El apasionante corazón del comercio

Por Doug French. (Publicado el 22 de junio de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5393.

 

Hay pocas películas o miniseries que utilicen el día a día de los negocios como parte central de la historia. La mayoría de los guionistas lo encuentran aburrido y poco interesante, creyendo que las audiencias no tienen ningún interés en ver cómo realizan sus tareas otras personas que llevan la comida a su mesa. Los cineastas se resisten a contar historias de pequeños empresarios: las luchas, las largas horas, la satisfacción del éxito y la posibilidad de fracasar. No es fácil de hacer.

Sin embargo, resulta que los televidentes se interesan en ver a conductores camión transportando equipos de minería en las heladas carreteras de Alaska, pescadores capturando cangrejos en el océano helado, gente trabajando en plataformas petrolíferas, cocineros preparando todo tipo de platos y anticuarios valorando cosas extrañas mientras se preguntan a quién pueden venderlas y por cuánto.

El hecho es que cuando se encuentran dos extraños, la pregunta típica es “¿en qué trabajas?” Es casi un lugar común para todos. Y la mayor parte de las veces resulta fascinante un conocimiento interno de una profesión o negocio.

Pero Hollywood normalmente hace la vista gorda. En la década de 1940, Hollywood tuvo su oportunidad con la tercera de la trilogía de novelas sobre la era de la Depresión en Los Ángeles de James M. Cain, Mildred Pierce. La mayoria de los fans de la ficción solo estarán familiarizados con las dos primeras: El cartero siempre llama dos veces y Pacto de sangre, ambas convertidas en grandes éxitos de taquilla en el cine [La última se estrenó en España como Perdición (N. del t.)]. Los libertarios pueden conocer a Cain como contribuidor al American Mercury y amigo íntimo de H.L. Mencken, que dijo: “El único autor que conozco que nunca haya escrito un mal artículo es James M. Cain”.

Hollywood también quería una película de Mildred Pierce, pero insistía en que lo que necesitaba la historia era un asesinato que le faltaba a la novela. El resultado fue un vehículo para Joan Crawford que, aunque le hizo ganar un Óscar, apenas recuerda a la novela clásica de Cain.

Todd Haynes y la HBO han arreglado este error, con Haynes contando fielmente la historia de Cain en cinco partes. Y como escribe Benjamin Schwartz para The Atlantic:

Cain escribió la mejor obra de ficción estadounidense acerca de las pequeñas empresas. Hizo conmovedoras las complicaciones de los acuerdos inmobiliarios y los flujos de caja. De la planificación empresarial y los préstamos bancarios y de las relaciones con proveedores y clientes.

Cain “hace del método laborioso y la apuesta esencial del pequeño comercio, el fundamento de la economía orientada a servicios de Los Ángeles, no solo absorbente, sino incluso romántico”.

Cain no pretendía esto. Pensaba que una historia que nunca falla es “la mujer que utiliza a los hombres para alcanzar sus fines”, escribe Roy Hoppes en Cain: The Biography of James M. Cain. Después de una serie de inicios en falso, Cain desarrolla una historia acerca de “la gran institución estadounidense a la que nunca se la nombre el cuatro de julio, una mujer sola con dos niños pequeños a los que criar”.

La Mildred de Cain es una sencilla ama de casa con bonitas piernas, buen tipo y capaz de tratar con hombres. Kate Winslet, ella misma una mujer divorciada con dos hijos, actúa maravillosamente, lo que “fue mucho más duro que cualquier otro proyecto que haya realizado desde Titanic”, dice. “Fue mucho más intenso, estuvimos hiperconcentrados todos los días. Fue como hacer dos películas y media en 16 semanas”.

La historia de Cain discurre a la largo de la década de la Depresión. El marido de Mildred, Bert, había heredado un rancho en los alrededores de Glendale, California. Trató de dirigir la propiedad en vano, pero cuando aparecieron tres hombres y le hicieron una propuesta, de repente, con sus 300 acres, se convirtió en “un parcelador, un constructor de comunidades, un hombre con visión, un potentado”, escribe Cain.

Era presidente de Pierce Homes, Inc., tenía una calle dedicada, se casó con Mildred y construyó una casa en esa misma calle. Pero Bert era un hombre fracasado cuando empieza la historia en 1931. Bert ha sido expulsado de la empresa, la casa está hipotecada al máximo y él está encontrando consuelo en brazos de otra mujer.

Los devaneos de Bert en la calle, combinados con su falta de motivación para iniciar una nueva carrera, hacen que Mildred le dé la patada. Sin embargo, vender tartas no llevará la comida a la mesa para sus dos hijas, especialmente la mayor, Veda, a la que le molesta que su madre cocine tartas y la situación de la familia en los suburbios de clase media del Glendale.

Sin un coche, toma el autobús al centro buscando un trabajo como recepcionista. Sin embargo, las habilidades de Mildred están en la cocina y el dormitorio: es la Depresión y se encuentra con la dura realidad.

“En este momento no hacen falta recepcionistas” dice bruscamente la intermediaria de empleo Alice Turner a Mildred. “Eso era antes. En los buenos tiempos”- Turner cuenta a Mildred que tiene cientos de mujeres con doctorado en UCLA y otros lugares esperando junto al teléfono una llamada.

