Por Art Carden. (Publicado el 24 de
octubre de 2011)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí http://mises.org/daily/5780.
[Forbes.com, 21 de octubre de 2011]
En algún lugar hay dos estudiantes
universitarios en ciencias sociales que necesitan temas de trabajo. Esos
estudiantes deberían estar viendo el movimiento Ocupa Wall Street con buenos ojos, porque, según evoluciona, va a
ofrecernos una serie interesante de aplicaciones, ejemplos y pruebas de
distintos principios de las ciencias sociales. Un estudiante debería estudiar
la evolución sobre el terreno de propios campos de ocupación. Otro debería ver
la evolución de las percepciones de
las ocupaciones y cómo han cambiado al aparecer datos sobre las opiniones de
los ocupantes.
El antiguo encuestador de Clinton, Douglas
Schoen, ha prestado un valioso servicio al hacer una encuesta (que explica
en el Wall Street Journal) que
“probablemente represente el primer ejemplo sistemático de la opinión sobre Ocupa Wall Street”. Según Schoen, los
ocupantes están unidos por “un profundo compromiso con políticas de
izquierdas”.
Estoy de acuerdo con los ocupantes
cuando ambos respondemos “no” a una pregunta como “¿deberíamos rescatar a las
grandes instituciones financieras que han hechos muchas malas inversiones?” Los
ocupantes más radicales me pierden con demandas de que “aplastemos el
capitalismo” y “hagamos abolir la propiedad privada”. Para mí no está claro que
hayan pensado qué supondría esto exactamente.
Tal vez vean esto como el principio
de una revolución anticapitalista y anticomercial, pero hasta cierto punto ya
hemos tenido esta conversación. El siglo XX fue un largo (y sangriento) debate
acerca de modos alternativos de organización social. Incluso en su forma
corrompida y clientelar presente, el “capitalismo moderno” (que Deirdre McCloskey
define vagamente como “propiedad privada e intercambio sin limitaciones”) es
una gallina que pone huevos de oro y no solo para los superricos. Si está usted
en desacuerdo, pregúntese cuántos de éstos que afirman hablar por “el 99%”
tienen teléfonos inteligentes, que Luis XIV no podría haber comprado con todo
el oro de Francia. Los problemas de los que los ocupantes echan la culpa al
“capitalismo” no los causa la “propiedad privada e intercambio sin
limitaciones”. Los causa la interferencia institucionalizada con la “propiedad
privada e intercambio sin limitaciones”.
Al margen de esto, un poco más de
intervención pública no es probable que suponga una enorme diferencia. Preveo
problemas a largo plazo que no aparecerán en la superficie hasta mucho después
de que sus defensores y patrocinadores dejen de estar en el cargo, pero el
Obamacare por sí mismo no va a convertir a Estados Unidos en Corea del Norte.
Sin embargo, no podemos descartar lo que la economía tiene que enseñar y
esperar que la civilización resista. Ludwig von Mises, uno de los más eminentes
defensores del orden liberal clásico del siglo XX, acababa así su obra magna, La acción humana:
El cuerpo del conocimiento económico
es un elemento esencial en la estructura de la civilización humana; es el
fundamento sobre el que se han construido el industrialismo moderno y todos los
logros morales, intelectuales, tecnológicos y terapéuticos de los últimos
siglos. Corresponde a los hombres determinar hacer uso apropiado del rico
tesoro que les proporciona este conocimiento o dejarlo sin utilizar. Pero si no
lo aprovechan todo lo que puedan y desdeñan sus enseñanzas y advertencias, no
anularán la economía; eliminarán la sociedad y la raza humana.
Las cosas estaban mucho peor que
cuando Mises escribió eso (1949) que ahora, pero estamos a unos pocos años de
que se gradúe la primera promoción de universitarios que no habían nacido
cuando se derrumbó la Unión Soviética. Se ha dicho que quines no aprendan del
pasado están condenados a repetirlo. Y haríamos bien en estudiar la historia
intelectual, política, social y económica que hizo a Mises escribir con tanta
urgencia y pasión para que no nos veamos condenados a repetirla. Trágicamente,
eso es exactamente lo que ocurrirá si quienes nos urgen a “aplastar el
capitalismo” y “abolir la propiedad privada” alcanzan sus deseos.
Art Carden es profesor ayudante de economía y empresa en el
Rhodes College en Memphis, Tennessee, e investigador adjunto en el Independent
Institute ubicado en Oakland, California. Ha sido investigador en el verano de
2003 en el Ludwig von Mises Institute e investigador visitante en el American
Institute for Economic Research en junio de 2008. Sus trabajos de investigación
pueden encontrarse en su página de autor en Social Science Research Network y en
su sitio web. También colabora
asiduamente en Forbes.com, Division of Labour y The Beacon.
Este artículo apareció originalmente en Forbes.com el 21 de octubre de
2011.