¿Quién es Garet Garrett?

Por Jeffrey A. Tucker. (Publicado el 25 de octubre de 2007)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/2751.

 

Si hoy se conoce a Garet Garrett es por lo que están cautivados por el puñado de intelectuales que escribieron en oposición al estado planificado del New Deal y la reglamentación de la vida nacional que produjo. Son una raza extraña, pero hay mucho más en Garrett de lo que sabe la gente.

Tras haber pasado varios meses sumergido en su obra y leyendo todo lo suyo que podía encontrar, sigo completamente atónito de que no se le conozca más. Seguimos nuestra vida suponiendo que hay alguna fuerza mágica de la historia que haga que el trabajo de calidad dure y las obras inferiores se queden por el camino. Menudo mito. Garrett es un caso de libro de un genio olvidado. ¿Por qué pasó esto? ¿La guerra? ¿La Depresión? ¿La política? No lo sé. Solo puedo decir que debería encontrarse en los novelistas y los periodistas político-económicos maestros del último siglo.

Ludwig von Mises reconocía esto: “Su aguda penetración y su enérgico lenguaje directo (…) no son sobrepasados por ningún autor. Estaba hablando en concreto acerca de su libro The People's Pottage (1953), que es una colección de tres poderosos ensayos que habían aparecido antes y estaba en la lista de lectura de la “Vieja Derecha” que murió a principios de la década de 1960. ¿Por qué murió este movimiento? La Guerra Fría contra el comunismo se convirtió en la prioridad de la derecha, mientras que la izquierda hacía tiempo que había abrazado el New Deal como tal. Garrett, cuyos escritos estelares en el Saturday Evening Post fueron una vez leídos y celebrados por millones, había sido relegado a la oscuridad por parte de una generación que creía que no había nada que aprender de los intelectuales populares antes de la guerra.

A pesar se su asombrosa elocuencia y capacidad de pronóstico, los conmovedores ataques de Garrett al New Deal y las condenas a la mentalidad imperial estadounidense encontraban pocos interesados en la era de la Guerra Fría. Entretanto, su carrera temprana como periodista económico y maravilloso novelista en la década de 1920 se había olvidado completamente en la década de 1950.

Es una tragedia porque tanto su no ficción como sus novelas muestran un talento muy raro y ofrecen más que una mera condena del gobierno del New Deal. No solo escribía oponiéndose a la guerra: toda su obra ofrece también una chispeante visión de la paz bajo mercados libres. Mientras que muchos intelectuales de la derecha y la izquierda consideran a la pacífica sociedad burguesa como algo aburrido (con la clase media amasando riqueza y gastándola en fruslerías), Garrett veía a la paz y la libertad como una condición previa esencial para el drama real de la vida humana que gira en torno a la creación, la asociación, el amor, el valor y toda la panoplia de vicios y virtudes humanas que transforman a la sociedad de formas espectaculares.

Empezó a escribir ficción cuando Warren G. Harding había pedido un “retorno a la normalidad” después de la Primera Guerra Mundial. Pero para Garrett, la “normalidad” era la propia civilización. Por ejemplo, The Driver (1922), The Cinder Buggy (1923) y Satan's Bushel (1924) son novelas que  cuentan grandes relatos acerca de la historia estadounidense, con una trama compleja y un desarrollo de los personajes, en las que el glorioso drama de la vida comercial desempeña el papel protagonista. Estas novelas demuestran que no necesitas una guerra como telón de fondo para crear un Relao de la vida nacional. Estas novelas son crónicas de las dramáticas transformaciones sociales y económicas en el contexto de la fiera lucha  y el gran riesgo, todo ello dentro del marco de la paz.

Garrett no era economista de formación, pero su conocimiento de las fuerzas económicas era tan profundo que escribió la primera y muy divulgada explicación, en línea con la tradición de la Escuela Austriaca, del crash bursátil de 1929. The Bubble that Broke the World (1932) echaba la culpa a una sobreextensión del crédito que hizo posible la Reserva Federal: esto creó, decía Garrett, una falsa prosperidad que llevó a una corrección. Este libro por sí solo es una prueba de que su periodismo continuó a lo largo de la Depresión y la guerra, siempre con un aspecto decidida e incluso radicalmente libertario.

