Cómo arreglar la crisis inmobiliaria

Por Doug French. (Publicado el 4 de noviembre de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5805.

 

La crisis de las ejecuciones hipotecarias se ha venido arrastrando durante cuatro años hasta hoy y no se ve su final. El índice S&P/Case-Shiller de agosto cayó en 3,8% respecto del año pasado. El índice incluye precios de viviendas de 20 ciudades de EEUU.

“Las continuas bajadas en el precio de las viviendas podrían llevar a aún más impagos, ejecuciones y ventas dolorosas, socavando la riqueza, la confianza y el gasto, dijo William Dudley, presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. “Romper el círculo vicioso es uno de los asuntos más urgentes que afrontan los políticos”.

A todos los candidatos presidenciales republicanos se les pregunta cómo manejarían esta quiebra a cámara lenta de la vivienda. El perdedor Newt Gingrich dice que reescribiría las reglas para hacer rentable a los bancos renegociar préstamos sobre el principal.

“Está en desacuerdo con sus colegas republicanos en que el libre mercado encontrará una buena manera para dejara que se las arreglen bancos y propietarios”, escribe Karoun Demirjian para Las Vegas Sun.

El presidente Obama ha intervenido para ajustar las normas de Fannie Mae y Freddie Mac para permitir refinanciaciones de préstamos excediendo el 125% del valor del préstamo.

El presidente dice que esto ahorrará a los propietarios morosos de viviendas miles de dólares anuales.

El profesor de Princeton Alan Blinder escribió un artículo de opinión para el Wall Street Journal proponiendo reducciones forzosas de principal con los costes a compartir entre bancos y contribuyentes, con la condición de que al gobierno se le dé un equity ticker cuando los precios de la vivienda vuelvan a subir.

Blinder también piensa que la Reserva Federal y el Tesoro deberían proporcionar una financiación barata a los promotores, que usarían el dinero para comprar propiedades con la intención de alquilarlas.

Martin Feldstein, de Harvard, también da su opinión no solicitada sobre el asunto en el New Tork Times. Feldstein apunta que los valores de las viviendas han caído un 40%. El resultado, escribe, es “menos gasto en consumo, lo que lleva a menos producción empresarial y menos empleo”.

Feldstein afirma que el gobierno puede detener la caída en los precios de las viviendas eliminando cualquier principal de hipoteca debido que exceda el 110% del valor del préstamo. Dice que esta política costaría 350.000 millones de dólares y modificaría 11 millones de los 15 millones de casas “ahogadas” en Estados Unidos. Los bancos y el gobierno se repartirían los costes, y en el caso de hipotecas propiedad de Fannie y Freddie, “el gobierno solo se pagaría a sí mismo”, escribe, supuestamente impasible.

A cambio de que se haga un corte de pelo al 110% a su prestamista, los prestatarios aceptarían la completa responsabilidad por el préstamo modificado.

“No puedo estar de acuerdo con quienes dicen que sencillamente deberíamos dejar que los precios de las viviendas continúen cayendo hasta que se detengan ellos mismos”, escribe Feldstein. “Aunque se permita a algunos incendios forestales arder naturalmente, nadie deja que sigan ardiendo cuando amenazan barrios residenciales”.

“Recuperar la caída del 31% en los precios de las viviendas desde su máximo de 2006 tardará probablemente años en producirse, ya que las ejecuciones ponen más propiedades en el mercado y anuncios de ‘se vende’”, escribe Shobhana Chandra para Bloomberg.

A pesar de lo evidente, políticos y “expertos” piensan que recortar el principal de la hipoteca al 10% por encima del valor o que rebajar los costes financieros de los prestatarios para ese 25% o más ahogado detendría de alguna forma la caída de los valores de las viviendas y animaría el gato en consumo.

La creencia es que si los propietarios de vivienda están medio ahogados seguirán pagando fielmente a Fannie, Freddie, BoA, Wells, Morgan y el resto. No importa que sigan haciendo falta años de pagos constantes para ver el más mínimo rayo de luz de valor neto a través de la grieta entre lo que se debe y el valor de la vivienda.

