Por Percy L. Greaves, Jr. y Bettina Bien Greaves. (Publicado el 11 de noviembre de
2011)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5671.
[Pearl
Harbor: The Seeds and Fruits of Infamy (2010)]
Hacía
tiempo que las relaciones con Japón eran tensas. La administración Roosevelt
era plenamente consciente de la dependencia de Japón de las importaciones. Aún
así, como hemos visto, había cancelado el largo tratado comercial con Estados
Unidos. Después de enero de 1940, Japón tenía que pedir permiso caso por caso
si quería importar de Estados Unidos. En julio de 1940, la administración había
prohibido aún más las exportaciones a Japón al requerirle una licencia para
comprar motores de avión y materiales estratégicos. (Cuando la venta de
combustible para aviones, definida en Estados Unidos como de 86 octanos o más,
fue embargada el 1 de julio de 1940, Japón ideó una forma de usar 76 octanos en
sus aviones). La
administración apretaba el lazo económico alrededor del cuello de Japón poco a
poco, obligándole a buscar en otros lugares los suministros y materiales que
estaba acostumbrado a comprar a estados Unidos.
Los
japoneses tenían intereses comerciales considerables en el sudeste asiático,
especialmente en la Indochina francesa (que ahora comprende los estados de
Vietnam, Laos y Camboya). Después de la caída de Francia en junio de 1940,
Japón había negociado con el gobierno de Vichy de la Francia no ocupada un
permiso para ocupar la Indochina francesa, apropiarse de las bases y mantener
el orden. El muy desamparado gobierno de Vichy había aceptado. Al haberse hecho
más difícil el comercio con Estados Unidos, los intereses de Japón en Indochina
aumentaban en importancia al buscar cada vez más los alimentos y materias
primas que necesitaba. Los pactos comerciales cerrados posteriormente con
Indochina garantizaban a Japón suministros ininterrumpidos de arroz, caucho y
otras materias primas necesarias.
El
embajador de EEUU en Japón, Grew, mantuvo a Roosevelt completamente al
corriente de su precaria situación económica y urgente necesidad de
importaciones. El Jefe de las Operaciones Navales, Strak, había advertid al
presidente acerca del peligro de imponer un embargo petrolífero a Japón. Stark
había “hecho saber al Departamento de Estado en término nada inciertos que en
mi opinión si se cerrara el grifo del petróleo a Japón, iría a la guerra”. No
quería decir “necesariamente contra nosotros, sino que (…) si su vida económica
se viera asfixiada y estrangulada por una incapacidad de obtener petróleo, iría
a algún lugar y lo tomaría (…) y si yo fuera un japo” haría lo mismo.
A mucha
gente, incluyendo Eleanor Roosevelt, la esposa del presidente, le preocupaba lo
que Japón podría estar planeando. En el otoño de 1940, había preguntado a su
marido acerca de la continuidad de nuestros envíos de petróleo a Japón. FDR
contestó a Eleanor el 13 de noviembre de 1940:
La
respuesta real que no puedes utilizar es que si prohibimos los envíos de
petróleo a Japón, Japón aumentará sus compras de petróleo mexicano y además,
puede verse forzado por una necesidad real a descender a las Indias Orientales
Neerlandesas. Cuando escribo esto, todos consideramos esa acción por nuestra
parte como algo que animaría a la extensión de la guerra en Extremo Oriente.
[Firmado] F.D.R.
Así que
Roosevelt era muy consciente durante un tiempo de que detener la exportación de
petróleo a Japón estaba cargado de peligro. Japón temía asimismo que sus
activos en Estados Unidos se congelaran, haciendo su situación económica aún
más peligrosa.
En febrero de 1941, Sir Robert Craigie, embajador británico
en Tokio, mandaba un cable a la Oficina de Exterior en Londres diciendo que
Japón pronto se dirigiría contra Singapur, posesión británica y entonces y
enlace vital comercial y de comunicaciones entre Gran Bretaña y sus dominios y
colonias de ultramar. Anthony Eden, secretario de estado británico para asuntos
exteriores, llamó a Mamoru Shigemitsu, el embajador japonés en Londres, a su
oficina y le “reprendió duramente” respecto de los “extravagantes y sensacionalistas
telegramas” que emanaban de la embajada británica en Tokio.
Cuando Eugene H. Dooman, consejero en la embajada de EEUU
en Tokio encargada de revisar caso por caso, llamó al viceministro de asuntos
exteriores de Japón, Chiuchi Ohashi, éste le dijo que “no hay nada de verdad en
la predicción de Sir Robert”. Ohashi dijo que había “dicho repetidamente a Sir
Robert que Japón no se movería a Singapur o las Indias Orientales Neerlandesas,
‘salvo que nos veamos presionados’ (los japoneses, por la imposición de embargos
estadounidenses”.
Sin embargo, Ohashi continuó diciendo que “si aparecieran en
Indochina desórdenes que superen el poder de control de los franceses (…)
estaríamos obligados a intervenir para eliminarlos”.
La afirmación de Ohashi fue un recordatorio más del daño inherente de imponer
embargos a Japón.
Percy L. Greaves, Jr. (1906–1984) fue una economista de
libre mercado para US News
(antecesora de US News and World Report)
y autor de varios libros sobre economía, incluyendo Understanding
the Dollar Crisis y Mises Made Easier. Fue
asimismo conferenciante en seminarios y moderador de debates en la Fundación
para la Educación Económica. Percy y su esposa, Bettina Bien Greaves, fueron durante
mucho tiempo socios y amigos de Ludwig von Mises, y acudían regularmente al
seminario de Mises en la Universidad de Nueva York.
Este artículo está extraído de Pearl Harbor: The Seeds and Fruits of
Infamy, parte 1, capítulo 4
(2010).