Como ejemplo de su legado olvidado, una de sus últimas obras fue una maravillosa historia de la Ford Motor Company llamada The Wild Wheel (1952). John Chamberlain dijo que este libro “debería haber sido la biblia para los universitarios que estudien la productividad, pero en la década de 1950 se había olvidado”.[1]

La vida de Garrett

Garet Garrett nació como Peter Garrett (cambió posteriormente su nombre para igualarlo a su pseudónimo) en Pana, Illinois, hijo de Charles y Mary Garrett el 19 de febrero de 1878.[2] Su educación formal fue breve (solo llegó al tercer grado) pero su estudio independiente le llevó a todos los clásicos, como demuestra la notable erudición de sus escritos. Sus influencias en economía provinieron principalmente a través de un libro del matemático y astrónomo estadounidense, Simon Newcomb: Principles of Political Economy (1886). Newcomb era un defensor del patrón oro y del laissez faire, un temprano converso a la revolución marginalista a través de William Stanley Jevons y un combativo opositor al socialismo, el institucionalismo y el historicismo. Así que el austricismo de Garrett está presente, pero mediante una puerta trasera, a través de William Stanley Jevons y la escuela de moneda fuerte estadounidense que estaba escribiendo activamente a finales del siglo XIX.

Con 20 años, dejó Chicago y trabajó como reportero para el Cleveland Recorder y posteriormente cubrió la política en Washington DC, escribiendo reportajes sobre la administración de William McKinley para el Washington Times. En 1900, se mudó a Nueva York. Se desvaneció durante tres años, o al menos nadie parece saber qué le ocurrió. Pero en 1903 se unió a la plantilla del New York Sun como escritor financiero. Se trasladó al New York Times y el Wall Street Journal hasta que se incorporó al New York Evening Post en 1909.

Fue en este periodo cuando conoció a su amigo de toda la vida, Bernard Baruch, que escribió de él:

Garrett era un visitante frecuente (…) Esta pequeña, redonda e intensa dinamo humana estaba entonces en el New York Evening Post (…) Garrett era uno de los pocos hombres con los que podía explayarme. Una vez, después de oírme expresar mi incomodidad con Wall Street, me dijo: “Sigo diciéndote, B.M., que no formas parte de Wall Street: deberías estar en Washington”. No recuerdo mi respuesta, probablemente me reí. Pero pensaba en sus palabras de vez en cuando (…) Alimentaban mi descontento.

El biógrafo Carl Ryant apunta que durante este periodo, Garrett probablemente hizo una contribución importante a la educación de Wall Street, En aquel tiempo, los reportajes económicos consistían principalmente en informar de precios y hechos desnudos. Garrett escribía con sentimiento sobre personalidades y acontecimientos, infundiendo a la actividad del comercio el fuego y una pasión que más tarde haría tan enormemente popular su ficción.

Cambió de trabajo aceptando hacer labores administrativas en el New York Annalist y posteriormente volvió al New York Times. Durante la Primera Guerra Mundial, fue enviado a Alemania a cubrir el impacto bélico en el pueblo alemán. Después de esto, renunció por discrepancias en la forma en que le periódico estaba cubriendo la guerra. Fue un periodo de una sombría censura de prensa y probablemente Garrett tuviera problemas para que se publicaran sus relatos. En muy probable que esta experiencia fuera el mayor impacto en sus opiniones respecto de la guerra. Posteriormente ingresó en el New York Tribune, donde se vio implicado en una táctica lamentable para aumentar la tirad del periódico mediante el ataque al editor rival William Randolph Hearst. En todo caso, abandonó el Tribune en 1919 y empezó a trabajar con quien acabó siendo famoso.

Garrett empezó como colaborador destacado en la revista de más éxito en Estados Unidos, The Saturday Evening Post, pero su contribución no se limitaba a esta publicación. También escribía para Collier's, Everybody's Magazine y The New Republic. Normalmente se ocupaba de asuntos económicos. Garrett estaba en la cumbre de su carrera y se convirtió en uno de los escritores más leídos en economía en el país.

