¿Puede el estímulo fiscal reavivar la economía de EEUU?

Por Frank Shostak. (Publicado el 22 de enero de 2009)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/3310.

 

El jueves 8 de enero de 2009, el presidente electo Barack Obama decía:

No creo que sea demasiado tarde para cambiar el rumbo, pero lo será si no tomamos medidas drásticas lo antes posible. Si no se hace nada, esta recesión podría persistir durante años.

La mayoría de los economistas y diversos comentaristas están de acuerdo. Sostienen que el gobierno de EEUU debe aumentar enormemente su gasto para detener la crisis económica que podría convertirse en una depresión prolongada.

Según la Oficina del Presupuesto del Congreso, en ausencia de un plan de estímulo, la tasa de desempleo podría subir por encima del 9% a principios de 2010. Otros expertos son de la opinión de que sin el plan de estímulo la tasa de desempleo podría fácilmente sobrepasar la cota del 10%.

La mayoría de los expertos sostienen que teniendo en cuenta la recesión actual y la consecuente infrautilización de recursos, la producción económica en los próximos dos años estará muy por debajo de la producción potencial. Para 2009 y 2010, la pérdida de producción se estima que superará los 2 billones de dólares (la diferencia entre el PIB potencial y el PIB real).

Por tanto, creen que la forma eficaz de cubrir el agujero entre la producción potencial y la producción real es a través del paquete de estímulo fiscal (un enorme aumento de los desembolsos públicos).

Dada la posibilidad de que el agujero pueda exceder los 2 billones de dólares, parece que el plan de estímulo fiscal de Obama de alrededor de 800.000 millones no va a “funcionar”.

Incluso si uno aceptara el llamado “efecto multiplicador”, el plan de Obama no cubrirá el agujero de producción y “arreglará” el problema, como se dice. En el plan de Obama, solo alrededor de 480.000 millones consisten en gasto público, que tiene un  multiplicador de alrededor de 1,5. (Es decir, un dólar de gasto público supuestamente aumenta el PIB en alrededor de 1,5$). El resto del paquete consiste en recortes en impuestos, lo que la mayoría de los expertos no cree que potencie el gasto y así active el multiplicador.

Esta forma de pensar sigue las ideas de John Maynard Keynes. En pocas palabras, Keynes sostenía que uno no puede confiar completamente en la economía de mercado, que es en sí misma inestable. Si se la deja libre, la economía de mercado podría dirigirse a su autodestrucción. De ahí la necesidad de que los gobiernos y bancos centrales dirijan la economía.

Una buena dirección, en el marco keynesiano, se realiza influyendo en el gasto total en una economía. Es el gasto el que genera el ingreso. El gasto de un individuo se convierte en ingreso de otro.

Lo que mueve la economía es por tanto el gasto. Si durante una recesión, el consumidor deja de gastar, entonces corresponde al gobierno intervenir y aumentar el gasto total para hacer crecer la economía.

En el marco keynesiano, un producto que pueda generar una economía sin causar inflación, dada una cierta existencia de recursos (trabajo, herramientas y maquinaria y una tecnología dada) se califica como producto potencial. De ahí que cuanto mayor sea la existencia de recursos, a igualdad de condiciones, más producción puede generarse.

Si, por la razón que sea, la demanda de los bienes producidos no es suficientemente fuerte, esto lleva a una depresión económica. (Una demanda inadecuada de bienes lleva a un uso solo parcial de la mano de obra y los bienes de capital existentes).

Por tanto, en este marco tiene mucho sentido aumentar el gasto público para fortalecer la demanda y eliminar la depresión económica.

Lo que falta en esta explicación es la financiación. Por ejemplo, un panadero fabrica diez hogazas de pan y las intercambia por un par de zapatos con un zapatero. En este ejemplo, el panadero financia la compra de zapatos fabricando diez hogazas de pan.

Advirtamos que el pan mantiene la vida y el bienestar del zapatero. Igualmente, el zapatero ha financiado la compra de pan por medio de zapatos que mantienen la vida y el bienestar del panadero.

Ahora imaginemos que el panadero ha decidido construir otro horno para aumentar la producción de pan. Para implantar su plan, el panadero contrata un fabricante de hornos.

