Por el Dr. Gilbert G. Berdine. (Publicado
el 3 de agosto de 2011)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/story/5496.
Según el Departamento de Sanidad y
Servicios Humanos de EEUU (HHS, por sus siglas en inglés) los gastos fueron de
2,5 billones en 2009 o 8.086$ por persona. La crítica habitual de la sanidad de
EEUU explica cómo se gasta el dinero y argumenta que podría gastarse mejor de otras
maneras.
No explicaré cómo se gasta el
dinero, porque el valor es subjetivo. Por el contrario, demostraré que Estados
Unidos no puede permitirse lo que gasta y, por consiguiente, el sistema de
atención sanitaria de EEUU es una burbuja inducida por el crédito.
El HHS estimaba que los gastos
nacionales en sanidad por individuo fueron de 7.845$ por persona en 2008, más
de 31.000$ para una familia de cuatro. Es el coste mínimo de una póliza de
seguro sanitario nacional homogeneizada que cubra todo, cubra a todos y no haya
enfermedades preexistentes. Esa cifra está bastante cerca de lo que una persona
paga por un muy buen seguro comercial si no pertenece a un gran grupo de
asegurados. La familia estadounidense media no va a pagar tanto en seguros
sanitarios voluntariamente.
La Oficina del Censo afirmaba que
el tamaño medio de una familia era de 2,63 miembros en 2008. Por tanto, la
porción familiar media de gasto en sanidad nacional fue de 20.632$. El censo
estimaba que un 18, 6% de las familias tenían una renta inferior a 20.000$ en
2008. Así que casi un quinto de las familias de EEUU ganan menos de lo que se
gastan en sanidad nacional.
¿Qué pasa con la familia media?
Según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) una
unidad de consumo típica de EEUU en 2008 de 2,5 personas tenía una renta antes
de impuestos de 63.563$ y pagaba 13.077$ en impuestos, 6.443$ en gastos de
alimentación, 17.109$ en gastos de vivienda, 1.801$ en gastos de ropa y 8.604$
por gastos de transporte, quedándole 16.529$.
Su “participación” en el gasto
sanitario nacional era de 19.162$. La típica familia de EEUU probablemente no
pueda permitirse un producto sanitario dirigido a toda la población de EEUU.
Ninguna cantidad de redistribución resolverá este problema. El problema se está
financiando, al menos antes de septiembre de 2008, mediante crédito extranjero.
Los proveedores sanitarios toman
decisiones sin basarse en las preferencias de los consumidores, sino más bien
en lo que pagará el gobierno. La intervención del gobierno en el Medicare es
evidente, pero el llamado sector privado de la atención sanitaria está cada vez
más compuesto por empleados públicos y empleados de empresas privadas cuyos
ingresos vienen en buena parte del gobierno. El sistema de atención sanitaria
de EEUU es una clásica burbuja de malas inversiones inducidas por el crédito en
la que las nociones de pérdidas y ganancias han sido inevitablemente
distorsionadas por las decisiones del gobierno.
¿Qué pasa con Medicare? ¿No
gastamos mucho más en los ancianos? ¿No puede resolverse la atención sanitaria
de EEUU arreglando Medicare? Sí gastamos más en los ancianos, pero no tanto
como uno pensaría. Según los gestores de Medicare, ésta pagó 509.000 millones
en gastos en 2009 a 46,3 millones de beneficiarios con una prestación media de
11.743$. Es más que el gasto sanitario nacional por cabeza de 8.086$, pero no
tan superior. Medicare es una parte importante del problema, pero los gastos
públicos incluyen la cobertura de los funcionarios y empelados de compañías
privadas cuyas rentas provienen del gobierno.
Aunque no puede echarse la culpa
completamente al Medicare por los problemas monetarios del sistema sanitario,
Medicare es en buena parte responsable de la visión completamente distorsionada
del seguro sanitario que tiene mucha gente. Un error común es que Medicare es
un proveedor de atención sanitaria. La realidad que Medicare no proporciona ni
un centavo de atención sanitaria. Medicare garantiza el pago de ciertos
servicios bajo ciertas restricciones. Si el pago se hace demasiado bajo o las
restricciones se hacen demasiado onerosas, se desvanecerá la atención sanitaria
para los ancianos.