Desarrolló una íntima amistad con el editor del Post, George Horace Lorimer, que a su vez le presentó a Herbert Hoover, con quien también mantuvo amistad durante toda su vida. Viajó por todo el mundo con el Post. Una vez se encontró en un barco con Will Rogers, que dijo más tarde que era “un tipo terriblemente agradable”. Sus obras de reseñaban con grandes alabanzas en The New Republic, el New York Times y otros lugares.

En la noche del 18 de enero de 1930, Garrett resultó herido durante un intento de robo en un bar ilegal de Nueva York, Chez Madeleine, mientras cenaba. Recibió tres disparos: en el hombro, la cadera y el pulmón. Se recuperó, pero su salud se resintió y le dejó una voz cascada (a lo que no ayudó el ser un fumador empedernido toda su vida). Aún así, su asociación con el Post continuó a lo largo de la Gran Depresión y fue él quien dio a la revista su toque pro-libertad y anti-New Deal a través de todo este periodo. Se convirtió en ruidoso y agresivo defensor de mantenerse fuera de la Segunda Guerra Mundial.

Con un cambio en la dirección editorial en el Post en 1942, Garrett lo abandonó y dos años más tarde fundó una revista llamada American Affairs. La fundó la National Industrial Conference Board como un lugar para Garrett. Posteriormente escribió que era “el trabajo de un hombre. La plantilla estaba compuesta por mí, una secretaria y un hombre que atendía las suscripciones y la distribución”. La revista es en sí un notable logro. En un tiempo de planificación y guerra a su alrededor, Garrett conseguía producir una publicación de libre mercado que se ocupaba de sindicatos, controles de precios, inflación, planificación bélica, agencias internacionales, centralización del poder y propaganda de guerra y luchaba por la libertad del individuo un número tras otro. Un número habitual se abría con 5 o 6 páginas de editoriales y luego se dedicaba a la correspondencia y artículos. La publicación publicaría una fascinante correspondencia entre ciudadanos y gobierno sobre los temas de los impuestos y la moneda. Ni siquiera en las obras existentes de la Vieja Derecha ha recibido esta revista la atención que merece. De hecho, todo lo impreso en esta publicación merece que se conozca mucho más.

La publicación cerró en 1950, pero Garrett no se retiró. En 1952 escribió The Wild Wheel. En estos años, visitó algunas oficinas en Nueva York y Washington, pero su reputación se desvaneció en el mundo de posguerra, que ya no apreciaba sus actitudes pro-comercio y anti-guerra. Se retiró a una granja en Nueva Jersey, vistió pantalones anchos y abrigos con coderas y se sabe que amaba el buen bourbon. Sufrió un infarto en 1954 y murió el 6 de noviembre. Fue enterrado en el River Cemetery en Tuckahoe, Nueva Jersey.

Las novelas

Demos un paso atrás y veamos la obra menos conocida de Garrett, sin en un tiempo populares libros de ficción que defendían el comercio la misma médula de la vida. Su primer libro llamado The Blue Wound (1921) era un impresionante esfuerzo por escribir una fantasía de la historia del mundo a través de los ojos de un periodista soñador que trataba de descubrir qué ocasionó la guerra mundial. El libro fue un éxito literario pero era menos que claro en un asunto que habría sido el único defecto ideológico real de Garrett. El asunto en cuestión se refería al comercio. Entendía correctamente los peligros de los esfuerzos estadounidense y británico de obligar a abrir los mercados en el extranjero, imponiendo sistemas extranjeros de gobierno a una población indispuesta, pero no discernía con claridad en su mente la diferencia entre comercio extranjero puramente voluntario y expansión imperial. Se mezclaban en una inclinación ligeramente proteccionista que era típica de su generación, una inclinación que aparece a veces en sus escritos, pero que afortunadamente nunca se impuso a sus análisis más amplios.

Desde una perspectiva de libre mercado, su siguiente libro era un trabajo mucho más impresionante. The Driver (1922), un apasionante libro que anuncia los logros capitalistas, cuenta la historia de un financiero de Wall Street, Henry Galt, una figura oscura que se mantiene fuera de los focos tanto como puede hasta que desata un plan que lleva años desarrollando: utiliza su extraordinario talento empresarial para adquirir el control de una ferroviaria en quiebra.

