El nacimiento de un movimiento

Por Jörg Guido Hülsmann. (Publicado el 28 de octubre de 2007)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/2732.

[Este artículo se ha extraído del capítulo 19 de Mises: The Last Knight of Liberalism]

 

Introducción

Los años de guerra habían sido duros para Mises y si alguna vez se hizo alguna ilusión acerca del estado de la mentalidad estadounidense antes de llegar a Estados Unidos en 1940, sin duda la perdió al acabar la guerra.

La opinión pública estadounidense estaba ya bajo el influjo del estatismo. Y en consecuencia las viejas libertades estadounidenses estaban en su punto más bajo de la historia. Como escribía Mises a un corresponsal alemán: “Desgraciadamente, uno también puede conocer aquí en Estados Unidos los frutos de la economía planificada”.[1]

Igualmente escribía a un prometedor joven economista en Austria que la literatura estadounidense en economía era igual o peor que la europea:

Hay un gran entusiasmo por los presupuestos desequilibrados, el gasto en déficit, los bajos tipos de interés y todo tipo de reglamentación. Quienes se atreven a mostrarse en desacuerdo son sencillamente ignorados por “ortodoxos y reaccionarios”.[2]

Y sobre el mismo tema:

Los estragos intelectuales del keynesianismo son devastadores. Por ejemplo, aquí todo el mundo está encantado de que la renta nacional haya aumentado de 77.600 millones de dólares en 1940 a 161.000 millones en 1945.[3]

Pero estaban apareciendo lentamente las fuerzas de la resistencia. Había un semillero de oposición libertaria, una red de líderes (pensadores y organizadores, a veces unidos personalmente) que estaban preparando el contraataque. Un historiador ha llamado a estos años “el nadir del pensamiento individualista y jeffersoniano en Estados Unidos”.[4] Aún así, el nadir lo era solo en la práctica política. El pensamiento ya no estaba desordenado, sino en la fase inicial de un resurgimiento a largo plazo. Es verdad que estos pensadores y organizadores seguían estando desperdigados. Solo tenían que encontrarse.

Había periodistas como Henry Hazlitt, Lawrence Fertig, Frank Chodorov, Suzanne LaFollette, Garet Garrett, John Flynn y John Chamberlain. Había escritores como Albert J. Nock, Isabel Paterson, Rose Wilder Lane, Ayn Rand y Felix Morley. Había organizadores como Leonard Read, Frederick Nymeyer y Loren Miller. Había empresarios dispuestos a patrocinar aventuras educativas para promover políticas de laissez faire como Jasper Crane, Harry Earhart, Alfred Kohlberg, Howard Pew, Claude Robinson y William Volker. Y había profesores universitarios como Benjamin Anderson, H.J. Davenport, Fred Fairchild, Leo Wolman, Frank Knight, Henry Simons y Ludwig von Mises. Estos hombres y mujeres cambiarían el curso de los acontecimientos en solo quince años. No eran lo suficientemente fuertes como para librar a Estados Unidos de su progresivo estatismo, pero consiguieron ponerle freno y reorientar el debate público.

Al principio de la década de 1960, el liberalismo clásico había renacido de sus cenizas y lo había hecho bajo el decisivo impacto y liderazgo intelectual de Mises.[5] Estos quince años de su vida vieron un último gran florecimiento de sus poderes creativos, que abrieron el camino hacia una nueva libertad en el mundo occidental. Durante este periodo, el impacto de Mises se amplió y profundizó a través de varias nuevas organizaciones que unieron a un público hasta entonces dispar e inconsciente alrededor de la bandera de la libertad. Y por primera vez en su vida, Mises trabajó de forma permanente con un grupo de alumnos que habían aprendido ciencia económica a través de sus escritos. Estos primeros misesianos pronto se hicieron aún más coherentes y radicales defensores del laissez faire que el propio maestro, algo sin precedentes para Mises: en sus seminarios en Viena, había estado en la incómoda posición de ser más radical que sus alumnos.

Semilleros libertarios

Muchos estadounidenses habían crecido hartos del New Deal durante el segundo mandato de la administración del Presidente Roosevelt. Cada vez más gente se daba cuenta de que si presidente había generado una revolución en el sistema estadounidense de gobierno. Pero la mayoría dio a FDR un tercer mandato. El presidente prometió mantener a Estados Unidos fuera de la nueva guerra europea que se acabaría convirtiendo en la Segunda Guerra Mundial. Cuando Roosevelt incumplió su palabra, la mayoría empezó a declinar. La población seguía tras el comandante en jefe en tiempo de guerra, pero el desencanto con las políticas del New Deal se hacía cada vez más manifiesto. La gente empezaba a escuchar las voces críticas y estas voces podían ahora oírse por todas partes.

Isabel Paterson en The God of the Machine (1943) y Rose Wilder Lane en The Discovery of Freedom (1942) habían realizado acusaciones apasionadas y ampliamente divulgadas al estado omnipotente que socavaba la libertad individual. John T. Flynn había puesto al descubierto el programa socialista y el impacto de las intervenciones del gobierno federal en The Roosevelt Myth y As We Go Marching (1945). A principios de 1944, Felix Morley, John Chamberlain y Frank Hanighen fundaron la revista semanal Human Events. Su objetivo era educar al público estadounidense acerca del incómodo hecho de que su gobierno federal había sido tomado como rehén por ideólogos socialistas y comunistas. La gente también escuchaba por primera vez la voz de dos emigrantes austriacos. Mises publicó dos libros en 1944: Gobierno omnipotente y Burocracia, pensados ambos para disminuir la fe en la necesidad y eficacia de resolver problemas sociales con la fuerza brutal del poder estatal. Y en el mismo año, Friedrich August Hayek publicaba Camino de servidumbre, el libro que le haría famoso.

Los intelectuales no tenían ningún monopolio de la investigación crítica acerca de la naturaleza y ámbito del gobierno de Roosevelt. Ciudadanos normales sin pretensiones científicas redescubrieron entonces la antigua virtud estadounidense de desconfiar de su gobierno. Dondequiera que miraran, encontraban confirmados sus peores temores. Y ahora no solo los advertían, sino que los registraban y divulgaban sus hallazgos. Un ejemplo ilustra la situación: Un empresario de Houston que tenía una pequeña imprenta se empezó a preguntar cuántas agencias federales se habían creado en realidad bajo el New Deal. No había referencia disponible para la información, así que decidió crearse una. Realizó una lista alfabética de todas las agencias, cuya longitud debió ser asombrosa, al menos en aquel tiempo. Al principio solo imprimió un pequeño número de carpetas para sus amigos, familiares y gente en su lista local de correos. La respuesta fue abrumadora. Después de unos pocos meses, había vendido casi 200.000 copias, todas a solicitud.[6]

El punto de inflexión más visible para la fortuna del liberalismo clásico se produjo el 18 de septiembre de 1944. En este día, apareció en Estados Unidos el libro de F.A. Hayek Camino de servidumbre y tuvo un éxito enorme e inmediato. El Reader's Digest resumió el libro y se distribuyeron más de un millón de ejemplares por el Club del Libro del Mes.[7] De la noche a la mañana, Hayek se convirtió en una celebridad mundial.

A nadie le sorprendieron más estos acontecimientos que a Hayek y a su editor. Hubo cuatro factores importantes en este éxito inesperado. Primero, Hayek no había dado ningún argumento nuevo, sino que daba una presentación particularmente elocuente y elaborada de una postura que, antes de la guerra, ya había conseguido una amplia aprobación entre el público estadounidense. El argumento central de Camino de servidumbre era en realidad que los poderes aumentados del gobierno equivalían a una reducción de la soberanía de los ciudadanos individuales y que el control total del gobierno convertía a los ciudadanos en esclavos, independientemente de si el estado totalitario era fascista o comunista. Segundo, los años de guerra habían acelerado dramáticamente este aumento de los poderes del gobierno federal de EEUU y por tanto aumentado la conciencia los recelos por este hecho entre un mayor número de gente. Tercero, también haciéndose eco de otros neo-liberales, Hayek defendía lo que parecía ser una solución pragmática intermedia que atraía a la mentalidad estadounidense. Destacaba que no defendía el laissez faire, sino un nuevo tipo de liberalismo.[8] Cuarto y último, Hayek contaba con la completa autoridad de un economista académico que era bien conocido y respetado en Reino Unido, un hecho que hasta el día de hoy puede aprovechar el complejo de inferioridad intelectual de los estadounidenses.

Para los defensores radicales de la libertad, el neo-liberalismo de Hayek por supuesto resultaba demasiado blando con el gobierno. El programa positivo de Camino de servidumbre dejaba al gobierno el control de la vida económica. La economía iba a seguir siendo una economía planificada, con el gobierno al cargo de toda la planificación. Hayek simplemente sugería que esta planificación fuera para la competencia en lugar del control detallado de todos los participantes en el mercado. Era una postura ingenua desde cualquier punto de vista político realista y algunos pensaron que era indefendible también desde el punto de vista intelectual. Comentando el programa de Hayek, Frank Chodorov exclamó: “¡Qué tontería!” y dejo claro que pensaba que el programa bordeaba la cobardía intelectual.[9]

A Mises le alegró mucho el éxito del libro. Sin embargo, también pensaba que Hayek había realizado su defensa en términos equívocos. Hayek había distinguido a la planificación económica como la raíz de las distintas políticas que amenazaban la libertad política y económica. Pero no hay ningún peligro en la planificación por sí misma. La cuestión real es: ¿quién debería hacer la planificación y cómo deberían aplicarse los planes? ¿Debería haber solo un plan impuesto por el poder del estado sobre todos los ciudadanos? ¿O debería haber muchos planes diferentes, hechos por cada individuo o cabeza de familia? Mises destacaba esta distinción crucial en un discurso realizado el 30 de marzo de 1945 en la American Academy of Political Science. Dejaba implícito el hecho de que su discurso era una crítica del libro de Hayek.[10]

Pocos días después, el 3 de abril, Hayek llegaba a la ciudad de Nueva York para empezar una gira de promoción de Camino de servidumbre. Fue la primera vez que vio a su antiguo mentor en América.[11] El libro y la gira anunciaban la llegada de una nueva era. La venta de miles de ejemplares indicaba a todos que la población estadounidense aún albergaba un fuerte afecto por las ideas liberales y que este sentimiento tenía un enorme potencial político.

