La belleza del comercio en el Gran Bazar

Por Doug French. (Publicado el 14 de junio de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5380.

 

En Gran Bazar en Estambul ha sido una colmena de intercambios mutuamente beneficiosos durante 550 años. Los estadounidenses pueden pensar en Rodeo Drive o Madison Avenue cuando piensan en compras, pero mientras que todos pagan el precio de la etiqueta en Estados Unidos, éstas son raras en el Gran Bazar.

Muestra un mínimo interés en algo de una de las 4.300 tiendas del bazar y el propietario o vendedor te abordará de inmediato. Si hablas en inglés y él no lo habla, aparecerá en segundos alguien que sí lo haga. Esta experiencia compradora no se parece en nada a un paseo sin prisas por Walmart, donde solo ves de vez en cuando a empleados con batas azules y grandes botones.

Con miles de alternativas, los vendedores intentan diversos vengas para que los compradores que pasan vean sus productos. Algunos te hacen sentir tonto: “Parece perdido, pase a mi tienda”. Otros te hacen reír: “Déjeme venderle algo que no necesita” o “¡Más barato que en el Walmart!” Y también está la apelación al ego del comprador: “Parece un comprador profesional de alfombras. Entre y vea mi selección”.

Los turistas estadounidenses pueden pensar que son buenos negociantes, pero tienen una desventaja visible en el Gran Bazar. La negociación puede tener lugar en tres divisas e ir atrás y adelante.

Al no saber si un comprador tiene liras turcas, euros o dólares de EEUU, los vendedores indican al principio el precio en liras (no era así la primera vez que estuve aquí en 2006, cuando preferían euros). Pero cuando presenté mi cartera que contenía euros, el vendedor cambió rápidamente. Pensé que le había derrotado, al no encintrar una camisa que tuviera un cuello adecuado, pero me dijo que esperara y corrió por una de las 58 calles cubiertas del bazar, sorteando hábilmente a los compradores. Volvió en un momento, mostrando cuatro camisas y abrió uno de los paquetes para que pudiera probármela y ver si el tamaño era correcto.

Lo era. No había vuelta atrás. La cuota de 90 liras era ahora de 60€. Ese día una lira solo valía 0,44€. Así que el precio ofrecido inicialmente había subido considerablemente. Sin embargo, yo estaba pensando en dólares. La camisa que me estaba tratando de vender valía alrededor de 150$ en los estados. Ese día, 1€ valía 1,46$. Me parecía un trato magnífico. ¿Cómo podía comprar solo una? A pesar de no ser un comprador por impulso, me fui con las cuatro camisas por 180€.

Sintiéndome satisfecho tras haber comprado comisas que probablemente no necesitaba, busqué unas gafas de sol. Una tie3nda al final del corredor no vendía otra cosa. Mi amigable primer vendedor me acompañó allí. Los vendedores de gafas de sol también me hicieron ofertas de precios en liras, pero el vendedor de camisas les dijo algo en turco que no entendí. Luego me miró y dijo: “Son amigos míos. Les dije que le ofrecieran una buena oferta”.

Sospecho que puede haber sido lo contrario.

Hay cientos de miles de negociaciones realizándose bajo el techo del bazar de 47.000 metros cuadrados cada minuto hasta la hora de cerrar. Las autoridades monetarias turcas tienen un historial de devaluación de su moneda, por lo que los turcos almacenan su riqueza en oro y alfombras. No sorprende que hay 373 joyeros y 125 tiendas de alfombras en el bazar. También son importantes las tiendas de souvenirs (217), igual que las tiendas que venden productos de cuero (114).[1]

En 1996, un dólar de EEUU valía 9 liras. En 2001, un dólar valía 1,65 millones de liras. Cuatro años más tarde se eliminaron seis ceros de la lira y un dólar equivalía a 1,29 nuevas liras turcas. Hoy un dólar puede cambiarse aproximadamente a 1,60 liras.