A través de un extraordinario sentido empresarial, buenos precios, excelente servicio y una inteligencia general para los negocios, supera a todos los grandes nombres en el negocio, haciendo una fortuna en el proceso. Garrett sabe cómo explicar lo que supone ser un empresario de este tipo y cómo esta mente sola se convierte en la fuente de un fantástico río de ganancias.

Pero su éxito alimenta los problemas. El gobierno conspira con competidores envidiosos para regularlo utilizando la Ley Antitrust de Sherman, calificándolo de monopolista y acusándole de explotar a la gente. Hay una escena en un tribunal que permite a Galt explicar a los legisladores de la asamblea cómo los inversores y capitalistas están ayudando a la sociedad en formas que los políticos no pueden imaginar. Lo que los políticos ven como turbio, es realmente una forma de servicio público que enriquece a todo el país.

Un motivo literario recurrente del libro es la gente preguntándose: “¿Quién es Henry Galt?” Las sombras de Ayn Rand son aquí evidentes y algunos escritores han especulado que ésta tomó el motivo literario de Garrett, lo que puede ser verdad o no.

En una de sus muchas digresiones, este libro contiene una de las mejores explicaciones de los absurdos del “bimetalismo” que fijaba la relación entre plata y oro. De hecho, el libro es en general bastante sólido sobre la cuestión monetaria, demostrando que el movimiento populista inflacionista de finales del siglo XIX era un grupo de chalados. El propio Galt realiza algunas defensas fantásticas de la moneda fuerte y los mercados libres.

En todo caso, la novela es brillante  y emocionante, ofreciendo una excelente lección sobre cómo funciona la empresarialidad. Edward Younkins escribe: “The Driver no es solo una novela sobre los métodos de las altas finanzas y Wall Street, también retrata a un hombre eficaz y visionario que utiliza la razón para centrar su entusiasmo sobre la realidad en sus esfuerzos por alcanzar sus objetivos”.

Su siguiente novela es su historia de la época del acero. Es The Cinder Buggy (1923), el más largo de los tres libros en su trilogía y su inolvidable obra maestra. Con una gran historia y una tremenda pasión literaria, relata la transformación de Estados Unidos de la era del hierro a la era del acero.

Cubre el periodo entre 1820 y 1870 y su marcha hacia el progreso tecnológico. La trama se refiere a una guerra continua entre dos industriales, uno es el héroe que es derrotado en la primera generación y el otro es malvado pero gana el primer asalto en la pelea competitiva. La lucha continúa en la segunda generación, que lleva a una batalla titánica sobre si triunfará el acero o el hierro y por qué.

La historia se desarrolla en el pueblo férreo de Nueva Damasco. Los dos hombres que la protagonizan son Aaron Breakspeare y Enoch Gib. Aaron es encantador, pero no es un gran empresario. Sueña con la edad del acero, pero no consigue hacerla económicamente viable. Enoch es un buen empresario pero adusto y muy adiada por su avaricia y el trato con lo demás. Una enemistad sobre la hija de un banquero lleva a la disolución inicial de la sociedad y el hijo de la unión resultante, John Breakspeare vuelve a Nueva Damasco para entrar en el negocio del hierro.

Esto lleva a una fascinante repetición de acontecimientos que causa otra disolución, más amarga y sorprendente que la última. La enemistad continúa sobre el hierro y luego sobre el acero hasta que el acero gana la batalla después de muchos vaivenes. En el curso de la historia, el lector descubre cómo la tecnología tiene un efecto tan dramático en la sociedad y como el riesgo y el emprendimiento están en el centro de todo.

Garrett emplea todos los recursos literarios para hacer del propio comercio el escenario de grandes actos de coraje, heroísmo, sacrificio y tragedia. Y como en sus demás libros, el motor central de los acontecimientos es el sistema de precios. Es la señal y causa de todos los cambios notables en la trama. El lector descubre la economía en una forma que no sería posible de otra manera y es difícil imaginar que alguien de desprenda con algo que no sea amor de todo el tema de la empresa.