Un mito mucho más dañino es que
Medicare sea un plan de seguro sanitario para los mayores. Medicare no es un
seguro. Medicare es un programa para socializar los costes sanitarios de los
mayores en el grupo más grande los trabajadores. Medicare ni siquiera es un
programa fiscalmente sensato de socializar los costes: Medicare es un esquema
de Ponzi. Si alguien cree que mi calificación es una exageración, he aquí lo
que la Comisión de Valores y Comercio de EEUU indica acerca de los esquemas de
Ponzi:
¿Qué es un esquema de Ponzi?
Un esquema de Ponzi es un fraude
inversor que implica el pago de supuestos beneficios a inversores existentes
mediante fondos aportados por nuevos inversores. Los organizadores de un
esquema de Ponzi a menudo buscan nuevos inversores prometiéndoles invertir
fondos en oportunidades que afirman generar grandes beneficios con poco o
ningún riesgo. El muchos esquemas de Pozi, los defraudadores se centran en
atraer nuevo dinero para realizar los pagos prometidos a los primeros
inversores y utilizarlos para gastos personales, en lugar de utilizarlos para
alguna actividad inversora legítima.
¿Por qué se desmoronan los esquemas de Ponzi?
Con pocas o ninguna ganancia
legítima, los esquemas requieren que continúe un flujo constante de dinero. Los
esquemas de Ponzi tienden a desmoronarse cuando se hace difícil reclutar nuevos
inversores o cuando un gran número de inversores reclaman su dinero.
Los nuevos inversores son los
nuevos trabajadores que entran en el mercado laboral. El beneficio de la
inversión prometido es lo que el sistema sanitario las pagará a partir de los
65 años. En lugar de financiar un plan de
pensiones con prestaciones definidas, los importes pagados se gastan
inmediatamente en los beneficiarios mayores y si queda algo se integra en los
ingresos generales. Este esquema de Ponzi particular se está desmoronando
debido al gran número de baby-boomers que están cobrando. La naturaleza Ponzi
del Medicare ha distorsionado completamente la visión estadounidense del seguro
hasta hacerlo irreconocible.
Un tornado es un acontecimiento
asegurable. Los tornados son devastadores, pero solo afectan a una pequeña
cantidad de gente. En lugar de que cada propietario tenga que apartar un
capital para reconstruir su cas después de un tornado, gran cantidad de gente
puede agrupar sus riesgos apartando cada uno una cantidad más pequeña en forma
de pagos de primas. A los pagos se les llama primas porque la cantidad pagada
es una prima sobre el riesgo actuarial. El exceso de los pagos de primas sobre
las reclamaciones de daños paga los costes administrativos más el coste de
capital requerido para gestionar las reclamaciones en el plazo actual. Los
asegurados pagan voluntariamente una prima sobre su riesgo actuarial para estar
tranquilos y liberan su capital para otros usos.
Al contrario que el tornado, no
todos los costes sanitarios son acontecimientos asegurables. Hay una
recomendación actual para la gente con 50 o más años de tener una colonoscopia
de revisión cada diez años. Esto lleva a una detección temprana del cáncer de
colon y a una mayor probabilidad de una terapia curativa. Aunque una
colonoscopia de revisión podría ser una muy buena idea, la edad de 50 años no
es un acontecimiento asegurable. No hay riesgo a compartir. Si uno desea una
colonoscopia con 50 años, debe ahorrar los fondos necesarios antes de su 50
cumpleaños. Cualquier intento de cubrir los procedimientos de revisión mediante
seguro son programas de socialización de costes.
La promoción del Medicare como un
seguro sanitario para los mayores ha llevado a muchos estadounidenses a esperar
que ese seguro deba cubrir todos los costes sanitarios que no sean asegurables.
La única forma de que en que los beneficiarios existentes se beneficien se la
inclusión de costes no asegurables es forzar a la gente con riesgos menores a
unirse a su seguro. El resultado final de este proceso es la demanda de
cobertura universal que cubra todo lo relacionado con la sanidad.
Al Medicare se lleva la tercera vía
de la política. Es un programa muy popular entre sus beneficiarios. Un examen
de los costes y beneficios deja claro por qué es tan popular. La tasa del
Medicare es del 1,45% de todo el ingreso. El empresario paga la misma cantidad
como tasa adicional (el autónomo paga un 2,9% para cubrir tanto la parte del
empresario como la del trabajador). Un beneficiario del Medicare tendría que
ganar más de 358.000$ como empleado para que la tasa del Medicare en la
nómina cubra su prestación media de la Parte
A de 5.205$.
