Por Eugen-Maria Schulak y Herbert
Unterköfler (Publicado el 9 de febrero de 2012)
Traducido del inglés. El artículo
original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5872
[The Austrian School of Economics: A
History of Its Ideas, Ambassadors, and Institutions (2011)]
* Traducción de Daniel Soler.
La joven y prometedora Escuela
Austríaca recibió apoyo del extranjero incluso durante el Methodenstreit. Léon Walras
ya nombró en el prefacio de su Théorie de la monnaie (1886) a
conocidos defensores de la nueva teoría del valor en los países románicos. En
las publicaciones inglesas, la teoría subjetiva del valor también estaba
ganando cada vez más aceptación (cf. Böhm-Bawerk 1889b). Böhm-Bawerk
consideraba que el mero hecho de que hubiera sido descubierta por tres autores casi
al mismo tiempo (Walras, Menger y Jevons) era la prueba fundamental de su
veracidad (Böhm-Bawerk 1891/1930, p. 132 n. º 1). Por el contrario, Gustav Cohn
(1840-1910), defensor de la Escuela Historicista, supuso que esta enérgica
actividad editorial significaba que el descubrimiento de la utilidad marginal
constituía un «pequeño bocadito» que tendría que ser compartido por «un número
de descubridores con la misma opinión» (Cohn 1889, p. 23).
Sin embargo, en unos meses, la
desdeñosa expresión «pequeño bocadito» fue rebatida de forma impresionante. Solo
en 1889, los miembros de la Escuela Austríaca publicaron un número notable de
monografías ofreciendo teorías productivas para un desarrollo más amplio:
Böhm-Bawerk Positive Theorie des Kapitales (Teoría
positiva del capital);
Zuckerhandl, Zur Theorie des Preises (Sobre la teoría del precio);
Wieser (Der natürliche Wert) (El valor natural); Schullern zu
Schrattenhofen (Untersuchungen über Begriff und Wesen der Grundrente)
(Análisis del concepto y la esencia de la renta básica); Sax (Neueste
Fortschritte in der nationalökonomischen Theorie) (Últimos avances en la teoría
económica); y Komorzynski (Der Wert in der isolirten Wirtschaft)(El
valor en las economías aisladas). Böhm-Bawerk tuvo el impacto más duradero
hasta la fecha. Con su Teoría positiva, no sólo sentó las bases de una
teoría «austríaca» del capital
y el interés, sino que hizo una contribución fundamental a la reputación
internacional de la Escuela Austríaca. Se convirtió en uno de los economistas
más citados y debatidos de su época.
Durante un seminario dirigido por Carl Gustav Adolf Knies (1821-1898)
en la Universidad de Heidelberg, Böhm-Bawerk, como becario, ya consideró a
fondo la relación entre el presente y el futuro al plantear esta pregunta: ¿Por
qué el deudor está dispuesto a pagarle los intereses al acreedor por un precio
mayor al del propio préstamo? Contestó a esta pregunta explicando que los
bienes futuros tienen menor valor que los bienes presentes, y el resultado es
una diferencia de valor entre el presente y el futuro: entre el préstamo y la
devolución. El pago y la devolución son considerados equivalentes cuando la
diferencia de valor ha sido equilibrada por una «suma cuantitativa», a saber,
el interés. Sin especificar más, expuso que «una creación autoinducida del
valor del capital» (citado de Yagi 1983, p. 32), haría la devolución de tales
cantidades viable económicamente para el deudor.
A la publicación de la Teoría positiva la precedió una amplia y
completa recopilación y valoración de todas las teorías sobre el capital y el
interés que se habían elaborado. Böhm-Bawerk trató a más de 150 autores y trazó
una historia ejemplar del dogma, cuya estructura sugiere que ya había reunido
un borrador completo de la Teoría positiva (cf. Tomo 1994, p.
92). Die Geschichte und Kritik der Kapitalzinstheorien (1884)
(Historia y crítica de las teorías del interés) orientaría el desarrollo
posterior de la Escuela Austríaca hacia dos direcciones en particular: primero,
Böhm-Bawerk sometió a una crítica minuciosa y a una desaprobación sistemática a
las teorías socialistas del valor-trabajo de Johann Karl Rodbertus (1805-1875)
y Karl Marx (1818-1883). De esta forma, sentó las bases de la crítica al
Marxismo en la tradición de la Escuela Austríaca (Böhm-Bawerk 1890/1884, pp.
