Por Jeffrey A. Tucker. (Publicado el 25 de octubre de 2007)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/2751.
Si hoy se conoce a Garet Garrett es
por lo que están cautivados por el puñado de intelectuales que escribieron en
oposición al estado planificado del New Deal y la reglamentación de la vida
nacional que produjo. Son una raza extraña, pero hay mucho más en Garrett de lo
que sabe la gente.
Tras haber pasado varios meses
sumergido en su obra y leyendo todo lo suyo que podía encontrar, sigo
completamente atónito de que no se le conozca más. Seguimos nuestra vida
suponiendo que hay alguna fuerza mágica de la historia que haga que el trabajo
de calidad dure y las obras inferiores se queden por el camino. Menudo mito.
Garrett es un caso de libro de un genio olvidado. ¿Por qué pasó esto? ¿La
guerra? ¿La Depresión? ¿La política? No lo sé. Solo puedo decir que debería
encontrarse en los novelistas y los periodistas político-económicos maestros
del último siglo.
Ludwig von Mises reconocía esto:
“Su aguda penetración y su enérgico lenguaje directo (…) no son sobrepasados
por ningún autor. Estaba hablando en concreto acerca de su libro The People's
Pottage (1953), que es una colección de tres poderosos ensayos que
habían aparecido antes y estaba en la lista de lectura de la “Vieja Derecha”
que murió a principios de la década de 1960. ¿Por qué murió este movimiento? La
Guerra Fría contra el comunismo se convirtió en la prioridad de la derecha,
mientras que la izquierda hacía tiempo que había abrazado el New Deal como tal.
Garrett, cuyos escritos estelares en el Saturday
Evening Post fueron una vez leídos y celebrados por millones, había sido
relegado a la oscuridad por parte de una generación que creía que no había nada
que aprender de los intelectuales populares antes de la guerra.
A pesar se su asombrosa elocuencia
y capacidad de pronóstico, los conmovedores ataques de Garrett al New Deal y
las condenas a la mentalidad imperial estadounidense encontraban pocos
interesados en la era de la Guerra Fría. Entretanto, su carrera temprana como
periodista económico y maravilloso novelista en la década de 1920 se había
olvidado completamente en la década de 1950.
Es una tragedia porque tanto su no
ficción como sus novelas muestran un talento muy raro y ofrecen más que una
mera condena del gobierno del New Deal. No solo escribía oponiéndose a la guerra:
toda su obra ofrece también una chispeante visión de la paz bajo mercados
libres. Mientras que muchos intelectuales de la derecha y la izquierda
consideran a la pacífica sociedad burguesa como algo aburrido (con la clase
media amasando riqueza y gastándola en fruslerías), Garrett veía a la paz y la
libertad como una condición previa esencial para el drama real de la vida
humana que gira en torno a la creación, la asociación, el amor, el valor y toda
la panoplia de vicios y virtudes humanas que transforman a la sociedad de
formas espectaculares.
Empezó a escribir ficción cuando Warren
G. Harding había pedido un “retorno a la normalidad” después de la Primera
Guerra Mundial. Pero para Garrett, la “normalidad” era la propia civilización. Por
ejemplo, The Driver (1922), The Cinder Buggy
(1923) y Satan's Bushel (1924) son
novelas que cuentan grandes relatos
acerca de la historia estadounidense, con una trama compleja y un desarrollo de
los personajes, en las que el glorioso drama de la vida comercial desempeña el
papel protagonista. Estas novelas demuestran que no necesitas una guerra como
telón de fondo para crear un Relao de la vida nacional. Estas novelas son
crónicas de las dramáticas transformaciones sociales y económicas en el
contexto de la fiera lucha y el gran
riesgo, todo ello dentro del marco de la paz.
Garrett no era economista de
formación, pero su conocimiento de las fuerzas económicas era tan profundo que
escribió la primera y muy divulgada explicación, en línea con la tradición de
la Escuela Austriaca, del crash bursátil de 1929. The
Bubble that Broke the World (1932) echaba la culpa a una sobreextensión
del crédito que hizo posible la Reserva Federal: esto creó, decía Garrett, una
falsa prosperidad que llevó a una corrección. Este libro por sí solo es una
prueba de que su periodismo continuó a lo largo de la Depresión y la guerra,
siempre con un aspecto decidida e incluso radicalmente libertario.
