Por Doug French. (Publicado el 13
de septiembre de 2011)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5638.
Buscando razones de por qué las
múltiples QE y políticas de reventado de balance de la Fed no han espoleado la
actividad económica, el Dr. Bernanke ha emitido un nuevo diagnostico la pasada
semana en Minneapolis. “Los consumidores están deprimidos son ninguna razón ni
expectativa”, parafraseaba
el New York Times lo que decía el
jefe de la Fed.
A pesar de que el paro es alto, la
inflación de precios está alta, los valores de las viviendas están bajos y
mucha gente está enterrada en deudas, Bernanke piensa que el desánimo en el que
se encuentra la persona media es demasiado grande. “Las familias parecen
excepcionalmente precavidas”, decía Bernanke. “De hecho, las cifras de
confianza del consumidor han caído sustancialmente en meses recientes al
volverse la gente más pesimista tanto respecto de las condiciones económicas
como de sus propias perspectivas financieras”.
Bernanke describía al sector
empresarial de la economía como “más animado”. Los exportadores se han
beneficiado de un dólar débil y la inversión en equipos y software ha
aumentado. Lo que el presidente de la Fed no decía es que desde el segundo
trimestre de 2009, “El gasto en equipos y software ha aumentado un 25,6$ en los
últimos siete trimestres, mientras que el gasto agregado de las empresas en
empleados solo ha aumentado un 2,2%”, como explicaba recientemente la reportera
de economía del ew York Times,
Catherine Rampell.
Rampell apunta que la distancia
entre la contratación y el gasto de capital es mayor que en cualquier otra
recuperación post-recesión y pone el dedo en la llaga. “Una razón por la que la
contratación es tan lenta es que los precios de equipos y software han estado
cayendo rápidamente, mientras que los costes de mano de obra han estado
aumentando rápidamente”.
Mientras que los costes totales de las
retribuciones hayan aumentado en más
del 3%, los precios de equipos y software han caído en más del 2%.
Parte del aumento de las retribuciones
es un incremento en el coste de las prestaciones (atención sanitaria). Sin
embargo, y no es coincidencia, el salario mínimo federal ha aumentado de 6,55$
la hora a 7,25$ en 2009. También durante los tiempos de auge, una serie de
estados aprobaron leyes para fijar sus salarios mínimos estatales en una
cantidad que excedía el mínimo federal.
En su discurso de Minneapolis,
Bernanke habló mucho de las “fuerzas restauradoras” de la economía y el
“proceso natural de recuperación”, afirmando:
A medida que el ciclo económico toca
fondo y vuelve la confianza, se atiende esta demanda reprimida, a menudo
aumentada por los efectos de políticas monetarias y fiscales de estímulo,
mediante un aumento en la producción y la contratación.
Bernanke se imagina que ha hecho el
estímulo; ahora los consumidores tienen que poner buena cara y empezar a gastar
confiados. La idea de gastar menos y ahorrar más es simplemente no natural, no
estadounidense y, más importante, no keynesiana. Binyamin Appelbaum escribe:
Los modelos económicos basados en
patrones históricos de desempleo, salarios, deuda y precios de las viviendas
sugieren que la gente debería estar gastando más dinero. Por el contrario,
igual que las grandes empresas están guardando su dinero, las familias también
lo están haciendo.
¿Por qué? Bueno, una posibilidad es
que los estadounidenses colectivamente estén sufriendo el equivalente a una
versión económica de un desorden de estrés postraumático.
“La gente está nerviosa esperando a
que pase algo”, dijo el miércoles John Williams, presidente del Banco de la
Reserva Federal de San Fracisco en el Seattle Rotary Club. “Es difícil tener
una recuperación robusta”, dijo, “cuando los estadounidenses están tan
desanimados”.
Aparte de las malas inversiones,
los auges y burbujas crean una extendida arrogancia. En un auge, cuando todo va
bien, todos se sienten inteligentes. Una creciente cartera de existencias
significa que eres sabio. Si el valor de tu vivienda aumenta, se debe a tu
sagacidad.
