Por Ludwig von Mises y Bettina Bien
Greaves. (Publicado el 24 de octubre de 2011)
La
situación del dinero, como medio de cambio, es diferente a la del resto de
productos. Si hay un incremento en la cantidad de otros productos, esto siempre
significa un mejoramiento de las condiciones para la gente. Por ejemplo, si hay
más trigo disponible, algunas de las personas para quienes antes no había trigo
disponible ahora pueden obtenerlo, o pueden obtener más de lo que hubieran
recibido bajo condiciones previas. Pero con el dinero la situación es muy
diferente.
Para
señalar esto, usted solo tiene que considerar lo que ocurre cuando hay un
incremento de la cantidad de dinero. Tal incremento es considerado malo porque
favorece a aquéllos que reciben primero el dinero a expensas del resto; nunca
sucede de tal manera como para dejar sin cambios las relaciones entre los
individuos. Tomemos la siguiente situación. Imaginen al mundo como lo
conocemos. Algunas personas poseen dinero y también demandas sobre el dinero, piden tener dinero de alguien más;
son acreedoras. Luego también hay personas que son deudoras, que tienen deudas
en dinero.
Ahora
imaginen un segundo mundo que es precisamente el mismo que el primero a
excepción de una cosa, que allí, donde había en el primer mundo una cantidad de
dinero disponible, una existencia de efectivo o una demanda de dinero, habrá el
doble de ésta en el segundo mundo. Esto significa que todo es lo mismo en ambos
mundos; nada ha cambiado a excepción de algo en la aritmética. Todo en el
segundo mundo está multiplicado por dos. Entonces ustedes dirán, “No encuentro
ninguna diferencia entre vivir en el primer mundo o en el segundo mundo. Las
condiciones son las mismas”.
Sin
embargo, si tuvieran que llevarse a cabo los cambios en la oferta de dinero,
uno podría pensar que esto también era solo un problema de aritmética, un
problema para los contables; los contables tendrían que utilizar otras cifras,
pero esto no cambiaría las relaciones entre los individuos. Sería absolutamente
carente de interés, inmaterial, para las personas vivir en un mundo con mayores
o menores cifras a utilizarse para la contabilidad y la teneduría de libros.
Pero la
manera en que los cambios del dinero ocurren de hecho en nuestro mundo, no se corresponden
con esto. La forma en la cual se provocan
realmente los cambios en la cantidad de dinero en el mundo, es diferente para
diferentes personas para diferentes cosas; los cambios no ocurren de forma
neutral; algunas personas ganan a expensas de otras. Eso significa, por lo
tanto, que si la cantidad de dinero se incrementa o dobla, afectará
diferentemente a diferentes personas. Significa también que un incremento en la
cantidad de dinero no provoca ningún mejoramiento general de las condiciones.
Es lo que el economista francés, Say, señaló claramente a inicios del siglo
XIX.
Podríamos
lidiar con este problema desde el punto de vista del mercado global y el Banco
Mundial. Asuman que hay algunas personas que piensan que la mejor solución para
el problema monetario sería una moneda fiduciaria mundial, emitida por un banco
mundial o una institución mundial, una oficina mundial, y así sucesivamente. Y
ahora asuman que tenemos tal cosa. Muchas personas quieren tenerlo. Piensan que
sería una maravillosa idea. Habría en alguna parte, posiblemente en China, una
oficina para todo el mundo. Y esta única oficina incrementaría la cantidad de
dinero. ¡Sí!
¿Pero quién
recibiría esta cantidad adicional de dinero? No existe un método de
distribución que satisfaga a todo el mundo. O digamos que el banco
internacional que emite la moneda mundial para todos los países, desea
incrementar la cantidad de dinero porque, dicen, ahora hay más personas nacidas.
De acuerdo; dénselos. Pero entonces la pregunta es quién recibe el dinero
adicional. Todo el mundo, cada país, dirá la misma cosa: “La cantidad que
tenemos es demasiado pequeña para nosotros”. Los países ricos dirán: “Puesto
que la cuota de dinero per cápita en nuestro país es mayor que la de los países
pobres, nosotros debemos obtener una mayor parte”. Los países pobres dirán, “No, al contrario.