Como ejemplo de su legado olvidado,
una de sus últimas obras fue una maravillosa historia de la Ford Motor Company llamada
The Wild Wheel
(1952). John Chamberlain dijo que este libro “debería haber sido la biblia para
los universitarios que estudien la productividad, pero en la década de 1950 se
había olvidado”.
La vida de Garrett
Garet Garrett nació como Peter
Garrett (cambió posteriormente su nombre para igualarlo a su pseudónimo) en
Pana, Illinois, hijo de Charles y Mary Garrett el 19 de febrero de 1878. Su
educación formal fue breve (solo llegó al tercer grado) pero su estudio
independiente le llevó a todos los clásicos, como demuestra la notable
erudición de sus escritos. Sus influencias en economía provinieron
principalmente a través de un libro del matemático y astrónomo estadounidense, Simon
Newcomb: Principles of Political Economy
(1886). Newcomb era un defensor del patrón oro y del laissez faire, un temprano
converso a la revolución marginalista a través de William Stanley Jevons y un
combativo opositor al socialismo, el institucionalismo y el historicismo. Así
que el austricismo de Garrett está presente, pero mediante una puerta trasera,
a través de William Stanley Jevons y la escuela de moneda fuerte estadounidense
que estaba escribiendo activamente a finales del siglo XIX.
Con 20 años, dejó Chicago y trabajó
como reportero para el Cleveland Recorder
y posteriormente cubrió la política en Washington DC, escribiendo reportajes
sobre la administración de William McKinley para el Washington Times. En 1900, se mudó a Nueva York. Se desvaneció
durante tres años, o al menos nadie parece saber qué le ocurrió. Pero en 1903
se unió a la plantilla del New York Sun
como escritor financiero. Se
trasladó al New York Times y el Wall Street Journal hasta que se
incorporó al New York Evening Post en
1909.
Fue en este periodo cuando conoció
a su amigo de toda la vida, Bernard Baruch, que escribió de él:
Garrett era un visitante frecuente
(…) Esta pequeña, redonda e intensa dinamo humana estaba entonces en el New York Evening Post (…) Garrett era
uno de los pocos hombres con los que podía explayarme. Una vez, después de
oírme expresar mi incomodidad con Wall Street, me dijo: “Sigo diciéndote, B.M.,
que no formas parte de Wall Street: deberías estar en Washington”. No recuerdo
mi respuesta, probablemente me reí. Pero pensaba en sus palabras de vez en
cuando (…) Alimentaban mi descontento.
El biógrafo Carl Ryant apunta que
durante este periodo, Garrett probablemente hizo una contribución importante a
la educación de Wall Street, En aquel tiempo, los reportajes económicos
consistían principalmente en informar de precios y hechos desnudos. Garrett
escribía con sentimiento sobre personalidades y acontecimientos, infundiendo a
la actividad del comercio el fuego y una pasión que más tarde haría tan
enormemente popular su ficción.
Cambió de trabajo aceptando hacer
labores administrativas en el New York
Annalist y posteriormente volvió al New
York Times. Durante la Primera Guerra Mundial, fue enviado a Alemania a
cubrir el impacto bélico en el pueblo alemán. Después de esto, renunció por
discrepancias en la forma en que le periódico estaba cubriendo la guerra. Fue
un periodo de una sombría censura de prensa y probablemente Garrett tuviera
problemas para que se publicaran sus relatos. En muy probable que esta
experiencia fuera el mayor impacto en sus opiniones respecto de la guerra.
Posteriormente ingresó en el New York
Tribune, donde se vio implicado en una táctica lamentable para aumentar la
tirad del periódico mediante el ataque al editor rival William Randolph Hearst.
En todo caso, abandonó el Tribune en
1919 y empezó a trabajar con quien acabó siendo famoso.
Garrett empezó como colaborador
destacado en la revista de más éxito en Estados Unidos, The Saturday Evening Post, pero su contribución no se limitaba a
esta publicación. También
escribía para Collier's, Everybody's Magazine y The New Republic. Normalmente se
ocupaba de asuntos económicos. Garrett estaba en la cumbre de su carrera y se
convirtió en uno de los escritores más leídos en economía en el país.
