Escasez de gasolina: ¿Acaparamiento irracional o economía?

Por Robert R. Prechter, Jr. (Publicado el 8 de octubre de 2008)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/3136.

 

La escasez de gasolina en partes del Sudeste es noticia en toda la nación. Todos tienen una opinión: es el huracán Ike. Son las refinerías que están sin funcionar. Son los estúpidos propietarios de coches “llenando”. Son las empresas gasolineras restringiendo la oferta. Son los medios que divulgan la historia. En un comportamiento de rebaño. Es un pánico irracional. Robert Prechter responde a algunas preguntas sobre la escasez de gasolina.

P: ¿Se debe a los huracanes recientes la escasez de gasolina?

R: No. Ha habido miles de huracanes, por no mencionar terremotos y tornados, durante los pasados cien años y no tienden a causar escaseces de gasolina.

P: ¿Están restringiendo la oferta las avariciosas empresas gasolineras?

R: Si son avariciosas, están vendiendo tanto como pueden.

P: ¿Qué pasa con esta cita en USA Today (29/9, p. 3A) diciendo que el pánico se “alimentado por la cobertura de los medios de la escasez”?

R: Si no hubiera periódicos, radios o TV, los conductores seguirían viendo los carteles de “no hay gasolina” en las carreteras. No es exactamente algo que puedas esconder o quieras esconder, de hecho.

P: ¿Llenar el depósito no contribuye a la escasez de gasolina?

R: Durante un día o dos, puede ser, pero llenar continuamente a partir de ahí no emplea más gasolina de la que se hubiera usado en otro caso.

P: ¿Qué pasa con otros tipos de acaparamiento?

R: La mayor parte de la gente no tiene mucha capacidad de acaparar. Tal vez hayan llenado una lata de 10 galones de gasolina. Pero eso es una cantidad diminuta comparado con el uso general de gasolina. El acaparamiento no es una causa esencial de la escasez de gasolina: la escasez es la causa del comportamiento acaparador. Esto puede probarse: Si pudieras detener el acaparamiento de alguna manera, no aliviaría la escasez de gasolina, pero si pudieras aliviar la escasez de gasolina, el acaparamiento acabaría inmediatamente.

P: ¿Entonces cuál es nuestro problema?

R: La escasez se debe al trastorno del libre mercado por el estado.

P: ¿Quieres decir cosas como las órdenes de la EPA de que los distribuidores puedan llevar solo cierto tipo de gasolina a algunas de esas áreas o las regulaciones del gobierno que impiden que las petroleras construyan nuevas refinerías?

R: Ambos decretos reducen la oferta disponible de gasolina. Pero son insuficientes por sí mismos para causar una escasez.

P: ¿La reducción de la oferta no crea escaseces?

R: No. En un mercado libre, la escasez es imposible: solo hay un precio. Los rubíes y los Picasso son escasos, pero nunca hay escasez de ellos. Puedes comprar todo lo que quieras cualquier día. Basta con pagar el precio.

P: ¿Entonces cómo está creando escasez el estado?

R: La causa principal de la escasez en el Sudeste son las órdenes de los legisladores estatales de que quien venda gasolina a precios de de mercado será calificado de “especulador” y multado entre 10.000$ y 25.000$.

P: ¿Es eso? ¿Es ésa la razón?

R: Eso es todo. Solo el gobierno puede crear escaseces. Si se hubiera dejado fluctuar libremente el precio de la gasolina y aumentar localmente a 5$ el galón, habría habido bastante incentivo para que los transportistas quitaran gasolina de otros estados y la llevaran a Georgia, Tennessee, Carolina del Norte y Alabama. Pero resulta que todos estos estados tienen una ley “anti-especulación” y cada uno de los gobernadores ha anunciado que la aplicará con todo el rigor. Igual podían haber dicho: “Reclamo una escasez de gasolina”.

P: ¿Qué deberían haber dicho en su lugar?

R: Depende. Si los gobernadores quieren votos, debería amenazar a los vendedores, como han estado haciendo. Pero si quieren mucha gasolina disponible, deberían animar a los vendedores a vender gasolina al precio más alto que puedan.

P: ¿Ayudaría eso a la oferta y la demanda?

R: Sí, a ambas. En el lado de la demanda, los altos precios de bienes y servicios limitan el consumo de forma ordenada. Si la gasolina fuera más cara, alguna gente retrasaría ese viaje al club de campo para cenar. La gente que realmente necesitara gasolina para ir a trabajar o cerrar una venta de una propiedad inmobiliaria de 50 millones de dólares en Atlanta pagaría el precio. Un precio más alto también ayudaría a la oferta. La gente no quemaría gasolina esperando media hora en cola para comprarla. Y nadie llenaría el depósito. Por el contrario, la gente acapararía lo menos posible y esperaría a que el precio bajara.

