Por Mike Scully. (Publicado el 3 de
enero de 2012)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5845.
Marc Faber es un analista de mercado
y editor del boletín “Gloom, Boom and Doom Report” [“Informe de oscuridad, auge
y fatalidad”]. Como podéis adivinar por el título, es bastante pesimista
respecto de la economía. (También ha sido muy correcto respecto de las
tendencias económicas a lo largo de su carrera profesional). Pero realmente me
dejó con la boca abierta cuando hizo la siguiente declaración en la CNBC:
En la vida, soy una gran optimista,
de otra forma me suicidaría a la vista de los gobiernos que tenemos hoy en día.
Dejando aparte la hipérbole del
suicidio, resulta una interesante paradoja que he venido advirtiendo desde hace
tiempo: muchos de los pronosticadores negativos en la economía se describen
como optimistas y su vida diaria. Yo me considero extremadamente optimista,
pero mis opiniones sobre la economía son como mínimo funestas. El hecho de que
los optimistas seamos tan pesimistas acerca de la economía debería hacer que os
dierais cuenta y preguntaros si después de todo hay algo de esta oscuridad y
fatalismo.
Esto puede parecer una paradoja. Si
escuchamos las noticias financieras, los que hemos estado prediciendo que la
economía está al borde del colapso somos “oscurantistas y fatalistas” que somos
sencillamente gente negativa. Cuando pensamos que la crisis de deuda de Grecia
no puede resolverse con más rescates y que el impago es inevitable, nos llaman
derrotistas. Cuando apuntamos que la economía estadounidense está tan mal o
peor que los problemas de Europa y que las únicas soluciones para librarnos de
este lío son imposibles políticamente en este momento, nos dicen que no tenemos
fe en Estados Unidos.
De hecho, nada podría estar más
lejos de la realidad. Los “oscurantistas y fatalistas” económicos somos
sencillamente realistas que entendemos la naturaleza de la crisis basándonos en
principio económicos austriacos. Nuestra sed de verdad nos ha llevado a
cuestionar las teorías económicas keynesianas que se enseñan en nuestras
facultades y propagan los medios de comunicación, que parecen sensatas en
apariencia, pero se derrumban ante un examen lógico. Esta comprensión austriaca
de los ciclos económicos y de la naturaleza del dinero y al acción humana nos
dice que las deudas insostenibles no pueden sostenerse y que el sistema de
dinero fiduciario basado en deuda que no puede continuar eternamente, no lo
hará.
¿Así que quiénes son los optimistas
y quiénes los derrotistas? Hagamos un experimento mental.
Cerrad los ojos y pensad que vivís
en Nueva York. (Ahora abrid los ojos para poder leer el resto). Imaginad que
todos los meteorólogos locales son astrólogos que han declarado que aunque el
cielo esté oscuro, nuestro horóscopo dice que tenemos un futuro brillante ante
nosotros. Las nubes siempre se han ido en el pasado y esta vez no será
distinto. Imaginad luego que aparece un astrónomo y dice: “Hemos hecho algunos
experimentos científicos y estudiado los datos: esa mancha negra en el cielo es
realmente un cometa que se dirige directo a Nueva York”.
¿Es el astrónomo un pesimista
porque piense que Nueva York será golpeado por un cometa? Yo diría que es un
analista imparcial cuyas herramientas ofrecen un modo más apropiado de ver al
universo de lo que lo hace la astrología.
¿Es pesimista que alguien quiera
mirar los datos científicos negativos, incluso aunque todos los meteorólogos de
las noticias están acuerdo en que es un charlatán solitario? Yo diría que eso
es precisamente ser inquisitivo, una característica optimista.
¿Es por tanto pesimista observar
que estos experimentos están basados en la ciencia y cuestionar a la mayoría
que dice que la astrología tiene la respuesta? Yo sugeriría que es
sencillamente hacer un juicio basándose en la evidencia frente a la opinión
popular.
¿Es pesimista o anti-neoyorquino
que esa persona diga a sus conciudadanos: “Pues he visto los datos y hay muchas
posibilidades de que el creciente punto negro en el cielo sea un cometa que
golpeará justo aquí. ¿Deberíamos retirar algunos de nuestros activos de la
ciudad ahora y prepararnos para abandonarla del todo si se oscurece más?” Yo
diría que eso es solo ser prudente.
¿Es optimista sentarse y decir:
“Probablemente no sea un cometa, pero si lo es, alguien nos salvará. Tal vez el
gobierno invierta la gravedad justo a tiempo para rechazar el cometa”? No, eso
es sencillamente una bobada. Los pesimistas son los que entierran sus cabezas
en la arena cuando las cosas se ponen mal o puede que incluso sepan que hay
algo va muy mal, pero se rinden porque piensan que no pueden hacer nada.
Los optimistas son los que buscan
la verdad y tienen la convicción para creer en sí mismos. No les asusta un
futuro cambiante que será difícil para muchos, sino que lo miran directamente a
los ojos y se adaptan y preparan. Son los que dicen: “Pues tengo un autobús con
el depósito lleno y un mapa de carreteras. Salgamos de la ciudad antes de que
se desate el pánico y se colapsen los puentes. Después de todo, si me equivoco,
hay sitios maravillosos por explorar”.
Como señalaba
el economista austriaco Murray Rothbard:
Cualquiera que sea un individualista
y un libertario en este momento tiene un surco difícil de arar. Se encuentra en
un mundo marcado, si no dominado, por la locura, el fraude y la tiranía. Tiene,
si es un hombre reflexivo, tres vías de acción a su disposición: (1) puede
retirarse del mundo social y político a su ocupación privada (…) (2) puede
intentar cambiar el mundo a mejor o al menos formular y propagar sus opiniones
con esa esperanza final en mente o (3) puede seguir en el mundo, disfrutando
inmensamente ante este espectáculo de locura.
El optimismo es lo que mueve a Mark
Faber, como movía al “irrefrenable”
Rothbard, a seguir el camino número 2. El optimismo es la razón por la que los
“oscurantistas y fatalistas” queremos educar a tanta gente como podamos acerca
de los problemas que afronta nuestra economía y cómo podemos evitarlos en el
futuro. Somos optimistas en que la gente escuchará nuestras advertencias para
protegerse, aprenderá las lecciones correctas de un derrumbamiento de nuestro
sistema actual y recurrirá a la libertad en lugar de al gobierno en busca de
soluciones. Somos los que vemos un glorioso futuro cuando el polvo se deposite,
los astrólogos, quiero decir, los keynesianos hayan sido desacreditados y
podamos empezar desde el principio con una economía sólida, un dinero sólido y
una creencia revitalizada en la libertad.
Mike Scully es diseñador de
productos e ingeniero mecánico. En 2010 empezó el blog LibertyInsight.com para informar a la
gente de cómo las soluciones del mercado libre y la moneda fuerte pueden darnos
las respuestas a nuestros problemas.