Desarrolló una íntima amistad con
el editor del Post, George Horace
Lorimer, que a su vez le presentó a Herbert Hoover, con quien también mantuvo
amistad durante toda su vida. Viajó por todo el mundo con el Post. Una vez se encontró en un barco con
Will Rogers, que dijo más tarde que era “un tipo terriblemente agradable”. Sus
obras de reseñaban con grandes alabanzas en The
New Republic, el New York Times y
otros lugares.
En la noche del 18 de enero de
1930, Garrett resultó herido durante un intento de robo en un bar ilegal de
Nueva York, Chez Madeleine, mientras cenaba. Recibió tres disparos: en el
hombro, la cadera y el pulmón. Se recuperó, pero su salud se resintió y le dejó
una voz cascada (a lo que no ayudó el ser un fumador empedernido toda su vida).
Aún así, su asociación con el Post
continuó a lo largo de la Gran Depresión y fue él quien dio a la revista su
toque pro-libertad y anti-New Deal a través de todo este periodo. Se convirtió
en ruidoso y agresivo defensor de mantenerse fuera de la Segunda Guerra
Mundial.
Con un cambio en la dirección
editorial en el Post en 1942, Garrett
lo abandonó y dos años más tarde fundó una revista llamada American Affairs. La fundó la National Industrial Conference Board
como un lugar para Garrett. Posteriormente escribió que era “el trabajo de un
hombre. La plantilla estaba compuesta por mí, una secretaria y un hombre que
atendía las suscripciones y la distribución”. La revista es en sí un notable
logro. En un tiempo de planificación y guerra a su alrededor, Garrett conseguía
producir una publicación de libre mercado que se ocupaba de sindicatos,
controles de precios, inflación, planificación bélica, agencias
internacionales, centralización del poder y propaganda de guerra y luchaba por
la libertad del individuo un número tras otro. Un número habitual se abría con
5 o 6 páginas de editoriales y luego se dedicaba a la correspondencia y
artículos. La publicación publicaría una fascinante correspondencia entre
ciudadanos y gobierno sobre los temas de los impuestos y la moneda. Ni siquiera
en las obras existentes de la Vieja Derecha ha recibido esta revista la
atención que merece. De hecho, todo lo impreso en esta publicación merece que
se conozca mucho más.
La publicación cerró en 1950, pero
Garrett no se retiró. En 1952
escribió The Wild Wheel.
En estos años, visitó algunas oficinas en Nueva York y Washington, pero
su reputación se desvaneció en el mundo de posguerra, que ya no apreciaba sus
actitudes pro-comercio y anti-guerra. Se retiró a una granja en Nueva Jersey,
vistió pantalones anchos y abrigos con coderas y se sabe que amaba el buen
bourbon. Sufrió un infarto en 1954 y murió el 6 de noviembre. Fue enterrado en
el River Cemetery en Tuckahoe, Nueva Jersey.
Las novelas
Demos un paso atrás y veamos la
obra menos conocida de Garrett, sin en un tiempo populares libros de ficción
que defendían el comercio la misma médula de la vida. Su primer libro llamado The Blue Wound (1921) era un
impresionante esfuerzo por escribir una fantasía de la historia del mundo a
través de los ojos de un periodista soñador que trataba de descubrir qué
ocasionó la guerra mundial. El libro fue un éxito literario pero era menos que
claro en un asunto que habría sido el único defecto ideológico real de Garrett.
El asunto en cuestión se refería al comercio. Entendía correctamente los
peligros de los esfuerzos estadounidense y británico de obligar a abrir los
mercados en el extranjero, imponiendo sistemas extranjeros de gobierno a una
población indispuesta, pero no discernía con claridad en su mente la diferencia
entre comercio extranjero puramente voluntario y expansión imperial. Se
mezclaban en una inclinación ligeramente proteccionista que era típica de su
generación, una inclinación que aparece a veces en sus escritos, pero que
afortunadamente nunca se impuso a sus análisis más amplios.