Según la Oficina del Censo, en
2009, la renta media para personas de 65 años o mayores fue de 29.718$. La
mediana de las rentas para este grupo fue de 19.167$. Como grupo, los ancianos
pagan 430,94$ en primas por su prestación de Parte A de 5.205$. La mitad de
este grupo de ancianos pagó 277,92$ o menos. La socialización de los costes de
la atención sanitaria a través de unas finanzas estilo Ponzi ha llevado a una
mitología nacional sobre el seguro sanitario: los estadounidenses esperan pagar
menos de 300$ en “primas” por más de 5.000$ en atención sanitaria.
Medicare es insolvente. Incluso los
gestores de Medicare lo admiten bastante. Éstos son los datos para 2009 del
informe anual de los responsables de Medicare:

Medicare tiene tres componentes
principales. La Parte A paga hospitales y otros servicios hospitalarios. La
Parte B paga las nóminas de doctores y otros gastos en análisis y procesos
ambulatorios. La Parte D es la prestación de medicinas. La parte A es cubre en
buena medida por la tasa del Medicare en las nóminas.
Hay un error común en que las tasas
del Medicare pagan todos los servicios de Medicare. Algunos beneficiarios del
Medicare pagan una prima opcional de la Parte B, para recibir las prestaciones
de ésta. Esta prima es solo un 25% de los ingresos de la Parte B y solo un 27%
de los gastos. Las Partes B y D de Medicare están financiadas en buena parte
por ingresos generales. Los ingresos generales fueron el origen de 211.700
millones de dólares de los ingresos y gastos totales del Medicare. Es un montón
de dinero incluso para los patrones del Congreso de EEUU en 2011.
Sus gestores advirtieron de la
inminente quiebra del Medicare. Esta advertencia se basaba en la los 700
millones de dólares negativos en el fondo de garantía del Medicare. Los
gestores hicieron proyecciones acerca de cuándo se agotaría el fondo de
garantía. Algunas de las suposiciones hacían que esta proyección fuera
enormemente optimista. Un ejemplo el la proyección de los gestores de que el
crecimiento en los gastos será de media un 2,98% hasta 2019. Los datos
históricos muestran un crecimiento en elo gastos de un 12,81% desde 1970 y de
un 8,46% desde 2000.
Una serie de gente, incluyendo al
antiguo Interventor General de EEUU, David Walker, han advertido acerca del
pasivo no financiado del Medicare. Este pasivo se debe a la demografía del baby
boom. A medida que se jubilan los baby boomers, esperarán recibir estos pagos.
Las rentas del Medicare serán insuficientes para hacerlos. El pasivo no
financiado es la cantidad de dinero que es necesario añadir al fondo de
garantía actual para asegurar que pueden hacerse estos pagos. El tamaño de este
pasivo no financiado depende de suposiciones económicas y se estima en el
entorno de 50 a 100 billones de dólares. Independientemente de que supuestos se
utilicen, está claro que el dinero no estará ahí.
Las preocupaciones acerca del
pasivo no financiado y el agotamiento del fondo de garantía son algo del
futuro. La contribución de 211.700 millones de dólares de los ingresos
generales es un problema muy real hoy, ya que el gobierno de EEUU tiene un enorme déficit fiscal. Los ingresos por
impuestos son solo alrededor del 60% de los gastos de ingreso general. El
restante 40% tiene que pedirse prestado o creado de la nada por la Reserva
Federal. Medicare depende de una creciente cantidad de crédito.
Las contribuciones del ingreso
general de 1970 al Medicare eran de 2.020 millones de dólares, o un 24,6% del
ingreso total del Medicare. Esto ha crecido hasta los 211.700 millones o más
del 40% del ingreso total del Medicare. El sistema sanitario de EEUU es una
enorme burbuja alimentada por el crédito. Cuando se detenga el flujo del
crédito (digamos, por no poder aumentar el tope de la deuda), la burbuja
estallará. La expansión del sistema sanitario de EEUU no se basa en las
preferencias de los consumidores, sino más bien en las decisiones arbitrarias
de reembolso realizadas por el HHS.
Hay cuatro maneras de financiar la
sanidad para los mayores:
- La gente joven y sana puede renunciar al consumo
actual para ahorrar dinero para la sanidad futura.