P: ¿Bajaría el precio?

R: Por supuesto. A medida que los mayoristas se dieran cuenta de que pueden obtener un dólar más por galón en Georgia, quemarían neumático para llevar allí gasolina. Muy pronto habría mucha gasolina y el precio bajaría. Otras áreas, de las que vino la gasolina, experimentarían un ligero aumento en el precio. Los precios se igualarían en los estados y no habría escasez ni precios desorbitadamente altos.

P: ¿Cuánto se tardaría en obtener un suministro amplio en las estaciones de servicio?

R: Con el suficiente incentivo del beneficio, probablemente unas 48 horas. Sin duda, no más de una semana.

P: ¿Pero no tienen algunos otros estados con leyes anti-especulación bastante gasolina?

R: Claro. Supongamos que eres un vendedor en Texas. No se te permite obtener más por tu oferta limitada de gasolina en el norte de Georgia de lo que obtienes en la franja de Florida. ¿Dónde lo vas a mandar? Al destino más fácil y cercano. Bajo controles de precios, la gasolina se asigna, no por precio, sino por otros factores de merado (lo que reduzca el coste de los envíos), de forma que los vendedores puedan maximizar sus beneficios. En los casos más graves, los controles de precios pueden crear un mercado negro.

P: Parece que la gasolina no es la única escasez.

R: Oh, no. Está la atención sanitaria, otra área en la que el estado pone topes a los precios. A veces el estado crea sobreabundancia, como en la vivienda, cuando los programas públicos animan la deuda hipotecaria masiva. En cualquier caso, caba siendo un problema.

P: Estudias el comportamiento de las masas. ¿Las recientes acciones del público, como las colas en las gasolineras, llenar los depósitos, etc.) no se deben a un pánico irracional?

R: En absoluto. La gente tiene una buena razón para hacer cola y acaparar, que es lo que ha decretado el estado con un precio por debajo del tipo de mercado. Y tienen también una buena razón para el temor, porque cuando el estado controla un precio, no hay razón por la que una persona pueda confiar en un suministro futuro. Llenar el depósito es sencillamente una reacción racional a las interrupciones de suministro. Así que es  incorrecto acusar a la gente normal de una ansiedad irracional en este caso.

P: Atribuyes muchas tendencias sociales al acaparamiento inconsciente. ¿Pero estás diciendo que no es el factor principal en este caso?

R: Sería el factor principal si la gente tratara la gasolina como un mercado financiero (especulando en la dirección de los precios) pero el problema actual es económico. Si alguna gente no puede ir a trabajar la semana que viene, tal vez no pueda pagarse la comida. Así que los temores acerca de la escasez de gasolina son propiamente individuales, no propiamente sociales. Si el gobierno cerrara todos los supermercados menos uno, veríamos enormes colas. Pero eso no es acaparamiento: es política y economía. La gente en definitiva está recibiendo información viendo a otros hacer cola en el surtidor, pero es una información apropiada acerca de la disponibilidad de gasolina, no un comportamiento imitativo desinformado. La gente en Atlanta entiende por qué los coches hacen cola: hay escasez de gasolina.

P: Bueno, otra gente que estudia el comportamiento humano parece estar en desacuerdo. Acabo de leer en el Atlanta Journal-Constitution (“Why We Ran out of Gas”, 24/9) que un profesor local dice que el pánico en el surtidor solo es “comportamiento de rebaño: vemos atemorizada a otra gente y se forma una bola de nieve”. Dice que son “ovejas”.

R: Ya veo.

P: Dice que el clamor por gasolina es fácil de arreglar. Todo lo que tenemos que hacer es “ordenar un mínimo de digamos, 10 galones”.

R: ¿Qué quiere que haga el gobierno? ¿Poner un policía en cada estación de servicio para aplicar esta orden? ¿Encarcelar a la gente que se equivoque un compre 8 galones y medio? La administración costaría mucho más que dejar sencillamente que funcione el mercado. Y funcionará de todas maneras, lo prohíban o no: La gente empezaría a pagar a los vendedores para falsificar recibos, comprando gasolina detrás de un surtidor por las noches, sobornando a los policías y quién sabe qué mas.

P: Dice “Eso impediría llenar el depósito”.

P: Claro, igual que las leyes antidroga impiden que se usen drogas y las leyes religiosas impiden la prostitución.

P: Dice “Prohíbes eso y el problema desaparece”.

R: Las prohibiciones no arreglan los problemas. Empeoran viejos problemas y crean nuevos problemas. Por ejemplo, a la gente a la que le faltaran ocho galones conduciría furiosamente para quemar dos galones más para poder llenar el depósito. ¿Y de dónde sale la cantidad “10 galones”? Parece como una interferencia política ad hoc, del tipo que idean los políticos todos los días.