Desde una perspectiva de libre
mercado, su siguiente libro era un trabajo mucho más impresionante. The Driver (1922),
un apasionante libro que anuncia los logros capitalistas, cuenta la historia de
un financiero de Wall Street, Henry Galt, una figura oscura que se mantiene
fuera de los focos tanto como puede hasta que desata un plan que lleva años
desarrollando: utiliza su extraordinario talento empresarial para adquirir el
control de una ferroviaria en quiebra.
A través de un extraordinario
sentido empresarial, buenos precios, excelente servicio y una inteligencia
general para los negocios, supera a todos los grandes nombres en el negocio,
haciendo una fortuna en el proceso. Garrett sabe cómo explicar lo que supone
ser un empresario de este tipo y cómo esta mente sola se convierte en la fuente
de un fantástico río de ganancias.
Pero su éxito alimenta los
problemas. El gobierno conspira con competidores envidiosos para regularlo
utilizando la Ley Antitrust de Sherman, calificándolo de monopolista y
acusándole de explotar a la gente. Hay una escena en un tribunal que permite a
Galt explicar a los legisladores de la asamblea cómo los inversores y
capitalistas están ayudando a la sociedad en formas que los políticos no pueden
imaginar. Lo que los políticos ven como turbio, es realmente una forma de servicio
público que enriquece a todo el país.
Un motivo literario recurrente del
libro es la gente preguntándose: “¿Quién es Henry Galt?” Las sombras de Ayn
Rand son aquí evidentes y algunos escritores han especulado que ésta tomó el
motivo literario de Garrett, lo que puede ser verdad o no.
En una de sus muchas digresiones,
este libro contiene una de las mejores explicaciones de los absurdos del
“bimetalismo” que fijaba la relación entre plata y oro. De hecho, el libro es
en general bastante sólido sobre la cuestión monetaria, demostrando que el
movimiento populista inflacionista de finales del siglo XIX era un grupo de
chalados. El propio Galt realiza algunas defensas fantásticas de la moneda
fuerte y los mercados libres.
En todo caso, la novela es
brillante y emocionante, ofreciendo una
excelente lección sobre cómo funciona la empresarialidad. Edward Younkins
escribe: “The Driver no es solo una
novela sobre los métodos de las altas finanzas y Wall Street, también retrata a
un hombre eficaz y visionario que utiliza la razón para centrar su entusiasmo
sobre la realidad en sus esfuerzos por alcanzar sus objetivos”.
Su siguiente novela es su historia
de la época del acero. Es The
Cinder Buggy (1923), el más largo de los tres libros en su trilogía y
su inolvidable obra maestra. Con una gran historia y una tremenda pasión
literaria, relata la transformación de Estados Unidos de la era del hierro a la
era del acero.
Cubre el periodo entre 1820 y 1870
y su marcha hacia el progreso tecnológico. La trama se refiere a una guerra
continua entre dos industriales, uno es el héroe que es derrotado en la primera
generación y el otro es malvado pero gana el primer asalto en la pelea competitiva.
La lucha continúa en la segunda generación, que lleva a una batalla titánica
sobre si triunfará el acero o el hierro y por qué.
La historia se desarrolla en el
pueblo férreo de Nueva Damasco. Los dos hombres que la protagonizan son Aaron
Breakspeare y Enoch Gib. Aaron es encantador, pero no es un gran empresario.
Sueña con la edad del acero, pero no consigue hacerla económicamente viable.
Enoch es un buen empresario pero adusto y muy adiada por su avaricia y el trato
con lo demás. Una enemistad sobre la hija de un banquero lleva a la disolución
inicial de la sociedad y el hijo de la unión resultante, John Breakspeare
vuelve a Nueva Damasco para entrar en el negocio del hierro.
Esto lleva a una fascinante
repetición de acontecimientos que causa otra disolución, más amarga y
sorprendente que la última. La enemistad continúa sobre el hierro y luego sobre
el acero hasta que el acero gana la batalla después de muchos vaivenes. En el
curso de la historia, el lector descubre cómo la tecnología tiene un efecto tan
dramático en la sociedad y como el riesgo y el emprendimiento están en el
centro de todo.
Garrett emplea todos los recursos
literarios para hacer del propio comercio el escenario de grandes actos de
coraje, heroísmo, sacrificio y tragedia. Y como en sus demás libros, el motor
central de los acontecimientos es el sistema de precios. Es la señal y causa de
todos los cambios notables en la trama. El lector descubre la economía en una
forma que no sería posible de otra manera y es difícil imaginar que alguien de
desprenda con algo que no sea amor de todo el tema de la empresa.