Garrett no retrata al mercado como alguna utopía idealizada. Tenemos toda la panoplia de emociones y motivos humanos en funcionamiento: arrogancia, orgullo, maldad, amor, compasión, celos, ira y todo lo demás. Lo que sorprende es que todas estas emociones se despliegan en un escenario que, a pesar de todas las metáforas que incluye batallas y guerras, es en definitiva pacífico. Nadie puede controlar totalmente los movimientos de los precios y son estos los que actúan  para recompensar a los victoriosos y castigar a los perdedores. Aquí tenemos las virtudes “viriles” desenvolviéndose, no en sangrientos campos de batalla, sino en el pacífico mercado.

Tenemos además un retrato realista de la verdad acerca de la innovación. No basta con tener una buena idea. La idea debe encarnarse en una producción real que tiene lugar de forma que reduzca los costes y luego venderse al servicio de la sociedad. La unidad de tecnología, contabilidad y mercadotecnia debe siempre venir junta para hacer posible cosas como las revoluciones tecnológicas.

The Cinder Buggy podría ser fácilmente considerada como lo mejor de su obra en esta área. Es una novela maravillosa para quien ame o quiera entender más en profundidad la historia estadounidense, la teoría económica y el lugar de la tecnología en la formación de la sociedad.

Finalmente, como tercero de esta serie, está Satan's Bushel (1924), un libro espléndido, no solo desde el punto de vista de la economía. ¿Qué es la fanega de Satán [Satan's bushel]? Es la última fanega que los mercados ponen en el mercado, la que “rompe los precios”, es decir, los reduce hasta el punto de que cultivar trigo deja de ser rentable. El problema que aflige a los cultivadores de trigo es que venden sus bienes cuando el precio es bajo y no tienen bienes a vender cuando el precio es alto. Retener bienes es una respuesta, pero al agricultor le falta el incentivo para hacerlo.

Por improbable que parezca, el personaje central de este libro es el precio del trigo. Es principal actor en la obra. El escenario es el mínimo del precio del trigo en el mercado de Chicago (alrededor de 1915) y los campos de trigo de Kansas. Enlazar estos dos universos radicalmente diferentes a través de la compra y venta especulativa, es la misión de este libro.

La acción investiga además el significado, moralidad y utilidad de la especulación en el trigo, que aumentaba en complejidad durante este periodo de la historia. La trama se centra al principio del siglo, un periodo crítico en el que la economía agrícola estaba dando paso completamente a una absolutamente industrializada y los granjeros tenían pánico acerca del supuesto problema de la caída de los precios. No falta nada en el paso del tiempo: la alegoría podría aplicarse igualmente a la industria informática actual.

El libro cuenta la historia del descubrimiento de un hombre de un brillante especulador y su relación con un viejo y legendario granjero y místico y su hija. El místico encarna tanto la máxima sabiduría como las mayores falacias económicas del momento. La cuestión que había que afrontar es cómo hacer rentables las granjas en tiempos de precios a la baja y la novela muestra que la especulación, incluso con todas sus flaquezas humanas, contribuye a estabilizar el mercado.

He aquí uno de los cientos de pasajes brillantes describiendo al especulador:

Ninguna regla de probabilidad le retiene. Decir que actúa por impulso, sin reflexión, de forma precipitada, solo es verdad hasta cierto punto. Mucha gente tiene esa debilidad. En él no es una debilidad. Es un principio de conducta. El impulso en su caso no es gobernable. No le posee y elimina su juicio. Es justamente lo contrario. El posee el impulso, montando en él como si fuera el corcel mágico de las mil y una noches y lo cabalga a su reino de consecuencias. Lo que hay al fondo es una sorpresa: si es algo que no le interés, no importa. Hay otro corcel esperando. Al hacer esto, al vivir para esto, no tiene equipaje. No hay nada tras él. Si tiene riqueza, se transportable. Está lñisto en cualquier momento.

En un giro de la trama que anuncia el New Deal, una persona intenta destruir los cultivos de trigo con un hongo venenoso, pensando que está haciendo un favor a los agricultores al reducir la oferta (basándose en la lógica que aprendió de planes públicos inaplicables). El lector afronta el reto de entender si esto es realmente beneficioso para los agricultores y, si no lo es, por qué no. (Tengamos en cuenta que Satan’s Bushel se escribió toda una década antes de que FDR intentara la misma táctica por la fuerza a nivel federal).

