La burbuja educativa está lista para la revuelta

Por Joshua Fulton. (Publicado el 15 de febrero de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5045.

 

¿Le gustaría que su educación universitaria fuera gratuita? Seguro, ¿a quién no? Bueno, la gente de Túnez y Egipto está aprendiendo que siempre que el gobierno suministra algo, nunca es realmente “gratis”.

En Túnez está garantizada la educación universitaria “gratuita” a cualquiera que apruebe los exámenes del gobierno al acabar el bachillerato. En buena medida como consecuencia de esto, el número de tunecinos que se licenciaron en la universidad se multiplicó por más de tres en los últimos diez años. Esto puede sonar como algo bueno, pero ha producido un exceso de licenciados.

El 57% de los jóvenes tunecinos que entran en el mercado laboral tienen formación universitaria. En comparación solo el 30% de los estadounidenses tienen una licenciatura universitaria cuando tienen 27 años. Los recientes graduados universitarios tunecinos tienen un índice de desempleo aproximadamente tres veces mayor que la media nacional del 15%. Se ha multiplicado por nueve desde 1994.

La razón para esto no es necesariamente porque tener una educación universitaria dificulte a la gente obtener un trabajo, sino porque están entrando en el mercado laboral en un momento en que hay pocos empleos.

Adicionalmente, el dominio del gobierno sobre el sistema educativo desalienta el crecimiento económico. El Ministro de Educación tunecino decide cuántos estudiantes superiores tendrán. A los estudiantes no se les permite cambiar de carrera durante sus estudios. Este control reduce el tipo de conocimiento necesario para crear empresas de éxito.

El sistema educativo tunecino es además enormemente caro. Del PIB de Túnez, el 7,2% se gasta en educación, más que el cualquier país europeo o norteamericano aparte de Dinamarca e Islandia, que también gasta el 7,2% de su PIB en educación. Sin embargo los resultados educativos de Túnez parecen ser horribles. Un informe de la UNESCO de 2002 pone su índice de graduación en alrededor del 30%.

Tener un gran número de jóvenes desempleados puede ser peligroso. Como señala el sociólogo Jack A. Goldstone, de la Universidad George Mason: “La juventud educada ha estado en la vanguardia de las rebeliones contra la autoridad sin duda desde la Revolución Francesa y en algunos casos incluso antes”.

De hecho, las manifestaciones tunecinas empezaron después de que un recién licenciado se suicidó porque las autoridades gubernativas confiscaron su puesto de fruta cuando descubrieron que no tenía un permiso “oficial”. La BBC informó de la que la mayoría de los primeros manifestantes eran licenciados recientes en paro.

Igual que en Túnez, Egipto tiene asimismo un problema de desempleo juvenil masivo. De forma poco sorprendente, también tiene un sistema de educación universitaria “gratuito”.

En Egipto, la matriculación en educación terciaria aumentó del 14% en 1990 a aproximadamente el 35% en 2005. Aún así, esto no ha mejorado la tasa de paro entre licenciados recientes. La tasa de desempleo nacional egipcia es del 9,4%, comparable a la de Estados Unidos, pero para la gente en edades en 15 y 29 años es del 87,2%. Los licenciados universitarios, en buena parte por su edad, tienen una tasa de desempleo diez veces mayor que la de aquéllos que no acudieron a la universidad.

El gobierno egipcio también controla rígidamente el sistema educativo, igual que en Túnez. Un comité descentralizado del gobierno controla las decisiones relativas a currículum, desarrollo de programas y despliegue de facultades y personal para instituciones de educación superior en todo el país. Las universidades privadas no se legalizaron hasta 1992 y la matriculación es muy escasa.

En Egipto, los gastos educativos fueron del 3,7% del PIB en 2007. Para la mayoría el sistema educativo de Egipto está mal financiado. Sus estándares educativos fueron calificados de “abismales” por The Economist. Menos de la mitad de todos los estudiantes se gradúan y muchas universidades se consideran como fábricas de diplomas.

Aunque el gobierno egipcio puede haber evitado algunos de los costes de la educación superior “gratuita” en los que ha incurrido el gobierno tunecino, no ha evitado los costes sociales.

En Estados Unidos podríamos no estar tan lejos de los problemas de Túnez y Egipto de lo que algunos pueden estar inclinados a pensar.

Desde 1997 a 2007, la matriculación a tiempo completo de educación terciaria en EEUU aumentó un 34%. Los estudiantes universitarios se gradúan con una deuda media de 24.000$, un 40% de aumento real desde 1997. En 2008, solo el 57% de de los estudiantes matriculados en carreras de cuatro años se licenciaban en un plazo de seis años. El desempleo para la gente entre 16 y 24 años es del 52%. Los subempleados como grupo pueden ser tantos como los desempleados en Estados Unidos. Por ejemplo, en 1970 solo un 3% de los carteros tenían un titulo universitario, mientras que hoy el número es del 12%.

Aunque puede que nuestro caso no sea tan extremo como el de Túnez o Egipto, vamos en la misma dirección. E igual que en Túnez y Egipto, nuestra burbuja educativa está alimentada por la política gubernamental.

Las leyes de acreditación del gobierno mantienen fuera del mercado a las potenciales instituciones de educación superior, lo que permite a las instituciones ya en el mercado aumentar sus precios. Las instituciones de acreditación también pueden obligar a las instituciones de educación superior a realizar cambios que aumentan los costes. Por ejemplo, la Asociación de Abogados Americanos obligó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Colorado a aumentar el número de enchufes eléctricos en la biblioteca y a construir un juzgado simulado, lo que la universidad afirma que le ha obligado a aumentar la matrícula.

La ayuda del gobierno también contribuye a que las instituciones de educación superior inflen los precios. Por ejemplo, aunque los costes de la educación superior en dólares reales aumentaron un 68% entre 1986 y 2006, cuando se cuenta el aumento de la ayuda del gobierno para el coste real para el estudiante  aumento en solo un 29%. El techo de cuánto pueden pagar los estudiantes se aumenta artificialmente, permitiendo a las universidades cobrar más.

Asimismo si un estudiante deja de pagar un préstamo respaldado por el gobierno, lo que es con mucho el tipo de préstamo más común, el prestamista no soporta la pérdida, lo hace el gobierno. Esto anima evidentemente a los prestamistas a conceder préstamos más liberalmente que en otro caso. Se han socializado pérdidas enormes. Hay actualmente 730.000 millones de dólares en deudas pendientes de préstamos a estudiantes y la abrumadora mayoría de las pérdidas recaerán sobre el gobierno si no se pagan. Solo el 40% de toda la deuda de los estudiantes se está abonando activamente.

Hay más causas para las revoluciones en Túnez y Egipto que solo la burbuja de la educación superior, pero no puede ignorarse el efecto que ésta ha tenido. Podríamos estar acercándonos peligrosamente al punto en que toda la gente de nuestro país tenga que aprender, de una u otra forma, que nada de lo que ofrece el gobierno es gratis.

 

 

Joshua Fulton está actualmente preparando su MFA en escritura creativa en la UNC, Wilmington, donde es asimismo profesor ayudante. Ha publicado en Liberty, The North American Review, USA Today.com, NPR.com y otros lugares. Es fundador de UNC, Wilmington Libertarians y candidato al ayuntamiento de Wilmington, NC. Vea su sitio web.

Published Wed, Feb 16 2011 6:53 PM by euribe