¿Fue el TARP bueno para los contribuyentes?

Por Robert P. Murphy. (Publicado el 7 de octubre de 2010)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4762.

 

El domingo expiró oficialmente el Programa de Rescate de Activos Problemáticos (TARP, Troubled Asset Relief Program), aunque sus “programas heredados” podrían continuar durante años. Últimamente ha habido una creciente campaña para promocionar el éxito del TARP, el extremadamente polémico plan de Henry Paulson de utilizar (en principio) 700.000 millones de dólares de los contribuyentes para salvar el sistema financiero. A pesar de ese coro de alabanzas, el rescate del TARP fue una idea terrible que costará a los contribuyentes tanto directa como indirectamente a través de sus incentivos perversos.

La política del TARP

Probablemente más que cualquier otra cosa, la consideración del TARP por los expertos ha sido extremadamente política. Hubo muchos analistas de derechas que estuvieron a favor del rescate cuando el Secretario del Tesoro de Bush, Hank Paulson lo propuso en septiembre de 2008 y aún así se convirtieron misteriosamente en los más feroces críticos de TARP después de que Obama estuviera en la Casa Blanca. (Glenn Beck es el ejemplo más evidente, pero hubo otros).

Por otro lado, no puedo sino pensar que al menos algunos de los analistas de izquierdas que están actualmente cantando las alabanzas del TARP estarían cantando otra canción si John McCain hubiera ganado las elecciones. No podemos saber que habría ocurrido en ese pasado alternativo, pero adivino que muchos de estos bloggers progresistas habrían denostado los rescates republicanos a sus banqueros amigos. (Para ser justos, Matt Yglesias y Paul Krugman han sido coherentes: ¡estaban a favor del TARP, sin tapujos, desde el principio!)

Digan lo que digan acerca de los libertarios austriacos, somos un grupo bastante coherente, que acumula menosprecio respecto de las expansiones masivas del poder público (ya sea en las áreas económicas, sociales o militares) independientemente del partido en el poder. Por ejemplo, en estas mismas páginas describí el TARP hace tiempo como “El gran robo del banco de 2008”.

¿Ganaron dinero los contribuyentes con el TARP?

A mediados de septiembre, Matt Yglesias resumía perfectamente el veredicto que había cristalizado entre los intervencionistas en la blogosfera respecto del TARP:

Más líderes de opinión tienen realmente una obligación de apuntar que el TARP, el Programa de Rescate de Activos Problemáticos, parece listo para pasar a la historia como una de las iniciativas políticas más injustamente difamadas de todos los tiempos. El gobierno uso cientos de miles de millones de dólares, se los dieron a los banqueros y a cambio todo lo que obtuvimos es fueron estos magros 7.000 millones de dólares en beneficios. Lo que equivale a decir que incluso si el TARP no tuvo ningún impacto positivo en la economía, tuvo un coste negativo para los contribuyentes. ¿De cuántos programas podemos decir esto? ¿Y cuántos de ellos son tóxicamente impopulares?

Aquí lo interesante es que si seguimos el enlace que ofrece el propio Yglesias, nos lleva a un artículo de CNN Money del pasado marzo con el título “El precio del rescate del TARP: 109.000 millones de dólares”. Aunque los economistas austriacos sean conocidos por evitar las matemáticas complejas, incluso nosotros podemos decir que 109.000 millones de dólares son más que 7.000 millones de dólares negativos.

Si escarbamos en el artículo, vemos de dónde proviene la afirmación de Yglesias de que el TARP “tuvo un coste negativo para los contribuyentes”:

El rescate sin precedentes del gobierno de 700.000 millones de dólares costará realmente a los contribuyentes solo un 16% de ese total, de acuerdo con un informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso [CBO, por sus siglas en inglés] publicado el miércoles.

Las pérdidas del Tesoro en el Programa de Rescate de Activos Problemáticos (TARP) totalizarán 109.000 millones de dólares a lo largo de toda la vida del programa, muestran las últimas estimaciones de la CBO [realizadas en marzo de 2010]. (…)

Los dos grandes receptores de dinero del TARP son AIG y el sector automovilístico.