328–392). En segundo lugar, rechazó la teoría de la utilidad de Carl Menger,
según la cual la renta de capital es la remuneración por el uso arrendado del
capital. La objeción de Böhm-Bawerk era que Menger consideraba que el «bien» y
«la disposición de los bienes» eran dos valores depositarios separados, y
llevaría a un doble recuento erróneo (ibid., p. 260). Este era simplemente el
resultado lógico de su definición del término «bien», que difería del de
Menger, y que Böhm-Bawerk ya había presentado en su tesis posdoctoral (cf.
Böhm-Bawerk 1881/2006, pp. 16–17; y Menger 1950/2007, pp. 52–53). Esta
divergencia y sus consecuencias hicieron que el fundador de la Escuela
Austríaca adoptara durante toda su vida una perspectiva objetiva de su teoría
definitiva del capital y el interés.
En su Teoría positiva, cuya publicación se retrasó varios años,
Böhm-Bawerk definió «capital» como «un grupo de productos destinados a una
producción adicional» o como «un grupo de productos intermediarios»
(Böhm-Bawerk 1891/1930, p. 38). Basándose en esta concepción de capital, se
podían concebir tres tipos de rendimiento de capital: ingresos por préstamo,
ingresos por el alquiler de bienes de consumo duraderos, o los ingresos de un
proceso de producción. En última instancia los tres tipos de ingreso podían
explicarse a través de la teoría subjetiva del valor. El punto de partida había
sido la observación de que, en general, los bienes presentes eran más valorados
que los bienes futuros del mismo tipo y cantidad. Se pueden mencionar dos
razones. En primer lugar, la proporción entre la oferta y la demanda varía a
diferentes niveles en el tiempo ya que las circunstancias personales y las
expectativas futuras están cambiando constantemente (ibid., p. 249). En segundo
lugar, subestimamos sistemáticamente nuestras «necesidades futuras» así como
«los medios para llegar a ellas». Las causas de esta mala apreciación son
nuestra vaga imagen del futuro, la debilidad de nuestra voluntad, y «nuestra
consideración de la brevedad de la vida y la incertidumbre de esta» (ibid., pp.
253–256; cf. Menger 1950/2007, pp. 150–152). De todo esto Böhm-Bawerk concluyó
que «miramos a la utilidad marginal de los bienes futuros más limitada, por así
decirlo, en perspectiva» y que así «el agio de los bienes presentes aumenta».
(Böhm-Bawerk 1891/1930, pp. 258–259).
Hay una tercera razón para el empuje ascendente de este agio (prima)
que, sin embargo, no reside en la esfera del consumidor, sino en la del
productor. Según Böhm-Bawerk, es parte de la naturaleza de la producción
capitalista el que las fuerzas económicas productivas básicas – el trabajo y el
uso de la tierra, posiblemente también junto al uso de las fuerzas naturales –
estén combinadas de tal forma que los bienes del consumidor se crean directa o
indirectamente. Como normal general, esta «producción indirecta» llevaría
también a una producción mayor. Así, uno podría utilizar sólo las manos para extraer
piedras de un peñón, o podría extraer hierro, utilizarlo para hacer un martillo
y un cincel y entonces ponerse a trabajar. Una forma de producción indirecta
más grande incluso y que llevaría más tiempo sería coger azufre y nitrato de
sodio para fabricar pólvora, rellenar con ella un agujero y reventar así los
peñones. Una operación así aumentaría muchas veces el resultado de la
producción. (ibid., p. 19). Sin embargo, esta norma sólo se aplicaría a «un
proceso capitalista elegido con sensatez»
(ibid., p. 82). Al aumentar la diversidad de la producción, el ingreso
adicional volvería a disminuir después de un determinado momento. (ibid., pp.
85–86).[1]
Así, según Böhm-Bawerk, el interés tiene causas psicológicas y
técnico-productivas. Además, existe independientemente del sistema económico y
social imperante. La diferencia entre el valor de los bienes presentes y
futuros también existiría incluso en un «estado socialista». Por lo tanto, «el
principio de interés» en ningún modo puede ser concebido como «explotación» ya
que no es una categoría histórico-legal, sino «una categoría económica, que
brota de causas económicas básicas» (ibid., pp. 367, 371; en cursiva en el original).