Otra escena dramática se produce en el arresto a un opositor a la Primera Guerra Mundial. También hay giros en la trama que incluye romance, brujería, criminalidad, matonismo, posesión psicológica, guerra, controles de precios, intervenciones públicas y otras sorpresas, incluyendo cosas completamente inimaginables como brujería en el agua y un árbol de teca en Birmania. Sin embargo, la trama central se ocupa profundamente de la economía y el lugar de la producción y la especulación.

Y para los historiadores financieros está el especial tratamiento de observar el gran drama de los primeros años del mercado de materias primas de Chicago, escrito desde el ventajoso punto de vista de una generación más tarde. Hay escenas en las que el mínimo del comercio del trigo que te quitan el aliento. Esta novela demuestra de nuevo que nadie puede hacer de empresa algo tan dramático, trágico y heroico como Garrett.

El efecto está tan íntimamente ligado a las actividades económicas más peregrinas y remotas para la flaqueza y la incertidumbre humana que uno no solo consigue entender cómo funcionaban los mercados de materias primas al principio de este siglo (y cómo los movimientos de los precios funcionan en todos los tiempos y lugares), sino asimismo un amor por el oficio.

Muchos pasajes ofrecen una bella idea de cómo piensa el especulador y cómo funcionan las acciones de éste para reducir las fluctuaciones que desestabilizan los precios. Pero es también una institución muy humana, sujeta al capricho y al aprendizaje. Asimismo, el gobierno aparece como algo como mínimo atroz y destructivo.

Sui última novela es Harangue (The Trees Said to the Bramble Come Reign Over Us) (1927). Cuenta la historia real, en forma de ficción del auge y caída de una apropiación socialista fanática y despótica de un solo pueblo y como la llevó a la pérdida de la libertad y al desplome económico. Es, como decía el New York Times en una reseña. “un análisis de las obras de la mente conscientemente radical y la acción de la demagogia de la acción directa sobre las masas (…) un estudio de psicología de primera clase”. La apropiación socialista fue financiada por el heredero de una fortuna de Wall Street y esto ofrece a Garrett la posibilidad de explicar por qué les atrae a los ricos la ideología destructiva: es la única cosa que pueden consumir que les diferencia de la burguesía. Llega a ofrecer ricos y detallados retratos de todos los activistas principales que son atraídos por el socialismo. Muestra cómo fracasa sobre bases económicas y políticas.

El libro se escribió solo unos pocos años antes de que los socialistas llegaran a influir en los asuntos nacionales en la era del New Deal y lo que resulta refrescante acerca de este estudio es su completa ausencia de acoso rojo. Trata al socialismo como un error intelectual peligroso y miope que puede llevar a la ruina, pero nunca como una amenaza extranjera. Si el capitalismo fuera a derrumbarse, creía, sería desde dentro. Como novela, Harangue es tan buena como las demás, pero desde un ángulo distinto: explora los peligros del mundo intelectual y político como un contraste con el mundo creativo del comercio.

El New Deal

Menos de un año después de ser tiroteado en un restaurante, Garrett presnetó un libro de gran importancia para los economistas austriacos: The Bubble that Broke the World (1931). Este libro reventaba las interpretaciones convencionales del crash de 1929, no solo por sus contenidos, sino por el hecho de que libro exista. Garrett atribuye el crash a la acumulación de deuda, lo que a su vez fue posible por la imprenta de la Fed. Esto creó distorsiones en la estructura de producción que reclamaba una corrección.

¿Cuál es la respuesta, según Garrett? Dejar que se produzca la corrección y aprender de nuestros errores.

Esa es la tesis, pero tomemos nota: este libro fue un superventas en 1931. En otras palabras, dos años antes de que llegara FDR con su destructivo New Deal, atribuyendo la depresión al capitalismo y la especulación. Garrett ya había explicado qué había realmente detrás de la corrección. Hizo falta que Murray Rothbard resucitara estas verdades décadas más tarde y para cuando lo hizo en 1963, era una tesis sorprendente.