Mises escribía en La acción humana que los auges producen
empobrecimiento y estragos morales.
Hace que la gente esté abatida y
desanimada. Cuanto más optimistas son bajo la ilusoria prosperidad del auge,
mayor es su desesperación y su sentimiento de frustración. El individuo está
siempre dispuesto a atribuir su buena suerte a su propia eficiencia y
considerarla una recompensa merecida a su talento, dedicación y probidad. Pero
los reveses de la fortuna los atribuye siempre a otra gente y la mayoría a lo
absurdo de las instituciones sociales y políticas. No echa la culpa a las
autoridades por haber alimentado el auge. Las denuesta por el inevitable
colapso.
Lejos de sufrir colectivamente un
desorden, los estadounidenses están recuperando su cordura, aunque lentamente y
echando de paso la culpa a otros. La actual incertidumbre ha hecho que los
estadounidenses actúen más cuidadosamente. Mises explicaba que es la
incertidumbre la que hace actuar a la gente: “Si el hombre conociera el futuro,
no tendría que elegir y no actuaría. Sería como un autómata, reaccionando a los
estímulos sin ninguna voluntad propia”.
Los keynesianos pueden calificar a
los estadounidenses de deprimidos si quieren, pero la gente en lugar de cegarse
locamente por el aumento en los valores de las viviendas y las carteras de
valores, simplemente están prestando más atención a sus hábitos de gasto,
siendo más frugales y cuidadosos.
El desorden colectivo infligido a
los estadounidenses por la inyección monetaria de la Fed fue la arrogancia de
la burbuja. Wikipedia explica: “La arrogancia a menudo indica una pérdida de
contacto con la realidad y una sobreestimación de la propia competencia o
capacidades, especialmente cuando la persona que las exhibe está en una
posición de poder”.
Ahora bien, es la arrogancia que
deriva de la oficina del presidente en el Edificio Eccles la que ha hecho que
consumidores y empresas al alimón procedan cautelosamente. Aunque la
presidencia de la Fed cree que puede rebajar los tipos de interés a número
perfecto de puntos básicos para causar un millón de reacciones positivas en
cadena, llevando en último término a más empleo remunerado para la gente,
sencillamente eso no puede hacerse.
“Si un hombre no va a hacer más mal
que bien en sus esfuerzos por mejorar el orden social”, decía Hayek en su
discurso de aceptación del Premio Nobel de 1974,
tendrá que aprender que en esto, como
en cualquier otro campo en que prevalezca la complejidad esencial de un tipo
organizado, no puede adquirir el completo conocimiento que haría posible el
dominio de los conocimientos.
Los negocios rentables están
dejando que el efectivo se acumule en sus balances porque aunque la Fed ha
rebajado los tipos, creyendo que así animará a las empresas a expandirse y
contratar, pocas compañías han rebajado las tasas mínimas de retorno desde 2008.
En otras palabras, la preferencia temporal en los consejos corporativos no ha
cambiado. Como explica
Caitlin Long, de Morgan Stanley: “la baja visibilidad en el coste real
significa que las afrontan latos riesgos de cálculos erróneos, lo que causaría
una inversión errónea en proyectos que al final resultan tener un Valor Neto
Presente negativo”.
Appelbaum, del NYT, escribe que en sus discursos Bernanke trata de animar a la
gente, diciendo que la economía estadounidense tiene un futuro brillante. Pero
Appelbaum añade: “Sin embargo, existe también la posibilidad de que el humor
nacional sea un reflejo más adecuado de la realidad económica que cualquiera de
las demás estadísticas de color de rosa”.
Esta depresión solo se recuperará
naturalmente cuando la presidencia de la Fed evite los discursos
motivacionales, detenga la inyección monetaria y se quite de en medio.
Douglas French es presidente del Instituto Mises y autor de Early
Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply y Walk
Away: The Rise and Fall of the Home-Ownership Myth. Es
doctor en economía de la Universidad de Nevada-Las Vegas, dirigido por Murray
Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French
enseña en la Academia Mises.