AIG obtuvo dinero del TARP de dos maneras: l gobierno compró 40.000 millones de dólares en acciones preferentes y creó una línea de crédito de 30.000 millones para la compañía. La CBO estimaba previamente que el rescate de AIG costaría al gobierno 9.000 millones, pero AIG no ha pagado al Tesoro el dividendo trimestral que le debe. La frágil posición financiera de AIG impulsó a la CBO a aumentar su proyección de pérdidas a 36.000 millones, más de la mitad de coste del rescate de AIG.

Otras pérdidas importantes (un total de 34.000 millones de dólares) vendrán de la ayuda del TARP al sector automovilístico, dijo la CBO. El gobierno comprometió 85.000 millones de dólares en rescatar a los fabricantes de automóviles.

Por el contrario, la altamente impopular infusión de capital para bancos en realidad hará ganar al gobierno 7.000 millones de dólares, espera la CBO, incluso incluyendo una pérdida de 2.000 millones en CIT Group (…) que se declaró en quiebra, y el Pacific Coast National Bancorp, del que se apropió la FDIC.

Entonces, que quede claro: Cuando los defensores dicen que el TARP “hizo ganar dinero” se refieren únicamente a la infusión de fondos en los bancos. Los contribuyentes siguen habiendo perdido dinero en todo el negocio, porque las ligeras ganancias sobre las inversiones bancarias se ven empequeñecidas por las inyecciones en AIG y el sector automovilístico.

Pero incluso si nos centramos en las infusiones de capital en los bancos, es difícil ver que el Tesoro haya hecho una buena inversión u obtenido ganancias netas del dinero de los contribuyentes.

En primer lugar, el plan TARP se reconfiguró casi en el momento en que Paulson obtuvo su autorización. Se presentó originalmente como un plan para comprar activos problemáticos (de ahí el nombre del plan). Después de que Paulson obtuvo su pago del rescate de 700.000 millones de dólares, decidió en su lugar no utilizar el dinero para comprar títulos con garantía hipotecaria, sino para adquirir propiedad pública parcial de los grandes bancos.

Es importante apuntar que al menos algunas de estas inyecciones de capital eran ofertas que los ejecutivos no podían rechazar. Nunca sabremos exactamente qué pasó en esa sala, pero para probable que los bancos más fuertes (que habrían parecido relativamente saneados a los mercados si hubieran tenido la opción de rechazar un rescate de los contribuyentes) se vieron forzados a aceptar paquetes por parte del Secretario del Tesoro.

Es una diferencia importante. Cuando el TARP se implementó por primera vez, los economistas librecambistas se estaban preguntando: “Si estas compras de acciones preferentes de bancos son una inversión tan buena, ¿por qué no está poniendo el dinero la gente del sector privado?” Aún así puede que los inversores privados no hubieran tenido la opción de adquirir algunos de los derechos que Paulson fue capaz de mediar desde su privilegiada posición.

Otro punto importante es el riesgo que implica. Solo porque una inversión merezca la pena en retrospectiva, no significa que fuera una buena idea desde el principio. Por ejemplo, si el Tesoro de Estados Unidos ofrece avales a préstamos a un débil gobierno del tercer mundo con el fin de inducir a los bancos a aceptar sus bonos, puede resultar que no “cueste” nada a los contribuyentes. Pero sería erróneo decir que esa garantía de préstamos haya sido realmente “sin coste”, porque en caso de impago, los contribuyentes se habrían visto atrapados.

Para el TARP vale un análisis similar. Al menos los bancos en peor estado, recibieron condiciones generosas del Tesoro. En otras palabras, el Tesoro inyectó capital en estos bancos con un riesgo superior al que hubieran tolerado los inversores privados. El mero hecho de que esta apuesta no les explotara en la cara no prueba que fuera una buena idea.

