Socialismo dental en Gran Bretaña: Tragedia y farsa

Por Llewellyn H. Rockwell Jr. (Publicado el 8 de mayo de 2006)

Traducido del inglés. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/2170.

 

Cuando pensáis en los sufrimientos de la era precapitalista, ayuda tener en mente un ejemplo vívido.

Pensad en los dientes.

En el antiguo Egipto, los dentistas hacían agujeros a través del hueso para drenar abscesos. Sin anestesia. Más tarde, la gente aprendió que arrancar los dientes era la mejor manera de ocuparse de estos y otros problemas. Sin anestesia. Los tornos dentales fueron un avance, pero tenías que rellenar el agujero para dejar fuera el aire.

Los que tenían las herramientas, hacían el trabajo. Durante siglos en Europa, el mismo que te cortaba el pelo también te sacaba los dientes. En Estados Unidos, eran los herreros lo que hacían los cuchillos de cocina, amputaban miembros y perforaban y empastaban dientes.

A mediados del siglo XIX, se produjo el mayor avance: el gas de la risa para eliminar el dolor, que es inimaginablemente horrible en todo tiempo y lugar.

Bueno, si usted vive en Gran Bretaña y no puede pagarse un carísimo dentista privado, probablemente experimente una ráfaga del pasado.

El sistema está socializado. La escasez y el mal servicio son tan universales bajo el socialismo como lo era el dolor de muelas antes de la llegada de la anestesia. Pero muchos en Gran Bretaña ya no tienen ninguna alternativa: tienen que arrancarse sus propios dientes.

Solo un 49% de los adultos y un 63% de los niños están registrados en un dentista en Inglaterra y Gales, según el New York Times. Tienes que estar registrado para tener el servicio, pero sigue sin haber garantías. Esperas meses, incluso años, si es que lo consigues.

Está la opción privada, pero es mucho más caro que viajar a Budapest o a algún otro lugar para tener un tratamiento dental.

Para conseguir una cita, has de llamar a las 8 de la mañana. Las listas se llenan a las 8:10. Esto explica el floreciente mercado de ventas de empastes en tiendas que puedes ponerte. La mayor parte de la gente busca en sus cajas de herramientas y dan un buen tirón al diente problemático. Se cura con el tiempo.

Este experimento del socialismo británico lo ideó una clase de intelectuales que pensó que su programa proporcionaría un acceso igualitario a todos a las cosas maravillosas de la vida. El resultado ha sido una tragedia. En muchos sentidos, esta tragedia ha acabado siendo una terrible farsa: gente arrancándose sus propios dientes en el territorio que nos dio el más ilustre ejemplo de la Revolución Industrial.

Aquí hay más que una lección respecto al socialismo. La experiencia ofrece una advertencia contra todas las formas de “planificación social científica”. Los intelectuales piensan en sus planes para salvar a la humanidad, pero, por alguna extraña razón, olvidan que no están jugando en un laboratorio. Se trata de vidas humanas reales. Y estas vidas no son grandes agrupaciones de clases o razas, sino individuos. Experimentamos dolor y sufrimiento, alegrías y triunfos, como individuos.

El dolor de muelas tiene una forma de centrarse en lo que realmente importa. Algunos pueden afirmar tener una idea para proporcionar acceso universal al dentista, con que solo les demos el poder de hacer lo que quieren.

Pero hay algunas preguntas que deberías hacerte. ¿Serán ellos o yo los que sufrirán si algo va mal? ¿Quién se va a hacer responsable si el plan genera privaciones en lugar de abundancia? ¿Cuál es la estrategia de salida para abolir el sistema si no funciona? ¿Dónde está la garantía de que se seguirá este plan de salida?

Si alguien no puede dar respuestas convincentes a estas respuestas, es mejor que sigas el camino más seguro y no hagas nada. Nadie en la historia ha sido capaz de mejorar el funcionamiento de la sociedad mediante el poder del estado. No importa lo bien pensado que parezca estar el plan, siempre parece empeorar más que mejorar las cosas.

La libre empresa debe aceptar la estructura de la realidad tal y como es. No puede hacer que desaparezca la realidad del dolor de muelas. No puede cambiar cómo es el universo. No puede cambiar la naturaleza humana. No puede abolir la mortalidad. No puede eliminar la necesidad de los padres de enseñar a sus hijos la diferencia entre lo bueno y lo malo.

Sin embargo, tampoco el estado puede hacer estas cosas. Lo que hace la libre empresa es proporcionar el mejor sistema posible para ocuparse de la realidad. Ofrece una forma racional de ocuparse de la escasez de tiempo y recursos.

Si tratáis de mejorar la libertad por medio del estado, no solo creáis una situación peor, sino que acabaréis ralentizando el ritmo del progreso y en realidad produciendo un retroceso en los avances realizados durante la era capitalista.

La socialización de los dentistas ha llevado a Gran Bretaña a volver atrás más de un siglo en la atención dental. Derogad completamente el capitalismo y podéis encontraros de vuelta en la Edad de Piedra. Incluso el torno metálico os parecerá una herramienta amable.

 

 

Llewellyn H. Rockwell, Jr. es Presidente del Instituto Ludwig von Mises en Auburn, Alabama, editor de LewRockwell.com, y autor de The Left, the Right, and the State

Published Fri, Jan 27 2012 4:00 PM by euribe