéditos de Locke. La obra de Locke pudo haber influido en que la propuesta del 4% fuera rechazada de nuevo en la Cámara de los Lores.

La última parte de las Considerations de Locke se dedicaba a la gran controversia de la reacuñación, a la que había venido recurriendo Inglaterra desde 1690. En ese año, la existencia de moneda básica de Inglaterra de monedas de plata se había deteriorado tanto, debido al desgaste y a los recortes en las monedas y el contraste de estas monedas inferiores “machacadas” con las nuevas, brillantes y completas, era tan grande que la Ley de Gresham empezó a operar intensamente. La gente un hacía circular las monedas desgastadas y atesoraba las mejores o si no aceptaba la moneda mala al peso inferior en lugar de a su valor facial. En 1690 las viejas monedas machacadas habían perdido aproximadamente un tercio de su valor comparadas con su valor facial.

Estaba cada vez más claro que la Ceca tenía que ofrecer una reacuñación a las nuevas monedas superiores. ¿Pero a qué precio? Los mercantilistas, que tendían a ser inflacionistas, clamaban por el envilecimiento, es decir, la reacuñación al peso inferior, devaluando la moneda de plata y aumentando la oferta de dinero. Entretanto, el problema monetario se agravó por una súbita inflación del crédito bancario creada por el nuevo Banco de Inglaterra, fundado en 1694 para aumentar la oferta monetaria y financiar el déficit del gobierno. Al llegar el problema de la acuñación a un punto crítico en ese mismo año, William Lowndes (1652–1724), secretario del tesoro y principal experto monetario del gobierno, emitió un “Informe sobre el Cambio de la Moneda de Plata” en 1695, pidiendo que se aceptara la devaluación existente y envilecer la acuñación en un 25%, aligerándole nombre de la divisa en un 25% menos de peso en plata.

En sus Considerations, Locke había denunciado el envilecimiento como engañoso e ilusorio: lo que determinaba el valor real de una moneda, declaraba, era la cantidad de plata en la moneda y no el nombre que le den las autoridades. El envilecimiento, advertía Locke en su magnífica explicación de la moneda fuerte, es ilusorio e inflacionista: si, por ejemplo, las monedas se devalúan en un veintavo “cuando la gente vaya al mercado a comprar cualquier otro producto con su nuevo pero más ligero dinero, encontrarán que 20 unidades de su nueva moneda no comprarán más de lo que compraban antes 19”. El envilecimiento simplemente diluye el valor real, el poder adquisitivo, de cada unidad de divisa.

Amenazado por el informe de Lowndes, el mentor de Locke, John Somers, que había sido nombrado Lord Custodio del Gran Sello en un nuevo gobierno whig en 1694, pidió a Locke que rebatiera la postura de Lowndes ante el Consejo Privado. Locke publicó su refutación más tarde en el año 1695, Further Considerations Concerning Raising the Value of Money. Esta publicación fue tan bien recibida que tuvo tres ediciones en un año. Locke apuntaba a la perfección a la supuesta función de la Ceca: mantener la moneda como simplemente una definición o estándar de peso de la plata; cualquier devaluación, cualquier cambio de estándar, sería tan arbitrario, fraudulento e injusto como el cambio del gobierno de la definición de un pie o una yarda.  Locke lo decía dramáticamente: “uno puede tan racionalmente pretender alargar el pie dividiéndolo en quince partes en lugar de en doce y llamarlas pulgadas”.

Además, el gobierno, el supuesto garante de los contratos, incumpliría sus contratos:

La razón por la que no debería de cambiarse es ésta: porque la autoridad pública es garantía de la realización de todos los contratos legales. Pero los hombres están absueltos de realizar sus contratos legales si se altera la cantidad de plata bajo las denominaciones establecidas y legales (…) aquí el terrateniente y el acreedor son ambos defraudados en el 20% de los que contrataron y es su derecho.