Podemos ver cómo funciona esto en una pareja hipotética creada por Brent T. White en su artículo de Arizona Legal Studies.[1] La joven pareja compra una casa de 125 metros cuadrados en Salinas, California, por 585.000$ en enero de 2006. La pareja compró la casa sin aportar dinero con un préstamo a 30 años, de amortización completa al 6,5% de interés. El pago, incluyendo seguro e impuestos, es de 4.300$ al mes.

Ahora la casa solo vale 187.000$. Una refinanciación de Obama de los 560.000$ que siguen debiendo sobre el papel rebajará su pago en 900$. Pero la pareja realmente nunca poseerá la casa.

Bajo el plan de Martin Feldstein, el acreedor y los contribuyentes se comerían 354.300$, dejando a la joven pareja una hipoteca de 205.700$. Dados los tipos hipotecarios ultrabajos actuales del 4,5%, un acuerdo de amortización completa a 30 años, incluyendo impuestos y seguro, sería una cuota en torno a 1.250$.

Si cerramos el acuerdo este mes, suponiendo que los precios de la vivienda no bajen más en Salinas, nuestra pareja verá algo de valor neto en diciembre de 2016.

Entretanto, la misma casa puede alquilarse por 1.000$ al mes. En lugar de pagar 1.250$ al mes para tener un valor neto de 168$ en 61 meses, ahorrar los 250$ extra al mes y no ganar ningún interés por ello equivale a 15.250$ en la misma cantidad de tiempo.

Por supuesto, los precios de viviendas en la California central podrían aumentar un 2% al año, así que después de cinco años, la casa valdría 206.500$, pero entonces la mitad de cualquier valor neto pertenecería al Tío Sam bajo el plan de Blinder.

Todas estas ideas para salvar el mercado inmobiliario y supuestamente aumentar el gasto de consumo hacen exactamente lo contrario. Estos planes mantienen a la gente encadenada a hipotecas superiores al valor de la vivienda, impidiéndoles trasladarse allá donde hay más y mejores oportunidades de trabajar.

El operador de equipo pesado en paro Charles Mills querría abandonar el norte de Las Vegas para irse a Oklahoma y aceptar un trabajo, pero tiene una vivienda que vale 200.000$ menos que la hipoteca sobre la vivienda que compró en el pico del mercado inmobiliario en 2006. Los planes mencionados por Blinder y Feldstein le quitarían a Mills en torno a 190.000$ de la deuda, pero la reducción principal no le volvería a poner a trabajar. Además, las posibilidades de un cambio radical en los valores de las viviendas del norte de Las Vegas son casi las mismas que las de los Kansas City Royals de ganar las World Series de 2012.

La idea de que los bancos demasiado grandes para caer cubran la mitad del coste de estos planes es risible. El golpe a su capital sería considerable, enviando a los bancos de vuelta a la puerta de Washington a pasar el gorro.

¿Y cuánta burocracia haría falta para gestionar la implantación de estos planes y determinar la división del valor neta cuando se vendan las casas?

Todos estos planes no ayudan realmente a los propietarios en problemas, igual que otro rescate a los bancos (por no mencionar a Fannie y Freddie).

Cualquier negocio dominado por entidades que están en funcionamiento a causa de las gracias del gobierno no puede considerarse como parte del libre mercado. La razón de que e mercado inmobiliario no se esté liquidando es que el gobierno se entromete en el camino ayudando a los grandes tenedores de hipotecas.

Nadie razonable considera a Fannie Mae y su hermana Freddie Mac, de las que se apropió el gobierno en septiembre de 2008, como producto del orden espontáneo. Para seguir funcionando, las dos empresas juntas han necesitado alrededor de 169.000 millones en fondos de rescate de los contribuyentes, sin que se vea el final de esto.