La última media década de inflación controlada ha ayudado a hacer de la economía turca una de las más fuertes. Sin embargo, Ahmet Akarli, economista en Goldman Sachs en Londres dice a The Economist: “La imagen cíclica resulta fea, se están acumulando desequilibrios y aumentan las vulnerabilidades financieras”. Akarli dice que los salarios están aumentando un 18%, la demanda interna está aumentando un 25% y el crecimiento del crédito es del 30 al 40%.

Comprar joyas y alfombras puede llevar horas. Los vendedores son amigables y reconocen de inmediato un cónyuge cansado y sediento, proporcionando asiento y agua de forma que un marido impaciente no se interponga en el comercio. Mientras que los bienes menos caros se negocian rápidamente, podemos perder toda la tarde regateando sobre alfombras hechas a mano y joyas.

Hakan Evin es uno de estos amables comerciantes: ha estado vendiendo alfombras durante Casio tres décadas, a pesar de que acaba de cumplir los 40. Retratado en el Hurriyet Daily News, Evin vendió su primera alfombra con 12 años y compite con su padre y hermano, que tienen otra tienda. Trabaja de 8 de la mañana a 7 de la tarde, seis días a la semana. El bazar se cierra los domingos. Hillary Clinton compra sus alfombras a Evin y le envía muchos clientes. George H.W. Bush, Demi Moore y Eric Clapton son también clientes suyos.

El área cercana al Gran Bazar es el corazón del sector joyero, no solo para la venta, sino también para su elaboración. Las relaciones maestro-aprendiz conocidas como el Bazar Oculto enseñan a miles de artesanos armenios a fabricar joyas. El trabajo es riguroso y concienzudo. Hace falta un temperamento tranquilo y manos firmes.

Los bancos de madera parecen antiguos, con iniciales de artesanos grabadas en ellos durante décadas. A ellos se une una especia de canasta de cuero para recoger cualquier pizca de oro o piedras preciosas. Me dijeron que hay quien compra el agua sanitaria del distrito del bazar porque allí va a parar suficiente oro.

Incluso en los días más tranquilos, 20 millones de dólares cambian de manos entre los 250.000 a 400.000 turistas y los 30.000 empleados del bazar. Tres de las cinco llamadas diarias a la oración se producen cuando el bazar está abierto, pero nadie se detiene a orar: hay negocios que hacer.

Expertos en estos temas, dicen que las tiendas en el bazar ofrecen algunos de los mejores bolsos del mundo. Una reseña de Kiyici Genuine Fake Bags en el New York Times indica:

Solo porque no sean los originales, no significa que sean de inferior calidad o que no vayas a necesitar una cartera llena para salir sin dar un pequeño bocado. GFB incluye Prada (con negociaciones que empiezan en 250$/125£), Louis Vuitton y otras grandes marcas.

Tristemente, la policía de Estambul entró recientemente en 137 tiendas del Gran Bazar, buscando lo que la prensa llamó productos falsificados: “Se confiscaron sacos de productos falsificados, en particular bolsos, relojes y pañuelos”, informa el Hurriyet Daily News.

Sin embargo, el comercio funcionaba a toda máquina cuando lo visitamos más de un mes después de esta operación. La construcción del Gran Bazar empezó en 1455 y se abrió en 1461. Probablemente se construyó junto al lugar del mercado utilizado por los bizantinos. El sultán Mehmed el Conquistador gobernaba Constantinopla (hoy Estambul) cuando se construyó el bazar. Fue enormemente agrandado en el siglo XVI, durante el reinado de Solimán el Magnífico y en 1894 sufrió una gran restauración tras un terremoto. Un terremoto en 1999 también dañó el bazar. El tiempo pasa mientras que el intercambio continúa.

La gente comercia para mejorar sus vidas. Y este templo del comercio ha prosperado durante siglos. Si los terremotos no pueden cerrar el Gran bazar, sin duda la policía de la propiedad intelectual no puede impedir la mutua satisfacción de deseos.

 

 

Douglas French es presidente del Instituto Mises y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply y Walk Away: The Rise and Fall of the Home-Ownership Myth. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada-Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Academia Mises.



[1] Turkish Daily News, 14-15 de julio de 2007.

Published Thu, Jun 16 2011 8:21 PM by euribe