Böhm-Bawerk, quien consideraba que los principios básicos de su teoría
del capital y el interés eran «inusitadamente simples y naturales» (Böhm-Bawerk
1891/1930, p. xxvi), tuvo que complementar y ampliar considerablemente su
trabajo para combinar la teoría subjetiva del valor con su teoría del capital.
Así hizo una clara distinción entre las razones del origen del interés y las
responsables de los tipos de interés específicos. Asimismo, al haber combinado
productos intermediarios heterogéneos y los circuitos de producción indirectos
de diversa duración bajo el término «capital», tuvo que introducir el término
«plazo medio». Esto fue ilustrado mediante un sencillo diagrama de cifras
(ibid., p. 89). Además, adoptó el concepto de «fondos salariales» de Stanley
Jevon (cf. Jevons 1871/1970, cap. 8) ya que los obreros involucrados en los
circuitos de producción indirecta tenían que ser respaldados por la duración
del proceso de producción (Böhm-Bawerk 1891/1930, pp. 318–319). Finalmente, la
teoría subjetiva del valor tenía que ser conciliada con la ley de costes, que
establece que, a largo plazo, el precio de bienes reproducibles en el mercado
igualará los costes de producción (ibid., pp. 223–234). Estas y otras
«adiciones» significaban que la básica y elegante estructura teórica aparecía
cada vez más artificial y sobrecargada.
Sin embargo, la Teoría positiva de Böhm-Bawerk tuvo un impacto
internacional enorme. Fue traducida al inglés en 1891, y al francés poco
después. En 1892, el economista sueco Knut Wicksell (1851-1926) arregló su
reformulación matemática. A finales de siglo, Böhm-Bawerk era considerado uno
de los economistas más famosos y debatidos del mundo (cf. Kurz 1994, p. 151).
Una segunda edición fue publicada en 1900 y contenía una extensión considerable
de la crítica a Marx. Una tercera fue publicada en 1913. Ambas ediciones
contenían digresiones en las que se daba respuesta a las objeciones recibidas
(cf. Böhm-Bawerk 1921, vol. 3). Finalmente, Friedrich von Wieser preparó
una cuarta publicación en 1921 — una edición completa de tres volúmenes que
sería publicada bajo el título de Kapital und Kapitalzins (Capital e
interés).
Menger, cuyo concepto de capital difería fundamentalmente del de
Böhm-Bawerk, adoptó una postura crítica en extremo. En círculos pequeños fue
incluso más allá y dijo que la teoría de Böhm-Bawerk era «uno de los mayores
errores jamás cometidos» (Schumpeter 1954, p. 847 n. 8). Ha habido mucha
especulación sobre lo que pudo provocar el severo rechazo de Menger. Es poco
probable que hubiera sido el subjetivismo poco consecuente de Böhm-Bawerk, ya
que hasta las definiciones de la teoría del valor de Menger contenían cierto
objetivismo residual (cf. Gloria-Palermo 1999, pp. 39–50; Mises 1960/2003, pp.
177, 183–185). Sin embargo, sus diferentes enfoques metodológicos supusieron
una línea divisoria particular. Menger reprendió a Böhm-Bawerk por la «evidente
artificialidad» de algunas de sus teorías (Menger 1915/1970, pp. 11, 16).
Böhm-Bawerk demostraba, en efecto, una actitud casi despreocupada y
pragmático-ecléctica cuando se trataba de cuestiones metodológicas. Uno de los
rasgos de esta actitud era el rechazo por el uso de las matemáticas en la
economía. Esto no se debía a razones epistemológicas fundamentales, como en el
caso de Menger, sino a que él, junto a la mayoría de sus colegas del
profesorado, carecía completamente de las habilidades matemáticas necesarias
(cf. Böhm-Bawerk 1894c, pp. 163–165). Además, la Teoría positiva en
ciertos ámbitos parece apuntar en dirección de la macroeconomía moderna. A
diferencia de otras obras fundamentales de los «austríacos», contiene una
tendencia inconfundible a crear composiciones elevadamente abstractas, y
muestra una gran propensión a la cuantificación, aunque bajo la modesta
apariencia de formas de cálculo sencillas.
La teoría de Böhm-Bawerk fue también recibida con reservas, o incluso
rechazo, por parte de las generaciones consecutivas de la Escuela Austríaca.