Puesto que ellos ya tienen una mayor cuota de dinero per cápita que nosotros,
nosotros debemos recibir la cantidad adicional de dinero”.
Por lo
tanto, todas estas discusiones de, digamos, la Conferencia de Bretton Woods
[1944], fueron absolutamente inútiles porque ni siquiera se enfocaron en la
situación de lidiar con el verdadero problema que, hasta donde yo lo pienso, ni
siquiera entendieron ninguno de estos delegados y ninguno de estos gobiernos
participantes que han enviado delegados. Habrá una tendencia hacia precios
altos en aquellos países que estén recibiendo esta cantidad adicional y aquéllos
que la reciban primero estarán en posición de pagar precios altos. Así que otras personas querrán más, ya saben.
Y los precios altos retirarán productos y servicios de otras naciones que no
reciban este nuevo dinero o una suficiente cantidad de éste.
Es muy
fácil de escribir en un libro de texto diciendo que el dinero debería incrementarse
cada año en 5% o 10% y así sucesivamente.
Nadie habla de reducir la cantidad de dinero; solo quieren
incrementarla. La gente dice: “Mientras la producción económica —o la
población— se incremente, se necesitará cada vez más dinero, más liquidez”.
Quisiera repetir lo que dije, puesto que es muy importante: no hay forma de
incrementar —o de reducir— la cantidad de dinero de manera neutral. Éste es uno
de los grandes errores que es popular. Y esto provocará una lucha entre todos
los países, o grupos de países, por lo que deberían ser las unidades de este
sistema.
Pero
generalmente no se necesita más y más dinero. Y si se incrementa el dinero, no
se puede incrementar la cantidad en una forma neutral, de tal manera que se
promueva las condiciones económicas de un grupo a expensas de otros grupos.
Esto es, por ejemplo, algo que no se detectó en este gran error — no encuentro
una buena palabra para describirlo — de iniciar un Fondo Monetario
Internacional. Ni ese espantoso ignorante llamado Lord Keynes tenía ni la menor
idea de ello. Ni tampoco los otros. Pero no todo fue culpa de él — ¿por qué se
le permitió hacerlo?
Es
imposible tener un dinero que sea únicamente hecho por el gobierno, hecho por
un gobierno mundial, si no se limita en su cantidad de una vez por todas. Y
limitar la cantidad de dinero no es algo que quieran que ocurra quienes están
sugiriendo estas cosas. No puede prevalecer tal estado de cosas. Con respecto a
un dinero, a diferencia del patrón oro que no se incrementa a excepción de un
incremento en la situación dada de la extracción de oro, incrementar su
cantidad no es únicamente un problema cuantitativo; es, antes que todo, un
problema de a quién debería darse
este incremento.
Por lo
tanto todas esas ideas que se puedan generar sobre una moneda mundial completamente
producida y operada por alguna institución mundial, están basadas simplemente
en un completo error, en la ignorancia del problema de la no neutralidad del
dinero, en el hecho de que los incrementos o adiciones al dinero no pueden tratarse
de una manera que sea reconocidos por todos como una “justa” distribución.
Ludwig von Mises es reconocido como
el líder de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, prodigioso autor de
teorías económicas y un escritor prolífico. Los escritos y lecciones de Mises
abarcan teoría económica, historia, epistemología, gobierno y filosofía
política. Sus contribuciones a la teoría económica incluyen importantes
aclaraciones a la teoría cuantitativa del dinero, la teoría del ciclo
económico, la integración de la teoría monetaria con la teoría económica
general y la demostración de que el socialismo debe fracasar porque no puede
resolver el problema del cálculo económico. Mises fue el primer estudioso en
reconocer que la economía es parte de una ciencia superior sobre la acción
humana, ciencia a la que llamó “praxeología”.