Garrett no retrata al mercado como
alguna utopía idealizada. Tenemos toda la panoplia de emociones y motivos
humanos en funcionamiento: arrogancia, orgullo, maldad, amor, compasión, celos,
ira y todo lo demás. Lo que sorprende es que todas estas emociones se
despliegan en un escenario que, a pesar de todas las metáforas que incluye
batallas y guerras, es en definitiva pacífico. Nadie puede controlar totalmente
los movimientos de los precios y son estos los que actúan para recompensar a los victoriosos y castigar
a los perdedores. Aquí tenemos las virtudes “viriles” desenvolviéndose, no en
sangrientos campos de batalla, sino en el pacífico mercado.
Tenemos además un retrato realista
de la verdad acerca de la innovación. No basta con tener una buena idea. La
idea debe encarnarse en una producción real que tiene lugar de forma que
reduzca los costes y luego venderse al servicio de la sociedad. La unidad de
tecnología, contabilidad y mercadotecnia debe siempre venir junta para hacer
posible cosas como las revoluciones tecnológicas.
The
Cinder Buggy podría ser fácilmente considerada como lo mejor de su obra en
esta área. Es una novela maravillosa para quien ame o quiera entender más en
profundidad la historia estadounidense, la teoría económica y el lugar de la
tecnología en la formación de la sociedad.
Finalmente, como tercero de esta
serie, está Satan's Bushel
(1924), un libro espléndido, no solo desde el punto de vista de la economía.
¿Qué es la fanega de Satán [Satan's bushel]? Es la última fanega que los
mercados ponen en el mercado, la que “rompe los precios”, es decir, los reduce
hasta el punto de que cultivar trigo deja de ser rentable. El problema que
aflige a los cultivadores de trigo es que venden sus bienes cuando el precio es
bajo y no tienen bienes a vender cuando el precio es alto. Retener bienes es
una respuesta, pero al agricultor le falta el incentivo para hacerlo.
Por improbable que parezca, el
personaje central de este libro es el precio del trigo. Es principal actor en
la obra. El escenario es el mínimo del precio del trigo en el mercado de
Chicago (alrededor de 1915) y los campos de trigo de Kansas. Enlazar estos dos
universos radicalmente diferentes a través de la compra y venta especulativa,
es la misión de este libro.
La acción investiga además el
significado, moralidad y utilidad de la especulación en el trigo, que aumentaba
en complejidad durante este periodo de la historia. La trama se centra al
principio del siglo, un periodo crítico en el que la economía agrícola estaba
dando paso completamente a una absolutamente industrializada y los granjeros
tenían pánico acerca del supuesto problema de la caída de los precios. No falta
nada en el paso del tiempo: la alegoría podría aplicarse igualmente a la
industria informática actual.
El libro cuenta la historia del
descubrimiento de un hombre de un brillante especulador y su relación con un
viejo y legendario granjero y místico y su hija. El místico encarna tanto la
máxima sabiduría como las mayores falacias económicas del momento. La cuestión
que había que afrontar es cómo hacer rentables las granjas en tiempos de
precios a la baja y la novela muestra que la especulación, incluso con todas
sus flaquezas humanas, contribuye a estabilizar el mercado.
He aquí uno de los cientos de
pasajes brillantes describiendo al especulador:
Ninguna regla de probabilidad le
retiene. Decir que actúa por impulso, sin reflexión, de forma precipitada, solo
es verdad hasta cierto punto. Mucha gente tiene esa debilidad. En él no es una
debilidad. Es un principio de conducta. El impulso en su caso no es gobernable.
No le posee y elimina su juicio. Es justamente lo contrario. El posee el impulso,
montando en él como si fuera el corcel mágico de las mil y una noches y lo
cabalga a su reino de consecuencias. Lo que hay al fondo es una sorpresa: si es
algo que no le interés, no importa. Hay otro corcel esperando. Al hacer esto,
al vivir para esto, no tiene equipaje. No hay nada tras él. Si tiene riqueza,
se transportable. Está lñisto en cualquier momento.