Los cambios en las normas FASB 157, 115 y 124, que permitieron a los bancos una mayor discrecionalidad en determinar a qué precio contabilizar en el balance ciertos tipos de títulos y el reconocimiento de moras más que temporales han hecho a los grandes bancos ser también guardianes del estado.

La ayuda real para los propietarios con hipotecas superiores al valor de la vivienda solo se producirá cuando se permita caer a Fannie, Freddie y el resto. El equivalente a la quiebra del capítulo 7 (liquidación) pondría estas hipotecas a la venta en el mercado. ¿Nuestra mítica hipoteca en Salinas, garantizada por una casa que vale 187.000$, se vendería por 205.700$? Difícilmente.

Nadie puede obtener en este mercado un préstamo por el 110% del valor, no digamos del 125%, ni siquiera por el 100%. Quienes busquen una hipoteca deberían esperar aportar el 20%. Los valores en una venta tras una quiebra reflejarían esta realidad y algo más. Basándose en los precios de liquidación recibidos por el FDIC y otros vendedores de deuda son problemas, esta hipoteca probablemente se adquiriría por la mitad o un tercio del valor de la vivienda.

Los compradores de la hipoteca negociarían inmediatamente con los prestatarios para crear préstamos que sean conformes (80% LTV) y realizables.

Por ejemplo, Selene Residential Mortgage Opportunity Fund compró la hipoteca otorgada por la casa de Anna y Charlie Reynolds en St. George, Utah, con un enorme descuento, informaba el Wall Street Journal en una historia de portada. Los Reynolds luchaban contra una cuota mensual de 3.464$ y el valor de su vivienda se había desplomado.

Selene, dirigida por la leyenda de Wall Street, Lewis Ranieri,

compra préstamos para obtener beneficios, no como un servicio público, sino que los directivos de la compañía dicen que a menudo es más rentable tener al prestatario en la casa que ejecutar la hipoteca. Si un préstamo moroso puede convertirse en un préstamo “que rinda”, con el prestatario haciendo pagos regulares, el valor del préstamo aumenta y Selene puede darle la vuelta y refinanciarlo o venderlo con ganancias.

Los valores de las viviendas en St. George se han desplomado de una forma similar a la de Las Vegas, solo a dos horas de carretera. Selene recortó el principal de la deuda de 421.731$ a 243.182$ y rebajó el tipo de interés, reduciendo la cuota mensual de los Reynolds a 1.573$.

“Alrededor del 90% de las modificación en los préstamos de Selene implican reducir el principal”, escribía James R. Hagerty en el WSJ, “comparado con menos del 2% de las modificaciones hechas en el primer trimestre por los bancos regulados federalmente”.

Y mientras que muchos atribulados prestamistas no pueden siquiera encontrar un humano con el que hablar de su préstamo, no digamos sentarse a renegociar términos que beneficien a ambas partes, Selene inmediatamente intenta contactar con los prestatarios de las hipotecas que han comprado, “a veces enviando un paquete por FedEx con una tarjeta regalo que solo puede activarse si el prestatario llama al especialista en deudas de Selene”.

Es difícil imaginar a Fannie y Freddie siendo tan proactivos.

Ludwig von Mises explicaba que una intervención del gobierno lleva a una inacabable sucesión de intervenciones para ocuparse de los efectos de la primera y posteriores intervenciones. Al final, se reduce a dos opciones. “Capitalismo o socialismo: no hay vía intermedia”, escribió Mises.

Igualmente, no hay vía intermedia para resolver la crisis inmobiliaria. Para que el capitalismo haga su magia y deje libres a los propietarios con hipotecas superiores al valor de la vivienda, debe dejarse quebrar a los tenedores de dichas hipotecas.

 

 

Douglas French es presidente del Instituto Mises y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply y Walk Away: The Rise and Fall of the Home-Ownership Myth. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada-Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Academia Mises.



[1] Brent T. White, “Underwater and Not Walking Away: Shame, Fear and the Social Management of the Housing Crisis”, Arizona Legal Studies Discussion Paper No. 09-35.

Published Mon, Nov 7 2011 6:57 PM by euribe
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