- Los gastos sanitarios actuales pueden socializarse
a todos en el presente.
- Puede tomarse prestado el dinero a partes externas.
- El dinero puede crearse de la nada.
El primer método es la forma
correcta de financiar la sanidad. Medicare utiliza el truco contable de un
fondo de garantía para hacer creer que el dinero está realmente almacenado en
lugar seguro para engañar a la gente para que piense que el primer método es el
que se usa. El segundo método es lo que se suponía que hacía Medicare desde el
principio. Prometer algo a cambio de nada es lo que les gusta hacer a los
políticos. Los ancianos obtienen unas prestaciones sanitarias creadas de la
nada y a los jóvenes se les da un pagaré.
El ingreso general ha acabado por
desequilibrarse hacia un déficit en constante aumento en buena parte debido al
crecimiento en los gastos del Medicare. Hay cierto debate acerca de si EEUU ha
cubierto su déficit fiscal pidiendo prestado en el extranjero o ha creado
dinero de la nada desde septiembre de 2008.
¿Supone alguna diferencia que se
use el primero o segundo método para financiar la atención sanitaria? Dejando
aparte los problemas demográficos, ¿por qué no financiar la sanidad actual con
flujos de caja reales? Si los beneficiarios iniciales obtienen algo a cambio de
nada, alguien tiene que pagarlo. El pago es una pérdida en la formación de
capital que no estará disponible para cuando los jóvenes se hagan mayores. El
capital perdido significa que los trabajadores futuros serán menos productivos
y tendrán un nivel de vida más bajo. Una mejora en el nivel de vida de los
ancianos de hoy se hace a costa del futuro nivel de vida de los jóvenes.
No podemos permitirnos nuestro
actual sistema sanitario. Cualquier solución a la sanidad debe hacer ésta más
asequible. La solución requiere cuatro cambios básicos:
- Limitar el seguro a enfermedades asegurables y
eliminar todas las barreras regulatorias a la provisión de seguros
sanitarios.
- Eliminar las barreras a la producción y suministro
de sanidad, incluyendo las restricciones mediante licencias.
- Eliminar las barreras a la producción y suministro
de medicinas y tecnología médica, incluyendo las patentes.
- Eliminar la socialización de los costes sanitarios
y las subvenciones por estar enfermo.
Los cuatro cambios son
sencillamente los elementos de un verdadero mercado libre en la sanidad frente
al enrevesado sistema de cárteles que hay ahora.
Ahora me gustaría explicar las objeciones comunes a los mercados libres en la
sanidad.
Seguro
El seguro sanitario es un tema
polémico, especialmente entre proveedores de sanidad. La profesión sanitaria
tiene a ver a las aseguradoras como el enemigo. Una causa de esta polémica
relación es que los proveedores de sanidad ofrecen atención sanitaria a sus
pacientes, pero les pagan las aseguradoras. Medicare es en buena medida
responsable de este cambio. Los pacientes ahora esperan recibir todo y que la
aseguradora lo pague. Si los pacientes fueran responsables de sus pagos y
negociaran con las aseguradoras su reembolso, serían mucho más selectivos sobre
la atención que recibieron.
El concepto de las enfermedades
preexistentes es también objeto de discusión dentro del sector de la sanidad.
Superficialmente, no parece justo que alguien pague la prima durante muchos
años y luego, después de pasar a tener una condición que amenaza su vida, se le
niegue un seguro.
Aún sí, el concepto de las enfermedades
preexistentes es necesario para que las compañías de seguros sigan siendo
solventes. Nadie esperaría que una aseguradora le venda un seguro de vida a un
cadáver. Nadie espera que una aseguradora venda una póliza de vivienda a
alguien cuya casa acaba de destruir un tornado. El seguro sanitario no es distinto.
A un sector del seguro en un
mercado libre se le permitiría vender pólizas contra el tratamiento de la
leucemia. Este tratamiento es catastróficamente caro, pero como la enfermedad
es muy rara, grandes cantidades de gente puede agrupar su riesgo y hacer las
primas bastante baratas. Ninguna aseguradora va a vender una póliza contra la
leucemia a alguien que tiene leucemia por la misma prima a la que se la
vendería a la población en general. Cualquier intento del gobierno de obligar a
las aseguradoras a cubrir las enfermedades preexistentes es una socialización
del coste en lugar de un seguro.
