Una historia de amor bolchevique

Por Christopher Westley. (Publicado el 30 de marzo de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5128.

[Politics, Murder, and Love in Stalin's Kremlin: The Story of Nikolai Bukharin and Anna Larina • Paul R. Gregory • Hoover Press, 2010 • 196 páginas]

 

Un hombre y una mujer que se conocen desde hace más de veinte años se dan cuenta de que están enamorados. Se casan y tienen pronto un hijo. Poco después, el hombre es arrestado por traición basándose en pruebas falsas. Va a la cárcel, soporta un juicio público y es ejecutado sumariamente.

La mujer es también arrestada bajo la acusación de ser también conspiradora. Va a la cárcel y el exilio, es separada de su hijo, que crece en orfanatos. Éste no ve a su madre, Anna Larina, hasta que la busca casi dos décadas después.

El marido y padre es Nikolái Bujarin, a quien Lenin llamó el “chico de oro” de la Revolución Rusa de 1917. Uno de sus principales intelectuales y propagandistas, Bujarin, que ocupó muchos puestos importantes en la Rusia soviética en las décadas de 1920 y 1930, incluyendo servicios como miembro del Politburó y del Comité Central, presidente de la Comintern y director de Pravda, Izvestia y la Gran Enciclopedia Soviética. Tras la muerte de Lenin en 1924, cuando la Unión Soviética no tenía siquiera dos años, el popular Bujarin estaba entre un pequeño grupo de hombres que se consideraban posibles sucesores de Lenin.

Pero no iba a serlo, debido al nombramiento de Stalin como secretario general del Comité Central en 1922, un puesto que utilizó para consolidarse en el poder, nombrar a leales para puestos importantes y eliminar a los rivales políticos. Para León Trotsky esta eliminación llegaría en forma de piolet en la cabeza en su casa de Coyoacán, México. Para Bujarin y muchos otros, significaría ser fusilados en la prisión del Ministerio Popular de Asuntos Interiores en Moscú. Ése fue el final de muchos que fueron considerados enemigos del estado soviético en un tiempo en que el estado era Stalin.

Fue un tiempo espantoso que los estadounidenses modernos generalmente (¿y voluntariamente) ignoran, durante el cual Bujarin fue sencillamente uno de los millones, principalmente campesinos, que morirían en un reino de terror orquestado para asegurar la máxima obediencia a un dictador absoluto e inestable. También funcionó bastante bien, ya que el dictador permaneció en el poder hasta su muerte en 1953. La mayoría de estos millones tenían historias desconocidas por su propio número. Por suerte para los lectores de hoy, la historia de Bujarin la cuenta de forma conmovedora el distinguido economista y historiador económico Paul R. Gregory en Politics, Murder, and Love in Stalin's Kremlin, una de las más inteligentes obras de historia económica nunca escritas.

Es inteligente porque Gregory, el autor de varios libros importantes, incluyendo The Political Economy of Stalinism y Lenin's Brain, arma esta historia para llegar a las masas. Adop`tando la práctica de muchos de los novelistas populares de hoy en día, Gregory nos cuenta la historia de la vida, el amor y la muerte de Bujarin y Larina en capítulos cortos (de no más de dos páginas), resultando una experiencia lectora dinámica. Aunque el resultado no es exactamente similar a la obra del novelista romántico superventas Nicholas Sparks, se acerca a él y este formato gustará a los lectores de Sparks, que terminarán Politics, Murder, and Love con el beneficio añadido de haber aprendido algo sobre Stalin, la historia soviética y los estados-nación en general.

En el proceso conocerán, de una forma muy indirecta, la atípica relación entre Bujarin y Larina. También conocerán los dos tipos de socialismo que identifican a los socialistas de hoy: comparando el rudo modo de Stalin con el que parece más humano de Bujarin (y luego de Jruschev). Esta comparación de posturas se destaca en Politics, Murder, and Love en capítulos detallando el deseo de Stalin de forzar la industrialización de los campesinos que ocupaban este enorme país agrario y la oposición pública de Bujarin y su reclamación de permitir a los campesinos más autonomía. Aunque la versión de Bujarin habría fracasado igual que lo hizo la de Stalin (como cualquier sistema económico que suprima la propiedad privada y los precios de mercado) muchos socialistas hoy creen que Bujarin tenía la idea correcta.

Los lectores también conocerán las acusaciones que sufrió Bujarin de actividades “contrarrevolucionarias y derechistas” dirigidas a desbancar a Stalin como cabeza del estado soviético y cómo Stalin prolongó pacientemente el proceso judicial durante varios años, para maximizar la agonía personal de Bujarin y sus allegados. Paradójicamente, Bujarin mantuvo su fe en la corrección del sistema que acabaría matándole y en que Stalin (a quien escribía castas afectuosas desde la prisión) intervendría y acabaría con esa injusticia.

Incluso al final, Bujarin pensaba que la Unión Soviética se corregiría después de Stalin, a quien consideraba una figura de transición, reflejando la suposición, hoy escuchada a menudo, de que el estado puede ser una fuerza benefactora si la gente correcta está a cargo de éste.

Son solo algunos de los temas e historias que experimentarán los lectores como telón de una historia de amor destinada a acabar en tragedia. Realmente no termina hasta la muerte de Larina en 1996, con 82 años. Pero cuatro años antes, un investigador anónimo en los archivos soviéticos le mandó lo que llama Gregory “un envío especial (tardío)”: una última carta que le enviaba Bujarin en vísperas de su ejecución. Había estado archivada durante décadas, perdida en las entrañas de la burocracia soviética. Se dirige a “Querida dulce Annushka, mi amor” y en ella Bujarin tratan de dar ánimos a Larina diciendo:

No sientas rencor por nada. Recuerda, la gran causa de la Unión Soviética sigue viva y esto es lo más importante. Los destinos personales son transitorios y desdichados en comparación. Te espera una dura prueba [en el Gulag]. Te ruego, mi amor, que reúnas toda tu fortaleza, aprietes todos los cordones de tu corazón, pero no permitas que se rompan.

Así que los socialistas también tienen sentimientos, incluso cuando los sistemas de coerción y coacción que ayudaron a construir se vuelven en venganza contra ellos. Escribir este libro no era un proyecto fácil, ya que tanto la historia económica como la soviética pueden ser áridas y pesadas. El que Gregory convierta a ambos tipo de historia en una narración apasionante es un logro tremendo.

 

 

Christopher Westley es investigador adjunto en el Instituto Mises. Enseña en la Escuela de Comercio y Administración de Empresas en la Universidad Estatal de Jacksonville.

Published Wed, Mar 30 2011 7:02 PM by euribe