La función social de la contabilidad de pérdidas y ganancias

Por Robert P. Murphy. (Publicado el 14 de diciembre de 2011)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5654.

[Lessons for the Young Economist (2010)]

 

Muchos observadores ingenuos de la economía de mercado rechazan preocuparse por el resultado final del balance como una convención social puramente arbitraria. Para estos críticos, no tiene sentido que una fábrica que produzca, digamos, medicinas o zapatos para bebés se pare en el momento en que el propietario decida que se ha maximizado el beneficio. Indudablemente, sería físicamente posible producir más botellas de aspirinas o más zapatos de talla 3 y aún así el jefe no lo permite, porque al hacerlo “perdería dinero”. Por otro lado, muchos aparatos aparentemente superfluos y cosas de lujo innecesarias se producen todos los días en una economía de mercado, porque son rentables. Los observadores a los que les enfurece este sistema pueden adoptar el lema: “¡Producción para la gente, no para el beneficio!”

Esos críticos no aprecian el servicio indispensable que ofrecen las cuentas de pérdidas y ganancias a los miembros de una economía de mercado. Cualquiera que sea el sistema social que exista, lo lamentable es que el mundo material es un mundo de escasez: no hay suficientes recursos para producir todos los bienes y servicios que desea la gente. A causa de la escasez, toda decisión económica implica concesiones. Cuando se dedican recursos a producir más botellas de aspirinas, por ejemplo, hay necesariamente menos recursos disponibles para producir otras cosas. No basta con preguntar: “¿Sería mejor el mundo si hubiera más medicinas?” La pregunta relevante es: “¿Sería mejor el mundo si hubiera más medicinas  y menos de otros bienes y servicios que tendrían que sacrificarse para producir más medicinas?”

En los libros de texto de introducción a la economía, a menudo se defina el problema económico como la decisión de la sociedad de cómo asignar los recursos escasos para la producción de bienes y servicios concretos. En realidad, la “sociedad” no decide nada: los miembros individuales de la sociedad toman decisiones que interactúan para determinar el destino definitivo de todos los recursos a disposición de la humanidad. En la economía pura de mercado, todos en la sociedad obedecen las reglas de la propiedad privada, que asigna derechos de propiedad a unidades concretas de recursos.

En este contexto, los precios de mercado se forman cuando los individuos se dedican a los intercambios voluntarios entre sí. Los precios resultantes dan a su vez a los empresarios la capacidad de calcular ganancias y pérdidas (esperadas) de las distintas actividades posibles. Es la interacción de los propietarios en intercambios voluntarios la que “determina” qué bienes y servicios se producen, pero las señales que ofrecían los precios del mercado (y los cálculos resultantes de las ganancias y pérdidas) ayudan a los propietarios a tomar decisiones informadas.

Podría ser útil tomar perspectiva. Los empresarios ofrecen dinero a los propietarios de servicios de mano de obra, bienes de capital y recursos naturales. Los empresarios usan luego estas entradas para producir bienes y servicios que venden a los consumidores por dinero (ver la figura).

Figure 1

Cuando una empresa concreta “sale del mercado”, lo que significa en definitiva es que los consumidores no están dispuestos a gastar suficiente dinero en su producto final como para cubrir las ofertas que necesitaba hacer el empresario para pujar por las entradas escasas superando a otros empresarios que querían las entradas para sus empresas.

Para ver este principio más en concreto, trabajemos con un ejemplo tonto. Supongamos que un constructor de éxito muere y sus negocios los hereda su hijo tonto. El hijo tiene la brillante idea de construir nuevos edificios de apartamentos cubiertos de oro puro. Estima correctamente que habría una alta demanda de apartamentos en que ascensores, descansillos y baldas de cocina estén cubiertos de oro. De hecho el hijo puede alquilar sus unidades por más dinero al mes que los propietarios de apartamentos normales en ubicaciones similares.

Por supuesto, esto no es todo. Aunque sus ingresos sean muy altos, los costes de producción del hijo tonto son astronómicos. Además de la mano de obra, madera, cemento y otras cosas, debe gastar cientos de millones de dólares en comprar grandes cantidades de oro. Sus contables le informan de que a pesar de sus mayores ingresos está perdiendo cantidades increíbles de dinero a causa de su decisión de cubrir con oro los apartamentos. El hijo tendrá o bien que aprender rápido o desperdiciará toda su riqueza. En cualquier caso, no estará construyendo apartamentos cubiertos de oro durante mucho tiempo.

Si ahora entrevistáramos al hijo y le preguntáramos qué pasó, podría decir: “Es demasiado caro utilizar oro en mi negocio”. Pero advirtamos que esto no puede ser verdad para todos los empresarios. Después de todo, varazón por la que el oro es tan caro es que otros compradores están pagando esos precios tan altos por él. Por ejemplo, los joyeros siguen encontrando rentable comprar oro para hacer nuevos collares y pendientes y los dentistas siguen encontrando rentable utilizarlo para empastes. Ningún joyero diría: “Es demasiado caro utilizar oro en mi negocio”.

Hablando en general, el sistema de pérdidas y ganancias comunica los deseos de los consumidores a los propietarios de recursos y empresarios cuando están decidiendo cuántos recursos enviar a cada línea potencial de producción. No son en definitiva los propietarios de las minas de oro ni los jefes de las industrias los que determinan cómo se usará el oro en una economía de mercado. Por el contrario, estas decisiones se ven en buena parte guiadas por las decisiones de gasto de los consumidores. Son las demandas de los consumidores de apartamentos normales frente a los cubiertos de oro, en conjunción con sus demandas de collares de plata frente a los de oro, los que llevan al resultado de que los apartamentos cubiertos de oro son ridículamente no rentables mientras que los collares de oro son perfectamente sensatos.

La cuenta de pérdidas y ganancias ofrece una estructura para el sistema de libre empresa. La gente es libre de empezar nuevos negocios y vender sus recursos (incluyendo los servicios de mano de obra de sus cuerpos) a quien quieran. En un mercado basado en la institución de la propiedad privada, se producen ganancias cuando un empresario toma recursos de un cierto valor de mercado y los transforman en bienes (y servicios) acabados de un valor de mercado superior. Éste es el sentido importante en el que los empresarios rentables están proporcionando un servicio concreto a otros en la economía. Sin la información de los cálculos de pérdidas y ganancias, los empresarios no tendrían ni idea de si están haciendo un uso económico de los recursos empleados para sus operaciones de negocio.

 

 

Robert Murphy es investigador adjunto del Instituto Mises, donde enseña en la Mises Academy. Gestiona el blog Free Advice y es autor de The Politically Incorrect Guide to Capitalism, Study Guide to Man, Economy, and State with Power and Market, Human Action Study Guide, The Politically Incorrect Guide to the Great Depression and the New Deal y su nuevo libro Lessons for the Young Economist.

Este artículo se ha extraído Lessons for the Young Economist, parte 2, lección avanzada 13 (2010).

Published Thu, Dec 15 2011 8:53 PM by euribe