En un giro de la trama que anuncia
el New Deal, una persona intenta destruir los cultivos de trigo con un hongo
venenoso, pensando que está haciendo un favor a los agricultores al reducir la
oferta (basándose en la lógica que aprendió de planes públicos inaplicables).
El lector afronta el reto de entender si esto es realmente beneficioso para los
agricultores y, si no lo es, por qué no. (Tengamos en cuenta que Satan’s Bushel se escribió toda una
década antes de que FDR intentara la misma táctica por la fuerza a nivel
federal).
Otra escena dramática se produce en
el arresto a un opositor a la Primera Guerra Mundial. También hay giros en la
trama que incluye romance, brujería, criminalidad, matonismo, posesión
psicológica, guerra, controles de precios, intervenciones públicas y otras
sorpresas, incluyendo cosas completamente inimaginables como brujería en el
agua y un árbol de teca en Birmania. Sin embargo, la trama central se ocupa
profundamente de la economía y el lugar de la producción y la especulación.
Y para los historiadores
financieros está el especial tratamiento de observar el gran drama de los
primeros años del mercado de materias primas de Chicago, escrito desde el
ventajoso punto de vista de una generación más tarde. Hay escenas en las que el
mínimo del comercio del trigo que te quitan el aliento. Esta novela demuestra
de nuevo que nadie puede hacer de empresa algo tan dramático, trágico y heroico
como Garrett.
El efecto está tan íntimamente
ligado a las actividades económicas más peregrinas y remotas para la flaqueza y
la incertidumbre humana que uno no solo consigue entender cómo funcionaban los
mercados de materias primas al principio de este siglo (y cómo los movimientos
de los precios funcionan en todos los tiempos y lugares), sino asimismo un amor
por el oficio.
Muchos pasajes ofrecen una bella
idea de cómo piensa el especulador y cómo funcionan las acciones de éste para
reducir las fluctuaciones que desestabilizan los precios. Pero es también una
institución muy humana, sujeta al capricho y al aprendizaje. Asimismo, el
gobierno aparece como algo como mínimo atroz y destructivo.
Sui última novela es Harangue (The
Trees Said to the Bramble Come Reign Over Us) (1927). Cuenta la
historia real, en forma de ficción del auge y caída de una apropiación
socialista fanática y despótica de un solo pueblo y como la llevó a la pérdida
de la libertad y al desplome económico. Es, como decía el New York Times en una reseña. “un análisis de las obras de la mente
conscientemente radical y la acción de la demagogia de la acción directa sobre
las masas (…) un estudio de psicología de primera clase”. La apropiación
socialista fue financiada por el heredero de una fortuna de Wall Street y esto
ofrece a Garrett la posibilidad de explicar por qué les atrae a los ricos la
ideología destructiva: es la única cosa que pueden consumir que les diferencia
de la burguesía. Llega a ofrecer ricos y detallados retratos de todos los
activistas principales que son atraídos por el socialismo. Muestra cómo fracasa
sobre bases económicas y políticas.
El libro se escribió solo unos
pocos años antes de que los socialistas llegaran a influir en los asuntos
nacionales en la era del New Deal y lo que resulta refrescante acerca de este
estudio es su completa ausencia de acoso rojo. Trata al socialismo como un
error intelectual peligroso y miope que puede llevar a la ruina, pero nunca
como una amenaza extranjera. Si el capitalismo fuera a derrumbarse, creía,
sería desde dentro. Como novela, Harangue
es tan buena como las demás, pero desde un ángulo distinto: explora los
peligros del mundo intelectual y político como un contraste con el mundo
creativo del comercio.
El New Deal
Menos de un año después de ser
tiroteado en un restaurante, Garrett presnetó un libro de gran importancia para
los economistas austriacos: The
Bubble that Broke the World (1931). Este libro reventaba las
interpretaciones convencionales del crash de 1929, no solo por sus contenidos,
sino por el hecho de que libro exista. Garrett atribuye el crash a la
acumulación de deuda, lo que a su vez fue posible por la imprenta de la Fed.
Esto creó distorsiones en la estructura de producción que reclamaba una
corrección.
¿Cuál es la respuesta, según
Garrett? Dejar que se produzca la corrección y aprender de nuestros errores.
