Por Robert P. Murphy. (Publicado el 19 de enero de
2011)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/4989.
Como un
servicio a los lectores de Mises Daily, me sumerjo en las refriegas a veces
atrofiantes de la blogosfera económica. Recientemente, los que argumentan que
la solución a nuestros males económicos actuales implica inflar la “demanda
agregada” parecen haber obtenido una gran victoria sobre los economistas que
creen que el auge inmobiliario llevó a una mala asignación real de recursos.
Aunque no se menciona por su nombre a los austriacos en esta disputa, la
validez de la teoría del ciclo económico de Mises-Hayek se pone claramente en
cuestión.
Como ha
ocurrido dos veces antes en esas controversias, los keynesianos tienen que
mirar los datos con más cuidado. Como creo que el relato austriaco es correcto,
no temo someterlo a verificación empírica. Como veremos, la explicación
austriaca pasa el examen con buena nota.
Preparando el escenario: El “relato del recálculo” de Arnold Kling
Nuestra
historia empieza cuando Arnold King reitera
a sus lectores que piensa que el modelo convencional de “función agregada
de la producción” es la macroeconomía de
la corriente principal es “falso”. En lugar de ver la economía como una “fábrica
de PIB” gigante, Kling piensa que es importante para los economistas (al
menos al explicar el ciclo económico) modelar explícitamente el hecho evidente
de que hay distintos sectores en la
economía y que los trabajadores no son intercambiables entre sectores.
Kling
llama a su propia opinión, un “Relato
del recálculo” que explica las recesiones. Según Kling, después de un
periodo de auge insostenible, la economía necesita “recalcular” y entender
dónde tienen que ir los trabajadores que sobran (en los sectores inflados), de
forma que la economía pueda reanudar un crecimiento estable y sostenible. Es
muy similar a la opinión misesiana
del papel “limpiador” de las recesiones. Aunque no es un austriaco, Kling sí
reconoce que su teoría es complementaria a la opinión austriaca.
Scott Sumner salta
En un
post de blog que Brad DeLontg describía como “obra
del Señor”, Scott Sumner aparentemente demolía el relato de Kling,
derrotando a los austriacos como daño colateral. Aquí está Sumner criticando
a Kling:
No hay duda
de que la visión del recálculo de Arnold Kling es atractiva intelectualmente
que los liosos argumentos acerca de la inalterabilidad de los salarios que
utilizamos los defensores de la “fábrica de PIB”.
(…)
Sí, la
macroeconomía debería referirse a la especialización y el comercio. Excepto la
teoría del ciclo económico. ¿Por qué? Porque la evidencia sencillamente no se
ajusta a ninguna otra aproximación. Aquí tenemos a Kling hablando del declive
de la construcción:
[Kling:]
Quiero sugerir que la producción que se “perdió” es producción que la gente no
quiere. En 2008 y 2009, los estadounidenses no querían que se construyeran 2
millones de viviendas. Así que no pienso que sea correcto hablar de un déficit
de producción. En su lugar, deberíamos decir que la gente que estaba
construyendo casas no había encontrado un patrón de comercio en el que pudieran
producir algo que quisiera la gente.
Sí, la
producción de viviendas fue baja en 2009 y el desempleo fue alto. ¿Pero hay una
relación causal? Yo digo que no. La iniciación de viviendas llegó al máximo en
enero de 2006 y luego cayó constantemente durante años:
Enero de
2006 – viviendas iniciadas = 2.303.000, desempleo = 4,7%
Abril de
2008 – viviendas iniciadas = 1.008.000, desempleo = 4,9%
Octubre de
2009– viviendas iniciadas = 527.000, desempleo = 10,1%
Así que la
iniciación de viviendas cayó en 1,3 millones en 27 meses y el desempleo apenas
cambia. Parece como si esos trabajadores de la construcción hubieran encontrado
otros trabajos, que es lo que se suponía que pasaría si la Fed mantiene en
crecimiento el PIB nominal a un ritmo lento pero constante.
No solo
DeLong pensó que las estadísticas anteriores eran aplastantes, el propio Kling
básicamente tiró la
toalla cuando concedió: “Ay. Huberia preferido usar la actividad de
construcción residencial, en lugar de las viviendas iniciadas (…) pero el
apunte permanece. La mayoría del declinar en la construcción de viviendas
quedaba atrás en octubre de 2009”.
La
rendición de Kling fue prematura. Cuando miramos a datos más apropiados,
encontramos la confirmación del punto de vista general austriaco (y del
“recálculo”). Pero antes de hacer mi alegato, quiero asegurarme de que el
lector entienda por qué Sumner,
DeLong e incluso Kling pensaban que las estadísticas de Sumner eran tan
mortales.
Kling (y
los austriacos) están argumentando que esta recesión no trata simplemente de una falta de “gasto” genérico, sino más
bien está ligada al previo auge inmobiliario. En particular, durante el auge,
los trabajadores fueron absorbidos a la construcción (y otras ocupaciones
relacionadas). Una vez se derrumbó la burbuja inmobiliaria, este exceso de
trabajadores necesitaron ir a algún otro lugar. Por eso empezó a aumentar el
desempleo y apareció “la recesión”.
En
términos de políticas públicas, Kling (y los austriacos) argumentan que hay una
mala asignación real de los recursos:
demasiada madera, cristal y, sí, trabajo fueron a la vivienda durante los años
de auge. Para que la economía se reajuste a la nueva situación, hace falta
tiempo para que los trabajadores abandonen el sector de la vivienda y ajusten
sus habilidades a los deseos de los consumidores en un patrón más sostenible.
En un
modelo sencillo de la corriente principal, en el que tengamos una función
gigante de producción Y=F(K.L) y en
el que hay una “existencia” de capital y una cierta “cantidad” de trabajadores
homogéneos, no te preocuparías por esas minucias. En ese mundo, especialmente si suponemos que los precios son
“inalterables”, podría ser cierto que un gasto público masivo en déficit (o un
derrame de dinero desde la Fed) podría potenciar la “demanda agregada” y
restaurar el pleno empleo. Pero en el mundo real, si los consumidores quieren
gastar su dinero en software, pero los trabajadores desempleados provienen de
la construcción, esta solución keynesiana
no va a funcionar.
Espero
que el lector pueda ver ahora el aparente poder de las estadísticas de Sumner.
Si la recesión se tratara de una mala asignación real de recursos (frente a una escasez de gasto nominal) esperaríamos que la tasa de
paro variara de acuerdo con la fortuna del sector de la vivienda. En otras
palabras, si Kling y los austriacos tuvieran razón, esperaríamos que la caída
en la construcción de viviendas se acompasara mucho con la creciente tasa de
paro, ya que esos trabajadores despedidos tratarían de encontrar alguna otra
cosa que hacer.
Ahora que
entendemos el argumento de Sumner, veamos por qué se viene abajo.
Iniciación de viviendas frente a empleo en al construcción
Esta es
la parte esencial del post del blog de Sumner: “Así que la iniciación de
viviendas cayó en 1,3 millones en 27 meses y el desempleo apenas cambia. Parece
como si esos trabajadores de la construcción hubieran encontrado otros trabajos
(…)”
Solo hay
un problema con el argumento de Sumner: la iniciación de viviendas no es un
sinónimo de trabajos en al construcción. De hecho, de enero de 2006 a abril de
2008 (el periodo en el que piensa Sumner que los trabajadores de la
construcción deben haber sido despedidos en masa porque las viviendas iniciadas
cayeron a más de la mitad), el empleo en la
construcción en EEUU cayó solo de 7,6 millones a 7,3 millones. Aquí hay un
gráfico mostrando la tasa de empleo en la construcción de viviendas (en azul)
frente a la tasa de desempleo nacional (en rojo):

Reconozco que no hay nada
embarazoso en el gráfico anterior para la teoría austriaca (o klinguiana). Al
intensificarse el auge inmobiliario, absorbiendo cada vez más trabajadores en
la construcción, la tasa de paro nacional caía continuamente. Luego, al
disminuir el auge, dejaron de inyectarse trabajadores extra en el sector
inmobiliario y la tasa de paro repuntó. Finalmente, cuando el empleo en la
construcción acabó cayendo, la tasa de paro nacional empezó a aumentar.
¿Entonces qué falla en la
aproximación de Sumner? Bueno, parte del problema está incluido en la crítica
de Kling: Sumner no está viendo la economía como una estructura compleja de
capital, con distintas líneas de procesos de producción entremezclados que
tienen que “engranarse” para que el producto final siga saliendo de la
terminal. En su lugar, Sumner y sus aliados keynesianos están pensando en la
economía como un grupo de masajistas o monologuistas, en los que no hay bienes
de capital dedicados que deben aumentar los trabajadores en cada sector. En su mundo, cuando cambia (o se paraliza)
el gasto del consumidor, la estructura de producción cambia inmediatamente: no
hay “memoria” en las existencias de capital de cuáles fueron los patrones de
producción antes del repentino trastorno.
