Cerdos negros y libre empresa

Por Jeffrey A. Tucker. (Publicado el 20 de diciembre de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4909.

 

Recientemente he visto dos barrios con los céspedes destrozados.

El barrio en el oeste de Texas tenía la hierba destrozada a causa de la notable proliferación de este monstruoso cerdo negro. Nadie sabe con seguridad de dónde vino. Hay quien dice que entraron desde México. Otros dicen que son indígenas, pero que solo recientemente han dejado de estar bajo control. Nadie duda de que son un problema serio.

Un cerdo es del tamaño de una mesa grande. Viajan en grandes piaras. No solo destruyen céspedes en minutos: son también carnívoros, así que acorralan a cabras, gastos, perros y pollos y los devoran vivos. Son absolutamente terroríficos, peores incluso que el pecarí natural de esta área del estado.

No puedes matarlos con armas pequeñas como pistolas o rifles del 22. Esas balas simplemente rebotan en sus costados de una pulgada de gruesos. Necesitas un rifle para ciervos con alto poder penetrante. Una vez muertos, pueden hervirse y comerse, pero a la mayoría de la gente les disgustaría esa idea. Raramente ha habido un intruso tan odiado y temido. El método preferido es atraparlos en grandes jaulas y luego dispararles, destriparlos con sierras mecánicas y tirar los restos a la basura.

La libre empresa está ayudando en este proceso. Los fabricantes y distribuidores de trampas para cerdos empezaron hace dos años como una industria artesanal, pero han crecido para convertirse en importantes en el comercio de Texas. La libre empresa está arreglando el problema. Uno se maravilla de cómo funciona aquí, como en todas partes, el proceso del mercado. Hay una necesidad y se cubre, mucho antes de que el gobierno siquiera sea consciente del problema. Para mí es un misterio de dónde vienen estos fabricantes y distribuidores. Pero una cosa que enseña toda la historia humana es que las señales de beneficio funcionan: los emprendedores no estarán lejos.

Por otro lado, mi propio barrio está también festoneado de hierbas arrancadas y no a causa de los cerdos. Un nuevo proveedor de Internet en el pueblo, una empresa que está cableando toda la ciudad con cables de fibra óptica anticipándose a una ganancia masiva contra la competencia existente. La empresa llega con sus camiones, hace agujeros en las propiedades de la gente, pone los cables de una forma en que aparentemente solo se preocupan de la compañía, incluso si eso significa entrar y destruir propiedades privadas. La empresa nunca pidió permiso a los propietarios.

Igual que los cerdos negros de Texas, todo esto ha sacado a la gente a las calles agitando los puños y denunciando a la empresa por sus acciones destructivas sin indemnización. Está dando mala reputación a la libre empresa, pues la gente echa la culpa directamente a la compañía y se pregunta cómo este tipo de violación de la propiedad puede ser siquiera legal.

Resulta que es completamente legal. La compañía llegó a un acuerdo con el ayuntamiento y consiguió una muy codiciada “servidumbre de utilidad”, que le otorga el derecho legal a la compañía de cavar en propiedad privada hasta una cierta cantidad y bajo ciertas condiciones. El propio ayuntamiento tiene este derecho por sus privilegios de dominio eminente, lo que es una forma elegante de decir que el estado tiene los derechos primarios de propiedad sobre toda la propiedad privada: tienes lo que tienes porque lo otorga el estado y el estado puede tomarlo cuando quiera.

Legal o no, es un comportamiento casi animal. Una cosa es que lo hagan los cerdos salvajes. Podemos atraparlos y matarlos tratando de defender nuestros derechos contra la brutalidad de la naturaleza. Pero cuando formas idénticas de destrucción son patrocinadas por el estado, estamos hablando de una forma de brutalidad que es puramente humana.

Ahora bien, ustedes podrían decir que este poder es necesario porque si la compañía tratara de comprar los derechos, habría resistentes que pedirían tarifas exorbitantes. Este escenario me parece como un escenario que inventan los economistas para demostrar el fracaso del mercado. El mundo real tiene muchas soluciones, incluyendo la privacidad en la realización de contratos y la oferta de ventajas especiales a propietarios como servicios gratis temporalmente o tal vez distintas tecnologías que no invadan el terreno de la gente. Cuando hay voluntad, hay una solución de mercado.

Tal y como están las cosas, el ayuntamiento ha otorgado a esta compañía de Internet una subvención corporativa masiva que parece intuitivamente a la mayoría de la gente como algo injusto y corrupto. Es un ejemplo de la mezcla de sectores públicos y privados, muy en la misma línea que los rescates de 2008 y posteriores.

Este tipo de asuntos nos obligan a un largo camino para explicar cómo la gente va contra la libre empresa, a pesar de la realidad de que el propio mercado es la fuente de todo nuestro bienestar material. Explica cómo la gente ve a la empresa privada como fuente de corrupción y saqueadora de la sociedad. Por esta razón, el mayor coste de la colusión pública-privada es ideológico.

Las fuerzas que nos salvan de la destrucción producida por los cerdos pueden, bajo condiciones legales incorrectas, comportarse igual que dichos cerdos, y cuando lo hacen, no pueden sorprenderse cuando la opinión pública quiere atraparlas, matarlas y comérselas en la cena.

 

 

Jeffrey Tucker es editor de Mises.org y autor de Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo.

Published Tue, Dec 21 2010 9:02 PM by euribe