Esa es la tesis, pero tomemos nota:
este libro fue un superventas en 1931. En otras palabras, dos años antes de que
llegara FDR con su destructivo New Deal, atribuyendo la depresión al
capitalismo y la especulación. Garrett ya había explicado qué había realmente
detrás de la corrección. Hizo falta que Murray Rothbard resucitara estas
verdades décadas más tarde y para cuando lo hizo en
1963, era una tesis sorprendente.
Seguimos luchando en una batalla
cuesta arriba para explicar las verdaderas causas del crash y la consiguiente
depresión. Pero en este maravilloso libro de Garrett está un relato
contemporáneo que lo explica claramente para que lo vea el mundo. No podemos
decir más de lo que la gente en aquel entonces no pudiera entender. Garrett se
lo contó. Y gracias a esta nueva edición de esta obra clásica e importante, nos
lo vuelve a decir hoy.
Imperio
En 1954, apareció su obra maestra
de no ficción: The People's
Pottage. Era una colección de sus ensayos previos. “The Revolution Was”
apareció por primera vez en 1938, en él lo importante era demostrar que el New
Deal transformó la sociedad estadounidense en tal medida que era insensato
escuchar a los políticos estadounidenses y sus advertencias acerca de peligros
desde el exterior. “Están quienes siguen pensando que defienden el paso contra
una revolución que puede venir por el camino”, escribía. “Pero miran en la
dirección errónea. La revolución está detrás de ellos. Pasa por la noche de la
Depresión, cantando canciones de libertad”.
Como escribía Murray Rothbard en The
Betrayal of the American Right:
Uno de los ataques más brillantes e
influyentes al New Deal lo escribió en 1938 el conocido escritor y editor Garet
Garrett. Garrett empezaba su panfleto “The Revolution Was” con una nota
sorprendentemente perspicaz: los conservadores, escribía, se estaban
movilizando para tratar de impedir una revolución estatista que se impondría
mediante el New Deal, pero esta revolución ya había ocurrido.
Aquí relata lo que los
historiadores han olvidado, que es que FDR hizo campaña para limitar el
gobierno contra las políticas de gran gasto de Herbert Hoover. Demuestra cómo
el New Deal reglamentaba la producción hasta el punto de hacer imposible una
genuina producción. Denuesta la política monetaria de FDR como nada menos que
un robo y explica el New Deal como una violación de todo lo que debería ser un
país libre.
El segundo ensayo es “Ex America”
(1951), una sorprendente mirada atrás a lo que fueron Estados Unidos y en qué
se habían convertido. El tercer ensayo es “The Rise of Empire” (1952):
Hemos cruzado la frontera que hay
entre la república y el imperio. Su preguntáis cuándo, la respuesta en no
podéis dar un solo paso entra el día y la noche; no importa el momento preciso.
No hay un cartel que diga “Estás entrando ahora en el imperio”.
Aquí Garrett explica con detalle
las condiciones que señalan el cambio de la república al imperio, incluyendo el
predominio del ejecutivo, el auge de la mente militar, una “combinación de
jactancia y miedo”, el sometimiento de las preocupaciones locales a las
extranjeras y un sistema de naciones satélites.
La lista nos es hoy espeluznante,
pues esencialmente detalla las directrices de la política estadounidense en el
mundo posterior a la Guerra Fría. Con el miedo al comunismo desaparecido,
deberíamos estar más posicionados que nunca para prestar atención a sus
advertencias.
Para Garrett no hay heroísmo en la
guerra sino solo en la creatividad y la producción y no hay mayor locura que la
derogación de las instituciones que hacen posible la creatividad y el progreso
económico. No era solo un gran escritor de ficción, no solo un valiente
opositor al estado planificador y la guerra: fue un profeta del destino de Estados
Unidos bajo el control del gobierno, una brillante fuerza intelectual en el
siglo XX y un sabio y elocuente portavoz de la propia libertad. Ojalá sea
recordado y apreciado de nuevo y pueda enseñar a todos a aprender a adorar la
paz y la prosperidad y todas sus aventuras creativas, como hizo él.
Jeffrey Tucker dirige Laissez-Faire Books y es conbsultor editorial en
Mises.org. Es autor de It's
a Jetsons World: Private Miracles and Public Crimes y Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo.