Por Ludwig
von Mises (Publicado el 5 de diciembre de 2011)
Traducido
del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5660.
[La
acción humana (1949)]
La propiedad privada de los medios
de producción (economía de mercado o capitalismo) y la propiedad pública de los
medios de producción (socialismo o comunismo o “planificación”) pueden
distinguirse nítidamente. Cada uno de estos dos sistemas de organización
económica de la sociedad está abierto a una descripción y definición precisas y
no ambiguas. Nunca pueden confundirse entre sí, no pueden mezclarse o
combinarse, ninguna transición gradual lleva de no uno a otro, su oposición es
contradictoria. Respecto de los mismos factores de producción, solo puede
existir un control privado o un control público.
Si en el marco de un sistema de
cooperación social solo algunos medios de producción están sujetos a propiedad
pública mientras que el resto son controlados por individuos privados, esto no
constituye un sistema mixto que combine socialismo y propiedad privada. El
sistema sigue siendo una economía de mercado, siempre que el sector socializado
no se haga completamente separado del sector no socializado y lleve a una
existencia autárquica. (En este último caso hay dos sistemas coexistiendo independientemente
uno junto al otro: uno capitalista y uno socialista).
Las empresas de propiedad pública,
operando dentro de un sistema en el que haya empresas de propiedad privada y un
mercado, y los países socializados que intercambian bienes y servicios con
países no socialistas, están integrados en un sistema de economía de mercado.
Están sujetos a la ley de los mercados y tienen la posibilidad de recurrir al
cálculo económico.
Si uno considera la idea de poner
junto a estos sistemas o entre ellos un tercer sistema de cooperación humana
bajo la división del trabajo, uno siempre solo puede empezar desde la noción de
la economía de mercado, nunca desde el socialismo. La noción del socialismo con
su rígido monismo y centralismo que otorga el poder de elegir y actuar
exclusivamente en una voluntad no
permite ningún compromiso o concesión: esta estructura no es susceptible de
ningún ajuste o alteración.
Pero esto es diferente en el
esquema de la economía del mercado. Aquí el dualismo del mercado y del poder de
coacción del gobierno sugiere varias ideas. ¿Es realmente perentorio o
razonable, se pregunta la gente, que el gobierno se mantenga fuera del mercado?
¿No debería ser una tarea del gobierno interferir y corregir la operación del
mercado? ¿Es necesario soportar la alternativa de capitalismo o socialismo? ¿No hay tal vez otros
sistemas viables de organización social que no sean ni el comunismo ni una
economía de mercado pura y no intervenida?
Así que la gente ha ideado una
variedad de terceras soluciones, de sistemas que, se afirma, están tan lejos
del socialismo como del capitalismo. Sus autores alegan que estos sistemas no
son socialistas porque buscan preservar la propiedad privada de los medios de
producción y que no son capitalistas porque
eliminan las “deficiencias” de la economía de mercado.
Para un tratamiento científico de
los problemas implicados, que necesariamente es neutral en relación con todos
los juicios de valor y por tanto no
condena ninguna de las características del capitalismo como defectuosa,
perjudicial o injusta, esta recomendación emocional del intervencionismo no tiene sentido. La tarea de la economía es
analizar y buscar la verdad. No pretende alabar o desaprobar ningún patrón de
postulados u prejuicios preconcebidos. Con respecto al intervencionismo, solo
hay una pregunta a hacer y responder: ¿Cómo funciona?
La intervención
Hay dos patrones para la
consecución del socialismo.
El primer patrón (podemos llamarlo
el patrón leninista o ruso) es puramente burocrático. Todas las fábricas,
tiendas y granjas está formalmente nacionalizadas (verstaatlicht): son departamentos del gobierno operados por
funcionarios. Toda unidad del aparato de producción tiene la misma relación con
la organización central superior como la oficina de correos respecto de
Correos.
El segundo patrón (podemos llamarlo
el patrón de Hindenburg o alemán) nominal y aparentemente preserva la propiedad
privada de los medios de producción y mantiene la apariencia de mercados,
precios, salarios y tipos de interés normales. Sin embargo ya no hay
empresarios, sino solo gestores de tiendas (Betriebsführer,
en la terminología de la legislación nazi).
Estos gestores de tiendas son
aparentemente decisivos en la dirección de las empresas a ellos confiadas:
compran y venden, contratan y despiden empleados y remuneran sus servicios,
contraen deudas y pagan los intereses y las amortizaciones. Pero en todas sus
actividades están obligados a obedecer incondicionalmente las órdenes emitidas
por la oficina pública suprema de dirección de la producción.