Joseph A. Schumpeter (1883–1953) desarrolló con 28 años su propia «teoría
dinámica del interés» (Schumpeter 1912/1934/1961, pp. 157–211), que le
debió parecer a Böhm-Bawerk una difamación de la moral de la clase media y el
heraldo de políticas inflacionistas temerarias. Böhm-Bawerk lo rechazó con
excepcional contundencia. (Böhm-Bawerk 1913a; Böhm-Bawerk 1913b). En
consecuencia, la respuesta de Schumpeter fue avasallada. (Schumpeter 1913, pp.
599–639). En el contexto de los seminarios de Böhm-Bawerk, Ludwig von Mises
(1881-1973) también criticó que su teoría del capital y el interés había
avanzado a partir de la asunción de la «neutralidad del dinero». Según Mises,
Böhm-Bawerk se alejó de sus teorías publicadas al final de su vida (cf. Mises
1978/2009, p. 47; también Elster 1923, p. 164).
Fue finalmente Emil Sax quien, en Der Kapitalzins (1916)
(Interés sobre el capital) presentó su primera crítica general de Böhm-Bawerk y
recopiló todos los argumentos que futuros autores utilizarían contra él. La
teoría del capital y el interés era «una cadena de pensamientos prolongada de
manera muy minuciosa, y, debido a su falta de uniformidad, incapaz de resistir
una evaluación tensa» (Sax 1916, p. 229). Sobre todo, Sax creía que podía
demostrar que las tres razones de las diferencias entre bienes presentes y
futuros eran cuestionables, que los bienes durables (capital fijado) como tal
no podían rendir ningún interés, que el término «proceso medio de producción
indirecta» (“durchschnittlicher Produktionsumweg”) era demasiado
impreciso, y que la Teoría positiva
no daba cuenta del interés compuesto. Así, Der Kapitalzins supuso
un paso más en el distanciamiento de la Escuela Austríaca cuando estaba en su
punto más álgido de prestigio internacional. Hechos externos, como la
permanente retirada de la actividad universitaria de Menger, la muerte de
Böhm-Bawerk en 1914, y el estallido de la guerra, sin embargo, hicieron que
esta disputa interna saliera a la superficie (cf. Elster 1923, p. 163).
En los últimos análisis, ningún economista de renombre ha coincidido
con Böhm-Bawerk en cada punto. Pero durante décadas su obra continuó teniendo
un impacto excepcionalmente inspirador y fructífero (cf. Schumpeter 1954, p.
930; Kurz 2000, p. 153). Entre los representantes de la Escuela Austríaca,
Böhm-Bawerk fue siempre elogiado como uno de los más grandes. La generación de
académicos que apareció tras la Primera Guerra Mundial se vio obligada a
modificar su obra y a hacer múltiples modificaciones y cambios de énfasis. Pero
esto hizo poco o ningún daño a la destacada fascinación con la que la teoría
del capital y el interés de Böhm-Bawerk ha sido tratada hasta hoy. Este
atractivo intacto puede deberse al hecho de que la enorme teoría de Böhm-Bawerk
revela un destello de la «lógica oculta» o «la gramática de los fenómenos
económicos» (Orosel 1986, pp. 127–128).
Eugen Maria Schulak es filósofo y
asesor de empresa en Viena (Austria), Director Académico en el Institut für Wertewirtschaft
(Instituto de la economía del valor) y coautor de The
Austrian School of Economics: A History of Its Ideas, Ambassadors, and
Institutions. Entra en su página
web, envíale un e-mail.
Mira su lista
de artículos.
Herbert Unterflöker se graduó en
Derecho en la Universidad de Viena. Es asesor de contratación en Viena
(Austria) y Director Académico en el Institut für Wertewirtschaft (Instituto
de la Economía del Valor), y coautor de The
Austrian School of Economics: A History of Its Ideas, Ambassadors, and
Institutions. Envíale un e-mail.
Mira su lista
de artículos.
Este artículo es un extracto de The
Austrian School of Economics: A History of Its Ideas, Ambassadors, and
Institutions (2011), capítulo 6.
[1]
Böhm-Bawerk tomó prestado el concepto de «desviación
productiva» y su «ingreso adicional» de varios predecesores, cuyas ideas
desarrolló y formuló de forma más rigurosa. Más tarde resultó que John Rae
(1796-1872), un escocés que había emigrado a Canadá y caído en el olvido, ya se
había adelantado a la Teoría positiva en puntos clave en 1834. cf.
Böhm-Bawerk 1890/1959, pp. 208–240.