WALL-E: La ignorancia económica y la guerra sobre la modernidad

Por Gennady Stolyarov II. (Publicado el 4 de julio de 2008)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí http://mises.org/daily/3037.

                                            

La película de Disney-Pixar WALL-E ha sido recibida con adoración por la mayoría del público que acude al cine. La adoración es injustificada. La película lleva descaradamente propaganda ecologista, anticapitalista y antitecnológica… y se dirige a una audiencia de niños, a los que aún les faltan las facultades críticas y la sofisticación intelectual para evaluar todos los aspectos relevantes de los asuntos presentados.

Pero aquí no me centraré en los notoriamente irreal que es el escenario de humanos llenando completamente de basura la Tierra. Una simple mirada alrededor bastará para rebatir esta posibilidad. La basura no se está cumulando a nuestra alrededor y los vertederos son de hecho notablemente eficaces en almacenarla con seguridad e incluso en usarla para general útiles gases naturales.

Más bien me concentraré en un error más notorio cometido por los creadores de WALL-E, un error basado en la ignorancia de la economía básica y de las ideas de sentido común respecto de la naturaleza de los comportamientos humanos y los incentivos que afrontan los actores económicos individuales.

El error prevalece en el retrato de la película de la vida a bordo del Axiom, un buque estelar construido por la corporación Buy’n Large (BNL), un cruce entre Wal-Mart  y la administración de George W. Bush, para alojar a los refugiados humanos de la Tierra 700 años después de que éste estuviera demasiado sucia como para ser habitable. Primero, la película hace la suposición marxista de que una sola empresa aprovechara los siempre crecientes retornos de escala y sometiera así a todo el mundo (y siguiera siendo rentable y continuamente todos acudieran a ella). Pero como Ludwig von Mises demostrara ya en 1920 en Economic Calculation in the Socialist Commonwealth, sin la presencia de múltiples proveedores de bienes en la economía, la única empresa dominante está en la misma posición que un planificador central socialista. En el mundo real, BNL no tendría señales de precios de los mercados que le ayuden a distinguir la demanda del consumidor y la escasez relativa de los recursos. No sería capaz de realizar un cálculo económico racional y tomaría decisiones arbitrariamente. Indudablemente, este estado de cosas no agradaría a muchos consumidores y el monopolio de BNL viviría poco en el mejor de los casos.

El aspecto más llamativo de la vida a bordo del Axiom es su total homogeneidad. Todos sufren obesidad mórbida; todos beben batidos en lugar de comida; todos se mueven en carros automáticos en lugar de andar; nadie realiza comunicaciones personales directas; nadie hace ejercicio; todos siguen el consejo de moda de la corporación BNL (cuando los anuncios dicen a la gente que “azul es el nuevo rojo”, todos los habitantes del Axiom cambiar el color de su traje de rojo a azul presionando un botón). No es solo que esta homogeneidad marque un instante en el tiempo: ha estado presente durante los siete siglos de viaje por el espacio del Axiom. Durante ese tiempo, no ha habido progreso tecnológico, ni innovación cultural, ni cambios que no sean cosméticos en las disposiciones estéticas, filosóficas y políticas a bordo del buque. Imaginemos cómo sería 2008 si no hubiera cambiado nada en los asuntos humanos desde 1308.

A los humanos en WALL-E no se los retrata como malvados: son educados y bienintencionados, pero ignorantes y torpes. Resulta extraño, pero el buque tiene una enorme base de datos de información acerca de la vida y las condiciones de la Tierra y nadie se preocupó de examinar esta información fácilmente accesible durante siete siglos, hasta que el capitán repentinamente tiene un arranque de interés, ¿Tenemos que suponer que la curiosidad y la iniciativa elemental son tan extrañas que solo se ejercitan una vez cada 700 años?

WALL-E se equivoca notoriamente al suponer que las comodidades tecnológicas como comida, transporte, diversión y comunicación fácilmente accesibles hacen a toda la gente perezosa, indulgente y falta de iniciativa. Es verdad que alguna gente respondería así. Sin embargo, en el mundo real, esta respuesta tiende a ser temporal. En los países más avanzados económicamente, tiende a afectar a las personas de ingresos más bajos que acaban de acceder históricamente a lujosos niveles de vida y aún no han desarrollado costumbres culturales para gestionar responsablemente su riqueza y oportunidades recién obtenidas. Estas costumbres llegarán con el tiempo, como siempre ha pasado en los grupos de gente que han vivido prósperamente durante generaciones.

Ya en Estados Unidos las grandes cadenas de comida rápida se apresuran a ofrecer comidas saludables (ensaladas, fruta y otras comidas bajas en calorías) para seguir contando con los que se han venido conformando con los Big Mac y Whopper en el pasado. Entretanto, se está consumiendo una amplia variedad de comidas y dietas saludables (algunas genuinamente efectivas y otras de dudosa eficacia) más ampliamente que nunca.

Por supuesto, al mismo tiempo millones de personas no abandonaron nunca las costumbres saludables, a pesar de haberse visto rodeadas durante décadas por bienes de consumo que (a los ojos de los anticapitalistas) les llevarían a la ruina. Igual que la fácil disponibilidad de armas de fuego no convierte automáticamente a la gente pacífica en locos maníacos, tampoco la disponibilidad de todo tipo de comidas convierte a las personas responsables, educadas y con respeto por sí mismas en hedonistas locos de inmediato.