Muchas condiciones morbosas
requieren una terapia durante largos periodos de tiempo. Quien compre un seguro
para el año siguiente se vuelve vulnerable a perder el aseguramiento después de
que expire la póliza. La solución es tener pólizas de seguro durante muchos
años o para toda la vida. Con una enfermedad como la leucemia, no hay razón por
la que las aseguradoras no puedan ofrecer ni ofrezcan pólizas que cubran a la
gente durante toda su vida, siempre que no haya señales de leucemia cuando se
contrate. La principal razón por la que no tenemos pólizas de seguro sanitario
para toda la vida es que las aseguradoras se ven obligadas por el gobierno a
cubrir condiciones no asegurables, como el ejemplo de las pruebas de
colonoscopia que he explicado antes. Los costes requeridos para cubrir estas
enfermedades no asegurables durante toda la vida hacen tan caras las pólizas
que nadie las compraría.
Las enfermedades raras pueden
asegurarse de forma barata, pero las comunes necesariamente se vuelven caras de
asegurar. A partir de cierto punto, es una tontería cubrir una enfermedad a
través de seguro en lugar de pagarla del propio bolsillo cuando aparezca. Las
condiciones no asegurables, como la prueba de colonoscopia tienen que pagarlas
los beneficiarios. Cualquier otro esquema de pagos es una socialización del
coste.
Licencias
Tanto doctores como enfermeras son
ambos cárteles. No debería sorprender que estos cárteles se resistan a la
competencia. Como en todos los cárteles, las barreras de entrada aumentan con
el tiempo, reduciendo la competencia. Y como en todos los cárteles, las
barreras a la competencia se disfrazan de garantías de calidad. La calidad es
subjetiva: distintos consumidores tienen distintas prioridades. Los requisitos
de licencia son intentos de objetivar lo que es puramente subjetivo.
Los estándares utilizados como
puntos de información, por otro lado, son objetivos y pueden utilizarlos los
consumidores para determinar qué proveedor elegir. Un verdadero mercado libre
en sanidad no tendría requisitos de licencias y las garantías de calidad se
gestionarían a través de agencias de calificación o consejos certificadores.
Las decisiones respecto de los estándares de calidad que resultan importantes
las tomarían los consumidores en lugar de los proveedores.
¿Sería alguien capaz de enseñarse a
realizar cirugía cardiovascular? ¡No! La cirugía cardiovascular es un proceso
complicado que requiere a muchas personas capaces trabajando juntas y un enorme
capital para instalaciones. Ni los anestesistas, ni los técnicos, ni las
enfermeras, ni los hospitales van a trabajar con un falso cirujano del corazón:
no desean compartir responsabilidades con ese curandero.
Muchos médicos cometen el error de
creer que sin licencias no habría estándares. Los hospitales tienen procesos de
acreditación. Es muy probable que el proceso de acreditación no cambiara o
cambiara poco en un mercado libre. Los hospitales reclamarían referencias y
continuarían investigando dónde se formó el cirujano.
La sanidad no es una sola cosa. Hay
una multitud de servicio con multitud de conocimientos. El mercado está mejor
preparado para unir el conocimiento a la complejidad en el servicio. Los
consumidores demandarían considerable conocimiento a los cirujanos
cardiovasculares. Probablemente no demanden el mismo conocimiento al
tratamiento de una irritación de garganta. La certificación de conocimientos
seguiría siendo una importante fuente de información, pero los consumidores
decidirían que valor atribuir a cualquier certificado, en lugar de que los
certificados prohíban la entrada a cualquier servicio concreto. Los
certificadores, incluyendo las instituciones educativas que proporcionan
licenciaturas, o bien atienden las demandas de los consumidores o pierden su
prestigio.
Un sistema de sanidad en el mercado
libre desarrollaría niveles de atención. El nivel más bajo proporcionaría
servicios a los males más comunes. Por ejemplo, uno podría ver un hueco en
Wal-Mart donde se le podría comprobara la presión sanguínea y se realizaran
análisis rutinarios de sangre. La gente pagaría estos servicios de su bolsillo
y una competencia intensa entre proveedores rebajaría el precio. El uso de
practicantes y enfermeras para proporcionar atención primaria es un paso en esa
dirección.