Seguimos luchando en una batalla cuesta arriba para explicar las verdaderas causas del crash y la consiguiente depresión. Pero en este maravilloso libro de Garrett está un relato contemporáneo que lo explica claramente para que lo vea el mundo. No podemos decir más de lo que la gente en aquel entonces no pudiera entender. Garrett se lo contó. Y gracias a esta nueva edición de esta obra clásica e importante, nos lo vuelve a decir hoy.

Imperio

En 1954, apareció su obra maestra de no ficción: The People's Pottage. Era una colección de sus ensayos previos. “The Revolution Was” apareció por primera vez en 1938, en él lo importante era demostrar que el New Deal transformó la sociedad estadounidense en tal medida que era insensato escuchar a los políticos estadounidenses y sus advertencias acerca de peligros desde el exterior. “Están quienes siguen pensando que defienden el paso contra una revolución que puede venir por el camino”, escribía. “Pero miran en la dirección errónea. La revolución está detrás de ellos. Pasa por la noche de la Depresión, cantando canciones de libertad”.

Como escribía Murray Rothbard en The Betrayal of the American Right:

Uno de los ataques más brillantes e influyentes al New Deal lo escribió en 1938 el conocido escritor y editor Garet Garrett. Garrett empezaba su panfleto “The Revolution Was” con una nota sorprendentemente perspicaz: los conservadores, escribía, se estaban movilizando para tratar de impedir una revolución estatista que se impondría mediante el New Deal, pero esta revolución ya había ocurrido.

Aquí relata lo que los historiadores han olvidado, que es que FDR hizo campaña para limitar el gobierno contra las políticas de gran gasto de Herbert Hoover. Demuestra cómo el New Deal reglamentaba la producción hasta el punto de hacer imposible una genuina producción. Denuesta la política monetaria de FDR como nada menos que un robo y explica el New Deal como una violación de todo lo que debería ser un país libre.

El segundo ensayo es “Ex America” (1951), una sorprendente mirada atrás a lo que fueron Estados Unidos y en qué se habían convertido. El tercer ensayo es “The Rise of Empire” (1952):

Hemos cruzado la frontera que hay entre la república y el imperio. Su preguntáis cuándo, la respuesta en no podéis dar un solo paso entra el día y la noche; no importa el momento preciso. No hay un cartel que diga “Estás entrando ahora en el imperio”.

Aquí Garrett explica con detalle las condiciones que señalan el cambio de la república al imperio, incluyendo el predominio del ejecutivo, el auge de la mente militar, una “combinación de jactancia y miedo”, el sometimiento de las preocupaciones locales a las extranjeras y un sistema de naciones satélites.

La lista nos es hoy espeluznante, pues esencialmente detalla las directrices de la política estadounidense en el mundo posterior a la Guerra Fría. Con el miedo al comunismo desaparecido, deberíamos estar más posicionados que nunca para prestar atención a sus advertencias.

Para Garrett no hay heroísmo en la guerra sino solo en la creatividad y la producción y no hay mayor locura que la derogación de las instituciones que hacen posible la creatividad y el progreso económico. No era solo un gran escritor de ficción, no solo un valiente opositor al estado planificador y la guerra: fue un profeta del destino de Estados Unidos bajo el control del gobierno, una brillante fuerza intelectual en el siglo XX y un sabio y elocuente portavoz de la propia libertad. Ojalá sea recordado y apreciado de nuevo y pueda enseñar a todos a aprender a adorar la paz y la prosperidad y todas sus aventuras creativas, como hizo él.

 

 

Jeffrey Tucker dirige Laissez-Faire Books y es conbsultor editorial en Mises.org. Es autor de It's a Jetsons World: Private Miracles and Public Crimes y Bourbon for Breakfast: Living Outside the Statist Quo.



[1] A Life with the Printed Word, John Chamberlain (Regnery Gateway 1982), p. 139.

[2] Los detalles biográficos vienen de Carl Ryant, Profit's Prophet (Selinsgrove: Susquehanna University Press, 1989). Otro excelente análisis de la obra de Garrett se encuentra en Justin Raimondo Reclaiming the American Right (Burlingame, CA: Center for Libertarian Studies, 1993).

Published Thu, Jan 5 2012 4:55 PM by euribe