La iniciativa más trascendental para explotar este potencial fue, como podemos ver en retrospectiva, la decisión de Leonard Read de renunciar a su lucrativo puesto en la cámara de comercio de Los Ángeles a finales de abril de 1945 y mudarse a Nueva York como Vicepresidente Ejecutivo del Consejo de la Conferencia Industrial Nacional. Read notaba el potencial de un enorme interés por el liberalismo del laissez faire y sus soportes científicos en una ciencia económica al estilo de Mises. Y entendía que la libertad tenía que defenderse como un todo integrado, no de una forma asistemática con muchas concesiones. Pero al mirar a su alrededor en 1945, le asombró descubrir que no había ninguna institución para satisfacer su demanda de información e indudablemente nadie dispuesto a apoyar o promover a los intelectuales y estudiosos del liberalismo clásico. Muchos años más tarde, resumiría sus descubrimientos en cuatro puntos:

Número uno, [la filosofía de la libertad] no procede de ningún ligar en la faz de la tierra. Número dos, no había ninguna revista en el país que recogiera alguno de nuestros artículos. Tres, no había ninguna editorial que se ocupara de alguno de nuestros libros. Número cuatro, solo hace treinta y seis años [en 1945] no existía una literatura coherente de esta filosofía escrita en lenguaje estadounidense moderno. Hasta ahí se había secado esta filosofía.[12]

El Consejo de la Conferencia Industrial Nacional era una institución educativa cuyo propósito era ofrecer información acerca de la ciencia económica y el funcionamiento de la economía estadounidense a los maestros de escuela de todo el país. Read había sido contratado junto con Garet Garrett y otros para establecer un nuevo programa educativo para toda la nación. El fin expreso del nuevo programa era informar a maestros, periodistas e intelectuales (los “vendedores de segunda mano de las ideas”, como los llamaba Hayek)[13] acerca de la importancia de la libertad individual para la prosperidad económica y la sociedad en general. La misión de Read era conseguir los fondos necesarios.

Mises conocía el trabajo de Read. Cuando en mayo de 1945 recibió una solicitud de Mr. Allman, vicepresidente de la compañía de remolques Fruehauf, preguntándole qué podía hacerse en términos de trabajo organizativo para dar apoyo político a la “forma de vida y de hacer negocios de la empresa privada individual”, Mises le contestó que unos amigos estaban elaborando un plan de acción inminente.[14] Probablemente habló de nuevo con Read acerca de su proyecto: el establecimiento de una revista libertaria de opinión. Human Events había aparecido el año anterior, pero a Mises no le agradaba su único enfoque contra el comunismo. El problema no era el aumento del intervencionismo del gobierno en nombre de ideales comunistas: el problema era que el gobierno interviniera. Una revista libertaria de opinión tendría que educar al público acerca de las leyes económicas básicas.

Visitante en la Universidad de Nueva York

Una gran limitación de la efectividad de Mises en divulgar el evangelio de la libertad fue la falta de una base académica. Como la mayoría de los demás defensores del libre mercado, daba frecuentemente conferencias a empresarios y otros líderes civiles. Pero no tenía un impacto directo en futuros intelectuales, que estudiaban en las universidades. Muchos otros intelectuales libertarios podían haber dado conferencias públicas del tipo que daba Mises, pero nadie podía igualársele como intelectual. Para él era demasiado a menudo una experiencia frustrante enseñar a audiencia estadounidenses normales. En una carta a Machlup escribía:

Una y otra vez diversas organizaciones me invitan a refutar el marxismo y la doctrina sindical (que se consideran idénticas) y como añadido también a Keynes y Hansen, en un breve escrito que pueda leerse en no más de treinta minutos y que cualquier bachiller pueda entender fácilmente. “Refute a Marx, pero no use términos complejos como valor, materialismo dialéctico, tipo medio de beneficio, etc. Refute a Keynes, pero no hable del multiplicador, de la preferencia de liquidez, etc.”[15]

Al contrario que muchos antiguos alumnos y socios, Mises había sido incapaz de obtener un puesto apropiado en una de las grandes universidades.[16] Tuvo oferta de facultades menores, pero no se decidía por instituciones de segunda clase. Así que, en algún momento de 1944, algunos de sus amigos y admiradores en Nueva York tomaron la iniciativa de conseguirle un puesto de profesor visitante en la Universidad de Nueva York (NYU).Liderados por Lawrence Fertig, consejero de la NYU, estos hombres acabaron llegando a un acuerdo con la Escuela de Grado de Administración de Empresas de la NYU: la Escuela invitaría a Mises a dar un seminario de economía y el salario de Mises se pagaría con fondos privados.[17] Este acuerdo se repetiría regularmente. Mises empezó sus clases en febrero de 1945.[18] Acabó “visitando” la NYU durante más de veinte años.[19]

A pesar de las humillantes circunstancias, el seminario resultó ser un enorme éxito. Desde el principio no solo acudieron estudiantes de empresariales de NYU, sino que atrajo a un variopinto grupo de personalidades externas: periodistas, empresarios, escritores y estudiantes de otras universidades. De una forma que recordaba a los seminarios de Mises en Viena, se convirtió en un punto de concentración de intelectuales residentes en Nueva York interesados por la defensa científica del laissez faire, así como un punto de atracción para visitantes del extranjero. En Viena, el Círculo Mises se trasladaba de las oficinas de la Kammer de Mises a Ancora Verde para cenar, luego al Café Künstler para continuar la conversación hasta la madrugrada. En Nueva York, los participantes en el seminario de Mises de la NYU podían seguir la sesión del aula reuniéndose con el profesor en el Child's Restaurant y luego en el Café Lafayette.

Alumnos de la NYU como Hans Sennholz, William Peterson, George Reisman, Israel Kirzner y Ralph Raico acabaron formando (junto con Murray Rothbard) el núcleo duro de misesianos que aguantaron contra todo pronóstico las décadas de 1960 y 1970, preparando así el alba de las ideas misesianas de las décadas de 1980 y 1990. Mises les inspiraba para contribuir a un gran proyecto de forjar un filosofía libertaria sistemática y comprensiva, un proyecto que había atraído a pensadores valientes e innovadores desde los tiempos de los escolásticos tardíos españoles del siglo XVI hasta la Escuela de Manchester. Mirando atrás, los resultados solo pueden calificarse como asombrosos. Una cosa es que los alumnos sigan el ejemplo de un profesor apasionados y estimulante. Otra distinta es producir realmente algo de valor. Un sorprendente número de alumnos de la NYU de Mises se convirtieron después en importantes investigadores e incluso en pioneros en economía, historia y filosofía.

Un ejemplo de la significación internacional del seminario fue el caso de los estudiantes japoneses elegidos para acudir a él. La obra de Mises anterior a la guerra había sido recibida favorablemente en Japón y varios profesores de este país de extremo oriente habían participado en el seminario de Viena. Después de la guerra, un corresponsal del Yasuda Bank escribía a Mises que su Teoría del dinero y del crédito había “acusado una gran impresión en los círculos financieros japoneses y tenía la máxima consideración”.[20] El impacto aumentaría cuando apareció una edición japonesa en mayo de 1949, justo a tiempo para ofrecer munición intelectual contra la ola de keynesianismo que arrasó el país con las fuerzas estadounidenses de ocupación.[21] Un liberal clásico de Japón recordaba más tarde la cadena de acontecimientos en su país.

Los nombres de von Mises y Hayek son muy conocidos en Japón. El Camino de servidumbre de este último se publicó durante la guerra aproximadamente cuando Japón empezó a experimentar con el socialismo de estado: mi propia experiencia confirma completamente la exactitud de los pronósticos del profesor. Cuando se acabó la Guerra, teníamos que echar todo por la borda y yo esperaba una vuelta a la libre empresa. Luego ocurrió algo curioso: ¡los estadounidenses que llegaban a Japón con las fuerzas de ocupación empezaron a aplicas políticas que eran apenas distinguibles del socialismo de estado![22]

Leonard Read y la Fundación para la Educación Económica

Aproximadamente un año después del inicio de las clases de Mises en la NYU, se fundaría otra institución que resultaría ser un pilar del renacimiento liberal clásico y dio mayor apoyo a las ideas de Mises. Leonard Read había llegado a la conclusión de que su relación actual con el Consejo de la Conferencia Industrial Nacional era una pérdida de tiempo y dinero. Una de las principales razones para esta inefectividad era que el Consejo estaba comprometido con una política de “escuchar a ambas partes”. El la práctica esto significaba, por ejemplo, que en las conferencias públicas bimensuales que patrocinaba el Consejo en el Waldorf-Astoria se otorgaba igual tiempo a presentar su alegato a los defensores del libre mercado y a los de la intervención pública. Leonard Read creía que esta política se basaba en una grave incomprensión de lo que significaba verdaderamente escuchar a ambas partes en el contexto actual. En palabras de su biógrafo:

La “otra parte” estaba en todas partes: en el gobierno, la educación y la comunicación. Incluso los empresario habían llegado a confiar en el gobierno para restricciones de la competencia, para contratos y órdenes públicos, dinero y crédito fáciles y otros favores. (…) ¿Cómo presentas a “ambas partes” cuando “una parte” esta todo a tu alrededor, anticipando el debate público y la “otra parte” es apenas audible ante el ensordecedor ruido de la primera?[23]

Read pensaba que cualquier dinero gastado en otra presentación más de la visión estatista era dinero tirado a la basura y sentía que no podía, en conciencia, justificar este gasto. Al final de 1945, dimitió de su cargo y empezó a visitar a los donantes para disculparse.[24] Un de ellos, el empresario neoyorquino David Goodrich animó a Read a fundar su propia organización. Dos meses después, Read fundaba la Fundación para la Educación Económica (FEE), que en julio de 1946 se mudaría a las bonitas instalaciones en Irvington-on-Hudson, a varios kilómetros al norte de Manhattan, donde aún está ubicada.

Read movilizó bastante respaldo empresarial para esta aventura. Tenía una agenda llena y conocía personalmente a muchos directivos y propietarios de grandes empresas, algunos de las cuales también se unieron a la FEE como consejeros.

La principal actividad de la FEE era publicar panfletos y cartas explicando las “tesis de la libertad” a unas 30.000 familias.[25] El propio Read dio una gran cantidad de discursos públicos y junto con el resto del personal pronto empezaría a ofrecer seminarios de fin de semana y otros programas formativos. Los panfletos y conferencias atrajeron a estudiantes de todo el país en contacto con los escritos de Mises y otros defensores del liberalismo clásico. El propio Mises fue uno de los primeros economistas contratados para conferencias y seminarios en las instalaciones de la FEE y seguiría siendo su centro intelectual durante más de dos décadas.[26]

Sería difícil exagerar el significado de la aparición de la FEE. Aunque sus actividades no fueron advertidas por una gran audiencia nacional, la misma existencia de esta organización daba enfoque y orientación a las dispersas fuerzas liberales clásicas. Les daba lo que no habían tenido desde el apogeo del liberalismo del siglo XIX: un hogar. La FEE proporcionaba el material y la infraestructura para un retorno entusiasta a los ideales de los liberales del laissez faire del siglo XIX. A la pregunta clave de las funciones apropiadas del gobierno, la respuesta manchesteriana de la FEE era que el gobierno debería limitarse estrictamente a la prevención de la “fuerza agresiva” o la violencia física.[27]

Lo que es más importante es que atrajo a jóvenes interesados por la defensa intelectual de la libertad y en definitiva puso a Mises en contacto con un selecto grupo de estudiantes que eran mucho más receptivos a la implicaciones políticas de sus ideas que muchos de los que acudían a su seminario de la NYU. Muchos de los estudiantes que conoció en las conferencias de la FEE se unieron posteriormente al seminario semanal en la NYU donde Mises podía entrar en muchos más detalles.

