Por Llewellyn H. Rockwell Jr. (Publicado el 24 de octubre de
2011)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5776.
Al
movimiento de protesta “ocupa” le apasiona la afirmación de que el 99% está
siendo explotado por el 1% y hay algo de verdad en lo que dicen. Pero han
equivocado las identidades de los grupos. Imaginan que es el 1% de los mayores
poseedores de riqueza el que es el problema. De hecho, ese 1% incluye a algunas de las personas más inteligentes e
innovadoras del país: la gente que inventa, pone en el mercado y distribuye
bendiciones materiales para toda la población. También poseen el capital que
sostiene la productividad y el crecimiento.
Pero hay otro 1% por ahí de gente que vive
parasitando a la población y explotando al 99%. Además, hay una larga tradición
intelectual, que se remonta al final de la Edad Media, que atrae la atención a
la extraña realidad de que una minoría diminuta viva de la labor productiva de
la abrumadora mayoría.
Estoy
hablando del estado, que incluso hoy está compuesto por una diminuta franja de
la población pero es la causa directa de todas las guerras empobrecedoras, la
inflación, los impuestos, la reglamentación y el conflicto social. Este 1% es
la causa directa de la violencia, la censura, el desempleo y también de buena
parte de la pobreza.
Veamos
las cifras, redondeando los últimos datos. La población de EEUU es de 307
millones. Hay alrededor de 20 millones de funcionarios públicos a todos los
niveles, lo que supone el 6,5%. Pero, 6,2 millones de esas personas son
profesores de escuelas públicas, que creo que podemos decir que no son
realmente la élite dirigente. Eso nos lleva a un 4,4%,
Podemos
eliminar otro medio millón que trabaja para correos y probablemente los mismos
que trabajan para distintas oficinas de departamentos de servicio.
Probablemente otro millón no trabaje en ninguna rama de fuerza del estado y
también está la asombrosa pelusa de la fuerza laboral que implica cualquier
obra pública. Los gobiernos locales no causan problemas nacionales
(normalmente) y lo mismo puede decirse de los 50 estados. El problema real está
a nivel federal (8,5 millones), del que podemos restar pelusa, zánganos y
trabajadores de servicio.
Al final,
acabamos con alrededor de 3 millones de personas que constipen lo que se llama
habitualmente el estado. Para abreviar, podemos sencillamente llamar a esta
gente el 1%.
El 1% no
genera riqueza por sí mismo. Todo lo que tienen lo obtienen tomándolo de otros
bajo la cobertura de la ley. Viven a nuestra costa. Sin nosotros, el estado
como institución moriría.
Aquí
llegamos al meollo de la cuestión. ¿Qué es y qué hace el estado? Hay una enorme
confusión acerca de esto, en la medida en que se habla algo de esto. Durante
cientos de años, la gente ha imaginado que el estado podría ser una institución
orgánica que se desarrolla naturalmente a partir de algún contrato social. O
tal vez el estado sea nuestro benefactor, porque ofrece servicios que de otra
no forma no podríamos proveernos por nosotros mismos.
En las
aulas y las discusiones políticas, hay muy poca o ninguna explicación honrada
de qué es y qué hace el estado. Pero en la tradición libertaria, las cosas
están mucho más claras. De Bastiat a Rothbard, la respuesta ha estado ante
nuestros ojos. El estado es la única institución en la sociedad a la que se
permite por ley utilizar fuerza agresora contra personas y propiedades.
Entendámoslo
con un ejemplo sencillo. Digamos que entramos en un restaurante y no nos gusta
el papel pintado de la pared. Puedes quejarte y tratar de convencer al
propietario de que lo cambie. Si no lo cambia, puedes decidir no volver. Pero
si entras, te llevas dinero de la caja, compras pintura y tapas tú mismo el papel
pintado, se te acusará de un delito y tal vez vayas a la cárcel. Todos en la
sociedad están de acuerdo en que hiciste algo mal.
Pero el
estado es diferente. Si no le gusta el papel pintado, puede aprobar una ley (o
tal vez ni siquiera eso) y enviar un requerimiento. Puede ordenar un cambio. No
tiene que encargarse de repintar: el estado te puede hacer que repintes el
lugar. Si rehúsas hacerlo, eres culpable de un delito.
El mismo
objetivo, distintos medios, dos tipos muy distintos de criminales. El estado es
la institución que esencialmente redefine los delitos para declararse siempre
exento de la ley que gobierna a todos los demás.
Pasa lo
mismo con todas las leyes, todas las regulaciones, todas las órdenes y toda
palabra del código federal. Todas representan coacción. Incluso en el área del
dinero y la banca, es el estado el que creó y sostiene la Fed y el dólar,
porque esto limita por la fuerza la competencia en el dinero y la banca,
impidiendo que la gente haga del oro y la plata dinero o innovando de otras
formas. Y en cierto modo ésta es la intervención más terrible de todas, porque
permite al estado destruir nuestro dinero a capricho.
El estado
es el enemigo de todos. ¿Por qué no lo entienden los manifestantes? Porque son
víctimas de la propaganda del estado, distribuida en escuelas públicas, que
intenta echar la culpa de todo el sufrimiento humana a las partes privadas y la
libre empresa. No entienden que el enemigo real es la institución que les lava
el cerebro par que piensen como piensan.
Tienen
razón en que en la sociedad abundan los conflictos y en que la respuesta es
tremendamente desigual. Es realmente el 99% contra el 1%. Solo que se equivocan
en la identidad del enemigo.
Llewellyn H. Rockwell, Jr es
Presidente del Instituto Ludwig von Mises en Auburn, Alabama, editor de LewRockwell.com, y autor de The
Left, the Right, and the State