Un equipo de trasplantes de médula
serviría a una comunidad mucho mayor. Los equipos competirían basándose en al
calidad de servicio. Los consumidores comprarían los seguros frente a la
necesidad de un trasplante de médula. Las aseguradoras establecerían estándares
de calidad para los equipos que trabajaran con ellas. Cualquier intento de las
aseguradoras de comprometer la calidad por el coste en servicios de nivel tan
alto probablemente le haga perder clientes porque el efecto en las primas sería
pequeño. Sin embargo, los costes no son ilimitados. El mercado determinaría el
precio óptimo de la calidad en lugar de un comité del gobierno.
¿Qué pasa con los curanderos?
Siempre a habido curanderos vendiendo panaceas. La licencia simplemente
garantiza que los curanderos son curanderos con licencia, que son probablemente
más peligrosos. Un mercado desarrollaría información acerca de los proveedores.
Igual que los consumidores consultan sitios web para buscar información del
producto antes de comprar un coche o una computadora, consultarían sitios
similares para buscar información sobre médicos en su zona.
¿Qué pasa con las panaceas? Si un
consumidor quiere probar una panacea, debería ser libre de hacerlo sin que se
lo impida una agencia certificadora. A veces, los “expertos” oficiales son
curanderos. Por ejemplo, en la década de 1960, el establishment médico iba a
erradicar la tuberculosis de la faz de la tierra tratando a todos los que
dieran positivo en un test de tuberculina en la piel con isoniacidas. El experimento
tuvo que detenerse, sin embargo, cuando demasiadas personas murieron por fallos
renales.
A veces no está claro qué es una
panacea y qué es una buena medicina. Hay muchas polémicas hoy acerca de
nutrición, vacunas y colesterol. El mercado es la forma más eficiente de
resolver estas polémicas, siempre que la gente tenga acceso a la información.
Los expertos deberían ser libres de dar consejos y advertencias, pero los
consumidores deberían ser libres de aceptar o rechazar el consejo de los
expertos.
Lo privilegios de los cárteles no
existen sin cosas asociadas. Las cargas regulatorias a los proveedores de
sanidad son los precios que se pagan por los privilegios. Se dice a los
proveedores qué preguntas deben hacer, cómo deben registrar las respuestas, qué
pruebas deben ordenarse y qué tratamientos deben prescribirse. Se están
desarrollando estándares
de pago por rendimiento para la duración de las estancias en el hospital.
Si los pacientes necesitan normalmente cuatro días de hospitalización para
recuperarse de una neumonía, entonces el HHS agitará su varita mágica y decidirá
que estancias en el hospital superiores a tres días constituyen un despilfarro,
un fraude y un abuso. La terapia del paciente se decretará de la misma forma
que se imponen los patrones de economización de combustible a los fabricantes
estadounidenses de automóviles. Eso no resultó muy bueno para los fabricantes
estadounidenses de automóviles.
Las cargas regulatorias atormentan
a las empresas estadounidenses en general y a la sanidad de EEUU en particular.
Hay tantas regulaciones que ningún proveedor pude conocerlas todas. Deben
contratarse abogados y consultores para conocer qué significa realmente la ley.
La complicada naturaleza del entorno regulatorio es intencionada. Cuando el
derecho es tan complicado que nadie entiende sus límites, entonces las agencias
públicas pueden aterrorizar a cualquier proveedor acerca del cumplimiento de la
ley.
Patentes y medicamentos
La propiedad intelectual (PI)
tiene importantes implicaciones para el coste y disponibilidad de medicamentos
y dispositivos médicos. Comprimidos y marcapasos son cosas que requieren
derechos de propiedad. Solo una persona puede utilizar un comprimido o
marcapasos a la vez, así que los derechos de propiedad permiten al propietario
decidir su uso y evitar conflictos con otra gente que querría utilizar las
cosas.
Las ideas, por el contrario, no son
exclusivas. Mi uso de una idea, ya represente ésta una molécula o un
dispositivo, no puede dificultar el uso de la misma idea por parte de otra
persona o muchas otras personas al mismo tiempo. Las ideas no requieren
derechos de propiedad para evitar conflictos. Las patentes solo sirven para
conceder privilegios de monopolio, aumentando así lo costes y disminuyendo la
innovación.