Por fin, la FEE ofreció un contrapeso intelectual a la ortodoxia neo-liberal que estaba apareciendo en el departamento de economía de la Universidad de Chicago. En 1947 y 1948 respectivamente, Frank Knight y Henry Simons (póstumamente) habían publicados recopilaciones de artículos defendiendo un libertarismo que era tan tibio que resultaba indistinguible de la socialdemocracia.[28] Otros miembros de la Escuela de Chiacgo fueron Aaron Director y Milton Friedman. El impacto de la FEE fue por supuesto comparativamente menor, pero sin ella la Escuela de Chicago habría monopolizado el escenario del libre mercado estadounidense.

Fredrick Nymeyer

Aproximadamente el mismo tiempo que Read estaba fundando la FEE en Nueva York, Mises conoció a otra persona que acabaría convirtiéndose en un aliado a largo plazo. En mayo de 1946, el empresario de Chicago Fredrick Nymeyer había acabado de leer la Teoría del dinero y del crédito de Mises, lo que le hizo escribir al autor para preguntarle sobre otros escritos sobre el tema.[29] Durante los siguientes meses, Nymeyer leyó Gobierno omnipotente y otros escritos del profesor austriaco disponibles en inglés. Fue el lector que necesitaba Mises. Había recibido su formación económica a principios de la década de 1920, luego trabajado durante un tiempo como representante sobre el terreno del Índice del Ciclo Económico de Harvard. Conocía bien el pensamiento monetario que prevalecía el Estados Unidos. Encontraba que la Teoría del dinero y del crédito “era una aproximación radicalmente diferente a la mecánica teoría cuantitativa” y por tanto “tenía alguna dificultad en ajustar en ajustar todo mi pensamiento a su exposición”. Parte de la dificultad parecía ser el distinto uso de los términos y Nymeyer empezó así a plantear preguntas acerca de uno de los conceptos cruciales de la teoría: la demanda de dinero.[30] Mises taba de acuerdo en que la forma en que lo había escrito (siendo la demanda de dinero la demanda de poder adquisitivo) era ambigua y en que una mejor forma de decirlo era decir que los participantes en el mercado tenían una demanda de existencias de efectivo. Prometía revisar sus escritos de acuerdo con ello y considerar este punto en su futuro tratado de economía.

Este intercambio fue el principio de una alianza duradera (aunque no de una amistad más personal). Nymeyer empezó pronto a leer otras obras austriacas disponibles en inglés, en particular Capital e interés de Böhm-Bawerk. Lentamente, se convirtió en admirador de la escuela austriaca. También era un declarado calvinista y afirmaba: “Böhm-Bawerk ha superado a Adam Smith tanto como Calvino superó a Lutero”.[31]

El agnosticismo de Mises no disminuyó la admiración de Nymeyer por el economista austriaco. Y no impidió al mismo Mises cooperar abierta y productivamente con libertarios cristianos en Estados Unidos. En Austria, esa cooperación estaba casi totalmente fuera de cuestión, pues los socialistas cristianos habían llevado a la iglesia católica a un callejón intelectual sin salida. Solo personalidades destacadas como Monseñor Seitz pudieron superar los resentimientos socialistas contra el liberal Mises. Pero en Estados Unidos las cosas eran distintas. Una buena parte de los clérigos protestantes en Estados Unidos amaban la libertad individual y el libre mercado y consideraban este amor como un resultado bastante natural de su religión cristiana. Muchos de ellos sentían que las teorías de Mises complementaban su fe.

En una correspondencia con un importante clérigo de la Iglesia de Inglaterra en Canadá, que había leído La acción humana, Mises escribía:

Estoy completamente de acuerdo con su afirmación de que los Evangelios no defienden políticas anticapitalistas. Me ocupé de este problema hace años en mi libro Socialismo (…) Además estoy completamente de acuerdo con su idea de que uno no encuentra en La acción humana “una palabra que se oponga a la fe cristiana”.[32]

Mises dio la bienvenida con entusiasmo a la revista mensual Faith and Freedom, de Spiritual Mobilization, una organización ubicada en Los Ángeles en diciembre de 1949. Por supuesto, sabía muy bien que la mayoría de los líderes protestantes defendía alguna forma de socialismo o intervencionismo, y que aunque la iglesia católica “lucha valientemente contra el comunismo”, no luchaba contra el socialismo. Pero estos problemas estaban fuera de su ámbito: “Creo que solo los teólogos han de ocuparse del asunto”.

Ésta era también la opinión de Frederick Nymeyer. Una de sus fuentes de inspiración de motivación para divulgar los escritos de Mises era precisamente la relación complementaria que percibía entre capitalismo del laissez faire y cristianismo.

Mises y Nymeyer probablemente se reunieron por primera vez a finales de enero de 1948. Nymeyer empezó entonces a pensar por qué la Escuela Austriaca de economía no prevalecía en Estados Unidos y llegó a la conclusión de que las obras austriacas no eran suficientemente conocidas. En otoño de ese año estaba listo para ponerse en acción, confiando en particular en su enorme agenda (“Conozco a varios de los principales empresarios del país. Estoy en algunos Consejos de Dirección importantes”).[33] Al final de enero de 1949, después de varios encuentros más con Mises, Nymeyer trazó un plan: La idea era fundar un “Instituto Liberal” bajo el liderazgo de Mises en la Universidad de Chicago (Nymeyer era amigo del decano de la Escuela de Negocios) o en alguna universidad apropiada del área de Chicago.[34] Nymeyer ya se había ganado a su socio Robert W. Baird y a su amigo John T. Brown, vicepresidente de la J.I. Case Company. En mayo de 1949 había hablado con otros muchos empresarios del área.

A finales de abril, la universidad habían dicho a Nymeyer que apoyaban que la “donaciones no condicionadas” se utilizaran con “libertad académica”, lo que significaba que la Universidad elegiría el personal del propuesto Instituto Liberal. Mises comentó:

Basándose en ese lema [“la libertad académica”], las universidades están boicoteando a todos aquellos economistas que ponen objeciones desde otro punto de vista distinto del socialismo. La pregunta de la libertad académica hoy no es: ¿deberían tolerarse los profesores comunistas? Más bien es: ¿deberían nombrarse solo comunistas, socialistas e intervencionistas?[35]

Pero la resistencia no provenía solo de dentro de las universidades. Pocos años después (y más sabio), Mises reconocía la existencia de otro factor:

Una de las peores características del presente estado de cosas es la equivocada lealtad de los antiguos alumnos. Tan pronto como alguien se atreve a criticar algo respecto de una universidad, todos los antiguos alumnos vienen al rescate de su alma mater. Así tenemos el espectáculo de grandes empresas defendiendo el boicot lanzado por las facultades contra todos los que no simpatizan con el intervencionismo, la planificación y el socialismo.[36]

En todo caso, el plan de un “Instituto Liberal” con sede en Chicago bajo el liderazgo de Mises no se materializó. Pero Nymeyer y sus amigos tuvieron alguna influencia en traer a Hayek a Chicago y en los primeros año de la década de 1950 éste desempeñó un importante papel en la recaudación de fondos para las reuniones de la Sociedad Mont Pèlerin.[37]

Mises debate con los libertarios estadounidenses

Con el seminario de la NYU y organizadores y editores individuales como Nymeyer, Mises disfrutó por primera vez en su vida de una red verdaderamente amigable de alumnos y simpatizantes. Siempre había sido un intelectual respetado, pero pocos de sus lectores y socios apreciaban realmente la esencia antiestatista radical de sus teorías. Esto resultaba cierto en particular en el caso de los neo-liberales, que se enorgullecían de sus posturas pragmáticas y en su bien sentido de querer que el gobierno se encargara de crear competencia. Estos hombres acusaban a Mises de una argumentación exageradamente lógica en la batalla intelectual por la libertad. Si es una acusación válida, entonces sin duda Mises era culpable. Como dijo un historiador, luchó “con un rigor lógico supremo que incluso sus amigos consideraban a veces excesivo”.[38] Aun ejemplo de un amigo así fue el profesor de economía de Chicago Henry C. Simons, que alababa a Mises como “el mayor profesor vivo de economía” y “el más duro viejo liberal o manchestariano de su tiempo”. Pero aún así, añadía: “tal vez sea el peor enemigo de su propia causa libertaria”.[39]

Las cosas fueron completamente distintas en círculo de sus nuevos amigos. Mucha de la nueva gente que llegaba a Mises a través de su seminario de la NYU y la FEE eran incluso más libertarios que él. Repentinamente era Mises el que en varias ocasiones resultaba representar la postura más estatista en su seminario. Libertarios estadounidenses como Leonard Read y R.C. Hoiles ponían un gran énfasis en la definición de la libertad política en términos de no iniciación de fuerza. Por ejemplo, después de la publicación de La acción humana, Hoiles criticaba a Mises en correspondencia privada por haber admitido que la educación pública “puede funcionar muy bien” en países monolingües si se limita a la lectura, escritura y aritmética. Hoiles veía en esto una concesión innecesaria. La educación pública, incluso limitada al caso bajo discusión, era injustificable:

(…) el hecho de que a alguna gente se le obligue a pagar y no quiere que se enseñe a sus hijos o no tiene hijos, se enseña como un ejemplo de que la mayoría tiene un derecho a coaccionar a la minoría a pagar lo que quiera la mayoría. Si no es el peor tipo de intervención pública, no sé lo que significa intervención, (…)

Cuando haces esta concesión estás negando que nuestro gobierno esté limitado en lo que tiene derecho a hacer. Me parece que la intervención del gobierno es justamente lo mismo que iniciar fuerza. Entiéndeme, no me opongo al uso de la fuerza para impedir que alguien inicie fuerza, pero el gobierno no tiene derecho a iniciar fuerza. El único propósito de un gobierno es impedir que la gente intervenga en un mercado no intervenido y detener a la gente que inicie fuerza para hacer que alguien pague por algo que no quiere pagar.[40]

Esta perspectiva estaba completamente fuera de la aproximación utilitaria de Mises a los problemas políticos. Creía que la cuestión de quién iniciaba la fuerza era irrelevante, porque uno difícilmente podría llegar a un acuerdo sobre ello. La única cuestión relevante era si la iniciación de la fuerza era apropiada para alcanzar el fin de la persona que actuaba, aunque su acción sea incorrecta de alguna manera desde un punto de vista ético. Una carta de dos frases que envió unos diez años después a un corresponsal estadounidense, un editor de Wisconsin, lo dice todo: “He leído su estimulante carta con gran interés. Tal y como lo veo, el principal argumento a favor del sistema capitalista es que ha aumentado el nivel de vida del hombre común de una forma sin precedentes”.[41]

Otro punto de desacuerdo, aún más sustancial, entre Mises y muchos libertarios estadounidenses era la cuestión de la democracia. Pocos meses después de que la FEE abriera sus puertas, Baldy Harper se vio en la necesidad de escribir un memorando confidencial de cuatro páginas defendiendo las opiniones de Mises sobre la democracia contra las críticas de Orval Watts, que puesto a la democracia en conflicto con el liberalismo al estilo estadounidense.[42] Mises también llegó a saborear el peculiar sabor estadounidense de hostilidad a la democracia en un intercambio de cartas con Rose Wilder Lane en 1947. Aparentemente se habían conocido en un almuerzo con Hoiles y otros y Lane tuvo la impresión de que Mises creía que compartían la misma visión fundamental. En la reunión ella pensó que no era el momento adecuado de empezar una discusión sobre el tema, pero le escribió posteriormente para dejar las cosas claras:

 (…) como estadounidense, por supuesto me opongo esencialmente a la democracia y a cualquiera se abogue o defienda la democracia, que en la teoría y la práctica es la base del socialismo.

Es precisamente la democracia la que está destruyendo la estructura política, la ley y la economía estadounidenses, como dijo Madison que haría y como profetizó Macauley que haría de hecho en el siglo XX.[43]

Mises ni siquiera se preocupó del asunto, pero observó que nunca había conocido a gente que calificara a sus escritos como “cosas” y “sinsentidos”, como había hecho Lane en una crítica de sus libros. Y por eso durante más de dos años, después de los cuales se reanudó el debate en términos más civilizados, probablemente a causa de la amistad de Lane con Howard Pew. La principal objeción de Mises a Lane era que ella le había entendido mal. Él nunca había defendido ningún régimen concreto de democracia parlamentaria. Simplemente destacaba el hecho de que todos los sistemas políticos dependen en último término de la opinión de la masa.[44]

Los amigos estadounidenses de Mises estaban en desacuerdo y la discusión y correspondencia entre ellos quedó inconclusa. Pero la confrontación entre el intelectual austriaco y sus lectores y alumnos estadounidenses sería una fuerza motora en el desarrollo de la teoría libertaria. El alumno de Mises, Murray Rothbard, acabaría resolviendo las implicaciones radicales de la economía misesiana con mucho cuidado, combinando el criterio de no iniciación de la fuerza con el típico enfoque misesiano en los derechos de propiedad privada. Así Rothbard creó la mezcla de economía libertaria y ética de la propiedad privada que continúa atrayendo hasta hoy a muchos intelectuales.

El nuevo entorno radical contrataba agudamente con la mentalidad de los viejos socios de Mises, que habrían sido libertarios bajo lo patrones de Europa central, pero eran intervencionistas moderados en un contexto estadounidense. Un buen ejemplo fue Fritz Machlup. En una carta de 1946 a Mises la pedía a su antiguo maestro que bendijera su forma evasiva de dirigirse a la audiencia a favor de los sindicatos. Escribía:

Me gustaría que me aconsejaras: Debo dar pronto una conferencia para la Cámara de Comercio de EEUU sobre “Determinación monopolística de los salarios como parte del problema general del monopolio”. La conferencia se publicará y probablemente reciba más atención de la que me gustaría. Si fuera a presentarse en un foro científico, podría ir a la historia de las ideas, y en particular a Mill y otros. Pero para la Cámara debo ser práctico y político. No tengo otra alternativa que decir que los salarios de monopolio son el único propósito de los sindicatos y que sindicatos fuertes significa desempleo e inflación y llevan a un estado autoritario. ¿Puede un hombre honrado evitar estas declaraciones? ¿Hay alguna alternativa? (…)

Si es políticamente impensable prohibir los sindicatos (y asumo que es así hoy día) ¿puede uno considerar limitaciones públicas en aumentos a los salarios privados? Por supuesto, no estoy pensando que el estado fije los salarios, sino en una interdicción general para aumentar os salarios (…) en más de un 10% en tres años, o algo así. Por supuesto, todo esto es una completa fantasía. ¿Sería más sensato no mencionar en absoluto esas soluciones improvisadas? No tienen ninguna posibilidad de ser aceptadas.[45]

Mises replicó que él diría a la Cámara: “Antes que nada, libérense de ideas falsas. Estudien economía. Luego vayan a convencer a otros”. Y destacaba: “Rechazo cualquier prohibición o limitación a la libertad de asociación. No son las libertades las que deban abolirse, solo la coacción”.[46]

La correspondencia entre ambos ya se había hecho bastante infrecuente y se enfriaría aún más. Mises consideraba a Machlup un oportunista y un cobarde. Su amistad se rehizo antes del ochenta cumpleaños de Mises, pero se hundiría al máximo a mediados de la década de 1960.

Caos planificado

Montes de Oca ya había hablado con Mises en 1943 acerca de escribir un epílogo a la edición en español de Socialismo, pero Mises probablemente no se dedicó a ello antes de 1945. Hasta entonces, el ritmo de progreso de la traducción no estaba claro y Mises bien pudo recelar en dedicarse a otro proyecto para Montes de Oca, que hasta entonces no había completado ninguno de los proyectos que habían discutido en 1942. Mises ni siquiera había recibido el pago de un estudio sobre México. Los susceptibles editores mexicanos de Socialismo pedían un epílogo que se ocupara del experimento soviético, tanto porque ocuparse del asunto era algo interesante por sí mismo como porque pondría al día el libro. Mises contestó con evasivas, sugiriendo que la mejor solución sería escribir un introducción especial a el edición en español.[47]

A principios de enero de 1946, Mises recibió por fin el pago por el estudio sobre México que había escrito en 1943. También trabajó a toda velocidad para completar el epílogo que le habían pedido sus compañeros mexicanos. El texto mecanografiado se terminó probablemente al final del mes.[48]

En julio y agosto de 1946, Mises conferenció de nuevo en la ciudad de México. En los últimos días de julio, Hayek se le unió.[49] En la segunda mitad de agosto, viajaron por el Altiplano y estuvieron unos días en el lago Chapala.[50] Montes de Oca actuó como traductor para atraer una mayor audiencia.

Uno de los propósitos de la visita de Mises era discutir el proyecto pendiente desde hacía tiempo de un Instituto de Ciencias Sociales. Esta perspectiva debe haberse enterrado en esa ocasión: el asunto no aparece de nuevo en ninguna correspondencia posterior. Pero otro proyecto tomó ahora una forma cada vez más concreta. Hayek estaba tratando de aunar a los intelectuales liberales clásicos de ambos lados del Atlántico para establecer una sociedad investigadores internacional dedicada a la promoción de la libertas individual. Planeaba hacer una reunión al año siguiente y buscaba asegurar la participación de Mises.

Al acabar el año, Montes de Oca había sido nombrado como director general del banco central de México. Su grupo invitó posteriormente a Hazlitt (principios de enero de 1947), así como Hansen y Harbeler para dar conferencias (enero de 1947). El propio Mises fue invitado de nuevo para agosto de 1947 para dar una serie de discursos analizando críticamente el marxismo.[51]

Tras su vuelta a Nueva York, Mises supo que Henry Hazlitt había tenido que abandonar el New York Times. No era la primera vez que la política de Hazlitt le dejaba sin empleo. En 1933, había renunciado a su cargo como editor literario de The Nation, que no acogió bien su hostilidad al New Deal. Abandonar el New York Times era un paso atrás serio, pero Hazlitt encontró inmediatamente un nuevo empleo en Newsweek, donde disfrutó de la misma libertad de opinión que tuvo una vez en el Times. Escribiría su columna del Newsweek durante exactamente veinte años, hasta que tuvo que abandonarla, de nuevo por razones ideológicas.

Mises se las arregló mucho mejor y continuó con sus “visitas” a la NYU, donde dio un curso sobre reforma monetaria en la primavera de 1947. En el otoño de 1946, Mises también se reunión a un gran número de economistas europeos como Rueff, Perroux, Hoff, Pinson, Novoa y otros, que habían viajado a Estados Unidos y estaban dando clases en la FEE y otras instituciones.[52] Un probable objeto de discusión fue el plan de Hayek de una sociedad internacional de intelectuales liberales clásicos.

Una conferencia en Mont Pèlerin

Exactamente un año después de la fundación de la Fundación para la Educación Económica en Nueva York, nació otra organización para ofrecer un foro para el intercambio y desarrollo de ideas desde una perspectiva liberal clásica. A contrario que la FEE, esta organización no tenía ningún cuartel general permanente, se concebía como un sociedad de intelectuales académicos y consistía principalmente en reuniones anuales, que tenían lugar en distintas ciudades del mundo. Sin embargo lo más importante era que esta sociedad se basaba en el espíritu del neo-liberalismo y desde entonces intelectuales, políticos y periodistas neo-liberales han representado el grueso de sus miembros.

La sociedad era un seguimiento del Coloquio Lippmann de 1938 que había organizado Louis Rougier en París. Esta vez, la iniciativa recayó bastante naturalmente en las manos de Hayek, que era bien conocido a ambos lados del Atlántico, debido al éxito de Camino de servidumbre y también porque estaba entre los primeros intelectuales occidentales en renovar contactos con sus colegas continentales tras la guerra.[53] En estas reuniones apareció lentamente la idea de una asociación libertaria. Hayek indudablemente discutió el asunto cuando se reunió con Mises a finales de julio de 1946 en México, pero en ese momento no había aún ningún plan concreto. Desde México viajó a Oslo, donde Trygve Hoff organizó una reunión preparatoria para discutir planes bastante vagos para el establecimiento de una asociación neo-liberal de intelectuales europeos. Ahí debe haber tomado forma el plan de una “Sociedad Acton-Tocqueville”.[54] Al final del año, había recabado los fondos necesarios para patrocinar en evento de fuentes suizas (a través de Hunold) y estadounidenses (Fondo Volker) y mandó una carta de invitación a unas cincuenta personas para una conferencia de diez días en los Alpes suizos, a los pies del monte Pèlerin en el lago de Ginebra.

Probablemente Hayek preveía problemas con Mises: en la carta de invitación a Mises, Hayek añadía una petición manuscrita por no haber tenido tiempo para explicarle con detalle su plan. Su aprensión resultó cierta. Mises se puso furioso, escribiendo a Hayek que no podía abandonar la NYU en abril y que “aborrecía la idea de ir a Europa. Ya he visto suficiente decadencia”.[55] A solicitud de Hazlitt, había escrito un memorando de cuatro páginas conteniendo sus “Observaciones sobre el Plan del Profesor Hayek”. Ahí indicaba que se habían realizado muchos planes similares para detener la ola de totalitarismo en las últimas décadas (él mismo había estado implicado en algunos de estos proyectos) y el plan siempre había fracasado porque estos amigos de la libertad ya estaban infectados por el virus estatista: “No se daban cuenta de que la libertad está inextricablemente ligada con la economía de mercado. Aceptaban en general a parte crítica de los programas socialistas. Buscaban un solución intermedia, el intervensionismo”. Al final del memorando, indicaba su principal objeción:

El punto débil del plan del Profesor Hyek es que se basa en cooperación de muchos hombres que son conocidos por su apoyo al intervencionismo. Es necesario aclarar este punto antes de que empiece la reunión. Tal y como entiendo el plan, no es tarea de esta reunión discutir de nuevo si tiene o no un decreto del gobierno o un dictado sindical el poder de aumentar el nivel de vida de las masas. Si alguien quiere discutir estos problemas, no necesita hacer una peregrinación a Mount Pèlerin. Puede encontrar en su barrio amplias oportunidades de hacerlo.[56]

En su carta a Hayek era más concreto:

Me preocupa principalmente la participación de Röpke, que es un intervencionista declarado. Creo que pasa lo mismo con Brandt, Gideonse y Eastman. Los tres colaboran con la socialista (aunque decididamente antisoviética) New Leader.[57]

Aún así, Mises no descartaba su participación, pero sugería retrasar la conferencia hasta septiembre. Sin embargo esto resultó ser imposible y Hayek realizó otro intento de convencer a su antiguo mentor a principios de febrero. Rebajó la importancia de las relaciones de Brandt, Gideonse y Eastman con New Leader, mencionando que él mismo había escrito para esta revista. Pero lo más importante fue que argumentó que el programa de la conferencia seguía estando bastante abierto y que el propósito principal de la reunión en el Lago de Ginebra (y de las consiguientes reuniones) sería ganarse especialmente a aquellos historiadores y científicos políticos que aún albergaban ideas equivocadas en varios asuntos, pero estaban dispuestos a aprender.[58] Esto parece haber sido suficiente para convencer a Mises para que acudiera. Por sugerencia de Hayek, se puso en contacto con el principal patrocinador de la conferencia, el Fondo William Volker ubicado en Kansas City y en una semana se organizó en viaje a través de la FEE.

***

Fue probablemente la primera vez que Mises se puso en contacto personalmente con Harold W. Luhnow y el rico Fondo Volker. El contacto resultó ser muy beneficioso en el curso de los siguientes quince años, hasta que se liquidó el fondo a principios de la década de 1960.

William Volker (1859-1947), nacido en Alemania, había hecho una fortuna con un negocio de muebles que fundó en Kansas City en 1882.[59] En 1911, después de casarse por fin con 52 años, se convirtió en filántropo. Acabó creando en 1932 un fondo privado para proteger su capital contra las obligaciones del código fiscal, especialmente el nuevo impuesto de la renta de 1916. Puede haber sido el propio Volker el que aprobara el apoyo a la reunión de la Sociedad Mount Pèlerin, que tuvo lugar unos siete meses antes de morir. Pero es más probable que fuera ya la decisión de su sobrino, Harold Luhnow, que se convirtió en director del fondo en 1944 y se convirtió en el principal patrocinador de la intelectualidad libertaria.[60] Aparentemente, la principal fuente de inspiración libertaria de Luhnow había sido Loren Miller, que de 1942 a 1944 había sido ejecutivo del Kansas City Civic Research Institute (parte del Fondo Volker), antes de irse al Detroit Bureau of Governmental Research, otra fuente de financiación del libertarismo de posguerra.

La influencia del Fondo Volker irradiaba mucho más allá de Estados Unidos. A finales de 1953, pagaba las cuotas de prácticamente todos los miembros de la Sociedad Mont Pèlerin fuera de EEUU.[61] La cooperación del Fondo con Mises fue muy cercana, especialmente después de que Luhnow contratara a los antiguos empleados de la FEE, Herbert y Richard Cornuelle.[62]

Todos los demás think tanks y fondos libertarios se habían pervertido con el tiempo, alejándose de sus principios iniciales. Solo el Fondo Volker escapó a este destino. Se liquidó a principios de la década de 1960, cuando su dirección cayó en manos de quienes no podían identificarse con la orientación libertaria de su fundador.

***

La Conferencia Mont Pèlerin empezó el 1 de abril de 1947 y duró diez días. Mises salió de Nueva York el 25 de marzo, curioso por ver Europa de nueva tras casi siete años. La reunión tenía solo un programa mínimo y dejaba mucha libertad de acción a los participantes para determinar los temas que quisieran discutir en el curso de los siguientes días.

Mises y los otros seis neoyorquinos, Read, Harper y Watts de la FEE, así como Hazlitt, Gideonse (Presidente del Brooklyn College) y Davenport (Fortune Magazine) representaban la tendencia manchesteriana de la reunión. Hayek, Friedman y Machlup eran neo-liberales; gente como Eucken, de Jouvenel, Knight, Polanyi, Popper y Stigler eran demócratas social liberales y Allais, Röpke y Robbins representaban la extrema izquierda de la Conferencia. Allais no pudo siquiera permitirse apoyar la vaga “declaración de objetivos” que aprobaron todos los demás participantes el 8 de abril.

En su discurso inaugural, Hayek establecía el programa para la reconstrucción ideológica de posguerra del movimiento liberal clásico. Incluía, explicaba Hayek, por un lado “purgar a la teoría liberal tradicional de ciertas adiciones accidentales que se habían asociado a ella en el curso del tiempo” y, por otro, “afrontar algunos problemas reales que un había eludido un liberalismo excesivamente simplificado o se habían hecho evidentes solo desde que se convirtió en un credo de alguna forma estacionario y rígido”.[63] Como se demostraría posteriormente, el significado concreto de este programa era (1) exculpar al liberalismo clásico de ciertas críticas ampliamente extendidas, por ejemplo, de que las políticas que había inspirado hubieran llevado a una miseria masiva; (2) distinguir al liberalismo “moderno” de su predecesor de laissez faire.

Sin embargo, algunas de las demás tareas programadas eran más “neo” y menos “liberales”. Por ejemplo, el economista alemán Walter Eucken explicó que la legislación antimonopolio no era suficiente para combatir los monopolios. Se necesitaba más interferencia legislativa en el campo del derecho empresarial, el derecho de patentes y las leyes de marcas. Defendía dos máximas de política económica. Primero, aunque hubiera libertad de contrato, esta libertad no debería permitirse que limitara la libertad de contratar de otros. Segundo, los participantes monopolistas en el mercado deberían ser obligados a comportarse como su estuvieran en “competencia”, es decir, producir las mismas cantidades y venderlas a los mismos precios que habría bajo “competencia”.

En resumen, Eucken ofrecía el mismo programa intervensionista que ya había dominado el Coloquio Lippmann en 1938. En ese momento Mises había estado de luna de miel en París, lo que podría explicar por qué sus contribuciones al debate habían sido tan inusualmente dóciles. Nueve años después, la luna de miel había pasado. Reaccionó con gran determinación y defendió su postura de laissez faire tan vigorosamente que muchos años después su amigo Lawrence Fertig aún recordaba el debate.

La discusión entre Mises y sus oponentes neo-liberales establecieron el tono en la Sociedad Mont Pèleron durante los próximos años. Aunque los libertarios que rodeaban a Mises  eran una pequeña minoría, eran ellos los que tenían el respaldo financiero de los principales patrocinadores estadounidenses como el Fondo Volker, sin el cual la Sociedad habría muerto rápidamente en esos primeros años. Por tanto, mientras Mises tomara parte activa en la reuniones, era imposible continuar discutiendo los detalles técnicos de un intervencionismo público aprobado. El laissez faire había vuelto. No era la opinión mayoritaria, pero era una opción política debatible y debatida (demasiado para algunos miembros iniciales como Maurice Allais, que abandonó pronto la Sociedad precisamente por esta razón).[64]

A pesar de los desacuerdos en los fundamentos, la reunión fue un éxito. El 9 de abril, unos cuarenta participantes fundaron la Sociedad Mont Pèlerin y eligieron a Hayek como Presidente.[65]

Preparando la contrarrevolución

En marzo de 1945, la Yale University Press había decidido publicar una versión estadounidense de Nationalökonomie. La idea de una simple traducción no fue nunca realmente un opción. Todas las partes estaban de acuerdo en publicar una versión revisada, una edición cuyas revisiones resultarían ser bastante a fondo.[66] Durante los siguientes tres años y medio, Mises trabajo afanosamente en este proyecto. Las revisiones no iban a ser sustanciales. El propósito principal era adaptar la obra al trasfondo intelectual de sus lectores estadounidenses. En esta tarea, Mises se benefició enormemente de la experiencia de Henry Hazlitt y el editor de Yale, Donald Robinson, sugiriendo ambos muchas áreas de de mejora. Por ejemplo, Mises conocía ahora doctrinas y propuestas políticas que tenían importancia concreta en Estados Unidos, como la teoría georgista del impuesto sobre la tierra.[67] Pero esencialmente modificaba su explicación de los problemas filosóficos fundamentales de la ciencia de la acción humana. Por ejemplo, en su libro en alemán Mises creía que tenía que refutar con detalle la “economía universalista” de Othmar Spann; ahora eliminaba esta explicación casi completamente y se centraba en su lugar en la refutación del positivismo y el uso de métodos cuantitativos en teoría económica.

Añadió un capítulo completamente nuevo (el único capítulo sin equivalencia en Nationalökonomie) para explicar los problemas básicos de la teoría de la probabilidad, que estaba en el centro de la aproximación cuantitativa que dominaba el análisis económico en los países anglosajones. En este capítulo, Mises aprovechaba la oportunidad para trabajar y desarrollar las obras de su hermano Richard, que había sido el pionero en la llamada teoría de la frecuencia relativa de la probabilidad. Mises simplificaba considerablemente la exposición axiomática de la teoría y argumentaba, sin mencionar el nombre de su hermano, que la cuenta estandarizada era redundante.

Más allá del aspecto investigador de su contribución, la rectificación a su hermano fue una secuencia de un típico retorcimiento literario “austriaco”. Doce años antes, Richard se había adentrado en el campo de su hermano mayor y afirmaba en uno de sus libros que las políticas de laissez faire no tenían ningún valor científico.[68] Ahora Ludwig le respondía demostrando lo que resultaba ser una exposición elegante de la teoría de la frecuencia relativa.

La acción humana casi se convierte en la primera obra póstuma de Mises. En octubre de 1948, junto a Margit, tuvieron un muy serio accidente de carretera.[69] Pero la pareja sobrevivió y Ludwig dio los últimos toques al libro en la primavera de 1949. Envió copias del manuscrito a editores y amigos receptivos, entre ellos Jasper Crane, que dirigía la Van Nostrand Publishing Company y a quien conocía bien a través de la FEE.[70]

Un golpe neo-liberal en Alemania

La reunión de la Sociedad Mont Pèlerin de 1947 fue bastante para satisfacer la curiosidad de Mises por Europa y los investigadores europeos durante algún tiempo. Europa estaba hecha un desastre, incluso París estaba harapiento. Ni siquiera deseaba pensar en viajar a Austria. Todo lo que era bueno y memorable en Europa era pasado. No necesitaba volver al viejo continente solo para ser testigo de la miseria inducida por esos mismos locos estatistas a los que había dedicado toda su vida a combatir. Cuando fue invitado a la siguiente reunión de la Sociedad Mont Pèlerin, programada para julio de 1949 en el pueblo suizo de Seelisberg, se excusó.[71]

Pero sus amigos estadounidenses en el Fondo Volker pensaban que era esencial tenerle a bordo, para que los intervencionistas no tuvieran las manos libres. La Sociedad Mont Pèlerin daba a los libertarios estadounidenses, no solo cierto estilo cosmopolita, sino que asimismo les ponía en contacto con una masa de intelectuales afines a su causa que no podían encontrarse en su casa.

Además, en una de las grandes ironías de la historia, los principios liberales se estaban aplicando con un éxito abrumador en Alemania y una gran afinidad con Ludwig Erhard y los líderes intelectuales de las reformas alemanas prometían ayudar a los libertarios estadounidenses en sus luchas en casa. Nadie en Estados Unidos conocía a los reformistas y la curiosidad era grande. Ante las noticias desde Alemania, Leonard Read preguntó a Mises acerca de Erhard. La respuesta:

El único hecho que conozco de Erhard es que es el presidente del Consejo Asesor Económico. Este consejo es moderadamente intervencionista y se opone al New Deal radical de los partidos políticos alemanes y al abierto socialismo del gobierno militar británico. Es posible que la firmeza del Consejo es esta materia sea un logro de la actitud intransigente de Erhard y lo persuasivo de su exposición de los principios del verdadero liberalismo.[72]

Sin embargo, la única forma de descubrirlo era ir a Europa y reunirse con el hombre y sus simpatizantes. Pero desde el punto de vista de Luhnow, solo merecería la pena si se traía a hombres como Mises para dar a las reuniones la orientación correcta. Con la mediación de Herbert Cornuelle y Loren Miller, Luhnow pidió a Mises que acudiera a la reunión de Seelisberg. Mises aceptó. Sería su segundo regreso a Europa después de emigrar.[73]

Dejó Nueva York en junio y estuvo en Seelisberg del 3 al 10 de julio. La reunión se suponía que se ocuparía en particular de cuestiones relativas al mercado laboral.[74] Pero, como se esperaba, se vio completamente ensombrecido por la discusión de los recientes acontecimientos en Alemania Occidental.

En marzo de 1948, Ludwig Erhard había sido nombrado director de administración económica de la zona de ocupación británico-americana. Discípulo del sociólogo social-liberal Franz Oppenheimer, Erhard era desconocido en el mundo del libertarismo… y probablemente por eso obtuvo el cargo.[75] Pero Don Nadie no perdió tiempo en dar un golpe liberal. Tres meses después de su nombramiento, tomó dos decisiones importantes. Contra las intenciones del gobierno militar británico (1) derogó virtualmente todos los controles de precios y (2) introdujo una nueva divisa: el deutschmark.

Al día siguiente, almacenes y tiendas estaban llenos de mercancías. Los empresarios habían recortado la producción durante los años de posguerra y los vendedores retenían los productos, reservándolos para el mercado negro, donde podían obtener precios más altos. Este lamentable estado de cosas, por supuesto, era consecuencia del sistema nazi de control de precios, que había hecho imposible una producción rentable y convertido el mercado abierto en mercado negro. Las fuerza aliadas de ocupación habían mantenido este sistema sin sentido en beneficio de un pequeño grupo de asesores económico influyentes de izquierdas, para quienes la planificación centralizada y los controles públicos eran lo correcto.[76] Erhard acabó con este sistema, creando así los fundamentos económicos de la República Federal de Alemania (occidental), que se establecería en el otoño de 1949. Más aún, puso en práctica una alternativa liberal clásica al Plan Marshall para la reconstrucción de la posguerra.

Un año antes de las reforma de Erhard, en 5 de junio de 1947, Marshall presentó su propuesta para la reconstrucción económica de Europa a través de un gasto a gran escala de dinero de los contribuyentes de EEUU.[77] En posteriores años y décadas, se ha contado y recontado la historia del Plan Marshall desde el punto de vista de sus patrocinadores, convirtiéndose así en parte de la mitología del estado de bienestar. Los estudiantes de bachillerato de todos los países occidentales aprendieron que el gasto público de financiación del Plan Marshall inició una nueva fase de crecimiento después de la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, a la fría luz del razonamiento económico, podemos ver que el Plan Marshall era en esencia un plan para retrasar la quiebra del socialismo y el estado del bienestar. En su correspondencia privada, Mises apuntaba que los países europeos ya habían “nacionalizado ferrocarriles, telégrafos, energía eléctrica, telefonía, minas y muchas fábricas” y continuaba:

Ya han expropiado mediante impuestos todas las rentas más altas y no pueden esperar ningún ingreso adicional para continuar con su política de saquear a los ricos. Así que quieren que el contribuyente estadounidense pague la factura de los déficits en los que incurrió su glorificada política de socialización. Llaman a este plan, el Plan Marshall.[78]

Aunque las reformas de Erhard se comparaban muy favorablemente con el frustrado Plan Marshall, seguían estando lejos de ser satisfactorias desde un punto de vista libertario. Además Erhard y sus consejeros no eran defensores convencidos del laissez faire, sino partidarios de políticas intermedias.[79] Esto era mucho más serio que cualquier incapacidad política de poner en práctica un programa político más radical.

En diciembre de 1948, cuando Leonard Read le pidió su opinión sobre Erhard, Mises no conocía al hombre. Sin embargo, en años posteriores se familiarizó con los escritos de Erhard y descubrió que reflejaban muy de cerca las opiniones de sus asesores: el profesor de economía de Colonia, Alfred Müller-Armack, así como Wilhelm Röpke y Walter Eucken. Durante la década de 1950, Mises se dio cuenta de que el mismo éxito de las reformas de libre mercado de Erhard podían usarse contra la economía de mercado, porque las reformas se “vendían” en términos de retórica intervencionista. Así que honró a los reformistas alemanes con un largo comentario en su libro más importante:

[Los] partidarios de la variedad más reciente de intervencionismo, la “soziale Marktwirtschaft” alemana, destacan que consideran a la economía de mercado como el mejor sistema posible y deseable de organización económica de la sociedad y que se oponen a la omnipotencia gubernamental del socialismo. Pero, por supuesto, todos estos defensores de una política intermedia destacan con el mismo vigor que rechazan el liberalismo manchesteriano y el laissez faire. Dicen que es necesario que estado interfiera en los fenómenos del mercado siempre y cuando el “juego libre de las fuerzas económicas” genere condiciones que parezcan indeseables “socialmente”. Al realizar esta afirmación dan por sentado que es el gobierno el que debe determinar en cada caso concreto si un hecho económico determinado va ser considerado o no como reprensible desde el punto de vista “social” y por consiguiente si estado del mercado requiere o no un acto especial de interferencia del gobierno.

Todos estos defensores del intervencionismo no se dan cuenta de que su programa implica así el establecimiento de la plena supremacía del gobierno en todos los asuntos económicos y en definitiva brinda un estado de cosas que no difiere de lo que se llama el patrón alemán o de Hindenburg del socialismo. Si es jurisdicción del gobierno decidir si unas condiciones concretas de la economía justifican su intervención, no se deja ninguna esfera de operación al mercado. Así que ya no son los consumidores los que en definitiva determinan qué debería producirse, en qué cantidad, de qué calidad, por quién, dónde y cómo, sino que es el gobierno. Pues el gobierno interfiere tan pronto como el resultado de la operación del mercado no intervenido difiera de lo que las autoridades consideren “socialmente” deseable. Esto significa que el mercado es libre siempre que haga precisamente lo que el gobierno quiera que haga. Es “libre” de hacer lo que las autoridades consideran que sea lo “correcto”, pero no de hacer lo “incorrecto”, correspondiendo al gobierno la decisión de lo que es correcto e incorrecto. Así que la doctrina y la práctica del intervencionismo acaba tendiendo a abandonar lo que le distinguía originalmente del abierto socialismo y a adoptar completamente los principios de la planificación totalitaria omnicomprensiva.[80]

La reservas de Mises no se debilitaron con el contacto personal con representantes de la escuela alemana “Ordo” de neo-liberalismo. Muy al contrario: en correspondencia privada a partir de la década de 1950 decía: “Tengo cada vez más dudas de si es posible cooperar con el Ordo-intervencionismo en la Sociedad Mont Pèlerin”.[81]

***

La reunión de la Sociedad Mont Pèlerin de 1949 tuvo lugar, de nuevo, en Suiza, esta vez en uno de los lugares míticos del libertarismo europeo: el pueblo de Seelisberg, ubicado a los pies de la montaña del mismo nombre. Fue en el Rütliwiese, uno de los prados cercanos donde a principios de agosto de 1291, los patriotas suizos deliberaron en reuniones secretas para preparar la deposición del régimen del emperador Rodolfo, que había impuesto una gran variedad de nuevas leyes e impuestos. La Sociedad Mont Pèlerin se alojó más confortablemente en instalaciones hoteleras y no todos sus participantes estaban dispuestos a acabar con el floreciente nuevo estado del bienestar. Por ejemplo, a Wilhelm Röpke le preocupaba más definir un papel para el gobierno en la lucha contra la “proletarización”. Karl Popper trataba de hacer lo mismo en el campo de la educación y la investigación.[82]

Un neoyorquino

Después de un breve retorno a Manhattan, Mises fue a la ciudad de México durante el mes de agosto para dar una conferencia en la Asociación Mexicana de Cultura. Llegó con Margit la noche del 29 de julio y pronto empezó su curso en doce lecciones sobre teoría económica, sazonado con un análisis de los últimos 200 años de historia europea y excursiones en la historia del pensamiento. Entre otras cosas, explicaba “cómo Keynes había influido en los catedráticos socialistas alemanes y cómo les superaba en muchos puntos”.[83] Los participantes en el seminario recibieron el privilegio de recibir ejemplares de adelanto de La acción humana.[84]

Durante este viaje, Montes de Oca planteó con cautela de nuevo si Mises se quedaría permanentemente en México. Mises aparentemente replicó que ahora deseaba “permanecer en Nueva York, porque se ha convertido en el centro intelectual del momento”. Montes de Oca habría abandonado entonces, pero pocos meses después sintió la necesidad de plantearle de nuevo la pregunta al escribirle:

Ha habido lo que podría calificarse como un movimiento entre los empresarios mexicanos para invitarte a convertirte en asesor de diversas organizaciones empresariales, más o menos en la posición en la que desempeñaste esa función en la Cámara de Comercio de Viena.[85]

Después de una seria reflexión, Mises volvió a negarse, refiriéndose esta vez a su avanzada edad, que le impediría obtener un conocimiento suficiente de la lengua española. Pero destacaba que si “fuera veinte años más joven, no rechazaría vuestra amable propuesta” y también decía que la invitación era muy tentadora desde otro punto de vista: “Mis tres visitas a vuestro país me han demostrado que el estado de opinión es hoy en México más favorable a la aceptación de ideas económicas sensatas que ningún otro país”.[86] Pero esto no alteró su decisión.

Mises no solo se había convertido en estadounidense: era ahora un neoyorquino.

 

Jörg Guido Hülsmann es miembro senior del Mises Institute y autor de Mises: The Last Knight of Liberalism y The Ethics of Money Production. Enseña en la Universidad de Angers, en Francia.

Este artículo ha sido extraído del capítulo 19 de Mises: The Last Knight of Liberalism (2007).



[1] Mises a Johannes Bahner, carta fechada el 12 de junio de 1947; Grove City Archive: ficheros “B”. Johannes Bahner era el propietario y presidente de la empresa textil Elbeo.

[2] Mises a Reinhard Kamitz, carta fechada el 18 de octubre de 1946; Grove City Archive: fichero Kamitz. Kamitz llegó a ser Ministro de Finanzas y luego presidente del Österreichischen Nationalbank. Mises le respetaba mucho y le rindió el siguiente homenaje cuando habló del tiempo de Kamitz como Ministro de Finanzas: “bajo las circunstancias más adversas has probado ser un digno sucesor de los dos Plener y de Böhm-Bawerk”. Mises a Reinhard Kamitz, carta fechada el 14 de noviembre de 1961; Grove City Archive: fichero Kamitz.

[3] Mises a Hans Ilau, carta fechada el 17 de mayo de 1947; Grove City Archive: ficheros NAM.

[4] Robert M. Crunden, The Mind and Art of Albert Jay Nock (Chicago, 1964), p. 179.

[5] Ver Juilan Joseph DelGaudio, Refugee Economist in America: Ludwig von Mises and American Social and Economic Thought, 1940-1986 (Ann Arbor, Mich.: University Microfilms International, 1988).

[6] Ver E.M. Biggers al Congresista H.P. Fullmer, carta fechada el 5 de junio de 1943; Grove City Archive: ficheros “B”.

[7] Ver George H. Nash, The Conservative Intellectual Movement in America (Nueva York: Basic Books, 1976), pp. 6-7.

[8] Ver Hayek, The Road to Serfdom (Chicago: University of Chicago Press, 1944), pp. 17, 36.

[9] Frank Chodorov, “What This Country Needs Is Guts”, analysis 2 (Febrero de 1946), p. 3.

[10] El discurso de Mises se publicó por primera vez como “Planning for Freedom”, junto con un discurso de Rufus S. Tucker, realizado ante la misma audiencia, en un panfleto de 24 páginas: Economic Planning (Nueva York: Dynamic America, 1945), pp. 3-12. Más tarde se reprodujo el ensayo en el libro de Mises Planning for Freedom. En su correspondencia con A. Dauphin Meunier, profesor en París, Mises mencionaba que le disgustaba el título y los subtítulos de la versión impresa de su charla. La traducción al francés se publicó en 1947 en la Revue de l'Économie Contemporaine bajo el título “L'interventionnisme et le salaire”. Ver Grove City Archive: Fichero Dauphin Meunier. En una carta de Selam Fuller, Mises alaba las virtudes de Camino de servidumbre, pero reconocía lo apropiado de la postura crítica de Fuller sobre el libro. “El programa positivo desarrollado por Hayek importa poco comparado con estas virtudes de su libro. Sin embargo, es un hecho reconfortante que tu amigos sean los suficientemente sagaces como para ver las contradicciones en este programa”. Mises a Fuller, manuscrito escrito a mano de una carta fechada el 14 de noviembre de 1944; Grove City Archive: Ficheros Fuller.

[11] Ver Mises a Montes de Oca, manuscrito escrito a mano de una carta fechada el 3 de abril de 1945; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca.

[12] Leído en una entrevista con G.H. Nash, citada en Nash, The Conservative Intellectual Movement in America, pp. 22-23.

[13] F.A. Hayek, “The Intellectuals and Socialism”, University of Chicago Law Review, 16 (1949), pp. 417-333, reimpreso en B. Caldwell, ed., The collected works of F.A. Hayek, X: Socialism and war: essays, documents, reviews (Chicago: University of Chicago Press, 1997), p. 222.

[14] Ver Allman a Mises, carta fechada el 10 de mayo de 1945; Mises a Allman, carta fechada el 18 de mayo de 1945; Grove City Archive: Ficheros “A”.

[15] Mises a Machlup, carta fechada el 15 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros Machlup.

[16] Herbert von Beckerath, Goetz Briefs, Gottfried von Haberler, Georg Halm y Josef Schumpeter habían conseguido puestos en Harvard; Mahclup estaba en la nueva Universidad de Buffalo (financiada por Rockefeller) y Morgenstern en Princeton. Aparentemente todos eran incapaces de incluir a Mises en sus departamentos.

[17] Ver The Conservative Intellectual Movement in America, pp. 13, 351 (nota a pie de página 57). Nash menciona que Hazlitt y Read estuvieron entre los implicados. Nash también menciona (ibíd., p. 20) que el puesto de Hayek en la Universidad de Chicago estaba igualmente subvencionado con fondos privados. No está claro quién contribuía, aparte de Fertig, al salario de Mises. Sin embargo es más que probable que una gran parte del dinero procediera del Fondo Volker. Otros potenciales donantes estaban entre los hombres que posteriormente respaldarían The Freeman, en particular estaban Alfred Kohlberg (importador), Jasper Crane, Howard Pew (Sun Oil), Herbert Hoover (antiguo presidente de EEUU), W. Prentis (Armstrong Cork), W.F. Peter (Chicago, Rock Island y Pacific Railroad). Ver Charles H. Hamilton, “The Freeman: The Early Years”, R. Lora, W.H. Longton, eds., The Conservative Press In Twentieth-Century America, Greenwood, 1999.

[18] Mises a Machlup, carta fechada el 26 de diciembre de 1944; Hoover Institution: Fichero de correspondencia Machlup-Mises.

[19] Cuando estaba buscando un trabajo después de su llegada a Estados Unidos, Machlup le había puesto en contacto con el departamento de economía de la NYU. En noviembre de 1940, el jefe de departamento (Spahr) invitó a Mises a dar un conferencia sobre sus contribuciones a la teoría económica. Spahr estuvo lento (o no estuvo dispuesto) a hacerle una oferta de trabajo y Mises aceptó entonces el puesto en el NBER.

[20] Ver Yoneo Azuma a Mises, carta fechada el 13 de julio de 1948; Grove City Archive: Fichero Azuma. Azuma era alumno de Mitsutaro Araki, ha quien Mises ya en 1925 había concedido permiso para traducir y publicar la Teoría del dinero y del crédito. Araki nunca acabó la traducción, pero su alumno la acabó en los primeros años de la guerra. Cuando escribió a Mises en 1948, el manuscrito de la traducción había sobrevivido a los años de la guerra en una caja fuerte del editor. Azuma también mantenía a Mises informado de la evolución intelectual japonesa en economía.

[21] Machlup informaba unos pocos años después de una reunión con colegas japoneses en Tokio: “hubo una discusión acerca de si ciertas partes de tu Teoría del dinero ya estaban en la primera edición o solo se añadieron en la segunda. Había varios de los presentes que eran capaces de discutir este punto”. Ver Machlup a Mises, carta fechada el 28 de marzo de 1955; Hoover Institution: Fichero de correspondencia Machlup-Mises.

[22] Jujiro Iwai a Nymeyer, carta fechada el 23 de enero de 1952; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[23] Mary Sennholz, Leonard E. Read: Philosopher of Freedom (Irvington-on-Hudson: FEE, 1993), p. 69.

[24] Mises continuó siendo invitado a otras conferencias del Consejo. Por ejemplo, el 16 de mayo de 1946, discutió sobre los tipos de interés de la posguerra con Woodlief Thomas (economista de la Reserva Federal), Friedrich Lutz y Paul Samuelson. Y el 22 de enero de 1948 tomó parte en un simposio que se ocupaba de la cuestión: “¿Deberíamos volver a un patrón oro?” Allí se encontró con Philip Cortney; entre los demás colaboradores estaban Albert Hahn y Michael Heilperin. Ver Grove City Archive: Ficheros NICB. Probablemente fue también esencial para conseguir a su amigo Walter Sulzbach un trabajo en el NICB en 1946 y 1947; ver Grove City Archive: Fichero Sulzbach.

[25] El número de 30.000 se alcanzó a principios de 1949. Ver el memorando de Read fechado el 23 de marzo de 1949; Grove City Archive: Ficheros FEE.

[26] Se le “pagaba una cantidad regular a intervalos regulares” y por tanto se convirtió, por razones técnicas (leyes fiscales) en empleado de la FEE en octubre de 1946. Ver Curtis a Mises, carta fechada el 8 de octubre de 1946; Grove City Archive: Ficheros FEE.

[27] Ver Nash, op. cit., p. 24.

[28] Ver Knight, Freedom and Reform, 1947; Simons, Economic Policy for a Free Society, 1948.

[29] Ver Nymeyer a Mises, carta fechada el 20 de mayo de 1946; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[30] Ver Nymeyer a Mises, carta fechada el 12 de junio de 1947; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[31] Nymeyer a Mortimer Adler, carta fechada el 14 de febrero de 1947; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[32] Mises a P.C. Armstrong, carta fechada el 16 de enero de 1950; Grove City Archive: Fichero Armstrong.

[33] Nymeyer a Mises, carta fechada el 12 de octubre de 1948; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[34] Ver Nymeyer a Mises, carta fechada el 25 de enero de 1949; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[35] Mises a Nymeyer, manuscrito de una carta en respuesta a una carta de Nymeyer fechado el 26 de abril de 1949; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[36] Mises a Nymeyer carta en fechada el 17 de mayo de 1952; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[37] Ver Nymeyer a Hayek y otros, correspondencia de primavera y verano 1952; Grove City Archive: Ficheros Nymeyer.

[38] Nash, The Conservative Intellectual Movement in America, p. 10.

[39] Simons, Annals of the American Academy of Political and Social Science 236 (Noviembre de 1944): 192.

[40] Hoiles a Mises, carta fechada el 7 de septiembre de 1949; Grove City Archive: Fichero Hoiles.

[41] Mises a M.H. Johnson, carta en fechada el 25 de octubre de 1956; Grove City Archive: Ficheros “J”.

[42] Ver el memorando fechado el 13 de enero de 1947 en Grove City Archive: Ficheros FEE.

[43] Lane a Mises, carta fechada el 5 de julio de 1947; Grove City Archive: Ficheros Lane.

[44] Ver la correspondencia del otoño de 1949 y del otoño de 1950 en Grove City Archive: Ficheros Lane.

[45] Machlup a Mises, carta fechada el 13 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros Machlup.

[46] Mises a Machlup, carta fechada el 15 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros Machlup.

[47] Ver su correspondencia de junio y julio de 1945; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca.

[48] Ver Mises a Montes de Oca, carta fechada el 12 de enero de 1946; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca. Mises recibió 590$ por el estudio. Acabó el epílogo al final de diciembre de 1945. Ver Mises a Schmidt, carta fechada el 31 de diciembre de 1945; Grove City Archive: Fichero Schmidt.

[49] Ver Mises a Karl Brandt, carta fechada el 7 de septiembre de 1946; Grove City Archive: Fichero Brandt.

[50] Mises a Hayek, carta fechada el 31 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS.

[51] Mises a Hayek, carta fechada el 31 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS.

[52] Mises a Hayek, carta fechada el 31 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS.

[53] Por ejemplo, en enero de 1949 Hayek ya había realizado varias visitas a Austria. Ver Charmatz a Hayek, carta fechada el 27 de enero de 1949; Grove City Archive: Fichero Charmatz.

[54] Ver Hayek a Mises, carta fechada el 28 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS. Mises a Karl Brandt, carta fechada el 7 de septiembre de 1946; Grove City Archive: Fichero Brandt. Mises había estado en contacto con Hoff antes del 28 de junio de 1946. Hoff había escrito un manifiesto libertario durante la guerra. Envió un manuscrito a Suecia, desde donde se suponía que un diplomático estadounidense lo enviaría a Alfred A. Knopf en Nueva York. Pero el diplomático nunca lo hizo. Hoff descubrió tras la guerra que esto pasó porque el diplomático consideró al manuscrito como “no democrático” (lo que probablemente significaba que era demasiado crítico con los dogmas fundamentales del aliado bélico de Estados Unidos). Hoff también llegó a un descubrimiento independiente de la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo. Mises tenía la mejor opinión del economista noruego. Hoff era “uno de los pocos contemporáneos cuyo juicio sobre los problemas respecto de los problemas que trataba La acción humana es consecuente”. Mises a Hoff, carta fechada el 11 de enero de 1950; Grove City Archive: Ficheros Hoff.

[55] Mises a Hayek, carta fechada el 31 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS.

[56] Mises, “Observations on Professor Hayek's Plan”, momerando fechado el 31 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS.

[57] Mises a Hayek, carta fechada el 31 de diciembre de 1946; Grove City Archive: Ficheros MPS. Mises sugería que se invitara a Montes de Oca y Velasco de México, Maestri de Cuba y Hytten de Australia.

[58] Ver Hayek a Mises, carta fechada el 3 de febrero de 1947; Grove City Archive: Ficheros MPS.

[59] Sobre Luhnow, ver las colecciones especiales de la Biblioteca Pública de Kansas City, que también contienen fotografías.

[60] Poco después de la muerte de Volker, el Fondo se trasladó de Kansas City a Burlingame, California. Esto debió ocurrir entre abril de 1949 y junio de 1951. Ver la correspondencia en Grove City Archive: Fichero Herbert Cornuelle.

[61] Ver Hazlitt a Mises, carta fechada el 21 de diciembre de 1953; Grove City College Archive: Ficheros Sociedad Mount Pèlerin.

[62] Los coordinadores eran Richard Cornuelle y Templeton. Herbert Cornuelle abandonó el Fondo en noviembre de 1953 para irse a trabajar a Honolulu.

[63] Hayek, “Opening Address to a Conference at Mont Pèlerin”, Studies in Philosophy, Politics, and Economics, Chicago: UCP, 1967, p. 148. Ver también la muy moderada “Declaración de objetivos”. Hay una copia en Grove City Archive: Fichero Intercollegiate Society of Individualists (archivado alrededor de 1964).

[64] Posiblemente la visita de Allais a la FEE en octubre de 1947 reforzó sus preocupaciones de que los libertarios estadounidenses fueran demasiado radicales para su gusto. La visita se menciona en Herbert Cornuelle a Mises, carta fechada el 14 de octubre de 1947; Grove City Archive: Ficheros FEE.

[65] Acabaron siendo secretarios Hunold, de Zurich y Aaron Director; Eucken, Jewkes, Knight, Rappard, y Rueff se convirtieron en vicepresidentes y Hardy en tesorero. Mises, Antoni, Gideonse, Iversen, Robbins y Röpke se convirtieron en miembros del Consejo. Ver “President's Circular No. 1”, fechada en 17 de noviembre de 1947; Grove City Archive: Ficheros MPS. En 10 de diciembre, Albert Hunold anunciaba que Mises recibiría pronto un álbum de fotos con unas setenta fotografías de la conferencia como regalo de Navidad.

[66] En junio de 194, Mises atodavía decía que el libro iba “a publicarse en edición estadounidense el año que viene”. Manuscrito de carta a Tietz; Grove City Archive: Fichero Tietz.

[67] Se ocupaba del asunto en las páginas 6632-633 de La acción humana y en una carta posterior a su amigo francés Lhoste Lachaume. Ver Ballvé a Mises, carta fechada el 18 de marzo de 1955; Grove City Archive: Ficheros Ballvé. Ver también Mises a Lidia Alkalay, carta fechada el 19 de febrero de 1952; Grove City Archive: Ficheros “A”.

[68] Ver Richard von Mises, Kleines Lehrbuch des Positivismus: Einführung in die empiristische Wissenschaftsauffassung (La Haya: Van Stockum & Zoon, 1939).

[69] Ver Hayek a Mises, carta fechada el 15 de noviembre de 1948; Grove City Archive: Ficheros Hayek. Mises a François Perroux, carta fechada el 13 de noviembre de 1948; Grove City Archive: Fichero Perroux. Perroux había sabido del accidente a través de Helene Berger Lieser.

[70] Ver Crane a Mises, carta fechada el 28 de junio de 1949; Grove City Archive: Fichero Crane.

[71] Aparentemente, también rechazó una invitación ara dar una conferencia en la Universidad de Viene en un programa patrocinado por EEUU en 1948. Fritz Machlup sí acudió. Ver Thieberger a Mises, 18 de abril de 1948; Grove City Archive: Ficheros Thieberger.

[72] Mises a Read, carta fechada el 4 de diciembre de 1948; Grove City Archive: Ficheros FEE.

[73] En marzo de 1950, dijo que había estado dos veces en Europa, pero no en Austria. Ver Mises a Ernest Neurath, carta fechada el 13 de marzo de 1950; Grove City Archive: Fichero Neurath.

[74] Ver Miller a Mises, carta fechada el 26 de marzo de 1949; Grove City Archive: Ficheros MPS. Ver la noticia de portada en Neue Zürcher Zeitung (25 de julio de 1949). En junio de 1949, Mises estaba en Europa. Ver Margit von Mises a R. Ziegler; Grove City Archive: Fichero Cluett, Peabody & Co.

[75] Sobre la influencia de Franz Oppenheimer en su alumno Erhard, ver por ejemplo la entrevista a Erhard en Deutsche Zeitung (30/31 de diciembre de 1961), p. 20. Durante la era nazi, Erhard había trabajado para dos institutos de investigación económica. Después de la guerra, se convirtió en ministro bávaro de economía y también acudió al seminario privado del amigo de Mises, Adolf Weber, que en aquel entonces era probablemente el profesor de economía más “austriaco” (ver Der Spiegel, 16 de octubre de 1963, mencionado en Gibson a Mises, carta fechada el 3 de marzo de 1964; Grove City Archive: Fichero “G”). Weber defendía una teoría del proceso del mercado y de la soberanía de consumidor que prácticamente indistinguible de las opiniones de Mises; ver, por ejemplo, Weber, Weltwirtschaft, pp. 86, 102, 106, 108. Fue probablemente bajo el impacto de las discusiones en el círculo de Weber como recibió Erhard la visión e inspiración para sus reformas de junio de 1948.

[76] En aquellos días, Walter Eucken, uno de los líderes intelectuales detrás de las reformas de Erhard, escribía a Mises acerca de la necesidad de mayor desregulación: “Las autoridades alemanas, con las que estoy en contacto constante, hacen todo lo posible para ello. Pero las políticas económicas estadounidenses en Alemania siguen basándose esencialmente en la planificación centralizada”. Eucken a Mises, carta fechada el 25 de junio de 1948; Grove City Archive: Ficheros Read.

[77] Ver Adolf Wittkowski, Schrifttum zum Marshallplan und zur volkswirtschaftlichen Integration Europas (Bad Godesberg: Bundesministerium für den Marshallplan, 1953).

[78] Mises a Mark Jones, carta fechada el 31 de marzo de 1948; Grove City Archive: Fichero Jones.

[79] Pocos años después, el teórico bancario Heinrich von Rittershausen especulaba en su correspondencia privada con Mises si Gemeinwirtschaft había establecido las bases del éxito de Erhard, “porque todos los jóvenes importantes lo han leído cuidadosamente en los 12 años sin lecturas”. Rittershausen a Mises; carta fechada el 22 de agosto de 1957; Grove City Archive: Fichero Rittershausen. De todos los teóricos monetarios de posguerra en Alemania, Rittershausen fue probablemente el que más simpatizó con las opiniones de Mises.

[80] Mises, La acción humana (3ª ed., Chicago: Regnery, 1966), p. 723-724. Hasta mediados de la década de 1950, Mises fue aparentemente reticente incluso a conocer a Erhard. Röpke pensaba que era porque Mises estaba bajo la influencia de su mayor aliado intelectual, Volkmar Muthesius, un agudo e incansable crítico de las políticas económicas de Erhard. Ver Muthesius a Mises; carta fechada el 2 de enero de 1954; Grove City Archive: Fichero Muthesius.

[81] Mises a Muthesius; carta fechada el 1 de junio de 1955; Grove City Archive: Fichero Muthesius.

[82] Hay un resumen de los programas de las primeras cuatro reuniones de la Sociedad Mont Pèlerin en Grove City Archive: Ficheros MPS. Carpeta #9. El resumen de todas las reuniones hasta 1970 está en la carpeta #33.

[83] Mises a Montes de Oca; carta fechada el 26 de febrero de 1949; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca. Una nota manuscita con palabras clave para un discurso (posterior) sobre Keynes aparece en Grove City Archive: Fichero May.

[84] Mises a Montes de Oca; carta fechada el 22 de julio de 1949; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca. Se alojaron en el Ritz y recibió 1.500$ por el seminario (indicado en correspondencia anterior).

[85] Montes de Oca a Mises; carta fechada el 24 de febrero  de 1950; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca.

[86] Mises a Montes de Oca; carta fechada el 13 de marzo de 1950; Grove City Archive: Ficheros Montes de Oca.

Published Fri, Dec 16 2011 5:14 PM by euribe