El papel de la Fed

El papel de la reserva Federal es incluso más importante que los puntos anteriores, Bajo el liderazgo de Ben Bernanke y en coordinación con el entonces Presidente de la Fed de Nueva York, Timothy Geithner, la Fed expandió su balance en más de un billón de dólares a finales de 2008, auxiliando a los bancos con sus malos activos a través de diversas compras y otros acuerdos en términos que ningún fondo de inversión privado habría ofrecido:

Figure 1

Balance de la Reserva Federal (fuente)

Así que aunque puede que el Tesoro haya “hecho dinero” en cierta categoría de inversiones del TARP, difícilmente puede ser bueno para el contribuyente, porque algunos (posiblemente todos) los grandes bancos se vieron apoyados por la creación de dinero de la Fed. Si esto es un éxito, eliminemos al intermediario. La Fed puede sencillamente imprimir 10.000$ en billetes nuevos y enviarlos a cada contribuyente. ¡Guau! Todos ganaríamos 10.000$ en ese negocio, después de restar el coste de correos.

Dean Baker, un economista keynesiano que sin embargo puede ver cuando hay gato encerrado, no podía creer que el New York Times no pudiera encontrar ningún crítico al TARP es su editorial de felicitación. Baker explicaba:

[Si el NYT hubiera encontrado algunos críticos] y hablado con ellos sobre su artículo del final del TARP, probablemente éstos  habrían dicho al NYT que el TARP mantuvo a Wall Street tal y como la conocemos. Si se hubiera dejado al mercado que usara su magia, Citigroup, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Bank of America y muchas otras grandes instituciones habrían ido a la quiebra. Esto habría redistribuido más de un billón de dólares de riqueza de los accionistas, los acreedores y los altos ejecutivos al resto del país.

Pero al ofrecerles préstamos a tipos de interés por debajo del mercado, el TARP y los muchos mayores rescates de la Fed y la FDIC permitieron a los bancos sobrevivir a la crisis creada por su propia imprudencia. Fue como regalar comida durante una hambruna. Los bancos han devuelto la comida con intereses ahora que ha llegado la cosecha, pero pretender que no les hicimos un favor enorme con un coste enorme para los contribuyentes (podríamos haber rescatado a otros con estos préstamos) es absurdo.

Finalmente, incluso si dejamos aparte todas las complicaciones anteriores y concedemos que las inyecciones del TARP en los bancos “hicieron dinero”, éste fue para los políticos, no para los contribuyentes. Sin duda no recuerdo haber recibido y cheque de dividendo en el correo por mi parte del beneficio de los 7.000 millones de dólares en beneficios que proclamaba Yglesias.

Es notablemente difícil determinar los flujos de dinero en Washington. Pero aún tienen que convencerme de que el gobierno simplemente no gastará los beneficios en otras cosas.

¿Previno el TARP otra depresión?

Un punto crucial en la defensa del TARP es que, sin él, habríamos caído en otra depresión. Por ejemplo, Simon Johnson escribía la pasada semana:

A la gente que se opone a los rescates de cualquier tipo le gusta argumentar que el TARP no era realmente necesario. Podría haberse dejado caer a los bancos y la caída económica en todo el mundo no habría sido tan dramática.

Por supuesto, esa fue la opinión de los políticos de 1929-31, tras el Gran Crash. Los jefes de la reserva Federal y el Tesoro argumentaban que Estados Unidos había experimentado una manía financiera (es es real), de que hacía mucho que hacía falta una caída en los precios de los activos (muy probablemente, al menos en las acciones) y que la postura correcta era aparatarse y, en inolvidables palabras del Secretario del tesoro Andrew Mellon. Dejar que el sector privado “liquidara el trabajo, liquidara las existencias, liquidara la granjas, liquidara los inmuebles”.

El resultado fue la Gran Depresión. Ningún político responsable querría volver a correr ese riesgo.