“Yo no te calificaría como una tremenda belleza, pero tienes un tipo de primera y dices que cocinas y duermes bien. ¿Por qué no te olvidas de una empleo, buscas un hombre y te vuelves a casar?”

Sin embargo la decidida Mildred no se rinde y acaba rebajando sus aspiraciones, aceptando un trabajo en el que debe “vestir un uniforme. Y aceptar propinas”. Al principio le cuesta, pero pronto se convierte en la mejor camarera del lugar.

Mildred trata desesperadamente de ocultar su trabajo a la monstruosa Veda. Pero cuando ésta encuentra sus uniformes, le obliga a decir la verdad. En respuesta a la indignación de su hija, Mildred le dice que solo aceptó el trabajo para aprender el negocio de los restaurantes desde la base.

Y de verdad que lo hizo. Desde la contabilidad a cómo aprovechar las sobras, estudió su lugar de trabajo. Fue a comprar el equipo para determinar cuánto dinero tenía que ahorrar para empezar un negocio.

Su plan era eficiencia y simplicidad. Servir solo pollo, con pan o verduras, vendiendo cada uno a 85 centavos. Vendería para llevar y mantendría en marcha su negocio de tartas.

El antiguo colega de negocios de Bert, Wally, llega a un acuerdo con los dueños de Pierce Homes para que ella compre lo que era la oficina de ventas para abrir el local e comidas. Todo se arregla con la ayuda de créditos de empresas y vendedores de suministros a restaurantes. El pensar en pagar la deuda y los impuestos aterroriza y excita a Mildred al mismo tiempo.

Estaba a punto de abrir, en sus últimos días de trabajo como camarera en el centro cuando se encuentra con el famoso jugador de polo Monty Beragon (Guy Pearce) y acepta su oferta de ir al lago Arrowhead. Las escenas de amor entre Pearce y Winslet echan chispas y el posible público debería recordar: “No es TV, es HBO”.

Cain continúa describiendo con gran detalle describiendo la inauguración de la tienda de comidas y cómo corta y almacena su pollo troceado para atender eficientemente las órdenes. El director Haynes dice en una entrevista que le gusta filmar al comercio en acción y a su exposición del sistema de cocina de Mildred no le falta ni un detalle.

A pesar de las preparaciones y las buenas intenciones, como es normal en cualquier noche de inauguración, muchas coas van mal, pero el restaurante lleno no es consciente del caos en la cocina, cuando la antigua compañera de trabajo de Mildred, Ida (Mare Winningham), aparece para resolver el problema. Haynes refleja perfectamente esta dicotomía.

El imperio de Mildred crece rápidamente hasta tres establecimientos. Y el final de la Ley Seca por parte de FDR genera una oportunidad para que la vecina de Mildred, Lucy Gessler (Melissa Leo) abra un bar en el primer establecimiento y acabe siendo socia en el tercero.

Pero, como muchos empresarios e éxito, por muy cuidadosa que fuera en planificar y construir su empresa, Mildred empieza a dar por descontado su negocio y se obsesiona con obtener la aprobación de su cada vez más distante hija Veda (Morgan Turner y Evan Rachel Wood). Toda relación madre-hija es complicada y la mayoría del público que no sepa algo de asuntos económicos verá los altibajos de la relación entre Mildred y Veda como el tema central del libro de Cain.

Con un buen negocio y el dinero fluyendo, Mildred paga las facturas de todos a su alrededor (incluyendo pasar a Monty unos dólares aquí y allí hasta que cae rendido a sus pies) y derrocha dinero en la carrera musical de Veda. Una empresa de éxito no bastaba: buscaba comprar el amor y respecto que ansiaba.

La amabilidad de Mildred se ve recompensada con el resentimiento de ambos, y con el tiempo Veda y Monty se hacen íntimos, al ver Veda a Monty como el famoso que ella piensa que debería ser. Ambos se refieren burlonamente al restaurante de Mildred como el “vagón de las tartas”.

Cain escribió cuatro versiones de Mildred Pierce y dijo que cada vez la historia “se derrumbaba delante de mis ojos” en la página 254. Schwartz, de The Atlantic, creía que el final hace del Mildred Pierce de Cain “uno de los grandes fracasos de la ficción estadounidense”.

Sin embargo, a los ojos de sus lectores (y público), la creación de cain de Veda como una soprano sobrenaturalmente dotada da a la historia una sacudida de energía que amplifica el conflicto entre madre e hija hasta el final.

Mildred Pierce no es una historia ideológica. No hay discursos de apoyo a las glorias del capitalismo a cada página- Cain muestra al lector los negocios en lugar de dar clases y Haynes refleja eficazmente sus palabras en la película. Los personajes son reales e interesantes, haciendo que quieras saber qué pasa al final.

El comercio no se hace en el vacío. Los negocios no son todo, ni siquiera para un nuevo empresario. Pero las decisiones de la vida personal pueden impactar profundamente en los negocios de una persona. Esa es solo una de las lecciones de la extraordinaria obra de Cain.

 

 

Douglas French es presidente del Instituto Mises y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply y Walk Away: The Rise and Fall of the Home-Ownership Myth. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada-Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Academia Mises.

Published Sun, Jun 26 2011 9:33 PM by euribe