Explicación de las compras de oro de los bancos centrales

Por David Howden. (Publicado el 2 de diciembre de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5824.

 

Los dos últimos años han mostrado un cambio significativo en las actitudes de los bancos centrales hacia el oro. Desde 1988, los bancos centrales han sido vendedores netos del precioso metal. La falta de convertibilidad en producto de sus monedas en papel hace que esto tenga perfecto sentido. ¿Por qué mantener un activo físico con altos costes de almacenamiento cuando no hay riesgo de que nunca se necesite? Mejor tener un activo que genere intereses (y sea fácil de almacenar) como un título público para ganar entretanto un beneficio. Ésa era la explicación típica de por qué los bancos centrales cargan sus balances con activos financieros en lugar de con activos físicos.

Aún así, a lo largo de los dos últimos años se ha producido un cambio radical en las compras de oro. Solo en el tercer trimestre de este año, las compras netas de oro por parte de los bancos centrales han sumado 150 toneladas (más del doble de la cantidad del total anual de 2010). Por primera vez en 20 años, los bancos centrales del mundo están comprando más oro del que se están deshaciendo.

Entonces, si los bancos trabajan exclusivamente con dinero no convertible (y fiduciario), ¿qué explica el repentino cambio de tendencia?

La convertibilidad puede producir costes a un banco central, pero asimismo tiene sus beneficios. En particular, resolvía dos problemas:

  1. Cómo mantener la independencia de los bancos centrales respecto de sus gobiernos.
  2. Cuánto dinero deberían ofrecer.

Sin la convertibilidad, estos dos asuntos se complican significativamente. En este breve ensayo nos centraremos solo en el primero de los problemas.

La independencia de un banco central viene del gobierno que le concede derechos de monopolio para la producción de dinero en su jurisdicción. El Congreso supervisa a la Fed, pero ninguna agencia concreta del gobierno determina las operaciones del día a día del banco central. (Por supuesto, esto es debatible, pero eso es otra cosa).

Se busca esta independencia y por una buena razón. Un gobierno al mando de la imprenta tiene un incentivo para pagar sus gastos no a través de impuestos o incluso de deuda, sino a través del acto relativamente indoloro de imprimir la moneda necesaria. El problema con esto es la consiguiente tendencia inflacionista que tiene una imprenta controlada por el gobierno.

Un banco central independiente emite dinero, que se registra como un pasivo en su balance. Como contrapartida, se compra un activo que equilibre la cuenta del balance. Aunque este activo puede ser cualquier cosa, se ha convertido en norma que sea un bono público con intereses relativamente seguro. El oro sigue comprendiendo una porción de la mayoría de  los balances de los bancos centrales, pero como tiene sus propios costes y no da ningún interés, es una opción relativamente poco atractiva.

Si un banco central quiere aumentar directamente la oferta de dinero, aumenta sus pasivos (vende efectivo) y aumenta correspondientemente sus activos (compra bonos). Si quiere disminuir la oferta de dinero, disminuye sus pasivos (vende  bonos), lo que hace disminuir sus pasivos (disminuyendo la cantidad de efectivo existente).

Como experimento mental, imaginemos lo que ocurriría si un banco central no vendiera ningún activo sino que en su lugar hiciera que perdieran valor. Como un ejemplo extremo, imaginemos que los bonos que tiene resultan impagados por la insolvencia de su emisor. El efectivo no tiene que ajustarse inmediatamente disminuyendo en una cantidad equivalente. Para mantener la equivalencia contable, el pasivo relevante que cambia es el capital del banco central. La insolvencia contable se define como existente en el momento en que tu capital se convierte en negativo.

Es difícil imaginar a un banco central convirtiéndose en insolvente. De hecho, en general esto no sucede, aunque como hemos señalado Philipp Bagus y yo en nuestro libro Deep Freeze: Iceland's Economic Collapse, sí existen ejemplos recientes (ver también aquí). Un banco central que tenga bonos  como activos solo mantiene su solvencia mientras el emisor de sus bonos mantenga su propia solvencia.

El problema que se genera es qué hacer si el capital se convierte en negativo. Debe recapitalizarse, pero ¿por quién? En un escenario extremo, el gobierno puede recapitalizar directamente el banco central. Esta acción no deja de tener consecuencias. Los bancos centrales disfrutan, al menos en algunos países, de altos grados de independencia porque no dependen del gobierno para financiarse. De hecho, al enviar los beneficios de vuelta al gobierno al acabar el año, son generadores de ingresos para el gobierno.

Pero un gobierno que apoye a un banco central también se interesa más en cómo se gestiona ese banco. El aumento en la supervisión de la autoridad monetaria podría ser bienvenido por algunos, pero también abre la caja de Pandora: tal vez con el aumento de la supervisión el gobierno también empiece a influir en las órdenes de operación del banco central o incluso en sus operaciones diarias.

Las compras de oro de los bancos centrales son respuestas completamente racionales dado este dilema de la independencia. Con la solvencia de algunos grandes gobiernos cada vez más cuestionada cada día, los inversores y los bancos centrales también se cuestionan el valor de sus deudas. Grecia acaba de hacer un corte de pelo del 50% de su deuda a los tenedores privados, ¿podría estar lejos lo mismo para gobiernos y otras organizaciones públicas? La solvencia de una creciente lista de países se alarga por semanas (Irlanda, Portugal, Italia, España), ni siquiera Estados Unidos es inmune a esta posibilidad, como muestra si propia crisis de la deuda.

Tener oro no elimina la posibilidad de un capital negativo para el banco central (de hecho, podría incluso aumentar las posibilidades). Pero dado el pasado reciente resulta una opción atractiva. Al mostrar los países sus dificultades en conseguir poner en orden sus deudas y déficits y así mejorar su aspecto solvente, el valor de su deuda se hace también cuestionable.

Aunque tener cualquier activo real no sirva para ningún uso directo para un banco central, sí actúa como una especie de póliza de seguro. La solvencia de un banco central que tenga deuda pública está subordinada a la solvencia de los países cuya deuda tiene. Para un banco central preocupado por el valor de sus activos, la diversificación de éstos en oro resulta una alternativa racional.

 

 

David Howden es presidente del departamento de empresas y ciencias sociales y profesor asociado de economía en la Universidad de St. Louis en su campus de Madrid y ganador del Premio Douglas E. French del Instituto Mises.

Published Mon, Dec 5 2011 7:30 PM by euribe
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