Cumplidos algunos tipos de deseos (como comida, alojamiento y transporte), la gente prácticamente siempre tiende a desarrollar nuevos deseos o a centrarse en deseos de prioridad inferior de lo que aún no se ha ocupado. Como demostró Ludwig von Mises, la gente actuará siempre que afronte incertidumbre y se crea capaz de influir de laguna forma en el futuro incierto. Estas condiciones nunca dejarán de existir, sin que importe lo confortable y próspera que llegue a ser la gente. Así que los humanos siempre actuarán y siempre lucharán por mejorar sus vidas. Una sociedad completamente estática, apática, sentada y torpe es inconcebible en la realidad.

Sin embargo la economía a bordo del Axiom parece ser la economía soñada de los populares modelos de “equilibrio estático”, en los que nada cambia nunca: ni la producción, ni el consumo, ni las preferencias o expectativas de futuro. Aún así, como nos informa la economía austriaca, esas condiciones nunca han existido no pueden existir. En el mejor de los casos, son simplemente construcciones teóricas útiles (sin duda no son descripciones apropiadas de ninguna economía realista).

En el mundo real, existen inmensos cambios de preferencias, información ampliamente dispersa, tremenda incertidumbre acerca del futuro y numerosos emprendedores que están alerta ante posibles oportunidades de satisfacer los deseos de la gente de una forma mejor de la que se satisfacen ahora. El que no haya ningún emprendedor a bordo del Axiom antes del descubrimiento de información que cambia el paradigma del capitán y que estaba accesible a todos durante los últimos siete siglos testimonia la ignorancia de los cineastas de lo que hace posible y ubicuo el cambio económico.

El retorno de los humanos a la Tierra y el intento de “reconstruir” sus vidas es ridículo desde cualquier perspectiva económica sensata. Después de tener a bordo un sistema de producción automático sostenible a bordo del Axiom (que aparentemente ha funcionado sin fallos durante siete siglos) todos los humanos deciden repentinamente recurrir a la agricultura tradicional. Lo único para lo que tienen capital en máquinas que trabaja por ellos, deciden de todas formas hacerlo manualmente. En lugar de dedicar su precioso tiempo en disponer de comida en lugar de, digamos, crear arte, reparar todos esos rascacielos rotos o diseñar robots aún mejores, los humanos deciden cavar hoyos manualmente en la tierra y cultivar su comida mediante un trabajo agotador que llevó a millones a lo largo de la historia a morir prematuramente. Ah, por cierto, la película deja aparte esto. Prácticamente nadie de los que hoy piensa románticamente en los “buenos viejos tiempos” de la agricultura tradicional reconoce lo desagradable, brutal y corta que fue durante milenios la vida bajo dichas condiciones. Un vez que se abrieron la primeras fábricas industriales (con sus largos horarios, peligroso equipo y magra paga) la gente acudió a ellas en masa, porque las condiciones de las fábricas (incluyendo la salubridad ofrecida y los salarios pagados) eran mucho más preferibles que las de trabajar prácticamente todo el día en la granja tradicional.

Los creadores de WALL-E, sentados en sus confortables estudios de Hollywood, hicieron un tremendo mal servicio a la civilización que hizo posible su trabajo y sus altos niveles de vida. Glorificaron un estilo de vida que probablemente les habría matado (a ellos y a muchos más) si se hubiera revivido realmente. Yo he visto algo que se parece  a estos “buenos viejos tiempos”, pasando veranos como niño con mis abuelos maternos en una remota villa bielorrusa, donde las cosas han cambiado poco desde la revolución socialista de 1917.Los que alaban las virtudes de la vida en una granja tradicional nunca mencionan la perpetua labor manual, la falta de salubridad, la falta de atención sanitaria y la extendida inclinación al alcoholismo. He dedicado mi vida hasta hoy a alejarme cada vez más de eso y resistiré con vigor los esfuerzos de quienes buscan arrastrar  a toda nuestra civilización de vuelta a una premodernidad miserable y decrépita.

WALL-E es un ataque a la civilización moderna, basada en una profunda ignorancia económica e histórica. La película lamentablemente traiciona los esfuerzos de incontables personas heroicas que han elevado a la humanidad por encima de la mugre de la barbarie. Su mensaje antitecnológico y anticapitalista tiene que exponerse y combatirse por toda persona pensante.

 

 

Gennady Stolyarov II es actuario, ensayista filosófico independiente, compositor, matemático aficionado y editor jefe de Rational Argumentator y Progress of Liberty. El Sr. Stolyarov es autor de numerosas guías gratis de estudios sobre economía, matemática avanzada y ciencia actuarial y tiene el nivel más alto posible (Nivel de influencia 10) para un productor de contenidos en Associated Content. Ver sus vídeos en YouTube y los G + W Audio Broadcasts, una nueva serie de de conversaciones intelectuales de Stolyarov y su esposa, Wendy.

Published Wed, Jan 11 2012 8:52 PM by euribe