Uno de los opositores a Locke, tanto en la acuñación como en el interés, era el famoso constructor, magnate de los seguros de incendios y promotor de bancos inmobiliarios, Nicholas Barbon (1637-1698). Barbon, hijo del fanático predicador anabaptista londinense y comerciante de pieles y miembro del Parlamento Praisegod Barbon,[1] estudió medicina y se doctoró en Holanda, trasladándose a Londres y embarcándose en los negocios al principio de la década de 1660. El mismo año del Discourse About Trade de Child, Barbon, acabab de ser elegido al Parlamento, publico una obra con título similar, Discourse of Trade (1690), de nuevo dedicado a defender la propuesta del interés al 4% en el Parlamento. Deudor y promotor inveterado, por supuesto a Barbon le hubiera gustado bajar los costes de sus intereses.

En 1696 volvió a la carga con un amargo ataque a las Further Considerations de Locke sobre la acuñación. Argumentando contra la visión del dinero de Locke como producto, o “metalista”, Barbon, pidiendo la devaluación de la plata, contestaba con la visión nominalista y estatista de que el dinero no es un producto del mercado sino lo que el gobierno dice que es. Barbón escribía: “El dinero y no la plata es el instrumento y medida del comercio. Es el instrumento del comercio para la autoridad del gobierno donde se acuña”.[2]

Por fortuna, triunfó la opinión de Locke y se decidió y llevó a cabo la acuñación en 1696 siguiendo la línea de Locke: se preservó la integridad del peso de la denominación de la plata de la moneda. En el mismo año, Locke se convirtió en el comisario predominante del consejo de comercio nuevamente constituido. Locke fue nombrado por su defensor Sir John Somers, que se había convertido en primer ministro de 1697 a 1700. Cuando cayó el régimen de Somers en 1700, Lcoke fue expulsado del consejo de comercio, para retirarse hasta su muerte cuatro años más tarde. La reacuñación de Locke tuvo el auxilio de su amigo, el gran físico Sir Isaac Newton (1642-1727), quien, siendo aún profesor de matemáticas en Cambridge a partir de 1669, también se convirtió en encargado de la Ceca en 1696 y ascendió a maestro de la Ceca tres años más tarde, continuando en ese puesto hasta su muerte 1727. Newton estaba de acuerdo con las opiniones de Locke de moneda fuerte en la acuñación.

Barbon y Locke establecieron las líneas generales de dos tendencias opuestas en el pensamiento monetario del siglo XVIII: Locke, el escolástico protestante, estaba esencialmente por la tradición de moneda fuerte, metalista y antiinflacionista de los escolásticos; Barbon, por el contrario, ayudó a fijar el tono de los esquemas y proyectos inflacionistas del siguiente siglo.[3]

 

 

Murray N. Rothbard (1926-1995) fue decano de la Escuela Austriaca. Fue economista, historiador de la economía y filósofo político libertario.

Este artículo está extraído de Historia del pensamiento económico, vol. 1, El pensamiento económico hasta Adam Smith.


[1] En realidad, el nombre cristiano real de Praisegod era enormemente complicado, aunque más pío. Se llamaba “Unless-Jesus-Christ-Had-Died-For-Thee-Thou-Hadst-Been-Damned” [“Si-Jesucristo-no-hubiera-muerto-por-ti-estarías-condenado”] Barbon.

[2] En A Discourse Concerning Coining the New Money Lighter, In Answer to Mr. Lock's Considerations… (1696) de Barbon. Ver William Letwin, The Origins of Scientific Economics (Garden City, NY: Doubleday, 1965), nota 2, pp. 78-79.

[3] A pesar de la hostilidad al punto de vista de Locke entre los inflacionistas modernos e historiadores keynesianos, está claro por la narración de Letwin, ibíd., nota 2, pp. 69-70, 260-270, que no tuvo lugar la calamitosa contracción de precios que los inflacionistas habían esperado por la contracción monetaria de la reacuñación de Locke.

Sobre la opinión claramente influida por los escolásticos de Locke del precio justo como se expresa en su libro Vindicación (1695), ver Karen I. Vaughn, John Locke: Economist and Social Scientist (Chicago: University of Chicago Press, 1980), pp. 123-131.

Published Thu, Nov 4 2010 9:05 PM by euribe