Paga al fabricante de hornos con parte del pan que está produciendo. Lo que tenemos de nuevo aquí es un acuerdo en el que la construcción del horno está financiada por la producción de un bien de consumo final: el pan. Si, por cualquier razón, se interrumpiera el flujo de producción de pan, el panadero no sería capaz de de pagar al fabricante de hornos. En consecuencia, la fabricación del horno tendría que interrumpirse.

A partir de este ejemplo sencillo, podemos inferir lo que importa para el crecimiento económico no es solo la existencia de herramientas y maquinaria y de menos de obra, sino el flujo apropiado de bienes y servicios finales que mantienen la vida y el bienestar de los individuos.

Ahora, incluso si aceptáramos el marco keynesiano de que la producción potencial esté por encima de la producción actual, de ello no se sigue que el aumento en los desembolsos públicos lleve a un aumento en la producción real de la economía.

No es posible aumentar la producción general sin el necesario apoyo de bienes y servicios finales o del flujo de financiación real o del flujo de ahorro real. (Por ejemplo, de la producción de diez hogazas de pan, si el panadero consume dos, su ahorro o financiación real es de ocho hogazas).

Hemos visto que por medio de un bien de consumo final (el pan), el panadero fue capaz de financiar la expansión de su estructura productiva.

Igualmente, otros productores deben tener bienes de consumo final ahorrados y reales (ahorro real) para financiar la compra de bienes y servicios que requieren. Advirtamos que la introducción del dinero no altera la esencia de lo que es la financiación. (El dinero es solo un medio de intercambio. Solo se usa para facilitar el flujo de bienes; no puede reemplazar los bienes de consumo final).

El gobierno como tal no crea ninguna riqueza real, así que ¿cómo puede reavivar la economía un aumento en los desembolsos públicos?

El gobierno emplearía a distintos individuos que esperarían una compensación por su trabajo. La única forma de pagar a estos individuos es gravando a otros que sigan generando riqueza real. Al hacerlo, el gobierno debilita el proceso de generación de riqueza y socava las perspectivas de una recuperación económica. (Ignoramos ahora los préstamos tomados a extranjeros).

La única forma en que podría “funcionar” el estímulo fiscal es que el flujo de ahorro real (es decir, la financiación real) sea suficientemente grande como para soportar (es decir, financiar) las actividades del gobierno permitiendo aún una tasa positiva de crecimiento en las actividades del sector privado. (Advirtamos que el aumento general en la actividad económica real se atribuye, en este caso, erróneamente a la laxa política fiscal del gobierno).

Sin embargo, si el flujo del ahorro real no es suficientemente grande, entonces, independientemente de cualquier aumento en los desembolsos del gobierno, la actividad económica real general no puede reavivarse.

En este caso, cuanto más gaste el gobierno (es decir cuanta más riqueza tome de los generadores de riqueza), más debilita las perspectivas de una recuperación.

Así que cuando el gobierno, por medio de impuestos, desvía el pan a sus propias actividades, el panadero tendrá menos pan a su disposición. Por consiguiente, el panadero no podrá contratar los servicios del fabricante de hornos. El resultado será que no será posible aumentar la producción de pan, en igualdad de condiciones.

A medida que aumenta el ritmo del gasto público, podría aparecer una situación en la que el panadero no tenga suficiente pan siquiera para mantener el horno existente. (El panadero no tendrá suficiente pan para pagar los servicios del técnico de mantenimiento del horno). Por consiguiente, su producción de pan disminuirá en la realidad.

Igualmente, otros generadores de riqueza, como consecuencia del aumento en los desembolsos públicos, tendrán a su disposición menos financiación real. Esto a su vez dificultará la producción de sus bienes y servicios, por tanto retardando, no promoviendo, el crecimiento económico real general.

Como puede verse, no solo el aumento en los desembolsos públicos del gobierno no aumenta la producción general multiplicándola positivamente, sino que, por el contrario, lleva a un debilitamiento en el proceso de generación de riqueza en general. Según Ludwig von Mises:

es necesario destacar la verdad de que un gobierno puede gastar o invertir solo lo que toma de sus ciudadanos y que este gasto e inversión adicionales recortan los gastos e inversiones de los ciudadanos por el total de esa cantidad. (La acción humana, capítulo 29, sección 1).

 

 

Frank Shostak en investigador adjunto en el Instituto Mises y colaborador habitual en Mises.org. Su empresa de consultoría, Applied Austrian School Economics, ofrece evaluaciones e informes en profundidad sobre mercados financieros y economías globales.

Published Thu, Oct 20 2011 6:39 PM by euribe
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