Pero en el mundo real, y
particularmente en el sector inmobiliario, el tiempo y la estructura de capital
son cruciales. En los años que precedieron a 2006, la vivienda empezó a
expandirse constantemente. Si sencillamente se hubiera estabilizado en enero de 2006 (de forma que las viviendas iniciadas
– anualizadas – cada mes a partir de entonces permanecieran en la mesta
permanente de 2,3 millones) el empleo en la construcción habría continuado aumentando después de esa fecha.
La razón es que el sector de la
construcción es más que sencillamente empezar
nuevas casas. Ese hecho por sí solo nos da unos pocos meses más, como demuestra un
vistazo a las viviendas finalizadas.
Pero más importante es que se
necesita a los trabajadores de la construcción para mantener una existencia de viviendas. En otras palabras, si los
constructores hubieran seguido construyendo nuevas viviendas a un ritmo
anualizado de 2,3 millones desde 2006 y
si las familias se hubieran mudado a ellas como en tiempos normales, el empleo
total en la construcción habría tenido que aumentar por encima de su nivel de
enero de 2006. Se necesitaba a esos
trabajadores para arrancar las nuevas casas y habría hecho falta nuevos trabajadores (tomados de otras
partes de la economía) para, digamos, añadir una nueva cubierta en el patio o
construir un centro comercial al cabo de la calle para una nueva urbanización.
Soy economista, no experto en
vivienda o construcción. No pretendo conocer exactamente qué estaban haciendo
los trabajadores de la construcción en los dos años antes del máximo de
iniciación de viviendas. Pero lo que sí
sé es que Sumner se equivoca en su evaluación de los mercados de mano de obra. Contrariamente
a lo que dice Sumner, no hay una enorme reasignación de trabajadores de la
construcción (de enero de 2006 a abril de 2008) que Kling o los austriacos
deban explicar.
Para ver que Sumner está pasando
por alto alguna dinámica interesante en los mercados de mano de obra, podemos
ver datos más refinados. En lugar de mirar al empleo total en la construcción
(como hemos hecho en los gráficos para este artículo) podemos mirar la más
estrecha clasificación de la BLS de “trabajadores de la construcción”, que
curiosamente subió de mayo de 2006 a mayo de 2007 (de 1,02
millones a 1,05 millones). Por el contrario, durante el mismo periodo el empleo
de “albañiles de ladrillo y piedra” bajó de 118.080 a 116.290. Así que no
sorprende que la tasa nacional de paro no se dispara en este periodo, porque
los 2.000 albañiles despedidos no eran una gran proporción de la fuerza
laboral.
Conectando la burbuja inmobiliaria con el empleo en la construcción
En esta
sección, quiero ofrecer dos gráficos más para atestiguar la validez del relato
austriaco (y klinguiano). El siguiente gráfico muestra el empleo en la
construcción (en azul), frente a un índice de precios de la vivienda en EEUU
(en rojo):

¿No refleja esta imagen
precisamente lo que esperarían Kling y los austriacos? A medida que los precios
de la vivienda se disparan al alza (alimentados
por las políticas de Greenspan, diría yo), los constructores reforzaron la
producción, absorbiendo más trabajadores en la vivienda. Luego, cuando bajaron los
precios, lo mismo hizo el empleo en la construcción. Finalmente, ambos
empezaron a tambalearse aproximadamente al mismo tiempo (y los precios de las
viviendas se habrían estrellado incluso más duramente si el gobierno y la Fed
no hubieran tratado de impulsarlos al alza con todos los trucos a su alcance).
Ahora
DeLong y Sumner podría objetar que estoy mezclando causa y correlación. Por
cualquier motivo, los consumidores se acobardaron a finales de 2007 e hicieron
lo impensable: empezaron a ahorrar
parte de su renta. Así que todo empezó a caerse en ese momento, incluyendo los
precios de la vivienda y el empleo en la construcción. Pero no hay nada “real”
en esta historia que se corresponda con las preocupaciones austriacas acerca de
haber “demasiada viviendA”, podrían argumentar Sumner y DeLong.
Eso es lo
bonito del siguiente gráfico. Representa el empleo en la construcción 8en azul)
frente al porcentaje de viviendas vacías:

Para quienes quieran llamar a los
años de la vivienda como una burbuja y echarles la culpa de las malas
asignaciones en los mercados de mano de obra, el gráfico anterior supone una
reafirmación. La línea roja creciente muestra que un porcentaje creciente de viviendas en Estados Unidos no estaban
siendo ocupadas. Esto es exactamente lo que esperaríamos en medio de una
burbuja especulativa, en la que la gente estuviera adquiriendo segundas y
terceras viviendas, no para vivir en
ellas, ni siquiera para alquilarlas, sino sencillamente para especular.