Hay tantos errores en la cita anterior que haría falta un libro completo para contar las cosas correctamente. Por ahora, déjenme mencionar dos cosas: Primero, la única fuente que tenemos de esa tristemente famosa cita de Mellon son las memorias de Herbert Hoover y al indicar la postura de Mellon lo hace para declarar después que Hoover no escuchó el consejo de Mellon. No hay ninguna ambigüedad: Hoover repudia el plan liquidacionista en sus memorias inmediatamente después de que se propone.

Segundo, no tenemos que confiar en las memorias de Hoover para saber que no era un liquidacionista. Por tomar un solo ejemplo, podemos mirar en Wiki pedia para conocer que la Reconstruction Finance Corporation se estableció durante la administración Hoover en 1932 y “dio 2.000 millones de dólares en ayuda a gobiernos estatales y locales y dio préstamos a bancos, ferrocarriles, asociaciones hipotecarias rurales y otros negocios”. Luego el artículo añade: “Los préstamos se devolvieron casi en su totalidad”. Ven, ¡a los contribuyentes les fue bien como a bandidos también en la década de 1930!

¿Restauró el TARP el crédito de las empresas?

La principal razón por la que el TARP supuestamente evitó otra depresión que arregló los mercados crediticios. Aquí tenemos a Timothy Geithner alabando a su personal hace dos semanas.

Hace dos años el sistema financiero se estaba desmoronando.

Los bancos e instituciones financieras en los que confían los estadounidenses para proteger sus ahorros, ayudar a financiar la educación de sus hijos y ayudar a pagar sus facturas estaban en un riesgo que pocas veces habían experimentado.

Las instituciones y los mercados en los confían los negocios para pagar las nóminas, construir inventarios, financiar nuevas inversiones y crear nuevos trabajos estaban amenazas como nunca desde la Gran Depresión.

En todo el país, los estadounidenses están empezando a preguntarse sobre la seguridad de su dinero en los bancos de nuestra nación y un creciente sentimiento de pánico está produciendo las señales clásicas de una corrida generalizada. (…)

Ahora, el TARP no era perfecto. Pero ha funcionado de formas que pocos podían haber imaginado.

No es solo que ahora la gente tenga confianza en que su dinero está a salvo en los bancos, no es solo que la riqueza familiar se mucho mayor que cuando el presidente accedió al cargo, es que el coste de los préstamos para empresas y gobiernos municipales ha caído significativamente; es que las familias pueden de nuevo comprar una nueva casa o coche a tipos bajos y mandar a sus hijos a la universidad.

Geithner fue listo a centrarse en los tipos de interés, en lugar de en la cantidad real de préstamos que van a las empresas. Veamos la gráfica:

Figure 2

Sí, es cierto, los préstamos comerciales e industriales en todos los bancos comerciales estaban en un máximo histórico… justo cuando se implantó el TARP. Y luego cayeron como una piedra. Esto no prueba que los préstamos hubieran sido más altos en ausencia del TARP, pero nos debería hacer reflexionar cuando escuchamos lo estupendo que fue el programa en dar crédito a las pequeñas empresas.

Conclusión

El plan fue tramposo desde el principio, utilizando fondos de los contribuyentes para rescatar a algunas de las personas más ricas del mundo de sus propias locas inversiones. las afirmaciones de que hicieron dinero para los contribuyentes no tienen fundamente. Lo que es peor, la TARP enseñó a los banqueros una importante lección: Durante un auge, haz tanto dinero como puedas, sin que importe cómo sean los beneficios a corto plazo. Cuando estalle la burbuja, el Tesoro y la Fed estarán allí con un colchón financiado por el contribuyente.

 

 

Robert Murphy es investigador adjunto del Instituto Mises, donde enseña en la Mises Academy. Gestiona el blog Free Advice y es autor de The Politically Incorrect Guide to Capitalism, Study Guide to Man, Economy, and State with Power and Market, Human Action Study Guide, The Politically Incorrect Guide to the Great Depression and the New Deal y su nuevo libro Lessons for the Young Economist.

Published Sat, Apr 9 2011 6:44 PM by euribe
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