P: Hay más. Sugiere que debemos “hacer que la gente se levante y condene socialmente al ostracismo a la gente que llena el depósito”.

R: ¿Hacer que la gente se grite unos a otros? Eso traería paz al valle. Además, la idea es incoherente. Si el rebaño está llenando el depósito debido a un pánico irracional, ¿cómo va el mismo rebaño a empezar a condenar tranquilamente al ostracismo a sus miembros? De todas formas, ¿quién iba a empezar este movimiento?

P: Bueno, según él, “Necesitáis un líder que levantaros y decir que es un mal comportamiento, que estáis siendo malos ciudadanos”.

R: Con la acusación pública fue como empezó McCarthy. No creo que necesitemos ver a los líderes que causaron el problema apaleando a la gente por comportamientos que indujeron sus mismas acciones. Si nuestros líderes no intentaran satisfacer a la masa, no tendríamos una escasez de gasolina, para empezar.

P: ¿No parece acaparamiento cuando vemos a los coches haciendo fila?

R: Así es. Pero las apariencias pueden engañar. Un especialista debe tener cuidado de no atribuir todo aspecto de las masas a una teoría del comportamiento.

P: ¿No defiendes que en muchas ocasiones una disposición social inconsciente es fundamentalmente causal para el comportamiento?

R: Desde luego. Bajo la causalidad socioeconómica, las tendencias de la disposición social inconsciente son un poderoso motivador del comportamiento social, pero conciernen solo a contextos de incertidumbre. Por ejemplo, la disposición social regula tendencias en le mercado bursátil, macroeconomía, el entrono social para la paz y la guerra y las tendencias de moda y entretenimiento. Pero no hace indisponibles los productos. La teoría también admite un comportamiento colectivo distinto del acaparamiento inconsciente. Mucho del comportamiento de las masas no es racional, pero parte del mismo es perfectamente sensato.

P: ¿Por ejemplo?

R: Como ir a la tienda cuando hay grandes rebajas.

P: ¿Qué hay de cuando el miedo es un factor?

R: ¿Quieres decir como abandonar el World Trade Center cuando está ardiendo? Eso es miedo grupal y era racional. Si actuaras de otra manera, morirías.

P: Pero este profesor dice que en el caso de las colas de la gasolina, “la realidad es irrelevante”.

R: La realidad es completamente relevante.

P: ¿Así que hay una diferencia entre miedo racional e irracional?

R: Exactamente.

P: Hay quien piensa que hay que echar la culpa a la torre de marfil por el pensamiento antimercado.

R: La academia deja espacio para todo tipo de opiniones. Matt Zwolinski, de la Universidad de san Diego acaba de escribir un trabajo llamado “La ética de la especulación de precios” que está a punto de publicarse en Business Ethics Quarterly. Concluye que la llamada especulación (vender a niveles de mercado) es práctico y sirve a “objetivos moralmente éticos”.

P: ¿Se acabará la escasez de gasolina?

R: Seguro. Desparecerá de las portadas cuando el suministro se iguale al precio artificialmente bajo o cuando se liberalice el mercado.

P: Los políticos tratan de agradar a los votantes. ¿No implicaría esto que los votantes tienen en definitiva la culpa por querer que los políticos prohíban los grandes beneficios?

R: Mucha gente tiene envidia de quienes reciben ganancias inesperadas. Si un vendedor fuera lo suficientemente listo o afortunado como para ordenar gasolina antes de que se contraigan los suministros, podría ganar algún dinero extra. Me parece perfecto, pero mucha gente no soporta esta idea. Así que apelan a los políticos para asegurarse de que esto no pase. Son la misma gente, por cierto, que no querrían que nadie se interpusiera en su camino de conseguir una renta mayor por su trabajo. Paradójicamente, al prohibir los llamados beneficios excesivos, se aseguran precios más altos posteriormente, porque no se permite al mercado comunicar a los productores que necesitan más gasolina, oleoductos y refinerías.

P: Lo dices como si hubiera pasado antes.

R: Hubo controles de precios en la gasolina en 1973, bajo Richard “ahora todos somos keynesianos” Nixon. El estado ordenó algo llamado “racionamiento par/impar”. No preguntes. Yo estaba allí y fue enormemente molesto. Si quieres detalles, pon en Google “1973 escasez gasolina”. Ocurrió de nuevo en 1979. Hubo topes en gasolina “vieja” y “nueva”, otra restricción innecesaria. Hubo un impuesto a los “beneficios extraordinarios”. Carter no dijo que nos pusiéramos jerséis.

 P: ¿Entonces cuál es la solución?

R: Apartarse. Dejar que funcione el mercdo.

 

 

Robert Pretcher es autor de Conquer the Crash: You Can Survive and Prosper in a Deflationary Depression. Vea sus sitios web: socionomics.net y elliottwave.com.

Published Wed, Oct 12 2011 8:25 PM by euribe