(Advirtamos que Paul Krugman
sigue esta misma lógica en lo que ese refiere a los crecientes precios del
petróleo y a la cuestión de si se deben a la especulación o a los
“fundamentales”. La señal de la especulación es la retención física del
producto frente a los usuarios finales).
Repito que el gráfico final
anterior se ajusta estupendamente al relato austriaco. Ni siquiera tenemos que
mirar a los precios del mercado como indicadores de la burbuja inmobiliaria:
podemos ver algo físico, que es el porcentaje de viviendas vacías. También aquí
el empleo (tanto arriba como abajo) en la construcción sigue muy de cerca el
tamaño de la burbuja inmobiliaria.
No podemos ignorar los efectos del TARP, los rescates de la Fed y el
paquete de estímulo
Antes de
acabar, quiero recordar a Arnold Kling y otros simpatizantes del relato
austriaco de la reasignación que la
economía está sufriendo de más cosas que el declive inmobiliario. Si el
gobierno no hubiera hecho nada. Habríamos tenido una mala recesión en
2007-2008. Pero ahora haría tiempo que habría pasado. Los precios de la
vivienda y el mercado bursátil se habrían estrellado, pero el paro estaría
ahora a niveles normales.
En su
lugar, hemos sufrido una serie de intervenciones en el mercado, incluyendo el
TARP, los rescates de la Fed por a puerta trasera de más de un billón de
dólares, un paquete de estímulo de más de 700.000 millones de dólares,
extensiones de las prestaciones de desempleo, una revisión general de los
seguros sanitarios, prohibiciones intermitentes de perforación en alta mas y a la
EPA anunciando unilateralmente que regularía
las emisiones de carbono.
En este
contexto, no resulta embarazoso para los economista de libre mercado que la
economía se haya venido abajo desde el otoño de 2008 y parezca que hará falta
mucho tiempo para reponerse de una bonita burbujita inmobiliaria. Repito que esto es exactamente lo que los austriacos
decían que ocurriría, es decir, que
estas enormes intervenciones solo prolongarían la recesión e interferirían con
la necesaria reasignación de los trabajadores en nichos sostenibles.
Conclusión
Realmente
es la tercera vez que nuestros conocidos keynesianos han utilizado
inapropiadamente estadísticas para (en su mente) refutar el relato austriaco de
la reasignación. En cierto momento, Krugman
y DeLong afirmaron que las tasas de paro entre estados individuales no tenían
ninguna relación con los tamaños de sus respectivas burbujas inmobiliarias.
Pero estaban utilizando un periodo equivocado para probar su teoría, y una
vez que los corregimos las pérdidas en trabajos en los estados se ajustan
muy bien con las caídas a nivel estatal en el mercado inmobiliario.
En otra
ocasión, Krugman
argumentó que la caída en el empleo en manufacturas era más severa que en
la construcción y que esto desautorizaba a los teóricos de las malas
asignaciones. Pero yo
apunté que la caída en porcentaje
en el empleo en la construcción fue mucho peor que en el manufacturero y que el
análisis de los dos sectores (incluso si descomponíamos el manufacturero entre
bienes duraderos y no duraderos) estaba exactamente en línea con los libros de
texto de la teoría austriaca. Por el contrario,
si esta recesión se tratar solo de “no gastar lo suficiente”, no había
razón para que los sectores se hubieran recortado como lo hicieron.
Así que
estamos ahora en nuestro tercer intento (¿y aumentando?) por parte de los
keynesianos (y su ocasional camarada de la Escuela de Chicago, Sumner) de usar
estadísticas para derribar la teoría austriaca. Ahora que he vuelto a demostrar
que los datos se ajustan bastante bien al relato de Mises-Hayek, supongo que se
convertirán a nuestra forma de pensar.
Robert Murphy es investigador adjunto del Instituto Mises, donde
enseña en la Mises Academy. Gestiona
el blog Free Advice y es autor de The Politically Incorrect
Guide to Capitalism, Study Guide to Man, Economy,
and State with Power and Market, Human Action Study Guide, The Politically Incorrect
Guide to the Great Depression and the New Deal y su nuevo libro Lessons for the Young
Economist.