Alabanza de la verificación del crédito

Por Jeffrey A. Tucker. (Publicado el 26 de octubre de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5789.

 

Tal vez estaba en tercer grado cuando en el patio del colegio corrían rumores de algo terrible. Se llamaba el “registro permanente”. Si hacías algo lo bastante malo, irías al registro permanente. Entonces un desliz de un día se transformaría en una profunda cicatriz, un pecado mortal que duraría eternamente y reduciría permanentemente tus oportunidades de triunfar en la vida.

Imaginábamos un comité trajeado llegando al fondo del expediente y descubriendo que habíamos aflojado los dedos a alguien en las barras de mono o que le dimos a alguien en al espalda con un borrador lleno de tiza o que empezamos una guerra de pancillos en el comedor o que pusimos un petardo en el lavabo del baño.

Fuera cual fuera el pecado, si iba al registro permanente, nunca desparecería.

Probablemente no existía tal cosa. O tal vez sí y no le importaba a nadie. Por mi parte, vi cumplido el sueño de todo chico en la escuela pública cuando, en quinto grado, toda la escuela se quemó, y mi primer pensamiento fue: ¡basta de registro permanente!

Pero cuando llegamos a adultos empezamos a darnos cuenta de que sí existe algo parecido al “registro permanente”. Se llama el informe de crédito. Su creación y mantenimiento no implica ninguna policía, ni burócratas, ni oficinas públicas ni nadie pagado por el contribuyente. No le preocupan nuestro aspecto, nuestra política, nuestras preferencias ni nuestras asociaciones. Es completamente privado y juzga una sola cosa. Se agrupa porque las partes interesadas necesitan saber.

¿Quieres alquilar un piso? Verifica el informe de crédito. ¿Quieres un préstamo para un coche? Pronto sabremos lo fiable que eres. ¿Quieres electricidad en casa? No la vas a conseguir salvo que haya una expectativa razonable de que vas a pagarla. Y la forma de saberlo es examinando tu pasado.

Los informes de crédito no son perfectos y todos tienen algo acerca de algún error. Pero la clave es que, como son privados, hay una estructura de incentivos para reparar errores y mejorar los informes. Se esfuerzan por ser tan precisos como sea posible, porque esto es lo que quieren los prestamistas. Y resulta que todos los estudios detallados han demostrado que son increíblemente precisos, y muy buenos resolviendo disputas.

Así que si dejaste de pagar alguna factura, se anota allí. Si dejaste de pagar un alquiler, se anota. Si hiciste que se ejecutara una garantía para el pago mensual de un coche y el coche se embargó, está allí negro sobre blanco.

Es verdad que es un poco aterrador. Es como imaginamos que será una vez que nos aproximemos a las puertas del cielo. Se sabrá todo. Nuestro aspecto, sonrisa y encanto no valdrán de nada. Tendremos que dar una explicación, golpe a golpe. El detector de basura estará completamente operativo. En comparación, el alcoholímetro no es nada. Eso hace que todos nos mordamos un poco los labios.

Y aún así, pensemos en ello. Nadie viene a arrestarte. No hay violencia. No se te mete en una cárcel para deudores. Nadie te pone una letra escarlata. Todo lo que puede hacer un informe negativo es hacer que no recibas de nuevo ningún crédito. Es completamente razonable. Y siempre hay maneras de arreglar el problema. Puedes pagar con una tarjeta de débito en lugar de crear un crédito. Y puede darse absolutamente el caso de que todo posible acreedor te alabe por poner en orden tu vida. Quieren dar créditos. Quieren  hacer negocio. Tienen un interés directo en moldear tu carácter moral.

Por otro lado, si haces lo correcto y cumples con todas tus obligaciones como se contrataron, se te recompensa generosamente. Cuanto mejor te comportes, más gente confiará en ti. Cuanto más cierto sea que pagas lo que debes, más gente te dará crédito.

Lo verdaderamente maravilloso de este sistema es que es completamente privado y resulta de la interacción voluntaria de los seres humanos en el mercado. Nadie está forzado a él. Pero si eliges ser parte del sistema del crédito, debes comportarte. Debes hacer lo correcto. No debes robar a otros, que es lo que significa realmente no pagar tus facturas. El informe de crédito no es nada más que un informe sobre tiendes a hacer lo que es correcto o lo que no lo es.

Así que no tiene sentido condenar el sistema o denostarlo como una invasión de nuestra vida. El informe de crédito es el mejor amigo de la persona responsable de la misma forma que es el peor enemigo de la irresponsable. En otras palabras, dice la verdad y la verdad puede ser buena o mala para ti dependiendo de lo que sea verdad.

Apenas he oído atribuir a este sistema el aumento en el nivel moral de la sociedad. Pero sin duda lo hace. Sí, la gente debería hacer lo correcto haya o no un premio o un castigo asociado con una acción. La gente debería pagar sus facturas incluso si no hacerlo no acaba en el registro permanente. Pero la dirección interna de la virtud solo puede llevarnos hasta aquí. Es mejor tener sistemas implantados que ofrezcan incentivos para comportarse, con recompensas por hacer lo correcto en lugar de lo incorrecto.

Eso es lo que proporciona el sistema de informes de crédito. En esto es más efectivo de sermones, lecciones, libros para fortalecer el carácter, campañas de publicidad o incluso la supervisión. El informe de crédito liga causa y efecto de una forma bella, convirtiendo uno de los más viejos principios morales conocidos por el hombre en una puntuación cómoda que se te otorga a ti y solo a ti.

En muchas formas, este sistema es una criatura del capitalismo, y funciona muy bien. Y comparémoslo con el espantoso sistema creado por el estado, el complejo aparato para asegurarse de que el gobierno no ha obligado a soltar la máxima cantidad de riqueza que dice que debemos. Un sistema trata de prevenir el robo, mientras que el otro trata de hacer el robo más eficiente. No puede imaginar un mejor contraste en cómo tratan las instituciones con seres humanos y el efecto de esas instituciones en lo que somos y las decisiones que tomamos.

Es solo un ejemplo del principio general: los mercados privados premian el buen comportamiento y nos hacen mejores; las burocracias públicas hacen lo contrario.

 

 

Jeffrey Tucker es editor de Mises.org y autor de It's a Jetsons World: Private Miracles and Public Crimes y Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo.

Published Wed, Oct 26 2011 7:40 PM by euribe
Filed under: ,