Rothbard contra la guerra

Por David Gordon. (Publicado el 3 de noviembre de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5670.

[The Essential Rothbard (2007)]

 

Rothbard modificó el famoso dicho de Marx: quería tanto entender como cambiar el mundo. Se dedicó a aplicar las ideas que había desarrollado en tu trabajo teórico a la política actual y a exponer las opiniones libertarias a la atención del público en general. Como Randolph Bourne, mantenía que “la guerra es la salud del estado”, por lo que se oponía a una política exterior agresiva.

Su apoyo a la no intervención en política exterior le llevó a defender a la Vieja Derecha. John T. Flynn, Garet Garrett y otros “aislacionistas” anteriores a la Segunda Guerra Mundial compartían la creencia de Rothbard de la conexión íntima entre poder del estado y política exterior belicosa.

La situación era bastante distinta en el conservadurismo estadounidense de postguerra. Aunque Rothbard fue uno de los primeros colaboradores de la National Review de William Buckley, rechazó la defensa agresiva de la Guerra Fría defendida por Buckley y miembros de su personal editorial como James Burnham y Frank S. Meyer. Rompió con estos autodenominados conservadores y posteriormente se convirtió en uno de sus más fuertes opositores. Por razones similares, condenó a sus sucesores neoconservadores.

Rothbard dejaba claro que la base de su oposición a la política exterior de la National Review en un ensayo, “Por un nuevo aislacionismo”, escrito en abril de 1959: la revista no lo publicó. Quienes estaban a favor de una política de “liberación” dirigida contra el bloque comunista, Rothbard ofrecía una objeción devastadora:

En todas las páginas de material escrito por la derecha en la última década [1949-1959], nunca hay ninguna explicación precisa de lo que conlleva realmente una política de ultrafirmeza o dureza. Rellenemos pues este hueco considerando lo que estoy seguro de que es la política más dura posible: un ultimátum inmediato a Kruschev y compañía para que dimitan y desmanteles todo el sistema comunista, de otra forma lanzaremos la bomba H sobre Moscú (…) ¿Qué tiene de malo esta política? Simplemente que precipitaría rápidamente una guerra global atómica, bacteriológica y química que destruiría tanto a Estados Unidos como a Rusia.[1]

Ante este panorama sombrío, los defensores del “rollback” por supuesto responderían que los comunistas se rendirían: Rothbard disiente, por razones que explicaré luego con detalle. Baste ahora con decir que pensaba que era evidente ya que como “la destrucción de Estados Unidos seguiría a un ultimátum como ése, debemos oponernos con fuerza a una política así”.[2]

Si la “liberación” lleva al suicidio nacional, ¿cuál es la alternativa? Rothbard sugiere una vuelta a “la antigua y tradicional política estadounidense de aislacionismo y neutralidad”. ¿Pero no está ésta abierta a una objeción fatal? “Pero yo [Rothbard] escucharé desde todas partes que todos saben que el aislacionismo está obsoleto y muerto, en esta era de bombas H, misiles guiados, etc.”[3] ¿Cómo puede Estados Unidos rehuir implicarse en la política de las potencias europeas si Rusia tiene capacidad de destruirnos? Ya no podemos retirarnos a la Fortaleza Estados Unidos.

Para esto, Rothbard tiene una respuesta sencilla: “un programa de desarme mundial hasta el punto en que el aislacionismo se convierta de nuevo en práctico militarmente”.[4] Si se siguiera esta política, Estados Unidos estaría a salvo de ataques extranjeros: ya no haría falta que nos involucráramos en disputas internacionales. El desarme mutuo también le interesaba a Rusia, por lo que un acuerdo de desarme ra completamente viable.

Siempre atento a objeciones, Rothbard se anticipaba a que los críticos le acusarían de que una Fortaleza Estados Unidos tendría apabullantes gastos militares y se retiraría del comercio mundial. En absoluto, responde:

este argumento, nunca demasiado sensato, es absurdo hoy cuando estamos sufriendo ante los fantásticos presupuestos impuestos por nuestra carrera nuclear. Indudablemente (…) nuestro presupuesto de armamento será menor que el actual (…) La base de todo comercio es el beneficio de ambas partes.[5]

Incluso si una potencia hostil controlara el resto del mundo, ¿por qué no estaría dispuesta a comerciar con nosotros? Por desgracia, los argumentos de Rothbard no tuvieron ningún efecto en sus belicosos antagonistas.

 

 

David Gordon hace crítica de libros sobre economía, política, filosofía y leyes para The Mises Review, la revista cuatrimestral de literatura sobre ciencias sociales, publicada desde 1955 por el Mises Institute. Es además autor de The Essential Rothbard, disponible en la tienda de la web del Mises Institute.

Este artículo se ha extraído de The Essential Rothbard (2007).



[1] Manuscrito no publicado, “For a New Isolationism”, Abril de 1959; cursivas originales.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd., cursivas originales.

[5] Ibíd., cursivas originales.

Published Thu, Nov 3 2011 7:40 PM by euribe