Nuestros intereses y sus intereses

Por Murray N. Rothbard. (Publicado el 8 de febrero de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5024.

[Extraído del prólogo de Rothbard de 1978 a The Clash of Group Interests and Other Essays, de Ludwig von Mises]

 

En el siglo XX, los defensores de la economía de libre mercado casi invariablemente echan la culpa de la intervención pública solamente a ideas erróneas (esto es, a ideas incorrectas acerca de qué políticas mejorarán la riqueza pública. Para la mayoría de estos escritores, un concepto como “clase dirigente” suena a imposiblemente marxista. En resumen, lo que están diciendo realmente es que no hay conflictos irreconciliables de clase o intereses de grupo en la historia humana, que los intereses de todos son siempre compatibles y que por tanto cualquier enfrentamiento político solo puede derivar de un mal entendimiento del interés común.

En “The Clash of Group Interests” Ludwig von Mises, el máximo defensor del libre mercado en este siglo, evita la ingenua trampa en la que entran muchos de sus colegas. En su lugar, Mises aporta una teoría altamente elaborada y libertaria de las clases y del conflicto de clases distinguiendo claramente el libre mercado y la intervención del gobierno.

Es verdad que en el libre mercado no hay enfrentamientos de clase o intereses de grupo: todos los participantes se benefician del mercado y por tanto todos sus intereses están en armonía.

Pero las cosas cambian drásticamente, apunta Mises, cuando nos ocupamos de la intervención del gobierno. Pues esa misma intervención crea necesariamente un conflicto entre aquella clase de gente que se ve beneficiada o privilegiada por el Estado y quienes se ven gravados por él. A estas clases en conflicto creadas por la intervención del Estado las llama Mises castas. Como dice Mises:

Así que allí prevalece una solidaridad de intereses entre todos los miembros de la casta y un conflicto de intereses entre las distintas castas. Cada casta privilegiada busca obtener nuevos privilegios y la preservación de los viejos. Cada casta perjudicada pide la abolición de sus descalificaciones. Dentro de una sociedad de castas hay un antagonismo irreconciliable entre los intereses de las distintas castas.

En este profundo análisis, Mises evoca la original teoría libertaria del análisis de clase, originada por Charles Comte y Charles Dunoyer, líderes del liberalismo francés de laissez faire a principios del siglo XIX.

Pero Mises tiene un problema grave: como utilitarista, en realidad como alguien que iguala utilitarismo con economía y con libre mercado, tiene que ser capaz de convencer a todos, incluso a quienes él concede que son las castas gobernantes, de que les beneficiaría un libre mercado y una sociedad libre y que ellos también deberían impulsar este fin. Intenta hacer esto estableciendo una dicotomía entre intereses “a corto plazo” y “a largo plazo”, llamando a estos últimos los intereses “correctamente entendidos”. Incluso los beneficiarios del estatismo a corto plazo, afirma Mises, perderán a largo plazo. Como explica Mises:

A corto plazo, un individuo o grupo puede beneficiarse al violar los intereses de otros grupos o individuos. Pero a largo plazo, al permitir esas acciones, dañan sus propios intereses no menos que la gente a la que han perjudicado. El sacrificio que realiza un hombre o grupo al renunciar a algunas ganancias a corto plazo, por si acaso pone en peligro el funcionamiento pacífico del aparto de cooperación social, es meramente temporal. Supone un abandono de un pequeño beneficio inmediato en aras de ventajas incomparablemente mayores a largo plazo.

Aquí el gran problema es por qué debería la gente siempre considerar sus intereses a largo plazo y no a corto. ¿Por qué es el largo plazo lo “bien entendido”? Ludwig von Mises, más que cualquier economista de su tiempo, ha aportado a la disciplina la comprensión de la gran y persistente importancia de la preferencia temporal en la acción humana: la preferencia de alcanzar una satisfacción concreta ahora que luego. En resumen, todos prefieren el corto plazo al largo, algunos en grados distintos que otros.

¿Cómo puede Mises, como utilitarista, decir que una preferencia temporal menor para el presente es “mejor” que una mayor? En resumen, es necesaria alguna doctrina moral más allá del utilitarismo para afirmar que la gente debería priorizar sus intereses a largo plazo frente al corto. Esta consideración se convierte en aún más importante cuando consideramos esos casos en que la intervención del gobierno otorga grandes ganancias, no “pequeñas”, a los privilegiados y cuando la retribución no llega en un plazo muy largo, de forma que lo “temporal” en la cita anterior es realmente mucho tiempo.

Mises, en “The Clash of Group Interests”, intenta desestimar la guerra entre naciones y nacionalismos como insensata, al menos a largo plazo. Pero no capta el problema de las fronteras nacionales: como la esencia del Estado-nación es que tiene un monopolio de la fuerza en un área territorial concreta, hay inevitablemente un conflicto de intereses entre los estados y sus gobernantes acerca del tamaño de sus territorios, el tamaño de las areas sobre las que se ejercita su dominio.

Mientras que en el libre mercado, la ganancia de cada hombre es ganancia de otro hombre, una ganancia de territorio de un Estado es necesariamente la pérdida de otro Estado y por tanto los conflictos de intereses sobre fronteras son irreconciliables, incluso aunque sean menos importantes cuanto menor sea la intervención del gobierno en la sociedad.

La notable teoría de clases de Mises ha sido curiosamente olvidada por la mayoría de sus seguidores. Al devolverle su importancia, tenemos que abandonar la confortable opinión de que todos nosotros, tanto nosotros como nuestros privilegiados gobernantes, estamos en una continua armonía de intereses. Corrigiendo la teoría de Mises para tener en cuenta la preferencia temporal y otros problemas en análisis de lo “entendido correctamente”, concluimos con la aún menos confortable opinión de que los intereses de los privilegiados por el Estad y el resto de la sociedad están en desacuerdo, y además de que solo los principios morales más allá del utilitarismo pueden en definitiva resolver las disputas entre ellos.

 

 

Murray N. Rothbard (1926-1995) fue decano de la Escuela Austriaca. Fue economista, historiador de la economía y filósofo político libertario.

Este artículo está extraído del prólogo de Rothbard de 1978 a The Clash of Group Interests and Other Essays, de Ludwig von Mises (reimpreso por el Instituto Ludwig von Mises en 2011).

Published Mon, Feb 14 2011 4:54 PM by euribe