Una defensa común de las patentes
farmacéuticas es que la gente no invertiría esas enormes cantidades de capital
para tener medicinas aprobadas por la FDA sin privilegios de monopolio y el
beneficio extraordinario que éstas confieren. Sin embargo, el problema aquí es
la FDA y sus barreras a la producción en lugar de la ausencia de derechos
monopolísticos de propiedad intelectual. Los inventores tendrían enormes
ventajas con el primer uso de la idea. El mantenimiento de esa ventaja
requeriría en desarrollo de una fidelidad a una marca. En un mundo sin FDA y
patentes, los inventores tendrían que demostrar la seguridad y eficacia al
público, en lugar de a las agencias públicas que dictan que medicinas han de
usarse en qué situaciones. Los costes de las medicinas estarían dictados por la
demanda del consumidor, en lugar de por decisiones arbitrarias realizadas por
la Parte D del Medicare. La competencia rebajaría los costes de las medicinas y
mejoraría los sistemas de distribución.
Estados Unidos tiene una
combinación peculiar de patentes y cárteles para garantizar que los medicamentes
sean escandalosamente caros. A las empresas farmacéuticas se les conceden
privilegios de monopolio sobre la oferta de medicamentos y a los doctores se
les conceden privilegios de monopolio sobre la distribución de medicamentos.
Los medicamentos son mucho más
baratos en Canadá, donde no se siguen las leyes de patentes de EEUU. Los
medicamentos son mucho más baratos en India, donde no hace falta una receta de
un médico. Las habituales afirmaciones y preocupaciones acerca de la seguridad
del paciente no se ven avaladas por las experiencias de Canadá e India.
Doctores y enfermeras en Estados
Unidos se ven atrapados en medio de la guerra contra las drogas. Nuestras vidas
se hacen miserables al impedir que la gente obtenga medicamentos como el Lortab. El dolor no puede
medirse objetivamente, así que los trabajadores de la sanidad se ven obligados
a decidir si los pacientes tienen dolor o buscan efectos euforizantes. Hay
situaciones, como en el caso de los pacientes hospitalizados con anemia
falciforme, en el que este conflicto interfiere con la adecuada atención al
paciente. Los doctores deberían dar consejos en lugar de determinar qué
medicinas toma la gente para sus problemas.
Subvenciones a las enfermedades
Una subvención es un control de
precios del gobierno en el que los miembros de un grupo pagan menos que el
coste de mercado para un objeto o servicio. Todas las subvenciones llevan a un
deseo por parte de los que están fuera del grupo privilegiado a ser incluidos
en el grupo. Todas las subvenciones llevan a que la demanda de la cosa sea
superior de la que sería y eso siempre lleva a que los precios sean superiores
de los que serían. Las subvenciones a las enfermedades no son una excepción.
Como médico, se me pide que haga más que diagnosticar enfermedades y recomendar
terapias. Se me pide que escriba cartas excluyendo a pacientes de ser jurados.
Se me pide que escriba cartas excusando a pacientes de pagar a tiempo su
factura eléctrica. Se me pide que firme solicitudes para plazas de
estacionamiento privilegiadas. Se me pide que certifique que alguien necesita
un vehículo especial.
Los precios son señales a
productores y consumidores sobre qué comportamientos sería rentable cambiar.
Los precios se fijan por intercambio voluntario, que es el libre mercado. Sin
intercambio voluntario, no hay precios y sin precios ni los productores ni los
consumidores saben qué hacer. Las subvenciones interfieren con el mecanismo de
precios. La gente siempre demanda más de algo cuando están gastando algún
dinero de otras personas.
Conclusión
La sanidad de EEUU ya no es
asequible para el estadounidense medio. Los precios no se mantienen controlados
por el intercambio voluntario, sino que son una burbuja alimentada por el
crédito extranjero. Cuando el crédito se recorte, la burbuja estallará y será
muy dañino para todos los implicados.
La sanidad es un recurso escaso.
Como todos los recursos escasos, la producción, distribución y consumo de la
sanidad es mejor que de dejen al libre mercado. Se echa la culpa frecuentemente
al libre mercado por los problemas de la sanidad de EEUU, pero el sistema
sanitario de EEUU es un leviatán complejo de cárteles interdependientes en
lugar de un mercado libre y ese leviatán es el responsable de los problemas.
Gilbert Berdine se licenció en
química y ciencias de la vida en el MIT y en medicina en Harvard. Después de
siete años de medicina académica en San Antonio y más de 20 años en la práctica
médica como especialista en pulmón, ha vuelto a la enseñanza en el Centro de
Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas Tech.