Esta oficina (el Reichswirtschaftsministerium en la
Alemania nazi) dice a los gestores de tiendas qué y cómo producir, a qué
precios y a quién comprar, a qué precios y a quién vender. Asigna a todo
trabajador a su trabajo y fija su salario. Decreta a quién y en qué términos
deben los capitalistas confiar sus fondos. El intercambio del mercado es
simplemente una farsa. Todos los salarios, precios y tipos de interés están
fijados por el gobierno: son salarios, precios y tipos de interés solo en apariencia,
de hecho son meramente términos cuantitativos en las órdenes del gobierno que
determinan el trabajo, renta, consumo y nivel de vida de cada ciudadano.
El gobierno dirige todas las
actividades de producción. Los gestores de tiendas están sujetos al gobierno,
no a la demanda del consumidor y a la estructura de precios del mercado. Es
socialismo bajo el disfraz de la terminología del capitalismo. Se mantienen
algunas etiquetas de la economía de mercado capitalista, pero significan algo
completamente distinto de lo que significan en la economía de mercado.
Es necesario apuntar este hecho
para evitar una confusión de socialismo e intervencionismo. El sistema de
intervencionismo o de la economía de mercado intervenida es distinto del patrón
alemán de socialismo por el mismo hecho de que sigue siendo una economía de
mercado. La autoridad interfiere con la operación de la economía de mercado,
pero no quiere eliminarla completamente. Quiere que la producción y el consumo
sigan líneas distintas de las prescritas en un mercado no intervenido y quiere
alcanzar su objetivo inyectando en el funcionamiento del mercado órdenes y
prohibiciones para cuya aplicación está dispuesto el poder policial y su
aparato de compulsión y coacción violenta.
Pero éstos son actos aislados de intervención. No es el
objetivo del gobierno combinarlos en un sistema integrado que determine todos
los precios, salarios y tipos de interés y así poner el control total de la
producción y el consumo en manos de las autoridades.
El sistema del mercado intervenido
o intervencionismo se dirige a preservar el dualismo de las distintas esferas
de las actividades públicas por un lado y la libertad económica bajo el sistema
de mercado por otro. Lo que lo caracteriza como tal es el hecho de que el
gobierno no limita sus actividades a la preservación de la propiedad privada de
los medios de producción y su protección contra invasiones violentas. El
gobierno interfiere con la operación de los negocios por medio de órdenes y
prohibiciones.
La intervención es un decreto
emitido, directa o indirectamente, por la autoridad al cargo del aparato administrativo
de coerción y coacción que obliga a los empresarios y capitalistas a emplear
algunos de los factores de producción de una forma distinta de aquélla a la que
habría recurrido si solo obedeciera a los dictados del mercado. Un decreto así
puede ser o bien una orden de hacer algo o una orden de no hacer algo.
No hace falta que el decreto sea
emitido directamente por la propia autoridad establecida y generalmente
reconocida. Puede ocurrir que algunas otras agencias se arroguen el poder de
emitir tales órdenes o prohibiciones y las apliquen mediante el propio aparato de
coacción y opresión violenta. Si el gobierno reconocido tolera esos
procedimientos o incluso los apoya mediante el empleo de su propio aparato
policial, es como si hubiera actuado el propio gobierno. Si el gobierno se
opone a la acción violenta de otras agencias, pero no tiene éxito en
suprimirlas por medio de sus propias fuerzas armadas, aunque le gustaría hacerlo,
se genera anarquía.
Es importante recordar que la
interferencia del gobierno siempre significa o bien acción violenta o la
amenaza de dicha acción. El gobierno en último caso recurre al empleo de gente
armada, de policías, gendarmes, soldados, guardas de prisiones y verdugos. La
característica esencial del gobierno es la aplicación de sus decretos
golpeando, matando y encarcelando. Los que están pidiendo más interferencia del
gobierno están en definitiva pidiendo más coacción y menos libertad.
Ludwig von Mises es reconocido como
el líder de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, prodigioso autor de
teorías económicas y un escritor prolífico. Los escritos y lecciones de Mises
abarcan teoría económica, historia, epistemología, gobierno y filosofía política.
Sus contribuciones a la teoría económica incluyen importantes aclaraciones a la
teoría cuantitativa del dinero, la teoría del ciclo económico, la integración
de la teoría monetaria con la teoría económica general y la demostración de que
el socialismo debe fracasar porque no puede resolver el problema del cálculo
económico. Mises fue el primer estudioso en reconocer que la economía es parte
de una ciencia superior sobre la acción humana, ciencia a la que llamó
“praxeología”.
Este artículo está extraído de La
acción humana (1949).